martes, 30 de octubre de 2018

Esperaba más



Con este original y llamativo título se publican tres novelas del autor escritas en diferentes épocas y sobre diferentes temas. Cada una viene precedida de su correspondiente introducción que facilita el acercamiento a algunos aspectos de la obra.
La primera, la que más me ha gustado, fue escrita en 1941 y tiene al gaélico como protagonista. Es una novela tremendamente original en la que hasta  los elementos fantásticos, como esos niños que acuden al colegio nadando desde las islas Áran, quedan perfectamente integrados en la historia. Es un retrato de una Irlanda en la que predominan el hambre, -solo mínimamente satisfecha con las patatas-, la miseria y la constante lluvia.
O’Brien hace gala de un gran sentido del humor como se puede ver en el siguiente ejemplo: “Nací con muy poca edad –ni siquiera había cumplido un día-.” (p. 33)
Sobre la importancia que tiene el tema del gaélico en esta novela dice su traductor en la introducción: “O’Brien amaba su lengua y su literatura (…);  lo que detestaba era la visión recalcitrantemente estereotipada de lo irlandés.” (p. 21)
No obstante, quizá por mi gran desconocimiento del país y de su historia, no he sido capaz de apreciar varias de las referencias que hace al tema de la lengua. Valga como ejemplo la siguiente afirmación que se puede entender de dos maneras bien distintas: “(…) siempre se ha dicho que la precisión que uno posee en el uso del gaélico (lo mismo que la santidad del alma) es proporcional a la carencia de bienes terrenales.” (p. 63)
La segunda se publicó a principios de los sesenta y está escrita en una clave más realista que la anterior.
De ella se dice en la introducción:

“La escribió de un tirón en dos meses. A primera vista contiene todos los temas usuales de O’Brien: conversaciones pedantes, preocupaciones grotescas; humor en medio de la sordidez; mitos (la visita del simplón al papa pertenece a un antiguo relato); la obsesión por las enfermedades y los temas científicos.” (p. 140)

Sin gustarme demasiado, sí que lo han hecho un par de escenas en las que los personajes debaten sobre religión así como la insistencia en los negocios del hermano del protagonista que hoy sería un buen ejemplo de emprendedor (uno de esos conceptos de uso reciente pero masivo que menos me gusta). Sin embargo, hay varias páginas sobre temas científicos bastante aburridas.
Eso sí, resulta muy actual en alguna apreciación como:

“-En estos tiempo modernos, uno no es nada a menos que sea capaz de producir datos estadísticos. Columnas y más columnas de números, medidas y porcentajes. Supongamos que se creara una comisión Real para estos asuntos. ¿Adónde iríamos a parar si no pudiéramos producir nuestras estadísticas certificadas? (p. 242)

La tercera y última consiste en unos pocos capítulos de una obra que quedó inconclusa por la muerte del autor y que seguramente hubiera sido una novela interesante por los temas que se inician  y que se resumen muy bien en la introducción:

“Esta es una sátira de los Estados Unidos al tiempo que de Irlanda e, incluso, a través de la protagonista e ideóloga de una peregrina revolución alimentaria, una caricatura de las formas puntillosamente moralistas del protestantismo…” (p. 307)

Como conclusión tengo que decir que esperaba más de un libro del que he escuchado comentarios muy favorables. Tiene momentos espléndidos, un peculiar sentido del humor que atraviesa las tres novelas y es muy original en la construcción de los personajes, pero tengo la impresión de que son novelas a las que les falta algo, sin que sea capaz de decir qué es, para llegar a ser realmente buenas.
Por lo que he visto y leído la misma editorial ha publicado otros libros de O’Brien que parecen ser los mejores del autor.

Flann O’Brien, El consumo de patata en Irlanda. Traducción Antonio Taravillo Rivera y Iury Lech.

lunes, 29 de octubre de 2018

Citas últimas lecturas


Amor

Así es como, por azar, Shúrik describió la ley del amor más grande y más secreta: en la elección del corazón los defectos poseen una fuerza de atracción mayor que las cualidades, porque son las manifestaciones más brillantes de la individualidad. .
Liudmila Ulítskaya, Sinceramente suyo, Shúrik


Suicidio

 Dicen que cuando uno se va, es porque ya se ha ido. Me animo a glosar: cuanto te suicidas, es porque ya estás muerto.
Laura Restrepo, Los divinos


Hombre

Un hombre puede vivir sin ver, un ciego también es un hombre. Pero si no te ven, entonces no eres nada.
Per Olov Enquist, El ángel caído


Suicidio, Hombre

La definición más corta que conozco de un ser humano: el derecho añorar dejar de existir.
Per Olov Enquist, El ángel caído


