viernes, 22 de junio de 2018

El Harlem negro visto por un escritor blanco



Es la primera traducción de un libro de este autor estadounidense de principios del siglo pasado. En este caso se trata de un texto publicado en 1926 cuyo interés principal radica en que se trata de la visión del Renacimiento del Harlem negro hecho por un escritor blanco.
Como dice Kathleen Pfeiffer en la extensa Introducción:

“Desde el principio, Van Vechten concibió Nigger Heaven como una conciliación entre la América blanca y la Negra, innovadora en su franca representación de la hasta entonces invisible comunidad Negra de Harlem.” (p. 79)

 Precisamente el hecho de utilizar la palabra nigger le valió al autor muchas críticas de las cuales se da cumplida cuenta en esa Introducción, pero desde luego el texto no es precisamente racista sino todo lo contrario. Algunos ejemplos de los muchísimos que hay pueden ser:

“Casi siempre iban a paraíso para ahorrar, aunque la piel de Olive era lo bastante clara y los rasgos de Mary lo suficientemente latinos como para que no las tratasen con grosería si pedían en la taquilla entradas de platea.” (p. 143)

“De vez en cuando, alguno de sus presumidos patrones lo veía demasiado bien vestido e instruido. “Lo que queremos son morenitos sureños con ganas de trabajar”, era la delicada explicación que le daban.” (p. 307) (Se refiere a Byron, uno de los dos protagonistas.)

Aunque también hay más de una referencia al propio desprecio dentro de la comunidad negra. Así:

“¿Te puede creer que cuando los Underwood fueron la semana pasada a cenar a casa de unos amigos blancos que viven en el centro, a la mañana siguiente los criados Negros de la casa se largaron porque dijeron que no estaban allí para servir a Niggers?” (p. 241)

La novela está centrada en dos personajes, Mary y Byron, que son los protagonistas de cada una de las dos partes en que se divide el libro. Van Vechten se centra mucho en los aspectos más “mundanos” del Harlem de la época y así asistimos a varios bailes, tanto en casas particulares como en la infinidad de locales públicos que había. Hay que advertir que el ambiente en el que se desarrolla la novela es el de la clase media negra. Para ilustrar mejor algunas cosas usa muchos textos de canciones de la época, blues sobre todo, y otros creados exprofeso para este libro.
El interés de la novela reside fundamentalmente en conocer un barrio y una época y no tanto en algunos elementos de la historia que son demasiado tópicos. Tiene momentos y escenas realmente muy conseguidas, pero las alterna a veces con otras en las que los comportamientos de los personajes no parecen muy reales.
Hay varias cosas que me han llamado especialmente la atención: la existencia del passing, esto es, hacerse pasar por blanco; las llamadas fiestas de alquiler que se hacían en algunas casas para poder sufragar los elevados gastos que suponía el alquiler de la vivienda; la cantidad de matices que establece el autor con el color de la piel y, desde otro punto de vista, la forma de presentar los diálogos sin ninguna marca especial (en esto me ha recordado al escritor noruego Knut Hamsum que también publicaba por aquellos años).
Quizá por tratarse de un autor desconocido en España, la edición se acompaña con la Introducción ya mencionada y con un también extenso Prefacio de la traductora que, además, ha hecho unas notas muy oportunas para sacar un mayor provecho de la lectura.
Me parece que el libro  tiene más un interés sociológico que propiamente literario, pero se lee bien y aparecen curiosos personajes que seguramente son un fiel reflejo de personajes reales.
Una curiosidad: Van Vechten es el autor del libro The Music of Spain publicado en 1918.


Carl Van Vechten, El paraíso de los negros. Traducción Maribel  Cruzado Soria.

