viernes, 29 de diciembre de 2017

Para comprender mejor Oriente Medio




A pesar de llevar trabajando en la zona muchos años y ser uno de los pocos periodistas españoles con presencia constante en ella, de hecho vive con su familia en Jerusalén, no conocía a Ayestarán más allá de haber visto su nombre en la portada de este libro varias veces en las librerías. Como últimamente he comprado y leído algunos libros sobre la zona y sus conflictos -la aparición del Estado islámico ha disparado las publicaciones-, este no me había interesado hasta que vi el programa de Jordi Évole dedicado al conflicto en Siria. En él Ayestarán tiene una presencia clave para entender muchas cosas.
En este libro el autor, a lo largo de los catorce capítulos en que lo divide, nos cuenta su presencia en la zona desde 2004 hasta la actualidad. Así, le vemos trabajando desde Irán a Afganistán pasando por Libia y Pakistán para terminar, en la parte más extensa del libro, con la actualidad en Siria. 
Todo está contado en presente y en primera persona lo que hace que lo narrado impacte más y mejor en el lector. Prácticamente en todos los casos si acude a ese lugar es porque están pasando cosas relevantes, desde un terremoto, -en Irán-, a un enfrentamiento con Rusia, -en Georgia-, pasando por varias “primaveras” árabes, -en Túnez, Egipto o Yemen-, o a la presencia del Estado islámico en Siria e Irak.
Como el buen periodista que es, Ayestaran combina muy bien las historias de personas reales de la zona con apuntes históricos o del momento en el que lo cuenta, con lo que hace más comprensibles algunos de los conflictos.
A mí, particularmente, me han llamado mucho la atención temas como: el ataque de Israel a Hizbulá en 2006, la reproducción del diálogo de Sadam en la horca con sus verdugos, el papel de Médicos sin Fronteras en Afganistán, todo lo referido al Estado islámico y, en otro orden de cosas, el hecho de que el propio autor se llevara álbumes con fotos de Gadafi de uno de sus palacios.
También resultan muy interesantes informaciones como la que reproduzco que dan una idea clara de la precariedad con las que se desarrollan algunos de los conflictos, en este caso la formación de las milicias contra Gadafi en Libia: 

“La mayoría eran jóvenes voluntarios sin armas, sin comida, sin dinero, sin teléfono…., que se habían conformado con tomar parte en los cursos de preparación organizados por las fuerzas armadas leales a la revuelta, cursos que en muchos casos duraban una hora y tras los que los muchachos partían a la primera línea de combate haciendo autostop.” (p. 210)

En fin, un libro muy interesante.  Escrito con la agilidad característica del buen periodismo y con la suficiente profundidad para ayudar a una mejor comprensión de lo que sucede en la zona del mundo más complicada hoy en día.
Antes de leer este libro, leí otro de sus conversaciones con un grande del periodismo como Ramón Lobo (ya comentado en el blog) que me animó también a leer este.

Mikel Ayestaran, Oriente Medio, Oriente roto.

jueves, 28 de diciembre de 2017

Relato-reflexión sobre el "procés"



Dice el autor en la primera línea del libro: “El objetivo de este panfleto es repensar un tópico.” Es curioso que utilice  el término panfleto ya que según la RAE es: o un libelo difamatorio o un opúsculo de carácter agresivo, cuando no es ni de lejos ninguna de ambas cosas. En lo único que podría coincidir es en lo de opúsculo, pues se trata de un librito de apenas 107 páginas en un reducido formato dentro de una nueva colección que acaba de lanzar la editorial Anagrama.
El libro hace una descripción, no exenta a veces de análisis y valoración, del llamado procés, es decir, de lo sucedido en Cataluña en los últimos tiempos. Ahora bien, no se limita a los momentos finales sino que, bien al contrario, inicia el libro con un capítulo en el que escribe sobre la constitución y una interesante crítica que hizo Antonio Pedro Rius quien luego fue presidente del Colegio de Abogados de Madrid, y que se ha visto confirmada precisamente con el procés. Pasa luego al tema del estatuto con el referéndum y la posterior presentación por el PP del recurso de inconstitucionalidad. A continuación viene la petición ya con Artur Mas del posible pacto fiscal, para finalizar con todo lo que ha sucedido durante el gobierno de Puigdemont, incluyendo el referéndum del 1 de octubre.
Creo que el siguiente fragmento resume bastante bien cuál es la posición central de Amat que, aunque también otorga responsabilidades al gobierno central, afirma:

“Porque todo el mundo sabe que, más alá de las palabras, más allá de la movilización, no había nada sólido. Había relato, había energía, había ilusión, pero no había política porque se había negado la realidad.” (P. 103)

El libro resulta interesante y, desde luego, necesita de más de una lectura. Mis conocimientos no son suficientes para saber cuánta razón tiene, o no, en alguna de sus afirmaciones críticas. Por ello creo que es un gran complemento el comentario que en ctxt.es ha hecho Ignacio Sánchez Cuenca con interesantes aportaciones para profundizar más en lo sucedido.


Jordi Amat, La conjura de los irresponsables.

martes, 26 de diciembre de 2017

Retratos de Cuba




“Leer La tribu fue, más que nada, antes que nada, un gran placer: el gusto de leer una escritura. No sólo una mirada interesante, no sólo una historia bien contada; una escritura. Y, además, está Cuba.” (p. 13)

Estas palabras de Martín Caparrós en el Prólogo resumen muy bien lo que produce la lectura de este magnífico libro, en el que se recogen un conjunto de artículos publicados por el autor en diferentes revistas entre 2014 y 2016.
En casi  todos hay algún protagonista que puede ser un jugador de béisbol, un enfermero, un balsero, un cantante y showman, un poeta, los habitantes del entorno de un vertedero, etc. Tipos muy singulares en su mayoría y con historias en general más bien tristes. Hay bastante miseria y carencias, pisos destartalados, problemas para trabajar e, incluso, los que viven de la basura en El Bote de 100.
Tiene Álvarez un lenguaje y un estilo muy atractivos, tanto que artículos difíciles de seguir por desconocer un deporte como el béisbol o los distintos estilos de la música cubana, se leen con gusto por cómo están contadas las historias.
Además, como dice Caparrós en la cita: Está Cuba. No se muestra muy complaciente el autor, muy joven ya que nació en 1989,  con su  país del que, en una exhibición de capacidad de síntesis, afirma:

“Es muy gráfica la historia de Cuba en este medio siglo. (…)
Primero: los sesenta fueron los años de la justicia social. Los setenta, de igualitarismo. Los ochenta, de reconocer que algunas cosas no eran tan pulcras como se pensaban. Los noventa, el derrumbe de la realidad y la admisión de que algunas cosas no sólo no eran tan pulcras, sino de que podían e iban a ser mucho más duras de lo que se esperaba. Los dos mil, un intento desesperado por arribar al comunismo. Y esta segunda década del veintiuno, otro intento de recomenzar el óleo” (p. 151)

“Volvamos: los setenta fueron los años del nombre nuevo. Los setenta, la supuesta consumación de ese supuesto hombre nuevo. Los ochenta, las primeras erosiones del hombre nuevo. Los noventa, el derrumbe abrupto, sísmico, del hombre nuevo. Los dos mil, el cadáver danzante del hombre nuevo. Y esta segunda década del veintiuno, el hombre que ya no importa si es nuevo o no, sino simplemente que sea.” (p. 153)

“Abrimos, cada diez años con una batacazo histórico, Y cerramos con otro. (p. 158)

Realmente, no se puede decir más con menos.
Uno de los personajes que aparecen en el libro y al que dedica bastante espacio, tanto para hablar de su obra y su historia como para mantener un interesante diálogo, es el poeta Rafael Alcides al que describe de esta forma:

 “No es un campeón del exilio. No es un reivindicado del quinquenio gris. No es un funcionario del sistema. No se volvió cínico, o ríspido, o sarcástico, o cauteloso, o violento, y menos aún se plegó. Por alguna inexplicable razón, le sigue importando menos su suerte personal que la muerte de su país.” (p 231)