Guerra, patria

Seis mil alemanes caídos: en el campo del honor. ¿Qué era eso, el campo del honor? ¿Es un honor calvarle a alguien una bayoneta en el vientre? Campos de grano, campos de patatas… Aquéllos eran campos del honor. ¿Qué es el altar de la patria¿ ¡Un matadero manchado de sangre!” ¿Qué son “nuestros bienes más sagrados”? ¡Los depósitos bancarios! Los bienes más sagrados de las viudas de guerra son las miradas de sus hijos y maridos amados. Una granada de mano ha reventado el bien más sagrado de la viuda de guerra. ¡Menudas expresiones execrables que les cuestan la vida a millones de personas! Deberían desenmascararlas al fin.
Leonhard Frank, A la izquierda donde el corazón


Totalitarismo

“el mesianismo totalitario se consolidó como una doctrina exclusiva representada por una vanguardia de los iluminados, que se justificaban a sí mismos en el uso de la coerción contra aquellos que se negaban a ser libres y virtuosos.”
Jacob Talmon, autor de Los orígenes de la democracia totalitaria, citado en
Sasha Abramsky, La casa de los veinte mil libros

domingo, 28 de octubre de 2018

Buena base para el debate


Aunque seguramente tenga razón IgnacioSánchez-Cuenca, quien por otra parte ha escrito mucho y bien sobre el tema de la izquierda, en su reseña de libro hecha en infolibre.es cuando entre otras cosas afirma:

“Las consideraciones del autor se quedan todo el tiempo en la espuma de la izquierda, no penetran en la sustancia. Con estilo desenfadado, Gracia nos ofrece un catálogo de lo que le gusta y disgusta de la izquierda (muy propio de los tiempos del Facebook) que a unos divertirá y a otros irritará, pero me temo que no contribuirá demasiado a los grandes debates planteados en el seno de la izquierda.”

Decía que aunque tenga razón en lo fundamental, a mí me parece útil leer este tipo de consideraciones que unas  veces comparto y con otras estoy en completo  desacuerdo.
En función de lo dicho en este comentario lo que haré será dejar constancia de algunos acuerdos y desacuerdos.
Entre los primeros destaco:
 - La crítica que hace a lo que llama a lo largo del librito “nueva izquierda”, y que no es otra cosa que Podemos aunque este nombre solo aparezca un par de veces. Dice que: desiste de lo real, se autoengaña, tiene rigidez moral y puritanismo así como un cierto complejo de superioridad. El primer Podemos tenía estas taras que ha estado corrigiendo hasta llegar al momento actual que seguro que habrá sorprendido al propio Gracia con el papel que está jugando.
- Una cierta visión de la Transición que sin matizar demasiado ha tenido tendencia a no considerar entre otras cosas las que destaca Gracia en el siguiente fragmento:

“Han olvidado la sórdida cultura política que fuimos, han olvidado el tutelaje de un ejército pronto a tomarse la revancha por la prematura muerte de Franco, han olvidado que la mayoría de la población fue pasivamente franquista, han olvidado que la movilización política, laboral y social nunca fue mayoritaria, han olvidado que la universidad y sus agitaciones revolucionarias no representabas a las clases medias.” (p. 39)

-        También creo que acierta en las dos consideraciones siguientes:

“A veces parece que la izquierda occidental no ha entendido que es una izquierda burguesa que aspira antes que nada a preservar su estatus.” (p. 31)

“(…) la urgencia de lo real le exige a la izquierda prudencia y pragmatismo para reparar las averías de un sistema que ni puede ni sabe cómo reemplazar.” (p. 27)

Hasta aquí las principales ideas que puedo compartir con el autor.
Los desacuerdos serían entre otros:
-        La acusación a la nueva izquierda de proindependentista cuando afirma que: 

“(…) ha creído de forma oportunista y táctica que sus banderas no podían faltar entre las banderas callejeras del independentismo. Ha sido el síntoma más flagrante en Cataluña de su debilidad argumental y de la pobreza de su idea de solidaridad y cohesión social…” (p.18-19).

Creo que aquí le pierde su rechazo frontal de la idea independentista y el considerar apoyo lo que no sea ese rechazo frontal y militante.
-        El considerar un fracaso lo que él tiene por bajos índices de participación en las consultas de la tantas veces citada nueva izquierda sin tener en cuenta dos aspectos clave: por un lado, que el número de inscritos no refleja ni siquiera el de simpatizantes ya que se puede inscribir quien quiera y, por otro lado, no valorar lo que significa que la gente pueda participar en las decisiones que toman los políticos sin limitarse a votar cada cuatro años.
-        Por último, como suele suceder en este tipo de texto (en más de una ocasión ya he dicho lo que viene a continuación comentando otros libros) no hay sugerencias ni propuestas para ese “seguir siendo de izquierdas en el siglo XXI”, más allá de proponer una izquierda irónica, pesimista y recelosa.
Como se ve, como decía al principio, aunque solo sea para compartir algunos puntos y debatir otros ya merece la pena dedicar un rato a este librito que, además, apenas llega a las 80 páginas.