miércoles, 20 de junio de 2018

Extraña historia




Cuando hace unos años leí Almas grises de un hasta ese momento desconocido autor francés, me di cuenta de que estaba ante un escritor diferente, alguien que no solo contaba y muy bien una historia, sino que también era capaz de lograr una atmósfera especial. Luego he seguido leyendo los libros que se traducían y disfrutando hasta el penúltimo que no me gustó demasiado. Ha seguido en la misma línea de contar historias diferentes aunque no tanto como la que ahora comento.
Estamos ante un libro difícil de clasificar. No es una distopía, aunque tiene elementos de esta; no es una novela estrictamente filosófica, aunque contiene interesantes reflexiones filosóficas; y desde luego no es una novela realista, aunque  critica muchas cosas de nuestra realidad. En algunos comentarios incluidos en la solapa se habla de fábula, relato metafísico o de idealismo filosófico.
Un investigador, el Investigador, es el principal protagonista. Su misión consiste en averiguar por qué se han producido en una empresa una serie de suicidios. A partir de la llegada de este a la ciudad se empezarán a producir una serie de situaciones kafkianas todas ellas con el Portero de Noche del hotel, el Policía, el Vigilante, el Puesto de Guardia, el Jefe de Servicio, etc., es decir, con el resto de los personajes que aparecen y que, como se ve, ninguno lo hace con nombre propio sino solo con el apelativo de su función.
La historia le da pie a Claudel a hacer una serie de críticas a nuestro mundo de las que pueden ser un buen ejemplo los dos fragmentos siguientes.

“Además, en el mundo actual se habían convertido (se refiere a las empresas) en una especie de nebulosas a las que se añadían filiales como si fueran satélites, las deslocalizaban, las relocalizaban, creaban ramificaciones, arborescencias lejanas y raicillas, y enmarañaban las participaciones, los activos y los consejos de administración en tramas tan enrevesadas que no había manera de saber quién era quién y qué hacía cada cual.” (p. 101)

“Hoy los monarcas no tienen ni cabeza ni rostro. Son mecanismos financieros complejos, algoritmos, proyecciones, especulaciones sobre riesgos y pérdidas, ecuaciones de quinto grado…Sus tronos no son materiales: pantallas, redes de fibra óptica, circuitos impresos… Y su sangre azul es ahora información encriptada que circula por ellos a velocidades superiores a la de la luz.” (p. 118)

De otro tipo son algunas de las reflexiones más interesantes como:

“Mucha gente pasa por la vida sin llegar a conocerla, igual que otros nunca conocen el amor, mientras que sentir indiferencia, cólera u odio, o actuar movidos por la envidia, los celos o el deseo de venganza son cosas que les resultan habituales, cotidianas, banales.” (p. 164)

“El Investigador experimentaba el olvido, ese fenómeno que permite a tantos seres humanos no morir demasiado deprisa.” (p. 166)

“Al fin y al cabo, la vida está llena de momentos absurdos, inexplicables, que cuesta entender y que quizá no signifiquen nada. Sólo es un caos biológico que intentamos organizar e interpretar.” (p. 196)

“Ver morir a un hombre es muy desagradable. Ver u oír morir a millones diluye el horror y la compasión. Uno pronto se da cuenta de que ya apenas siente nada. La emoción está reñida con la cantidad. ¿Cree usted que habrá habido alguien que haya sentido lástima al pisar un hormiguero?” (p. 225)

Sin embargo, a pesar del interés de ambos aspectos, a mí la novela me ha resultado un tanto espesa. Tiene una magnífica primera parte en la que todo resulta novedoso y el lector se queda a la expectativa de por dónde puede seguir esa rara historia, pero llega un momento en que empiezan a resultar un tanto repetitivas las situaciones y se hace un tanto pesada hasta que al final, donde están las mejores reflexiones, remonta.
En cualquier caso queda acreditada una vez más la capacidad de este escritor para crear atmósferas e historias peculiares. De todas formas yo sigo prefiriendo sus dos primeros libros.

Philippe Claudel, La investigación. Traducción  José Antonio Soriano Marco.

lunes, 18 de junio de 2018

Otro interesante escritor francés



 Sigo con la racha de descubrir buenos escritores franceses. Además, la mayoría escriben obras bastante originales en sus temas y en su tratamiento. En este caso, se trata de un texto a medio camino entre la novela y el documento histórico sobre el siniestro personaje del doctor Mengele. Como dice Anna Abella en su corta pero muy buena reseña en  elperiodico.com:

“Guez ha usado la ficción para rellenar las zonas de sombra de la vida de Mengele pero también ha leído biografías que citaban pasajes de su diario íntimo (desaparecido durante 20 años y vendido y comprado anónimamente en una subasta en los 80) publicados en biografías en Estados Unidos. "Eso me dio una idea de su manera de pensar y de ver el mundo, que me ha permitido crear una escenografía de su vida".”  

