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martes, 11 de agosto de 2015

Autobiografía de un delincuente



 
Si al comentar hace poco la novela de Dan Fante Mooch decía que, tras haber leído su autobiografía, todo me resultaba familiar, ahora tengo que decir algo parecido solo que al revés: leyendo la autobiografía de Bunker voy rememorando temas y episodios de sus novelas que, en este caso, he leído antes porque así se han publicado.
La autobiografía abarca todo el período en que se dedicó fundamentalmente a la delincuencia y así se van sucediendo los ingresos en  distintas instituciones: centros de menores, escuelas militares (en estas había que pagar), reformatorios hasta terminar en San Quintín donde ingresó en diferentes ocasiones.
Como dice en la página 296: “Era verdad. Yo era diferente. ¿Cómo no podía serlo, después de haber pasado por centros de menores a los diez, por el reformatorio a los trece y por San Quintín a los diecisiete? Nunca vería el mundo como un miembro de la burguesía y tampoco lo deseaba.”
El libro tiene casi 600 páginas por lo  que el nivel de detalle en lo que cuenta es alto. Creo que aquí está lo único que yo criticaría, su excesiva extensión y ciertas reiteraciones, claro que si reflejan las de su vida están más que justificadas.
Hay episodios que me han resultado especialmente relevantes y/o curiosos: la  relación materno-filial con la ex actriz de cine mudo y esposa de un importante productor de Hollywood, Louise Wallis, que intenta rehabilitarle y por momentos lo consigue; los comentarios sobre la diferencia entre la delincuencia de los años cincuenta y la posterior; el recorrido que hace por los Estados Unidos  o la vez en que intentó esquivar la acción de la justicia haciéndose pasar por loco.
El libro tiene un cierto aspecto behaviorista, es decir, en él se muestran principalmente conductas y comportamientos sin que se relaten ni se busquen las causas. Hay mucho diálogo, una de las especialidades de Bunker para la que creo que está especialmente dotado, y también la demostración de tener  una buena memoria aunque me parece que se trata de una recreación muy bien hecha de lo que realmente sucedió o, como se dice ahora, de una realidad ficcionada.
Sobre su estilo nada mejor que reproducir las palabras de Kiko Amat en el Prólogo: “Es el suyo un lenguaje forense, engañosamente simple, podado a ras de hueso, completamente “falto de histeria”. Es un idioma concreto, acerado y brutal, carente de aspavientos, melindres, boutades o macarradas. Bunker escribe sobrio y comedido, incluso cuando describe las mayores atrocidades. Uno aprecia la fortaleza y dignidad que ostenta su prosa, y a la vez se maravilla con la capacidad que tiene el autor para sacar a la luz la belleza y la emoción, cuando estas se dejan ver.”
Para terminar, este fragmento en el que Bunker da su visión moral: “A quien se sienta escandalizado por mis manejos y por mi evidente falta de remordimientos le diré que solo tenía que justificarme ante mí mismo, que es lo que debe hacer todo el mundo. Nadie obra mal, para su fuero interno. Yo consideraba, y considero todavía, que si Dios ponía en un platillo mis fechorías y en el otro lo que me habían hecho en nombre de la sociedad, quedaría por ver hacia qué lado se inclinaba la balanza.” (p. 340)
Un libro muy recomendable pues además de resultar muy entretenido y apasionante por momentos, hace reflexionar sobre muchas de las ideas que a veces tenemos sobre los delincuentes.
Desde luego, tras haber leído casi todo lo publicado del autor, no me extraña que se haya convertido en autor de culto en muchos países.
 
Edward Bunker, La educación de un ladrón

viernes, 15 de mayo de 2015

Una vida dura




“Pensó en su padre y se echó a llorar. Recordó cómo en una ocasión le había gritado “Ojalá te hubieras quedado en un condón”” (p.63)
 
“(…) estaba harto de su guerra perpetua contra el mundo, una guerra que llevaba luchando desde antes de tener palabras para articular la idea, una guerra que, al principio, en la niebla de sus cuatro años de edad, fue una rebelión instintiva contra ser abandonado en casas de acogida y escuelas militares. Ahora en cierto modo entendía su condición de proscrito, lo entendía más de lo que lo harían los adultos comprensivos.” (p.443)
 