Jordi Gracia, Contra la izquierda. Para seguir siendo de izquierdas en el siglo XXI.

viernes, 26 de octubre de 2018

“Gracias a todos”: Nuevas citas IV


Hace más de seis años que autoedité Gracias a todos en el que recogía la mayoría de las citas que había ido recopilando hasta entonces. En este tiempo he seguido con mi vieja costumbre y he pensado que sería una buena idea publicarlas en el blog organizadas por temas, con algún comentario si se tercia, tal y como hice en el libro.

Democracia

(…) hay que repetir que la democracia, más que un régimen determinado, es ante todo un ideal político, y bien sabemos que los ideales no se alcanzan sino que nos impulsan y atraen desde lejos. Ninguna democracia establecida coincide con la democracia, es decir, con lo que demanda la dignidad de los humanos en términos de igualdad, libertad, participación cívica, tolerancia, etc., en una comunidad civil. Instaurar la democracia es una tares inacabable.
Aurelio Arteta, Tantos tontos tópicos

Resumiendo el corpus de investigación sobre este tema, Westen escribe: “Los datos de la ciencia política son evidentes: la gente vota al candidato que le provoca los sentimientos adecuados, no al que le presenta los mejores argumentos.”
Manuel Castells, Comunicación y poder


(…) fue candoroso de mi parte creer que los peruanos votarían por ideas. Votaron, como se vota en una democracia subdesarrollada, y, a veces, en las avanzadas, por imágenes, mitos, pálpitos, o por oscuros sentimientos y resentimientos sin mayor nexo con la razón.
Mario Vargas Llosa, El pez en el agua


Sin embargo, no hay ningún sistema de libertad que pueda existir sin una voluntad de libertad, desarrollada y siempre despierta, de sus ciudadanos. La democracia no es nunca un estado, sino que es siempre una exigencia.
Eugen Kogon, El Estado de la SS. El sistema de los campos de concentración alemanes



Dictadura

La verdadera esencia de una dictadura no es su regularidad, sino su imprevisibilidad y su capricho; los que viven sometidos a ella nunca pueden relajarse, ni estar seguros de si han seguido las reglas correctamente o no.
Christopher Hitchens, Hitch-22. Memorias



Dinero

¡El dinero, caballeros, el dinero! El virus que infecta a la humanidad con todas las enfermedades. ¡No tenemos un nombre para una calamidad mayor!
Sófocles citado en
John Ralston Saul, El colapso de la globalización y la reinvención del mundo

-Los negocios son todos iguales. Tienen por única finalidad ganar dinero. Y nada de lo que tiene que ver sólo con el dinero merece la pena.
Giorgio Faletti, Apuntes de un vendedor de mujeres

Si Lisa se mostraba indiferente a algo, era al dinero y  lo que se  podía conseguir con él. Según Herbert, la indiferencia por lo material era un privilegio que los pobres recibían gratis, mientras que los ricos más ricos lo conseguían con muchísimo dinero.
Léa Cohen, La estratagema

-¿Lo ves? El dinero nos hace avariciosos, salvo si es mucho: entonces, nos vuelve inmorales.
Benjamín Prado, Ajuste de cuentas

El dinero no es nada. O, peor, es el que todo lo corrompe, lo estropea, un mal padre, padrastro, pero que –fíjate cómo son las cosas- tantas vidas en apariencia incompatibles une. Es una de sus virtudes. Tiene otras. Ahí podríamos decir que es un padrastro que les concede todos los caprichos a sus hijos. Los malcría. Sin su cemento, cuántas familias rotas, cuántas vidas a la deriva. Pero no, ellos tienen letras por pagar, facturas, obligaciones que cumplir, y siguen unidos hasta que  la muerte los separa, tal como juraron (…)
Rafael Chirbes, En la orilla

El dinero amedrenta y hechiza, aturde con su  monstruosa capacidad de multiplicación. El dinero levanta construcciones tan simbólicas y tan destinadas a amedrentar a los débiles y a los crédulos y los ignorantes como los zigurats mesopotámicos o los vestíbulos de altas columnas macizas de los templos griegos. El dinero parece lo más irrefutable y tiene el poder comprarlo todo y trastornarlo todo y de pronto se evapora y ya es como si no hubiera existido.
Antonio Muñoz Molina, Todo lo que era sólido