La última ocasión en que tuve noticias de este personaje fue a través de la novela Wakolda de la escritora argentina  Lucía Puenzo en la que relata la estancia de Mengele en la Patagonia. Luego la misma Puenzo dirigió la versión cinematográfica.
Quienes hayan seguido algo de la literatura sobre el Holocausto se habrán topado muchas veces con este autor de la muerte y horribles padecimientos de miles de personas, muchas de ellas de corta edad, pero también es cierto que se sabe poco de su vida posterior una vez huido de Alemania al finalizar la guerra.
Para cubrir al menos en parte este desconocimiento sirve muy bien este libro de Guez. En él veremos la salida de Mengele hacia Sudamérica y su llegada a la Argentina. Allí recibirá un trato bastante bueno y Guez aprovecha para criticar a Perón y el apoyo que dio a muchos “exiliados” alemanes. Luego, tras la captura de Eichmann, (con el que, por cierto,  Mengele tuvo tan mala relación que el propio Eichmann dio al Mossad la dirección de Mengele en Buenos Aires) huyó al Paraguay de Stroessner para terminar recalando en una favela de Sao Paulo.
Guez cuenta toda esta peripecia con tal agilidad y ritmo narrativo que se hace realmente difícil dejar el libro. Muy recomendable pues tanto por el interés del contenido como por lo bien que está contado.

 Olivier Guez, La desaparición de Josef Mengele. Traducción Javier Albiñana.

miércoles, 13 de junio de 2018

Relatos desiguales




No soy un habitual de la lectura de relatos o cuentos. Sé que me estoy perdiendo buenas historias de grandes escritores como Cortázar, Cheever o Chéjov y tengo la intención de solucionar este grave error, pero me cuesta leerlos; unas veces porque no termino de entender su sentido y otras porque me quedo con las ganas de que continúen, el caso es que no es una de mis lecturas favoritas.
Sin embargo, cada cierto tiempo sí leo algo de este género sobre todo si encuentro un libro que viene acompañado de un premio como el National Book Award de 2105. Además, en este caso se añade el hecho de que se trata de relatos que están todos en el entorno de las 50 páginas lo que quiere decir que son casi novelas cortas.
El libro recoge seis textos previamente publicados por el autor en diferentes medios. Son textos escritos con un estilo bastante similar, pero con un contenido radicalmente distinto en cada uno de ellos como resume muy bien José Luis de Juan en elpais.com.
A mí tengo que decir que me han gustado mucho dos, algo otros dos y nada el resto. Los que más me han gustado, Pradera oscura y el que da título al libro, seguramente ha sido porque tratan temas que me interesan como las cárceles en la antigua RDA y la situación actual de uno de sus directores o la proliferación de la pederastia y la pornografía infantil, y lo hace además de una forma muy interesante tanto desde el punto de vista formal –con un cierto suspense-,  como moral. De hecho creo que George Orwell fue amigo mío se merecía una novela que permitiese desarrollar una historia apasionante.
Además de la reseña citada hay otra de FernandoBonete en eldebatedehoy.es que también resume muy bien el contenido del libro. Ambas animan a su lectura pues son críticas muy favorables.


Adam Johnson, George Orwell fue amigo mío. Traducción Carles Andreu.