En estas dos frases está perfectamente reflejada la condición del protagonista de esta espléndida y triste novela: un joven de 11 años cuya vida se cuenta hasta los 17; una vida en cautividad prácticamente siempre en diferentes centros desde casas de acogida a hospitales psiquiátricos pasando por reformatorios.
En los dos primeros capítulos la lectura me produjo una cierta angustia por lo duro que era todo lo que le sucedía a Alex. A partir de ahí se produce una cierta habituación y a pesar de que sigue siendo una novela dura y con una fuerte carga de violencia (sobre todo la que afecta al protagonista a sus 11 años), se puede seguir leyendo entre otras cosas, o al menos a mí me ha sucedido así, porque de alguna manera se pierde la noción de la edad de Alex.
Es el cuarto libro que leo de Bunker en muy poco tiempo y es también el que más me ha impresionado y el que me parece más conseguido desde el punto de vista literario. Personajes siempre en el límite, pero sin perder su humanidad. Narrado con gran fuerza, de esa forma directa tan característica del autor, con unos diálogos totalmente creíbles y una gran sensibilidad y cariño por sus personajes.
Bunker, por lo que he leído hasta ahora, siempre se mueve por mundos complicados, al margen no solo de la ley sino de la “normalidad”, y da la impresión de que también tienen siempre una fuerte carga autobiográfica.
Novela muy recomendable al igual que los otros libros de este peculiar autor que fue también guionista e incluso actor.
Hay que dar la enhorabuena y mostrar el agradecimiento a la editorial Sajalin por poner a nuestro alcance estupendos libros en la Colección al margen (título que da una clara idea de lo que contiene).
 
Edward Bunker, Little Boy Blue

lunes, 20 de octubre de 2014

Literatura carcelaria




He sido muy aficionado al cine “carcelario”. Desde siempre se han hecho muy buenas películas tanto en Europa (recuerdo sobre todo  varias francesas) como en Estados Unidos. Suele reflejar unas situaciones límite en las que la condición humana aparece con todas sus contradicciones, que son muchas y variadas. (Aunque no sea lo mismo, sí tiene algo que ver con mi obsesión por el tema de los campos de concentración que ya ha salido bastantes veces en este blog.)
Sin embargo, desde la literatura no se ha tratado demasiado este tema o, al menos, yo lo desconozco. Por eso cogí este libro con muchas ganas y no me ha defraudado. La cárcel con todos sus elementos y con todos sus problemas: la deshumanización, el racismo (estamos en USA en los setenta), la violencia (con múltiples asesinatos), el mal funcionamiento de la justicia tanto de jueces como de abogados, el sexo, etc. Y, obviamente, con una mirada fuertemente crítica ya que  no en vano el autor pasó en ella veinticinco años de su vida. Solo el título es ya una declaración de intenciones.
Todo aparece reflejado en este buen libro escrito con la agilidad y el brío narrativo que he comentado ya al referirme a los otros dos libros que he leído recientemente de Bunker. A partir de dos personajes protagonistas perfectamente definidos nos va describiendo las situaciones mencionadas entre las que se incluye también una huelga por la mejora de las condiciones de vida.
Un libro muy interesante, bien contado, con pasión y que da una visión bastante negativa de este tipo de instituciones. Es el tercero que leo del autor en muy poco tiempo y vendrán otros.
Dejo a continuación algunos textos que reflejan bien algo de lo que he comentado:
 
 
“A ellos la justicia les da igual. “Ellos” eran tanto los abogados como los jueces.” (p.15)
 
“-Mira, estabas vendiendo maría como si tuviera licencia.
-Y no me parece nada malo. No me parece mal. Hay demanda.
-Eso no se lo digas al juez, ni a nadie que te encuentres en la cárcel.” (p.17)
 
“Soy un ladrón y estar en la cárcel no es más que una consecuencia inevitable. Nunca pensamos en pasar el resto de la vida fuera, simplemente se piensa en el tiempo que tendremos entre condena y condena. Si es mitad y mitad, puedes estar contento, es todo un éxito.” (p.188)
 
 
“(…) la sociedad nunca nos perdona ni nos olvida. Nos dejará seguir en libertad siempre que aceptemos tener una vida de mierda. Te dejo limpiar los zapatos por la calle o lavar coches o freír hamburguesas. A los expresidiarios blancos es lo que les toca hacer. Imagínate lo que es ser negro y salir, seguramente sin educación.” (p.189)
 
Hace poco he estado viendo una serie de televisión, Orange is the new black, que tiene también la cárcel, de mujeres en este caso,  como escenario y algunos temas en común como pueda ser el de los problemas raciales y que, además, está basada en un libro en la que la protagonista relata el años que pasó en prisión. Aunque no me ha gustado especialmente la segunda temporada, lo comento por si alguien tiene interés en estos temas.
 