El vicio del dinero es el cáncer de los revolucionarios, todos se enganchan a él y todos mueren de él.
Boualem Sansal, Rue Darwin

Sé que la maldición del dinero es que destruye las más nobles relaciones.
Joseph Roth en
Josph Roth &Stefan Zweig, Ser amigo mío es funesto. Correspondencia (1927-1938)


 -Algún día tú ganarás mucho dinero; no intentarás ganarlo, simplemente lo ganarás. Y cuando esto ocurra, tú haz como si nada, no le des importancia, no te dejes engañar; no codicies más, no te sientas desgraciado cuando ganes menos de lo que esperabas. Mantente por encima de él. No te permitas nunca ser rico o pobre. El dinero puede llevar a la quiebra incluso a un buen hombre.
William Saroyan, Las aventuras de Wesley Jackson


El dinero era como el estiércol: no era bueno a no ser que se esparciera.
H.M. Enzensberger, Reflexiones del señor K. o migajas que dejaba caer, recogidas por sus oyentes


Ni pobre ni nada. Pobres son los que están atrás de la guita, que viven presos.
José Mujica en
Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, Una oveja negra al poder. Pepe Mujica, la política de la gente

-Si algo aprendí en la policía de Berlín –observé-, es que el dinero es como una pensión del Estado. Nunca hay suficiente para jubilarse.
Philip Kerr, El otro lado del silencio


La idea sobre por quién se vota hace tiempo ya que se ha impuesto entre los analistas.De ahí la poca relevancia de los programas.
Espléndido Chirbes.
Sobre la cita de Sansal. Efectivamente, cuántos casos se conocen de revolucionarios que luego se han perdido por el dinero.
Roth habla de la maldición del dinero con buen conocimiento de causa pues se pasó la vida pidiéndolo prestado como se ve en su correspondencia con Zweig.
Mujica siempre tan breve y acertado.

miércoles, 24 de octubre de 2018

Un tanto decepcionante



André Gide obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1947, es decir, veinte años después de este viaje y de la publicación de este libro. Tengo que reconocer que aunque conozco desde hace tiempo a este autor creo que solo he leído una novela corta y de ello hace años, pues a pesar del premio no es un escritor que me haya llamado la atención. Sin embargo, en la medida en que últimamente me estoy interesando por la literatura de viajes me gustó tanto el lugar como el nombre del autor.
Dice Constantino Bértolo en su extenso Prólogo: “Aún no hemos pisado el Congo y ya podría decirse que el autor ha mostrado todos sus triunfos: sensualidad, esteticismo, denuncia”.
Un ejemplo de lo segundo y varios de la denuncia:

“Ayer el sol poniente llenó el firmamento de rayos púrpura. Esta mañana, mientras escribo esto, el cielo está inefablemente puro; pero el aire, demasiado cargado de vapor para estar del todo límpido, despliega un velo de nácar azulado sobre los verdes oscuros de las selvas uy los verdes glaucos de las sabanas.” (p. 165)

“Contrata a los indígenas por 25 francos al mes, más un franco de “ración” cada sábado, sin darles comida ni alojamiento, por la explotación de un caucho que, por supuesto, no paga. Son “contratados voluntarios” que prefieren esta situación lamentable a las movilizaciones de la Administración.” (p. 259)

“De un extremo a otro del poblado, ni un solo indígena posee nada aparte de mujeres, un rebaño y tal vez algunos brazaletes o hierros de azagaya. Ningún objeto, ninguna prenda de ropa, ningún tejido, ningún mueble; pero, aunque tuvieran dinero, tampoco hay nada que comprar que despierte su deseo.” (p. 136)

“En las regiones que hemos atravesado solo había razas pisoteadas, no tanto viles, tal vez, sino envilecidas, esclavizadas, que no aspiraban sino al bienestar más burdo; tristes rebaños humanos sin pastor.” (p. 193)

“Es realmente lamentable encontrar en toda la colonia a niños tan atentos, tan deseosos de instruirse, en manos de profesores tan incapaces. ¿Si al menos les mandaran libros y material escolar apropiados! Pero ¿de qué sirve enseñar a los niños de esas regiones ecuatoriales que “las estufas de combustión lenta son muy peligrosas” o que “nuestros antepasados, los galos, vivían en cavernas”? “(p. 264)