viernes, 8 de junio de 2018

Un libro diferente




Hace poco más de un mes que comentaba el último libro publicado de Volpi, una espléndida novela muy en la línea de la no ficción tan en boga hoy y con tan buenos representantes.
Este que ahora comento es inmediatamente anterior y también se trata de otro espléndido libro al que es difícil adjudicar -tampoco es que haga falta-, género. Yo esperaba un conjunto de recuerdos y de aspectos biográficos de su padre, pero me he encontrado con que si bien eso está en el libro, este es algo mucho más amplio pues contiene desde amplias referencias al funcionamiento del cuerpo humano, a reflexiones sobre la historia de México, pasando por aspectos de la vida del autor y críticas a la religión o a las identidades nacionales entre otras cosas. Realmente el espacio dedicado a explicar el funcionamiento del cuerpo es quizá el más extenso del libro; de hecho los diez capítulos se titulan según diferentes partes del cuerpo: cerebro, corazón, ojo, etc. Tengo que reconocer que he aprendido muchas cosas sobre este tema aunque también es cierto que de otras no me he enterado mucho.
Como decía, el texto está plagado de reflexiones sobre la historia de México, pero también sobre temas como el amor, los colores y el arte, la música (verdadera pasión del autor), el sexo muy relacionado aquí con la religión (dedica un buen espacio al caso de Marcial Maciel), la piel, que le lleva a hablar del racismo y la emigración, la melancolía, la violencia (tan presente hoy en el país), y un largo etcétera. Reflexiones interesantes y nada dogmáticas de un escritor que demuestra una amplia cultura y una gran erudición, no muy sorprendente si, como afirma, a los quince años leía a Freud y a Nietzsche.
Reproduzco a continuación tres fragmentos que reflejan muy bien su posición ante la política, la identidad y la religión:

“Pero, insisto, lo más grave es que la ideología neoconservadora o neoliberal, disfrazada de sentido común, egoísmo heroico o individualismo a ultranza, se ha infiltrado en todas nuestras conductas y hoy nos rodea por doquier, como si nadáramos en arenas movedizas. Sus valores y miedos se hallan presentes en el discursos de los grandes medios de comunicación; en las películas de Hollywood y en la cultura mainstream; en las palabras de los líderes de la derecha, ultraderecha, centroderecha, nacionalistas, liberales, libertarios y de la izquierda derechizada; en esa actitud apolítica que prefiere no intervenir y no manifestarse; y, en fin, en una vida social en la que la solidaridad y la persecución de la equidad han desaparecido como metas centrales de la acción política y la discusión pública. Obligado a elegir entre una postura y otra me declaro, sí, a la izquierda” (p. 107)

“Pocas instituciones han hecho tanto daño a tantos seres humanos, sobre todo en su sexualidad y sus deseos, como las religiones, el cristianismo y el Islam de maneras evidentes. Ambas comparten el horror al sexo libre, es decir, el horror a la libertad individual.” (p.211)
                         
“¿Qué significa ser mexicano, francés, malayo o chipriota? Si somos sinceros, no demasiado: haber nacido y crecido en un territorio particular, tener un pasaporte, haber sido adoctrinado para asumir ciertas ideas por encima de otras y haber copiado, de modo más o menos involuntario, las conductas, costumbres y prejuicios de nuestros padres y vecinos. Todo en nuestro tiempo refuerza esta adscripción tribal y primitiva, empezando por las Olimpíadas y los mundiales de fútbol con su exaltación de colores, banderas e himnos.” (p.281)

Reconozco varias coincidencias con el autor. Yo también estudié con los maristas y recuerdo algunos comentarios sobre posibles comportamientos inadecuados de algún “hermano”. Soy ateo y también llegué a serlo tras la lectura de un libro, aunque no del mismo. E igualmente estoy a la izquierda (o algo así). Eso sí, en lo que se refiere a la salud estoy más cerca de lo que cuenta de su padre.
Un libro muy interesante y muy bien escrito en el que no hay ningún punto y aparte lo que en un primer momento asusta un poco, pero enseguida se supera.
Hay un buen comentario de María Teresa Cárdenas en eltiempo.com y otro de Jorge Morla en elpais.com.


Jorge Volpi, Examen de mi padre.

jueves, 7 de junio de 2018

Para profundizar en la obra de una escritora



No es habitual encontrar en nuestras librerías textos como este en el que una autora nos acerca a un mayor conocimiento de su obra a partir de la publicación de un conjunto de materiales como son : correspondencia con lectores, comentarios y sugerencias a los directores de cine que han llevado a la pantalla alguno de sus libros, largas entrevistas con periodistas de medios de muchos países, fragmentos que por diversas razones no incluyó en sus textos publicados, etc.
Quizá la explicación más plausible de esta novedad sea el hecho de que se trata de alguien que ha mantenido férreamente su privacidad de tal manera que no se conoce ni su identidad sexual (hay quienes afirman que se trata de un hombre y otros de un colectivo), ni su aspecto físico, ni mucho menos su biografía más allá de algún dato que se aporta en el libro. Digo privacidad y no anonimato porque la propia Ferrante insiste ante las machaconas preguntas de varios periodistas que no se trata de anonimato. Precisamente este tema es el que más veces aparece en el libro ya que es una pregunta recurrente de la mayoría, si no de todos, los periodistas que la entrevistan (entrevistas que se gestionan a través de sus editores y consisten  siempre en preguntas cerradas y por escrito). Como es un tema que despierta tanto interés, dejo aquí algunas de sus repuestas:

 “La atención mediática, cuyo principal objetivo es dar voz y cuerpo a la estrella del momento, ha acostumbrado a los lectores a la idea de que es más importante el productor de obras que las obras mismas. Como si dijéramos: te leo porque me gustas tú, confío en ti, eres mi pequeño dios.” (p. 241)

“Además, los libros auténticos solo se escriben para ser leídos. El activismo promocional de los autores tiende, en cambio, y cada vez más, a borrar las obras y la necesidad de leerlas.” (p. 94)

“Ahora bien,  la enfatización mediática es muy distinta, el predominio del icono del autor sobre su obra. En este caso, el libro funciona como la camiseta sudada de una estrella del pop, prenda que sin el aura del divo resulta por completo insignificante.” (p. 269)

Obviamente, en un texto así la autora habla de infinidad de temas y explica multitud de cosas sobre sus personajes y el contenido de sus novelas. En este aspecto está el principal problema que tiene un libro así para un lector tan desmemoriado como yo: la mayor parte de lo que comenta de sus obras no puedo seguirlo porque no recuerdo las historias o los momentos a los que hace referencia. No obstante, me ha interesado su lectura porque es alguien que cuenta muy bien e intercala además reflexiones y opiniones tan jugosas como las siguientes:

“Quien escribe solo debe preocuparse por narrar del mejor modo posible lo que sabe y siente, lo bello, lo feo, lo contradictorio, sin obedecer a ninguna prescripción, ni siquiera a las que proveniente del campo al que siente pertenecer. La escritura requiere la máxima ambición, la máxima falta de prejuicios y una desobediencia deliberada.” (p. 305)

“Por lo demás, la clase política que nos gobierna, sin cultura, sin cerebro, sin justicia vaya ironía, se considera inocente y, con una repugnante sonrisita astuta, declara que las culpas, si las hay, son de otros. Detesto el tono de voz con el que estos poderosos opacos y bravucones manipulan la culpa y la inocencia. No me fío de sus declaraciones de intenciones, de sus peroraciones, de las autodefiniciones orgullosas e inmodestas.” (p. 123)

Desde luego es un libro absolutamente ineludible para sus fans, que son legión, y también útil para quienes como yo hemos leído con mucho placer la tetralogía Dos amigas y alguno de sus primeros libros. Quizá se podría haber suprimido alguna de las entrevistas para aligerar un poco la extensión, 439 páginas, y evitar algunas duplicaciones.
Un comentario final un tanto marginal. A mí como lector me gusta conocer cosas de los autores que leo e incluso es bastante  habitual que de vez en cuando vuelva a la solapa para ver su fotografía. Seguramente no me aporta nada como dice Ferrante, pero me gusta. Eso sí, respeto totalmente su postura y hasta creo que tiene razón en sus argumentos.
Hay una buena reseña de Beatriz Garza en unlibroaldia.blogspot.com.

Elena Ferrante, La frantumaglia. Un viaje por la escritura. Traducción  Celia Filipetto.

martes, 5 de junio de 2018

Curioso escritor italiano



Vaya por delante mi agradecimiento a la editorial Errata Naturae por darnos a conocer a escritores tan variopintos como Edna O’Brien, Brigitte Reimann, Lidia Chukóvskaia o el presente Luciano Bianciardi. Ninguno me ha resultado apasionante, pero en todos he encontrado aspectos interesantes que me han llevado a que con todos haya repetido con más de un libro.
En este caso, se trata del tercero que publican y el tercero que leo de Bianciardi. Un escritor italiano de mediados del siglo pasado bastante peculiar por sus historias y su forma de contarlas. Aquí el tema central del libro es la crítica, hecha de una forma un tanto sarcástica y con sentido del humor, del mundo cultural italiano centrado sobre todo en el mundo editorial. Realmente se trata de una continuación, o si se prefiere de una concreción, de la crítica que empezó con su primera novela El trabajo cultural.
En los dos primeros capítulos el protagonista,  Luciano Bianchi (curiosa similitud), cuenta la llegada al norte (Milán) juntamente con su hermano Marcello para trabajar en una editorial. Hay una buena descripción de la ciudad y de los contrastes entre lo rural y lo urbano. A partir del capítulo tercero se centra ya en el objeto de su crítica, esa editorial que no publica nada, en la que hay múltiples reuniones infructuosas en las que solo se planifica una y otra vez, en la que se debate permanentemente sobre el uso del punto y la coma, los dos puntos o las comillas. En definitiva, un lugar en el que apenas se hace un trabajo útil.
Un ejemplo:

“He de decir, en honor a la verdad, que a veces Marcello compartía conmigo la desilusión por el cariz que estaban tomando las cosas. “Hemos ido a dar con una panda de locos”, me decía. “¿Te das cuenta de que cada día tienen ideas nuevas y no profundizan en ninguna?” (p. 73)

Además, aunque no se diga explícitamente -en más de una ocasión un personaje lo da a entender diciendo: ”tengo los ideales que tengo”-, dicha editorial pertenece a gentes de izquierda que hacen afirmaciones como la siguiente:

“- Yo no quiero echar a nadie, lo sabes de sobra, teniendo los ideales que tengo. He dicho reestructurar. Mira, con lo que gana Marta se podría contratar a dos mecanógrafas expertas y rápidas. ¿Y sabías que, al parecer, Marta quiere casarse? Una empresa sana jamás tiene en plantilla a mujeres casadas.” (p. 66)

Creo que con estos dos ejemplos se ve claramente por dónde van sus críticas. Por otro lado, la novela, tan corta como las otras dos ya publicadas, se lee prácticamente de un tirón y da una buena visión de lo que era la izquierda italiana vista desde la perspectiva de un autor situado en ella, pero en una posición bastante radical.


Luciano Bianciardi, La integración. Miguel Ros González.

lunes, 4 de junio de 2018

Un autor inagotable (e imprescindible).




Hago en el blog una serie que llamo Mis autores favoritos. Voy ya por el XXVI y Zweig apareció el II solo precedido por Joseph Roth. Es un escritor muy completo pues además de su obra narrativa, realizó unas magníficas biografías, unos ensayos muy interesantes y unas memorias que están entre las mejores de su época.
Con estos antecedentes cualquier novedad que se produzca de libros de Zweig es bienvenida y mucho más si como es el caso se trata de una estupenda novela corta.
Hace unos días al comentar el último libro de Jirí Weil criticaba la falta de caracterización de los personajes que me parecía el gran fallo del libro. Hoy precisamente comento un libro de un representante de la mejor tradición en la creación de personajes. En este caso una mujer, Irene, que a partir de descubrirse que tiene un amante entra en una situación de un miedo cercano al pánico.
Como dice Manuel Hidalgo en su reseña en elculturla.com:

 “La novela es, primordialmente, un vertiginoso y agobiante terremoto psicológico. Zweig, por supuesto, introduce con su mano maestra de argumentista episodios que van haciendo insoportable la tensión, que complican y aumentan la intriga y el suspense hasta el fogonazo final, pero lo principal ocurre en la cabeza de Irene y en su asaltado sistema nervioso.”

Y en el mío añadiría yo porque una de las grandes virtudes de este gran escritor es la capacidad que tiene de hacer al lector partícipe de la historia que narra. En este caso generando esa sensación de una cierta angustia, pero también como afirma Marc Peig en su reseña unlibroaldiablogspot.com:

(…) el autor nos brinda una excelente ocasión para analizar la complejidad del ser humano, sometiéndonos a la reflexión que supone tener que afrontar aquellos secretos que residen en uno (o que incluso lo persiguen) y cuestionarnos qué haríamos nosotros ante tal situación, cómo lo resolveríamos, y cómo sentiríamos.”
(Por cierto, muy acertada la recomendación que hace al posible lector de que no lea la contraportada antes de leer el libro)

Es decir, sensaciones sí, pero también motivación para la reflexión. Y todo en un espacio tan reducido como 136 páginas en formato bolsillo, claro que este es otro de los aspectos claves de Zweig, decir mucho sin necesidad de extenderse demasiado.
Recomendar este libro es decir algo demasiado obvio. Cualquier libro del autor es recomendable. Yo tengo la suerte de que, además de que seguramente esta gran editorial que es Acantilado seguro que publica alguna obra más, aún tengo pendiente de lectura dos biografías y un libro del que espero mucho como es La novela de Balzac. Por lo tanto, soy un afortunado, tengo Zweig para rato.