Edward Bunker, La fábrica de animales
 

 

 

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Estupenda novela negra




Dice nada menos que James Ellroy en el Prefacio: “ (…) sutileza en el análisis de la sociedad, despiadados retratos del comportamiento de su personaje, sin concesiones ni justificaciones,, juicios implacables sobre la ley y sobre la justicia, y su burla final. Edward Bunker (ex ladrón, encarcelado en San Quintín) reparte observaciones tan agudas como dramáticas”. Si un gran escritor de novela negra como Ellroy afirma tales cosas, poco se puede añadir.
Novela trepidante, con una trama perfectamente estructurada y unos personajes de carne y hueso muy bien reflejados. No se trata de descubrir nada ya que la historia la cuenta en primera persona el protagonista, Max Dambo, que vuelve a Los Ángeles después de ocho años en la cárcel, sino de mostrar cómo funciona el mundo del hampa y de los bajos fondos.
Es la primera novela de Bunker aunque no se nota para nada. Tiene un estilo muy directo, una gran facilidad para los diálogos y para lograr introducir al lector en la historia de tal manera que se hace difícil dejar el libro. En muchos momentos parece que se está asistiendo a una película, tal es el realismo con que está narrada; de hecho el autor participó en varios guiones cinematográficos. Escrita en los sesenta es desde luego heredera de la gran novela negra estadounidense de los treinta.
Muy recomendable para pasar un buen rato. Seguiré insistiendo en este escritor que descubrí hace muy poco y del que tengo la impresión de que las novelas que se desarrollen en la cárcel tienen que ser muy buenas e interesantes.
He visto luego que hay versión cinematográfica con guion también de Bunker y traducida como: Libertad condicional.
 
 Edward Bunker, No hay bestia tan feroz

martes, 12 de agosto de 2014

Otro buen descubrimiento




 
Cuando hace unos días estando en la librería La Central en Barcelona vi este libro como recomendado y, tras leer la contraportada, decidí probar fortuna con el autor, no sabía que había encontrado otro filón similar al que hace ahora seis meses supuso el descubrimiento de otro escritor norteamericano, John Fante. Como he dicho en repetidas ocasiones en el blog, hace tiempo que dejé de leer de forma sistemática literatura anglosajona y solo lo hacía muy de vez en cuando Ahora, las cosas han cambiado gracias a Fante y a Bunker.
Al terminar de leer el primer relato de los seis que componen esta Huida del corredor de la muerte, ya encargué por internet otro libro del autor; tal es el impacto que me causó.
Aunque no suelo hacerlo, esta vez dejo que el comentario sobre el libro lo haga otro en mi lugar o, mejor dicho, copio y pego un texto que expresa a la perfección, y mucho mejor de lo que yo podría hacerlo,  lo que me ha parecido esta lectura:
 
“De los seis relatos, todos me han parecido excelentes, sin titubeos, los seis son potentes, dinámicos y esconden una moraleja, ni uno solo flojea, ni los más largos –que son tres- ni los más cortos –que son los otros tres, están equilibrados-. Desde la sucesión de desfavorables consecuencias y rabia contenida de La justicia de los Ángeles, 1923, pasando por la pura venganza de Mía es la venganza, hasta el aparentemente sencillo y simplón La vida por delante, todos son relatos magníficamente escritos, con una pasión desbordante y un conocimiento detallado, con una capacidad para crear personajes y escenarios absolutamente apabullante y con un ritmo demoledor.
Lo cierto es que Bunker me ha dejado con ganas de mucho más, de algo más largo, no más trabajado, si no más largo, estos relatos se me han quedado muy cortos, cuando estaba en pleno éxtasis carcelario, he llegado al último relato. Suerte que aún me quedan novelas suyas por leer.”
 
Esta última afirmación no solo la comparto sino que, como se verá más adelante en el blog, me pongo manos a la obra con más lecturas de este escritor diferente y, de alguna manera, genial, porque genial es ser capaz de contar y expresar sensaciones con esa sencillez y potencia narrativa. No me extraña que sea autor de culto en varios países.
 
Edward Bunker, Huida del corredor de la muerte