He destacado estos fragmentos en los que Gide denuncia la situación de los indígenas y las malas prácticas tanto de las empresas como de la propia administración francesa, porque me parecen lo más interesante de un libro sobre todo por la época en la que se publicó y por el hecho de que lo hace un representante en aquellos momentos de cierta burguesía. (Parece ser que poco después se afilió durante unos años al Partido Comunista seguramente como consecuencia de lo que vio en el viaje).
Desde luego el libro no es solo eso sino que, muy al contrario, este aspecto supone  una pequeñísima parte de lo que cuenta Gide ya que, volviendo al texto del Prólogo:

“Con extrema sabiduría narrativa, el narrador alterna sus jugadas: cuerpos bellos, afectos de la piel, ternuras un tanto paternalistas se entremezclan con descripciones de brillante exactitud de ríos, danzas, colinas, chozas, juegos para contraste con los momentos en que la piedad del europeo culto se exalta ante la brutalidad asumida por los explotadores y sus capataces.” (p. 21)

Estas descripciones componen el núcleo del relato y es lo que convierte el libro en un texto bastante aburrido en muchos momentos. Gide es totalmente prolijo en esas descripciones y, sin embargo, yo salgo con la sensación de que no he sabido bien cuál ha sido su recorrido (los dos mapas que acompañan la edición son manifiestamente mejorables), ni tampoco he aprendido demasiadas cosas sobre la vida de los indígenas más allá de algunas generalidades y múltiples  descripciones sobre sus viviendas, ni tan siquiera he sido capaz de comprender esos pasos de la selva a la sabana de forma tan abrupta.
Quizá tenga todo esto que ver con la interpretación que hace Bértolo sobre el carácter del libro:

“Trata entonces, y muy especialmente en las obras que construye como diarios –y un diario es Viaje al Congo-, de dejarse llevar por la espontaneidad, intentando una vez más huir de sí mismo o planteándose incluso la conveniencia de “no hacer estilo”, por más que acabe aceptando que lo espontáneo en literatura es más un logro a conquistar que un propósito de la mera voluntad.”  (p. 14)

El propio Gide  lo confirma cuando afirma: “y yo escribo a vuelapluma” (p 129)

Esa escritura quizá le lleva a contarnos casi a diario el calor, la humedad, el sudor, la lluvia, los mosquitos, los árboles, las mariposas que logra o que persigue, la presencia o ausencia de mandioca para los porteadores etc., cosas que pueden ser interesantes en general, pero que resultan demasiado redundantes.
Como resumen diría que se trata de un libro con cierto interés en alguna de sus partes, pero que, al mismo tiempo, se hace monótono y reiterativo de lo que seguramente tiene la culpa el hecho de estar elaborado en forma de diario.
No obstante habrá que seguir buscando en el catálogo  de Península porque es una editorial que está publicando magníficos libros de reportajes y de viajes.


André Gide, Viaje al Congo. Traducción Palmira Feixas

lunes, 22 de octubre de 2018

Más relatos o cuentos de Chukri




Mohamed Chukri es uno de esos escritores de los que cuando veo un libro nuevo en una librería me lanzo sobre él y lo compro sin ni siquiera mirar la contraportada. Desde El pan a secas he ido leyendo todo lo que publicaba la, por otro lado magnífica, editorial Cabaret Voltaire y he disfrutado de la mayoría de lo leído. Precisamente ha sido la anterior publicación de sus cuentos, El loco de las rosas, el que menos me ha gustado.
Pues bien, algo parecido me sucede con esta nueva recopilación en la que se recogen relatos escritos entre 1967 y 1986 y se publican por orden cronológico.
Como dice Sergio Barce en su interesante Prólogo:

“(…) Mohamed Chukri vuelve a los asuntos que más le importan, a los problemas con los que se identifica, y ninguno de ellos es baladí.
(…)
La prostitución, los malos tratos, el alcoholismo, los niños de la noche, y dice lo indecible rompiendo las reglas preestablecidas.” (p. 13)

Efectivamente es así aunque creo que la prostitución y el alcoholismo predominan al estar presentes en la mayoría de los textos. Los primeros relatos, no sé si por su construcción o por qué otra razón, no me han llegado y los he leído un poco por encima. Sin embargo, a partir más o menos de la mitad del libro, sí encuentro al Chukri más reconocible el que como se dice muy bien en el mencionado Prólogo:

“Escribe como siente, sin artificios, sin comedimiento, dándole dentelladas a la vida. Escribe como piensa, o piensa como escribe, y las ideas de estos relatos se desparraman en párrafos suicidas.
(…)
En La jaima, en fin, los habituales de Mohamed Chukri reconocerán de inmediato su estilo directo y su nada complaciente visión de la vida. Todo un emocionante reencuentro.” (p 17 y 18)

Quizá matizaría que ha sido, precisamente, la falta de emoción en muchos momentos lo que me ha defraudado un tanto de esta recopilación. Hay momentos magníficos, espléndidas conversaciones, tensiones larvadas  y otras explícitas, pero son eso, momentos, pues el conjunto adolece de demasiadas diferencias. Evidentemente esto puede deberse al largo período de tiempo que abarca su escritura teniendo en cuenta, además, que estamos ante un escritor que aprendió a leer y escribir a los veinte años, es decir, a mediados de los años cincuenta.
En cualquier caso es un libro recomendable porque no hay demasiados escritores con su capacidad expresiva. Eso sí, para conocer de verdad al autor y disfrutar de su lectura, lo mejor es leer su trilogía autobiográfica.

