martes, 30 de noviembre de 2021

La influencia del urbanismo

 

No conocía al autor ni el libro. Fue leyendo el último libro de Pedro Vallín cuando me encontré con varias citas de Dioni y me pareció que decía cosas interesantes y novedosas, por ejemplo, el concepto de atrasistas por oposición a progresistas. A partir de ahí pensé que habría que conocer algo más de sus ideas.

Esta España de las piscinas me parece un texto tremendamente necesario para el momento que vivimos, y también me resulta una rareza que sea un periodista no especializado en los temas que trata quien haga un análisis tan interesante. Ha tenido que trabajar duro y la muestra es la bibliografía que aporta al final del libro que, además, comenta y no se limita, como suele ser habitual, a hacer un listado de títulos.

El libro se divide en dos grandes apartados.

En el primero, Qué son los pauers y dónde encontrarlos, se dedica fundamentalmente a describir las nuevas formas de urbanismo que se están desarrollando en España. Para ello pone multitud de ejemplos y, aunque hay un cierto predominio de los de Madrid, tiene la virtud de ofrecerlos de muy diferentes lugares desde Valladolid a Zaragoza pasando entre otros por diversos lugares de Andalucía. Evidentemente, el lector normal no conoce la mayoría de esos lugares, pero no importa porque lo relevante es cómo se están haciendo y lo que eso significa, porque como dice el autor en la Introducción: “El planeamiento urbano no es aséptico ni neutral y provoca efectos sociológicos y políticos (…) El urbanismo es un reflejo de cada sociedad y concreta sus relaciones internas de poder, además de jerarquizar qué es relevante socialmente”. (p. 18)

La segunda parte, Eres donde vives, se dedica a reflexionar sobre los diferentes aspectos de ese urbanismo y así se centra en cinco conceptos clave: Segregación, homogeneidad, seguridad, familiarismo y cochismo, cuya mera enunciación ya indica gran parte de su sentido. Además, dedica bastantes páginas a hacer un interesante y buen resumen histórico sobre la dispersión.

Finalmente, cierra el libro con un Epílogo, Dispersión o comunidad, en el que, por un lado, resume las principales ideas contenidas en el texto y, por otro, defiende otro modelo de construir ciudad.

He de reconocer que a pesar de haber hecho la licenciatura de Geografía e Historia, y además haber dado clase de geografía en la ESO durante muchos años, el libro me ha resultado no solo novedoso, sino tremendamente interesante y un buen análisis de cómo se está transformando el país sin que, desgraciadamente, nos estemos dando suficiente cuenta desde las posiciones progresistas. En este sentido es muy curiosa la descripción que hace sobre el cambio de voto en las zonas donde habitan los pauers (término que utiliza para referirse a los habitantes de las zonas creadas por los PAU, Planes de Acción Urgente, zonas que son precisamente el objeto principal de análisis en el libro) entre las dos últimas elecciones y cómo han pasado del color naranja al verde.  (Esto me ha resultado muy sorprendente porque es un recorrido muy rápido sin pasar por el azul.)

Otra cosa que tengo que reconocer es que como madrileño no tenía ni idea de lo que estaba pasando en esa comunidad aunque los resultados electorales ya querían decir algo. En mi disculpa está que llevo ya felizmente más tiempo viviendo fuera de la ciudad en la que nací de lo que viví en ella.

Un libro que merece mucho la pena, que da bastantes pistas de por dónde van y van a seguir yendo los planteamientos, y no solo urbanísticos,  de la derecha y también que deja al descubierto lo poco que se conocen y trabajan estos temas desde la izquierda,

Hay una extensa e interesantísima entrevista de Ángel Munárriz con el autor en infolibre.com.

 

Jorge Dioni López, La España de las piscinas. Cómo el urbanismo neoliberal ha conquistado España y transformado su mapa político.

 

 

lunes, 29 de noviembre de 2021

ANDAMIO

 

Otro buen surtido tanto por géneros como por procedencias. Ninguna realmente extraordinaria, pero en general, sobre todo las series, se pueden ver.

 

Películas

 

El padre. Una película británica sobre la vejez centrada en el deterioro de un hombre de 80 años y los problemas de su hija para poder seguir con su propia vida. Muy bien realizada y con un magnífico guion en el que se reflejan muy bien los distintos aspectos del problema. Además, cuenta con una interpretación magistral de Anthony Hopkins. Claro, es una película que puede afectar bastante a quienes están más o menos cerca de esa edad porque es una de las peores situaciones que se pueden dar, al menos en mi caso es quizá la enfermedad que más miedo me produce.

 

Sin movimientos bruscos (No sudden move). Una película estadounidense dirigida por Steven Soderbergh. Un guion demasiado complicado para lo que luego resulta un caso bastante poco interesante. Muchos giros, la mayoría previsibles, pero un tanto redundantes. Eso sí, muy bien ambientada en los cincuenta y con algunas imágenes y momentos que están bien.

 

La espía roja. Una producción británica basada en la historia real de una mujer que fue detenida a los ochenta años acusada de espionaje en favor de la Unión Soviética durante la posguerra. El tema es interesante y, además, al estar realizada en dos planos: en los años cuarenta y en el 2000, prometía ser interesante, pero creo que fallan demasiadas cosas, desde el guion a la puesta en escena, pasando por algunas interpretaciones. Muy prescindible.

 

Way down. Producción española dirigida por Jaume Balagueró. Una película típica de género, del de grandes atracos en este caso del Banco de España. Bien realizada y con todos los tópicos del género. Es entretenida a ratos y con algún personaje un tanto exagerado como, por ejemplo, el que interpreta Coronado. Ha tenido mucha publicidad y creo que eso lastra un poco la impresión cuando se ve.