Stefan Zweig, Miedo. Traducción Roberto Bravo de la Varga.

viernes, 1 de junio de 2018

ANDAMIO


Nueva entrega de lo que he visto últimamente. Esta vez hay varias buenas películas y, como siempre, varias series interesantes. También como suele ser habitual hay más series que películas.


Películas


Invitación de boda. Una buena película palestina. Este cine suele llegar de vez en cuando a nuestras pantallas y siempre tiene interés. Especie de road movie a lo largo de las calles de Nazaret en un coche donde se desarrollan las conversaciones entre un padre y un hijo que reflejan el debate entre tradición y modernidad. También está presente el conflicto de la zona, pero es sobre todo una película de historias personales.

Lucky, Un verdadero homenaje a su protagonista Harry Dean Stanton. A mí al principio me deprimió un tanto pero por algo personal. Es una película que se sale de lo habitual hasta en su duración, apenas 88 minutos. Merece la pena verla.

El taller de escritura. Una película francesa original, interesante y con muy buenas críticas, pero a la que creo que le falta algo que no sé muy bien qué es para que sea realmente tan buena como afirman. Quizá tenga que ver con una cierta indefinición de lo que nos quieren contar.

Maria by Callas. Extraordinario documental en el que se pasa revista a los momentos fundamentales de su vida. Muy buena selección de fragmentos de entrevistas, imágenes y, por encima de todo, de varias interpretaciones que te dejan como hipnotizado. Hacía tiempo que no me emocionaba tanta en un cine.


Series


The looming tower. Una auténtica sorpresa. No la conocía y me la recomendó una amiga sin mayor insistencia. Magnífica serie estadounidense sobre  los enfrentamientos y ocultaciones entre la CIA y el FBI que de alguna manera permitieron que se pudiera producir el 11S. Basada en hechos reales que hace que incluso pongan algún momento real de la comisión de investigación del Congreso. En la línea de Homeland pero mejor por ser real. Una muestra de lo que son capaces de hacer en Estados Unidos con su historia; algo impensable en otros países.

Peaky Blinders. Cuarta temporada de esta serie británica original por sus protagonistas, una familia gitana de gánsters en la ciudad de Brimingham. La serie ha ido decayendo y en esta temporada, a pesar de constar de solo seis capítulos, se hace un tanto premiosa y se tiene la sensación de que los guionistas no saben cómo terminarla. Eso sí, lo hacen de tal manera que les puede dar para seguir con la historia.

La guerra de Vietnam. En diez capítulos de una hora se repasan de forma muy completa tanto los episodios bélicos como, y en esto es muy novedosa, los aspectos de la política interna tanto de Estados Unidos  como de los dos Vietnam. Una serie realmente magnífica. La mejor que he visto hasta ahora sobre el tema y he visto bastantes. Además, cuenta con la participación de decenas de protagonistas de ambos bandos; entre ellos Tim O’Brien cuyas novelas he leído y disfrutado.

Homeland. Séptima temporada y hay que reconocer que los guionistas de esta serie tienen capacidad de conseguir que funcione. La gran novedad es que esta vez se desarrolla prácticamente toda en Estados Unidos. Buena intriga aunque, sobre todo en la parte final, hay demasiados momentos bastante inverosímiles, pero en una serie que es puro entretenimiento se acepta y ya está.

Modus. Thriller sueco en la línea habitual de las series nórdicas aunque algo menos conseguida e interesante que otras. No obstante, resulta entretenida y con algunos buenos detalles; eso sí, un final bastante poco trabajado.

Quarry. Una muy desigual serie norteamericana sobre el regreso de un militar de la guerra de Vietnam. Magnífica ambientación –se desarrolla en 1972- y fotografía, pero un guion demasiado errático y con puntos oscuros en personajes relevantes. Entretenida pero con episodios un tanto tediosos.