Mohamed Chukri, La jaima. Traducción Rajae Boumediane El Metni

jueves, 18 de octubre de 2018

Sobre Israel y los palestinos




Creo que debo empezar agradeciendo a la editorial Capitán Swing la publicación de una serie de libros que nos ayudan a entender mejor algunos de los principales problemas que existen en diferentes lugares del mundo. Son libros que no son fáciles de encontrar en otras editoriales. Ahora mismo recuerdo el que leí a principios de este año sobre la segregación racial en Estados Unidos, El color de la justicia de M. Alexander, que me resultó muy clarificador y me enseñó aspectos de esa sociedad que desconocía.
El que ahora comento resulta también muy útil para entender algunos de los elementos clave del que es quizá el conflicto sobre el que más se ha escrito en los últimos cincuenta años: el que existe entre Israel y el pueblo palestino.
Aunque el libro lleve ese subtítulo, su contenido no es ese realmente. Creo que no se trata de una historia de los territorios ocupados, sino de un ensayo histórico sobre cómo el Estado de Israel diseñó y luego llevó a cabo la ocupación de una gran parte de los territorios que correspondieron al pueblo palestino en la partición que se produjo cuando la creación de ese Estado.
El autor es un israelí nacido en Haifa e hijo de padres alemanes emigrados en los años treinta del siglo pasado. Es profesor de historia actualmente en el Reino Unido, pero antes de abandonar Israel lo fue en la Universidad de Haifa. Además, es un activista político.
El libro, que está dividido en 12 capítulos, yo lo dividiría en dos grandes partes. En la primera, que serían los seis primeros capítulos y más o menos la mitad del texto, Pappé describe las principales discusiones que tuvieron lugar dentro del gobierno de Israel sobre cómo proceder a la ocupación de territorio. Estas discusiones se inician en 1963, es decir, bastante antes incluso de la guerra que tuvo lugar cuatro  años después tras la cual se pudo proceder a esa ocupación. Esta parte me ha resultado difícil de seguir en muchos momentos pues es muy prolija en las informaciones y, además, creo que necesita unos conocimientos previos de los que carezco. Sin embargo, a partir del capítulo 7 se centra en analizar cómo se ha ido realizando esa ocupación, qué métodos se han empleado y qué consecuencias ha tenido para la población palestina.
No ahorra Pappé el mostrar la brutalidad patrocinada por el estado, y puesta en práctica por el ejército, que es realmente espectacular sobre todo cuando relata lo sucedido en la franja de Gaza. En este tema es interesante lo que cuenta sobre la creación en 2004 de una ciudad árabe ficticia en el desierto del Néguev en la que entrenarse para librar una “guerra mejor”.
Es un libro del que se podrían reproducir muchas cosas. Dejo el siguiente fragmento, quizá por mi especial manía de los últimos tiempos sobre la importancia de la información, porque es bastante clarificador teniendo en cuenta que siempre se utiliza el mantra de que Israel es la única democracia de la zona: (Puede que lo sea, pero con muchas limitaciones)

“Los corresponsales de prensa israelíes aportaron evidencias elocuentes de que los directores de sus periódicos archivaron los reportajes sobre las primeras fases de la intifada (como movimiento no violento que fue aplastado con violencia por el ejército israelí) para que no contravinieran el relato gubernamental.” (p. 279)

Hay una buena información de Javier Biosca sobre el libro, incluyendo fragmentos de una entrevista con el autor, en eldiario.es y una reseña muy completa de JoséAbu-Tarbush en tendencis21.net.