 

7 prisioneros.  Película brasileña sobre el trabajo “esclavo” y el tráfico de personas. Muy buen guion, dirección e interpretaciones en una película muy dura que refleja una realidad que, desgraciadamente, debe de estar muy extendida en bastantes países.

 

Series

 

Atracadores. Miniserie de producción franco-belga de seis capítulos de unos 45 a 50 minutos. Thriller de acción muy entretenido. Un buen guion y, sobre todo, una realización muy cinematográfica con muchos exteriores.

 

Darkness, la huella del crimen. Serie danesa de ocho capítulos de unos 45 minutos. Típico thriller nórdico de asesinatos en serie con secuestro previo. Bastante entretenido y con la particularidad de mostrar a una familia danesa que me ha recordado mucho a la de una película, también danesa, que me impactó mucho en su día, Celebration

 

El código que valía millones. Miniserie alemana de cuatro capítulos de una hora. Basada en hechos reales, en concreto en una reclamación de un grupo de alemanes a la empresa Google por infracción de su patente. Un buen guion que va alternando la época del juicio con los trabajos más de veinte años antes para descubrir el sistema que luego ha sido google earth. Muy entretenida e interesante para ver cómo funcionan estas grandes compañías.

 

Back to life. Miniserie británica de 6 episodios de menos de 30 minutos. Una mujer sale de la cárcel después de 18 años y vuelve a su ciudad natal, una pequeña ciudad costera en la que tendrá problemas para adaptarse. A medias entre el drama y la comedia, resulta interesante y muy entretenida.

 

El caso Hartung. Miniserie danesa de seis episodios de una hora. Un thriller clásico en la línea de las producciones que se hacen en los países nórdicos. Basado en una novela, tiene un buen guion que te mantiene atento a todo lo que sucede. Muy entretenida y solo el pero de un par de detalles por escenas un tanto exageradas.

 

Perni. Miniserie noruega de 6 episodios de menos de 30 minutos. A medio camino entre el drama y la comedia trata de relaciones familiares y amistosas teniendo como protagonista a una trabajadora de los servicios sociales separada y con dos hijas. Entretenida e interesante.

jueves, 25 de noviembre de 2021

Para conocer mejor a uno de los grandes



No  soy lector habitual de diarios, de hecho solo recuerdo haber leído los de Stefan Zweig publicados por Ediciones 98 a principios de este año y no he comprado los que no hace mucho acaban de publicarse en Acantilado porque los primeros no me resultaron especialmente interesantes a pesar de que Zweig es, quizás, mi escritor preferido. No sucederá lo mismo con el siguiente volumen de los diarios de Chirbes, cuya publicación ya se anuncia en uno de los prólogos, porque estos sí que me han interesado desde la primera hasta la última página. (Por cierto que Chirbes está en la sección del blog dedicada a mis autores favoritos; es un escritor del que he leído todas sus novelas).

Se recogen en esta edición los diarios que, escritos en cuadernos diferentes, Chirbes anotó entre 1984 y 2005, y que revisó por última vez en 2014 lo que, de alguna manera, indica que quería que fueran publicados póstumamente.

Esta edición se acompaña de dos Prólogos escritos por Marta Sanz y Fernando Valls con un planteamiento muy diferente en ambos.

Del segundo reproduzco dos fragmentos que reflejan muy bien el contenido del libro:

“En ellos se trata de lo privado y lo público, de sí mismo y los demás, de sus libros, así como de aquellos otros que lee, a menudo con pasión, sin ocultar casi nunca los nombres de las personas y los lugares a los que se refiere, aunque las menciones a sus amigos y allegados figuran, en muchas ocasiones, con iniciales que no corresponden a su identidad”. (p. 45)

“Se trata, por tanto, de un diario de vida y cultura, a lo largo del cual nos llama la atención su pasión por lo vivido, la búsqueda del placer, su fascinación y profundo conocimiento de las artes”. (p. 53)

Además, el texto, como indica el título,  está dividido en dos partes. La primera abarca los años 1984 a 1995, y la segunda desde este año hasta 2005.

Aunque esencialmente en ambas aparecen los mismos temas, sí que se notan algunos cambios. Por ejemplo, hay muchas más alusiones a sus relaciones amorosas y sexuales en la primera parte, en la que hay momentos en los que escribe de forma muy explícita sobre estas; también escribe más sobre sus diferentes problemas de salud y, obviamente, queda muy reflejada su intranquilidad por las dificultades que tenía para escribir novelas. Aquí hay que aclarar que se ganaba la vida escribiendo de gastronomía y viajes para la revista Sobremesa de la que, creo, fue también director.

En la segunda parte, habla más de sus libros, de los problemas que encuentra a veces para escribirlos o de los bloqueos que a veces se producen. Hay también reflexiones sobre la literatura y muchos análisis de sus lecturas (estas también abundan en la primera parte). En este sentido hay un autor que es el que más aparece a lo largo del libro, me refiero a Hermann Broch. De él hay recogidas bastantes citas y además da la impresión de que siempre fue un referente para Chirbes. Me resulta curioso que de este escritor tengo desde hace tiempo dos libros entre los pendientes: la Trilogía de los sonámbulos y la colección de relatos Los inocentes. Cada vez que los cojo para leer, no sé muy bien por qué me da una cierta pereza, así que espero animarme después de ver la importancia que tenían para Chirbes.

De un libro así que, además, tiene 465 páginas se pueden decir muchas cosas, dejar constancia de muchas reflexiones, comentar alguna de las muy jugosas críticas que hace (ya salieron en la prensa las que le dedica a Pérez Reverte o Muñoz Molina) porque es un escritor que, como me imagino que nos pasa a todos, tiene sus filias y su fobias (aquí también se podría hablar de algunas referencias a críticos) y, finalmente, también sería interesante recoger las escasas pero acertadas críticas que hace en el tema político o en el lingüístico.

Sobre todo esto hay bastante información en las dos magníficas reseñas que enlazo a continuación: la de Carmen Peire en inflolibre.com y la de Peio H. Riaño en eldiario.es.

Finalizo este comentario con un fragmento con el que me siento particularmente identificado:

“Me desespera la falta de memoria. De las novelas, solo me queda el tono, la coloratura, el ritmo; a veces, el destello de un personaje, una frase, una idea. Repaso libros que he leído cuatro o cinco veces, y es como si fuese la primera vez que los abro”. (p. 316)

De todas formas, por algunas de las críticas y comentarios que hace, esto solo es una parte de la verdad o lo escribió en un momento depresivo.

Este libro lo tiene que leer toda persona que hay leído libros del autor. Va a descubrir muchas cosas sobre su personalidad y sobre la trastienda de la escritura. Interesante, emotivo, profundo, sincero,…

 

Rafael Chirbes, Diarios. A ratos perdidos 1 y 2.

 

 

viernes, 19 de noviembre de 2021

Cierta decepción

 

No hace ni dos meses comentando otro libro del autor, Los chicos de la Nickel, decía que era un tanto irregular y que su gran valor estaba en la denuncia de una serie de situaciones relacionadas con el racismo. Pensaba que el que comento hoy iba a ser bastante mejor porque viene avalado por galardones como el Premio Pulitzer, el National Book Award y algún otro. Sin embargo, me he llevado una decepción.

El libro narra la historia de Cora, una joven que está en una plantación y es hija y nieta de esclavas. Su madre la abandonó de niña porque huyó de la plantación y eso es lo que quiere hacer Cora, huir. Para ello utilizará el “ferrocarril subterráneo” que es un elemento de fantasía que utiliza el autor porque existió con ese nombre una agrupación que ayudaba a los esclavos a huir hacia zonas donde la esclavitud había sido abolida.

Los primeros capítulos, sin duda lo mejor del libro, los dedica Whitehead a contar cómo era el trabajo y la vida de los esclavos en las plantaciones y también cómo estaba organizada la recepción cuando llegaba algún huido a una zona “libre” (entrecomillo porque el lector podrá ver cómo esta expresión tiene sus matices). Esto ocupa más o menos unas 200 páginas. A partir de ahí, la novela se me ha caído de las manos; han dejado de interesarme las peripecias de la protagonista y de los distintos personajes que van apareciendo. Tengo la misma sensación que con alguna novela que he leído recientemente, que les sobran páginas, que lo importante ya está contado y el resto no aporta nada especialmente relevante a la historia salvo, quizá, el intento de salvar moralmente a alguno de los protagonistas.

En fin, como no se debe contar más por aquello del spoiler, aquí lo dejo.

¿Recomendable? Según y cómo. Hay libros bastante más interesantes sobre el tema, pero eso tampoco quita que se pueda leer este con cierto interés.

Hay dos reseñas que ofrecen perspectivas diferentes: la de Fran G. Matute en elcultural.com bastante crítica y la más favorable de Marc Peig en unlibroaldia.blogspot.com que tiene además la ventaja de que da información pero sin desvelar tampoco aspectos importantes.

Por cierto, se ha hecho la serie que consta de 10 capítulos de una hora que es bastante tiempo para una novela de 316 páginas. Habrá que ver alguno para comprobar cómo han hecho la adaptación.


Colson Whitehead, El ferrocarril subterráneo. Traducción Cruz Rodríguez Juiz

 

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Un texto muy peculiar


Una vez descubierto Zambra a partir de su magnífica novela Poeta chileno, voy leyendo otras obras suyas como este librito, apenas tiene 120 páginas, de un contenido muy peculiar.

El autor quiere poner en solfa una llamada Prueba de Aptitud Verbal que existió en Chile entre 1966 y 2002. Para ello, e imitando los mismos apartados de esa prueba, el libro se divide en cinco partes diferentes cuyo título indica bastante de qué se trata: Término excluido, Plan de redacción, Uso de ilativos, Eliminación de oraciones y Comprensión lectora. Cada parte tiene que contar con la interacción y, de alguna manera, la participación del lector, de un lector que Víctor Minué, en su reseña para elmostrador.cl., califica de “utópico”.

Este es el momento para reconocer que estuve a punto de abandonar la lectura tras leer los tres primeros apartados, y que si no lo hice se lo debo al consejo de mi mujer que ya lo había leído y que me recomendó llegar hasta el final. Se lo tengo que agradecer porque a partir de ahí el libro, sin cambiar la forma, sí lo hace con el contenido y asistimos a pruebas que Zambra convierte en pequeños relatos algunos realmente muy buenos.

De la reseña mencionada reproduzco un fragmento precisamente sobre esto:

“Así, madurada la incredulidad de las primeras cuatro partes del volumen, en la última de éste, “Comprensión de lectura” se libera por medio de tres buenas historias al fin el escritor que conocemos por su prosa de admirable simpleza, gracia,  fino instinto para el detalle; aparece el bisturí para manipular la resbaladiza ambigüedad criolla y todo lo demás que en Zambra son un estilo reconocido. Pero esto llega tarde; es como si fuera parte de otro material de trabajo, de otro libro, no de Facsímil. Y es muy poco”

No obstante, yo hablaría también de la tercera parte como merecedora de un mayor interés.

En estos relatos Zambra aprovecha para criticar actitudes y comportamientos de sus compatriotas y también algunos aspectos del pasado. Para ello utiliza frecuentemente la ironía y un cierto sentido del humor.

Si tuviera que calificar el libro lo haría de “divertimento crítico” y lo recomendaría a los que buscan formas originales de practicar la literatura.

Hay una reseña muy favorable de Nadal Suau en elcultural.com.