Ilan Pappé, La cárcel más grande de la tierra. Una historia de los territorios ocupados. Traducción Ricardo García Pérez.

martes, 16 de octubre de 2018

Realismo sucio sin piedad



En esta edición se han reunido tres libros de relatos publicados en los años noventa del siglo pasado durante la época de crisis del llamado “período especial” que atravesó Cuba, ya que a raíz de la desaparición de la URSS, desapareció también la ayuda que de allí recibían sobre todo el petróleo barato.
Ya lo anuncia el autor desde el título porque se trata de un buen exponente de lo que por entonces se denominaba “dirty realism” o realismo sucio. Describe con todo lujo de detalles el hambre, la miseria, el deterioro de la vivienda, la falta de trabajo o los trabajos ilegales, el sexo como salida un tanto desesperada a veces, etc.
Un ejemplo de los muchísimos que se podrían poner:

“Y en el baño la mierda llega al techo. En ese baño cagan, mean y se bañan todos los días no menos de doscientas personas. Siempre hay cola. Aunque te estés cagando tienes que hacerla. Mucha gente, yo entre ellos, nunca hacemos cola: cago en un papel y lanzo el bulto de mierda a la azotea del edificio de al lado, que es más bajo. O a la calle. Da igual.” (p. 81)

Porque el propio Pedro Juan, nombre también del protagonista de la mayor parte de los relatos que, lógicamente, tienen una fuerte carga autobiográfica, lo afirma  en diferentes momentos:

“Esto es un simple crimen pasional. Como en cualquier lugar. Pero aquí no se publica en la prensa porque hace treinta y cinco años que no conviene hablar de nada desagradable ni preocupante en los periódicos.
(…)
Por eso yo estaba tan desilusionado con el periodismo y comencé a escribir unos relatos muy crudos.” (p. 85)

“No me interesa lo decorativo, ni lo hermoso, ni lo delicioso. (…) El arte sólo sirve para algo si es irreverente, atormentado, lleno de pesadillas y desespero. Sólo un arte irritado, indecente, violento, grosero, puede mostrarnos la otra cara del mundo, la que nunca vemos o nunca queremos ver para evitarle molestias a nuestra conciencia.” (p. 104)

Sexo, mariguana, ron, hambre, más sexo, y otra vez sexo y ron, y trabajos como basurero o compra-venta de productos del campo para sacar cuatro pesos o recoger latas para, una vez quitada la tapa, venderlas para que pongan helados o simplemente de chulo de alguna jinetera. Y siempre habitando en infraviviendas en terrazas “okupadas” en las que van “construyendo” habitaciones con las consecuencias sobre los baños vistas en un texto reproducido antes.
Todo ello expresado con un lenguaje muy cuidado y certero que reproduce el habla popular en sus  magníficos diálogos.
Resulta interesante que, a pesar de lo dicho, no hay una crítica directa ni explícita del régimen más allá de algún breve fragmento como puede ser el siguiente:

“El país entró en crisis en los noventa y el tipo, encima de todos sus problemas, se buscó uno más: se metió en un grupo defensor de los derechos humanos. Lo arrinconaron contra la pared. A cada rato, con cualquier pretexto, lo encerraban unos días en la cárcel junto con los delincuentes.” (p. 93)

Sin embargo, insisto, en las 356 páginas que tiene el libro no se hace esa crítica ni se habla de ninguna alternativa. Claro que las situaciones que describe ya son lo bastante elocuentes.
Una curiosidad personal. Este libro ya lo había leído hace muchos años, pero no lo tenía porque lo dejé en la calle a través de BookCrossing ya que no me había gustado. (Debo esta información a la buena memoria de mi mujer.) Sin embargo, esta vez sí me ha gustado la lectura sobre todo porque, entre libro y libro de los tres que lo componen, he leído otras cosas ya que si no puede resultar un tanto agobiante por lo reiterativo y lo explícito de las múltiples escenas de sexo.
Lo recomiendo con las salvedades hechas.
Hay dos buenas reseñas: la de Juan Antonio Masoliver en revistadelibros.com y la de María Fernanda Rozas en loqueleímos.com.

Pedro Juan Gutiérrez, Trilogía sucia de La Habana

lunes, 15 de octubre de 2018

“Gracias a todos”: Nuevas citas III


Hace más de seis años que autoedité Gracias a todos en el que recogía la mayoría de las citas que había ido recopilando hasta entonces. En este tiempo he seguido con mi vieja costumbre y he pensado que sería una buena idea publicarlas en el blog organizadas por temas, con algún comentario si se tercia, tal y como hice en el libro.