 

Alejandro Zambra, Facsímil. Libro de ejercicios.

 

lunes, 15 de noviembre de 2021

Leídos pero no comentados




 

Aunque no es muy habitual sí sucede cada cierto tiempo que hay algún libro que leo y del que no hago el comentario en el blog. Las razones para actuar así suelen ser muy variadas si bien la principal es que no se me ocurre cómo comentarlos. Si alguien ha leído alguna entrada de este blog verá que hago comentarios muy personales y carentes de cualquier tipo de análisis más o menos técnico, pero sí suelo hablar de su autor/a, de otras obras relacionadas, a veces cuento algo del contenido y siempre de las sensaciones que me ha provocado, los conocimientos que me ha dado, etc. Eso sí, tengo muchas más dificultades para escribir sobre libros de ficción que sobre otro tipo de escritos.

En este caso son tres los no comentados: dos leídos en agosto y el otro acabo de terminarlo. Solo uno de ellos, La tiranía de las moscas,  me ha gustado, pero realmente me resultó difícil comentarlo. De Ghachar Ghochar he leído buenas críticas, pero me parecen muy exageradas, algo por otra parte bastante habitual con muchos libros.  En el de Reza no me han interesado en ningún momento los problemas de esa familia protagonista.  Menos mal que estos dos son bastante cortos.

viernes, 12 de noviembre de 2021

Continuando la trilogía


Este es el tercer libro que leo de Haruf y, además, todos en los últimos tres meses. Escribió seis novelas así que aún me quedan libros para disfrutar.

Este escritor, por lo que veo, mantiene siempre la misma línea en cuanto a sus temas y también en el estilo narrativo. No se trata de un innovador en ninguno de ambos aspectos, pero sí de alguien que lo que hace lo hace muy bien, algo que resulta siempre digno de admiración.

En la reseña que aparece en el blog leeresvivirdosveces.com hay un fragmento que reproduzco porque me parece una gran descripción de la escritura de Haruf:

“Me declaro fan absoluto de Kent Haruf. Os lo voy a recomendar mucho si me preguntáis qué leer. Me conmueve su capacidad narrativa. El tempo de sus historias. La profundidad de sus personajes. Consigue cautivar a través de tramas de lo más insípidas, triviales, insustanciales, fútiles. Porque Haruf parece decirnos que hasta el detalle más nimio, bien tratado puede ser digno de ser destacado. Si me preguntas, ¿qué ha pasado en el libro? Pues han pasado muchas cosas, pero en el fondo no ha pasado nada. Como en nuestras vidas”

Obviamente, firmo cada una de las frases y no me queda mucho más que comentar. Si acaso decir que este es el segundo volumen de una trilogía que se desarrolla en el mismo lugar: Holt, una pequeña localidad inventada del estado de Colorado. Se mantienen alguno de los personajes de la primera novela, aunque cambian los protagonistas, y aparecen nuevos secundarios. Los temas son también fundamentalmente los mismos: la importancia de la familia,  la solidaridad, los trabajos del campo (aquí el ordeño, el destete y el parto del ganado vacuno), etc. y también alguno nuevo como el amor en la edad madura o los problemas de la pobreza. Sí me ha parecido novedoso que dentro del “buenismo” general (perdón por la expresión, pero es que aquí me parece bastante adecuada), hay más tensiones y más fuertes que en la anterior entrega.

Estamos ante un autor cuya lectura es muy envolvente si te dejas llevar por lo que te cuenta y por el ambiente que va recreando. Trata a sus personajes con mucha  delicadeza y mostrando una gran sensibilidad. En fin, que si te gusta disfrutas mucho de su lectura.

Hay una muy buena reseña de Marc Peig en unlibroaldia.blogspot.com donde se puede encontrar más información sobre el libro.

 

Kent Haruf, Al final de la tarde. Traducción Cruz Rodríguez Juiz.

 

 

 

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Un gran trabajo


 Caparrós es uno de mis autores favoritos y así lo he incluido en la serie que dedico al tema en el blog. Para que lo sea ha tenido especial incidencia su libro El Hambre, uno de los libros mejores que he leído en los últimos años y, seguramente, estará entre los mejores que se han escrito sobre el tema. Caparrós es un grandísimo periodista, pero también un gran escritor de narrativa de ficción aunque reconozco que en eso me gusta menos.

Esta Ñamérica está escrita en forma bastante similar a la de El Hambre y utilizando más o menos el mismo tipo de materiales: la experiencia del autor en su viajes, multitud de entrevistas con todo tipo de gente incluyendo mucha gente de la calle, lecturas que aunque no se citan a pie de página se intuyen, informaciones estadísticas, claro que en menor cantidad que en el otro libro, y muchas reflexiones y opiniones del escritor.

El libro se compone de dos tipos de capítulos: por un lado, los dedicados a una serie de capitales que ya fueron publicados (no sé si exactamente de la misma forma) en la revista semanal del periódico El País y que incluyen desde ciudad de México a Buenos Aires, pasando por Caracas o La Habana hasta un total de ocho, y, por otro lado, siete dedicados a una visión de diferentes aspectos del continente que son: el continente inquieto, partido, violento, creyente, mache, pop y real. Estos capítulos, completos o en parte,  también fueron publicados en su mayoría en diferentes medios, algunos recientemente y algún otro hace treinta años.

No me atrevo a decir qué parte me ha interesado y gustado más. De las ciudades hace muchas descripciones, pero también entra de lleno en muchos problemas que tienen que ver con el país en el que están y que le sirve para hacer agudas reflexiones. Del continente ofrece una visión muy completa y caleidoscópica como se puede apreciar por los títulos mencionados, pero por si esto no bastase, añado que se tratan temas como: las diferentes, cinco para él, oleadas migratorias, las desigualdades económicas y sociales, el papel de la clase media, el hambre, la violencia, las drogas, las cárceles, las barbaridades cometidas por la iglesia, el auge de los movimientos evangélicos, la desigualdad entre hombres y mujeres, el turismo sexual, el feminismo, la situación de las personas LGTBI, la lengua, el mestizaje, el fútbol, la corrupción o los políticos y la política de los últimos años.

Como se ve, Caparrós toca prácticamente todos los aspectos necesarios para obtener una visión general del “continente” al que se le ha ocurrido llamar, con un gran acierto, Ñamérica.

En todos los temas, como ya he comentado anteriormente, hay informaciones valiosas, entrevistas y agudas reflexiones y opiniones la mayoría de las cuales comparto, aunque en algunas yo matizaría algo más como, por ejemplo, cuando habla del movimiento LGTBI.

Es difícil destacar cosas de un libro que, por cierto que no lo he dicho hasta ahora, tiene 674 páginas en una edición no precisamente de bolsillo. No obstante sí me gustaría dejar constancia de algunas que o bien me han llamado especialmente la atención o me han hecho reflexionar más. Así: el debate, tan actual en nuestro país últimamente, sobre indigenismo y colonización; la aparición poco a poco de las diferencias de clase en el Alto (La Paz) entre los propios migrantes; cómo se produce la creación de un “barrio” (me ha recordado el que yo vi surgir en el gran Buenos Aires hace muchos años); la escalofriantes cifras de la violencia que aporta; la situación de Caracas ; las manifestaciones y la represión en Managua en 2018; el varapalo que se lleva la Iglesia católica o un par de parrafadas sobre el fútbol.

Sobre alguno de estos temas dejo dos fragmentos como ejemplo: 

“El fútbol es Efecto Patria en todo su esplendor: esos momentos en que ser ciudadano del mismo país se convierte en un valor por encima de todo lo demás: esos momentos espantosos en que celebro el mismo gol que personas que odio, que desprecio, que no querría saludar en mi vida: dictadores y vivos, violadores y bobos.” (p.532)

“(Los poderes necesitan mantener las amenazas que los justifican. En 2018, en todo el mundo el famoso terrorismo global -por el cual pasamos horas frente a controles de rayos y policías sin control, por el cual los gobiernos gastan fortunas públicas- mató a 15.952 personas, menos de la mitad que la violencia mejicana, y, con perdón, la mitad de esas muertes sucedieron en Afganistán y el resto en Irak, Nigeria, Somalía, Siria, Pakistán, Yemen, Congo. Entre Estados Unidos y Europa -casi 800 millones de señoras y señores- los ataques “terroristas” -perturbaditos de extrema derecha, casi todos- mataron a 49 personas. O la policía global es extremadamente eficaz o es perfectamente innecesaria.)” (p.302)


Este último texto me parece un ejemplo magnífico para entender cómo está el mundo en general. Viajando siempre se tiene la impresión de que ese enorme gasto en seguridad es solo para dar la sensación de que esta existe, cuando no hay realmente inseguridad y, si la hubiera, no bastaría con esas medidas.

Desde otro punto de vista, hay un fragmento, muy típico además de la forma de trabajar de Caparrós,  que me parece muy bueno como síntesis del manejo del poder político. Analizando a los presidentes de los dieciocho países que incluye en el “continente”, afirma: 

“Sobre los dieciocho, seis son empresarios, otros tantos economistas o abogados; casi todos se han pasado la vida en puestos políticos en sus países o en organismos internacionales; la mayoría estudió algo en Estados Unidos y varios son hijos o sobrinos de jefes políticos. Hay un López, un Fernández, un Díaz, un Piñera, un Alvarado, un Hernández, un Ortega, un Benítez, un Lacalle, un Medina, un Duque, un Cortizo, un Maduro: otra vez la lengua vence. Otra vez todos son hombres. Otra vez todos son blancos.” (p.590) 

Para terminar, hay un tema que trata sobre todo al final del libro que sería el de las posibles soluciones a tanto despropósito, a tanta injusticia,…Sobre esto dice cosas como:

“El problema, una vez más, - y la razón por la cual los más ricos siguen imponiéndose, la razón por la cual tantos soportan lo que soportan- es que no se ven alternativas. Para que muchas personas decidan arriesgarse para cambiar un régimen presente deben tener una idea convincente de cómo sería el régimen que construirían a cambio.” (p. 662

“Es temprano. Todavía, por no tener esa nueva utopía no tiene siquiera un sujeto que pueda sostenerla. Era fácil pensar una revolución cuando tenía un sujeto claro. (…) Ni sabemos cómo se armará ni en qué consistirá.

(…)

Mientras tanto, suena antiguo decir que, sin cambios radicales, Namérica seguirá siendo la tierra de la desigualdad, de la violencia, las migraciones, las materias primas, las drogas, el machismo, la pobreza de tantos.

Suena antiguo, pero es difícil de negar” (p. 632)

No solo es totalmente acertado lo que dice, sino que es de aplicación universal. Es lo que sucede en todos los lugares en los que se necesita cambiar, es decir, prácticamente en todo el mundo, pero también reflejan, con bastante razón, el pesimismo de quién no atisba que algo así se esté produciendo.

No es demasiado importante, pero afea algo la edición los errores sobre las cifras del PIB que se dan en las páginas 25 y 28.

Un libro absolutamente recomendable y, desde luego, imprescindible para conocer a fondo la realidad de esa zona del mundo con la que compartimos idioma pero poco más; una zona que apenas se estudia en nuestra secundaria más allá del “descubrimiento” y la “civilización”. Además, un texto escrito con su particular estilo, por un periodista que no se casa con nadie, que si tiene que repartir culpas no se fija en la procedencia ideológica ni se arredra ante ella.

 

Martín Caparrós, Ñamérica.