Comunicación, revuelta

Si la rabia es efectivamente un sentimiento puramente individual, el SMS irá inofensivamente a la deriva en el océano de la comunicación digital. Pero si muchos abren la botella lanzada al océano, el genio saldrá y una comunidad insurgente crecerá a través de la conexión de las distintas mentes más allá de la revuelta solitaria. Si cree que todo esto es demasiado teórico, pregúntele a José María Aznar sobre sus consecuencias prácticas.
Manuel Castells, Comunicación y poder


Comunismo

¿Cuál es el régimen político más inhumano? El que decreta el bien del hombre. En ese caso ya no hay ciudadano. Ni sujeto pensante.
Rithy Panh y Crristophe Bataille, La eliminación


Consumismo

“El consumismo actúa para mantener la contrapartida emocional del trabajo y la familia. Expuestos a un continuo bombardeo publicitario a través el promedio diario de tres horas de televisión (la mitad de su tiempo libre), los trabajadores son persuadidos de “necesitar” más cosas. Para comprar lo que ahora necesitan, necesitan dinero. Para ganar dinero, trabajan más horas. Al estar fuera de su casa durante tantas horas, compensan su ausencia en el hogar con regalos que cuestan dinero. Materializan el amor. Y así se repite el ciclo.
Arlie Russell Hochschild citado en
Zygmunt  Bauman, Vida de consumo


Cosmopolitismo

Pero la respuesta a un patriotismo interesado no es un cosmopolitismo satisfecho de sí mismo. La respuesta adecuada consiste en apoyar a las fuerzas que quieren acabar con las desigualdades existentes y contribuyen a crear un mundo más democrático e igualitario. La postura del “ciudadano del mundo” es profundamente ambigua. Tanto puede servir para mantener los privilegios como para socavarlos. Se necesita una actitud bastante más compleja y la agudeza suficiente como para, a medida que las circunstancias políticas cambien los parámetros de la batalla, acercarse o distanciase de la afirmación defensiva de los derechos de grupo de los débiles.
Martha C. Nussbaum, Los límites del patriotismo


(…) siempre que me encuentro con personas que se presentan como “cosmopolitas”, “ateas” y “ciudadanas del mundo”, por algún motivo siempre resultan ser “judíos” asimilados que se identifican políticamente como cosmopolitas progresistas.
Gilad Atzmon, La identidad errante


En los once años que pasé en los campos de concentración aprendí que no importa la raza, la religión o la edad: todos pertenecemos a un mismo espíritu de humanidad, frente al que la patria, la sangre o la familia poco cuentan.
Carl Schrade, Once años en los campos de concentración nazis
  

Zweig anunció que diez años de ávidos viajes por el extranjero le habían confirmado “el valor de la libertad absoluto de elegir entre naciones, de sentirse huésped en todas partes, de ser tanto participante como mediador. Esa sensación de libertad supranacional de la locura de un mundo fanático me ha salvado psicológicamente durante estos tiempos tan duros, y siento con gratitud que es el judaísmo lo que ha hecho posible ese sentimiento supranacional para mí”.
George Prochmik, El exilio imposible. Stefan Zweig en el fin del mundo


Creatividad

Complicar lo que es sencillo es habitual: hacer que lo complicado resulte sencillo, increíblemente sencillo, es creatividad
Charles Mingus en
 F.Bianchi y P.Pitacco, 101 microlecciones de jazz, nº5


Crisis

“La crisis es el momento en el que el viejo orden se extingue y es preciso luchar por un nuevo orden venciendo resistencias y contradicciones”.
Gramsci citado en
Ulrich Beck, Una Europa alemana


Crítica

La tendencia a quejarse sobre cualquier cosa, afirmó, era comprensible. Uno apenas podía salir de casa sin encontrar un montón de razones para ello.
H.M. Enzensberger, Reflexiones del señor K. o migajas que dejaba caer, recogidas por sus oyentes


Cultura

Con amargura se preguntó: “¿De qué te ha servido este pequeño refugio de libros, grabados, discos, todas estas cosas bellas, refinadas, sutiles, inteligentes, coleccionadas con tanto afán creyendo que en este minúsculo espacio de civilización estarías defendido contra la incultura, la frivolidad , la estupidez y el vacío?”. Su vieja idea de que había que erigir esas islas o fortines de cultura en medio de la tormenta, invulnerables a la barbarie del entorno, no funcionaba.
Mario Vargas llosa, El héroe discreto


“Cuando oigo la palabra cultura amartillo mi revólver”
Göring citado en
Imre Kertész, Un instante de silencio en el paredón. El holocausto como cultura


El valor de la cultura se manifiesta con claridad cuando los cultos toman la palabra para expresarse sobre un problema situado fuera de su ámbito cultural.
Karl Kraus, Dichos y contradichos,  pág. 84


La idea de Castells es interesante, pero desgraciadamente estamos más cerca de lo primero que de lo segundo.
Lo del comunismo se puede aplicar a más regímenes, claro.
Creatividad, bonita palabra;  y qué lejos me queda.
Obviamente muy de acuerdo con Carl Schrade.
Soy tan quejica como el señor K.
Sí que funcionan esos refugios, al menos provisionalmente.