 

 

 

jueves, 4 de noviembre de 2021

Gran descubrimiento


Efectivamente, digo que ha sido un gran descubrimiento el de este magnífico periodista salvadoreño, sin embargo, aunque no lo recordaba, ya había leído algo de él. En el conjunto de artículos que publicó Leila Guerriero como editora bajo el título de Los malos, hay uno, Miguel Ángel Tobar. El Niño y la Bestia, que estaba escrito precisamente por Óscar Martínez. De él anoté en el libro: “Magnífica narración. Lenguaje difícil a veces. Violencia. Te llega a dar pena un terrible asesino”. Es curioso pero estas frases las puedo repetir en el comentario al libro de hoy.

Y no es el único conocimiento del autor. En estos momentos estoy leyendo Ñamérica, el último, y otra vez espléndido, libro de Martín Caparrós. Ayer mismo eché un vistazo a los agradecimientos  y cuál fue mi sorpresa al encontrarme en el primer párrafo con el nombre de Óscar Martínez.

En definitiva, he leído un libro de alguien del que tienen alta consideración dos de los periodistas mejores que hay hoy en lengua castellana.

Entrando ya en el libro, lo primero que tengo que decir es que lo compré por el título. He escrito ya muchas veces en el blog lo mucho que me interesa el periodismo y todo lo que se escriba sobre él y, claro, este lo lleva ya en el título y con toda la razón porque de periodismo se habla en él todo el tiempo y, obviamente, de muertos, pero no de cualquier tipo de muertos, sino de aquellos producidos por la violencia policial a partir de “enfrentamientos” (eufemismo que utilizan para hablar de los asesinatos).

Martínez creó en el periódico El Faro junto con otros periodistas, alguno hermano suyo, la Sala Negra, esto es, un equipo que se encargaba de las investigaciones de los movimientos migratorios de los salvadoreños y otros centroamericanos hacia el norte y de las muertes que se producían principalmente de miembros de las diferentes pandillas del país.

En este libro lo que hace el autor es analizar la profesión periodística a partir de su propia práctica. Para ello cuenta en detalle varios casos en los que intervino y, al mismo tiempo, va incorporando reflexiones sobre la profesión en general y sobre su propio trabajo en particular.

Los casos son realmente terribles y Martínez los expone con toda su crudeza y sin ahorrar a veces detalles de la enorme violencia ejercida. Siendo esto muy importante, a mí lo que más me ha interesado es todo el conjunto de reflexiones sobre el trabajo periodístico, incluyendo la tremenda sinceridad con la que hace autocrítica de alguna de sus actuaciones, una autocrítica como no había visto hacer nunca. Tan es así que la magnífica reseña y entrevista que Patricia Simón publica en lamarea.com se titula: “Óscar Martínez, el periodista de la brutal honestidad”. 

A quien esté interesado en el contenido de la parte más narrativa del libro, le remito a la reseña mencionada. Por mi parte, prefiero centrarme en reproducir alguna de las frases del texto que hacen referencia a la profesión periodística:


“Entrevistar a un asesino no es proponerle: “Hable, diga su versión.” sino, como a todos, decirle: “hable, yo lo cuestionaré.” A todos: a las víctimas también, aunque esto guste poco y se aleje de las condescendencias buenistas” (p.43)

“A mí -y recalco ese “A mí”- no me importa mucho si un periodista lo hizo porque es un buscador de la justicia o porque quiere ser famoso. A mí me importa mucho si lo hizo bien.

(…)

Si alguien se quiere colgar una capa y excitarse viéndose en el espejo me parece un pendejo, no necesariamente un mal periodista.” (p. 45-46)

“Las señoras pueblerinas y los campesinos iletrados son fuente todos los días en noticieros, periódicos, radios. Los que casi nunca son fuente son los otros, los poderosos. Rara vez los cuestionamos, rara vez se dejan cuestionar, rara vez las cámaras entran a sus residencias con un propósito distinto a elogiar sus jardines y sus muebles. De alguna manera, el periodismo cuenta la historia desde las fuentes oficiales y los pobres.” (p.31)

“Nuestro trabajo no es estar en el lugar indicado a la hora indicada. Ese es el trabajo de los repartidores de pizza o de los trenes. Nuestro trabajo no es decir cosas. Nuestro trabajo son otros verbos: entender, dudar, contar, explicar, desvelar, revelar, afirmar, cuestionar. Ninguno de esos verbos se alcanza solo con lo que sale de la boca de un policía tras un “enfrentamiento”” (p. 26)

“Mentir no es parte del periodismo. Interpretar, sí: opinar, también, pero en todos los idiomas existen las palabras necesarias para decirle al lector que uno, en cuanto aquello, interpreta esto; y que, en cuento a lo otro, opina esto”. (p. 184)

“Es curioso, pero casi todo lo que este gremio reclama a los malos políticos lo imitan los malos periodistas. Estos verbos: inflar, distorsionar, descontextualizar, simplificar, inventar, minimizar, malograr. Mentir. Todos cunden en el oficio.” (p.40-41)


Esto es una breve muestra de las muchas e importantes afirmaciones que hace al autor y que, de alguna manera, le llevan a cuestionar determinadas actuaciones de sus colegas e incluso de él mismo. No las comento porque no creo que sea necesario.

Hay que advertir que al principio cuesta algo seguir el texto por la forma en la que lo estructura Martínez de la que, por otra parte, es plenamente consciente. No importa porque, poco a poco, se entra en él y se van descubriendo las diferentes historias que refiere.

Si digo que es un libro recomendable, creo que me quedo muy corto. Desde luego para quienes estén interesados en el periodismo es un texto imprescindible de un escritor al que me comprometo a seguir con mucha atención. De hecho ya he encargado alguna de sus anteriores publicaciones.

Para terminar otro fragmento que indica de qué tipo de persona se trata:

“Es curioso cómo la gente suele encontrar a Dios en la calamidad. Dios acostumbra a revelarse en las cárceles, guerras, bancarrotas y pandemias. Casi nunca se lo encuentra nadie en los campos de golf o en las casas de playa y los cócteles.” (p.219)

 

Óscar Martínez, Los muertos y el periodista.

 

 

 

 

 

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Recuperando a un viejo conocido


 Hasta la publicación de Sefarad en 2001 había leído prácticamente todo lo publicado de Muñoz Molina. Desde entonces solo lo he hecho con el ensayo de 2013 sobre la crisis Todo lo que era sólido. Con este escritor me pasó lo mismo que, por ejemplo, con Amis, Auster o Barnes; me cansé de sus historias y de su forma de escribir. Sé que me he perdido libros interesantes de todos ellos, pero también que he podido descubrir otros escritores que han cubierto muy bien esas ausencias y me han seguido haciendo disfrutar mucho con la literatura.

Sin embargo, a pesar de lo dicho, de vez en cuando me he acercado a alguno de sus libros, pocos, y eso es lo que me ha pasado con este de Muñoz Molina.

El libro tiene tres partes diferenciadas: una especie de diario en el que recoge sus impresiones y su vida cotidiana en la época del confinamiento por la pandemia; otra en la que, terminada esta época, sigue haciendo lo mismo, pero no con esa estructura de diario, y escribe sobre el verano y otoño de 2020; la otra parte la dedica a narrar recuerdos de su infancia y adolescencia en Úbeda y a mostrar de alguna manera cómo era la España de los años sesenta y principios de los setenta. Estas partes están entremezcladas a lo largo del texto lo que hace que sea más entretenida su lectura.

Una primera consideración que se me ocurre es que estamos ante un libro que, dependiendo del momento en que pille al lector, puede gustar o ser de esos que se abandona una vez leídas 50 o 60 páginas. Yo no lo he abandonado aunque reconozco que estuve tentado de hacerlo.

Muñoz Molina escribe muy bien, pero también resulta un tanto pesado y reiterativo en lo que cuenta. Este libro con 150 páginas menos habría resultado seguramente un libro magnífico; las 343 que tiene creo que son excesivas.

¿Qué es lo que me ha hecho continuar con su lectura a pesar de lo dicho?

Creo que fundamentalmente dos cosas: por un lado, al compartir muchas de las vivencias que cuenta sobre la época del confinamiento, leer sobre ellas me ha hecho revivirlas y repensarlas; unos momentos tan especiales y seguramente irrepetibles en la vida de una persona merece la pena no dejarlos en el olvido tan pronto y, por otro lado, lo mismo me sucede con muchas de las cosas que describe de la vida en el campo en los años sesenta ya que, aunque yo era un habitante de Madrid, pasé varios veranos con la familia de mi abuela materna en un pueblo de la provincia de Toledo y allí ayudaba en la mayor parte de los trabajos agrícolas.

De lo primero puedo dejar dos fragmentos como ejemplo:

“Después, ya encerrados, en ningún momento me sentí vulnerable”. (p. 31)

“Todas las noticias eran malas. Todas eran peores al cabo de una hora, en el siguiente informativo”. (p. 57)

Y de lo segundo: 

“He visto a un hombre apalear a un burro atado e indefenso hasta que ya no le quedaban fuerzas o se la había partido la estaca con la que lo golpeaba. (…) He visto ahogar dentro de un saco a gatos recién nacidos y he visto cómo los mataban golpeando el saco contra una pared”. (p. 282)

Además, el autor va tratando temas interesantes como: la vejez, la familia, la inconsciencia de mucha gente en la pandemia, la desorganización del país, la falta de investigación, la situación de la educación, etc. También es muy recurrente a lo largo del texto la crítica bastante dura de los políticos (aquí los independentistas se llevan la palma) con razón unas veces, pero también un tanto exagerada otras.

Hablando de educación cuenta que su hermana le dijo que a la altura del mes de agosto de 2020 aún no tenían instrucciones de qué hacer para iniciar el curso. Me ha parecido bastante extraño porque en Baleares los centros tenían ya hecho un trabajo sobre los tres posibles escenarios y cómo organizar el curso en cada uno. Debe de ser que Madrid no siempre es la mejor Comunidad en todo.

En la misma línea, me ha llamado la atención que narrando los aplausos a los sanitarios del día 28 de abril, y ante el hecho de que desde unos de los balcones alguien gritara “¡Gobierno dimisión!”, Muñoz Molina dice: “Pero la bronca española ya ha infectado la tarde” (p. 144), aceptando así esa idea de la presidenta de su comunidad para la que Madrid es España.

Con estas apreciaciones me he desviado un tanto. Volviendo a lo importante del libro diré que tiene muy buenas descripciones, incluyendo las de los estados de ánimo, y también algunas interesantes reflexiones sobre el paso del tiempo que le llevan a decir algo con lo que no puedo estar más de acuerdo: “Pero lo que no puedo ni quiero de pronto imaginar para mí es una monstruosa vejez de noventa y cuatro años. Prefiero la tranquilidad de haber desaparecido”. (p. 235)

En definitiva, un libro recomendable con las matizaciones que he hecho a lo largo del comentario.

Hay una entrevista muy buena de Andrés Seoane en elcultural.com.

 

Antonio Muñoz Molina, Volver a dónde.

 

 

 

martes, 2 de noviembre de 2021

ANDAMIO

 

En esta entrada hay cosas muy interesantes y una curiosa: solo hay una producción estadounidense aunque para mí es, precisamente, lo mejor de la entrada. Las películas tienen un buen nivel medio si bien tampoco hay ninguna que sea magnífica. Entre las series, por el contrario, sí hay una que destaca bastante no solo sobre las de esta entrada, sino sobre las que he visto en esta temporada, y otra que también merece mucho la pena.

 

Películas


Cambio de turno. Coproducción italo-belga. Narra un atentado terrorista y el posterior traslado de uno de los que atentan en una ambulancia. Está realizada prácticamente en tiempo real (dura 80 minutos) y  muy bien conseguida la tensión con lo que sucede en el interior de la ambulancia.

 

Nuevo orden. Una película mexicana muy interesante. Especie de distopía en la que los “indígenas” toman el poder, al menos provisionalmente, y extorsionan mediante secuestros a los ricos. Unas secuencias de inicio realmente magníficas y en general una buena puesta en escena. Muy dura y violenta aunque parece todo tan natural que el espectador lo asume todo con relativa normalidad. ¿Puede suceder algo así en un futuro no muy lejano? Quizás.

 

Regreso a Ítaca. Una película francesa pero que cuenta como coguionista con Leonardo Padura autor, junto con el director francés Laurent Cantet, de un libro del mismo título en el que se recoge el guion junto a otros temas interesantes (libro que comenté en su día en el blog). Una reunión de amigos en La Habana en la que hablarán de lo que ha sido de su vida y que sirve para analizar de forma crítica la realidad cubana. Unas interpretaciones realmente espléndidas hacen que sea una gozada de ver.

 

Bac Nord. Película francesa basada en unos hechos reales ocurridos en la ciudad de Marsella en 2012 aunque los personajes, avisan,  no son los reales. Tres policías trabajan juntos con métodos no siempre ortodoxos y, cuando llega el momento crucial, no serán apoyados por sus superiores que conocían lo que estaban haciendo. Esta película ha abierto un debate muy grande en Francia ya que Marine LePen ha recomendado a la gente que vaya a verla. Desde luego es difícil saber las repercusiones que puede tener sobre según qué público francés. Está claro que lo que refleja de la situación de determinados barrios, controlados por los delincuentes de la droga, es muy preocupante como lo es que la policía no pueda ni entrar en ellos. Sea como sea, la película está magníficamente hecha.

 

La batalla olvidada. Producción de los Países Bajos que se centra en la batalla que se produjo en 1944 en las bocas del Escalda para permitir la entrada de los barcos aliados. Muy bien realizada y ambientada, resulta entretenida e interesante. Ya son pocas las películas de un género que tanto me gusta que se hacen y por eso procuro no perderme ninguna. Además, esta tiene el interés añadido de ser la primera que veo producida en ese país.

  

Series

 

La ciudad secreta. Serie australiana de 6 episodios de unos 55 minutos. Un thriller político con elementos de geopolítica por el choque entre China y USA y el papel de Australia. En medio, asesinatos y la investigación de una periodista. Está realizada siguiendo la técnica que se suele utilizar en Estados Unidos. Aunque el guion es demasiado enrevesado a veces, la serie resulta entretenida. Hay una segunda temporada.

 

La caza del asesino. Miniserie sueca de 6 episodios de unos 45 minutos. No es el típico thriller nórdico. En 1989 se produjo la desaparición y posterior asesinato de una niña de 10 años y luego de una prostituta. La serie cuenta los pasos de la policía hasta 2004 para descubrir quién lo hizo. Está centrada por lo tanto en la parte interna de la investigación, incluyendo hasta los problemas de presupuesto que tuvo la policía. Tiene un buen guion y, sobre todo, una magnífica ambientación. Eso sí, es para espectadores que no tengan prisa porque es detallista y de lento desarrollo.

 

La delgada línea azul. Serie sueca que es una especie de actualización de la magnífica Hill Street Blues y que se desarrolla en la ciudad de Malmö. Es interesante porque ofrece una mirada sobre algunos aspectos de la sociedad sueca, una mirada que no es maniquea sino que suele reflejar más de una versión aunque también es cierto que suele tomar partido por la más progresista. Hay una gran insistencia en el tema del racismo y la xenofobia porque, supongo, es de los más importantes en estos momentos. Obviamente, una parte relevante la ocupan las relaciones personales de los policías que, como suele ser habitual en las series y películas, no tienen una vida demasiado organizada y feliz.

 

La asistenta (Maid). Serie estadounidense basada en un libro autobiográfico. Una historia muy interesante como reflejo de lo que es ser trabajadora pobre en ese país. La protagonista huye de la casa que compartía con el padre de su hija ante los malos tratos psicológicos que sufre y solo encuentra trabajo como asistenta. Vemos los problemas para obtener ayudas, los bajos salarios, etc., pero también la solidaridad de sus iguales y, algo un tanto increíble, la amistad de una señora en muy buena posición económica  que la contrata y termina haciéndose su amiga. No es lo único difícil de creer en la serie, pero está tan bien interpretada por todos, con una actriz protagonista realmente espectacular, y tiene un guion y una gradación de la historia tan buena que se pueden saltar esos aspectos menos creíbles y dejarse llevar por lo que sucede y padecer con todo lo que le pasa a la asistenta. Creo que será una de las mejores series de la temporada.

 

La infamia (Three girls). Miniserie británica que en tres capítulos resume unos hechos reales que sucedieron en una ciudad cercana a Manchester en 2008. Un grupo de chicas de entre 13 y 16 años sufrieron abusos sexuales por parte de un grupo de británicos de origen pakistaní. El primer capítulo se dedica a mostrar cómo fueron los hechos y resulta duro de ver. En el segundo se cuenta la reacción de la policía y los dos años posteriores en los que dos de las jóvenes tuvieron hijos y la otra abortó. En el tercero asistimos a los momentos más importantes del juicio con diferentes intervenciones cuyos textos están sacados directamente del sumario. Una serie con un guion magnífico y muy buenas interpretaciones.