Un Alcides que expresa en una frase también muy sintética, y muy lapidaria añadiría yo, su visión de la Cuba actual:

“En Cuba sólo hay dos disidentes: Fidel y Raúl Castro. Los demás estamos de acuerdo en que esto no funciona. Lo que pasa es que algunos se atreven a decirlo y otro no, porque unos están dentro del juego y otros fuera.” (p .244)

No obstante, tampoco es Álvarez complaciente con el exilio cubano. Así:

“Miami no ha copiado el discurso, pero ha copiado lo que es peor: el método. La norma es la obediencia. En Cuba, a Fidel Castro. En Miami, a la idea de oponerse a Fidel Castro.” (p. 250)

A pesar de que he reproducido varios fragmentos que son una crítica de la situación del país y, por lo tanto, del régimen, este aspecto es solo una parte muy pequeña del libro. Lo fundamental, lo que le da interés, es la presentación de una serie de personas con sus historias peculiares contadas de una forma que es, quizá, el principal aliciente de un texto que recomiendo muy especialmente.
Hay una breve pero interesante entrevista en magazinefa.com y una buena reseña de Rafael Rojas en letraslibres.com.

Carlos Manuel Álvarez Rodríguez, La tribu. Retratos de Cuba.



jueves, 21 de diciembre de 2017

A vueltas con Sergio del Molino



En esta lectura desordenada que estoy haciendo de la obra de del Molino desde que le descubrí con La memoria de los peces, su último libro, le llega ahora el turno al que publicó después de La hora violeta. Tras estos dos grandes libros no es fácil apreciar en su justa medida el que comento, de hecho me ha gustado menos que los anteriores, pero es que estos me gustaron mucho.
Dice el autor hacia la mitad del libro: 

“No recreo una época, sino que la creo desde la nada. Estas supuestas memorias familiares son lo más fabuloso y ficticio que he escrito nunca. La realidad que las ampara sólo existió mientras fue enunciada y se murió al mismo tiempo que nacía. Estas páginas son ficciones sin registros fósiles.” (p. 120)

Y lo dice después de habernos detallado muchos momentos de la batalla del Ebro porque en ella participó el gran protagonista del libro, su abuelo José Molina; y habernos descrito imágenes del pistolerismo de los veinte y hablado de la figura del Noi del Sucre; o de haber establecido paralelismos entre los bares a los que acudía su abuelo de joven y a los que iba el autor a los veinte años… Y es que la novela no deja de ser, como suele pasar con del Molino, una recuperación de su historia personal al mismo tiempo que cuenta las historias de otros personajes. (A veces leyendo sus libros he tenido la tentación de pensar si no se estará psicoanalizando cobrando a los lectores en lugar de pagando a un especialista). También muestra varios trozos de la historia de España a través de una familia de emigrantes: sus trabajos, sus viviendas o los barrios ya sea en Zaragoza o en Madrid.
Una familia de la que dice (en el fondo desde el máximo afecto):

Mi familia no me ha legado más que genes torcidos. (…) Creo que lo único que de verdad me ha enseñado mi familia es a morirme muy despacio.” (p. 182) 

O en una de esas frases tan del autor:

“Cuanto más lejos de mis raíces soñaba vivir, más hundido y enredado estaba en ellas. El árbol genealógico lo era de verdad. Un ser de madera incapaz de desplazarse, metabolizando el oxígeno de la misma calle generación tras generación, porque los plebeyos no tenemos árboles genealógicos, sólo troncos casi podridos ensartados en una tierra que nadie abona.” (p. 42)

Además, del Molino cuenta las cosas haciendo gala de una gran sensibilidad y con un lenguaje y unas construcciones de frases que le hacen ser un escritor diferente que, de alguna manera,  te va envolviendo con sus historias y su peculiar forma  de contarlas. 
Sin embargo, es cierto que en este libro hay algunos momentos, sobre todo hacia la mitad, en que desfallece un poco, pero luego vuelve a retomar su fuerza para terminar en lo alto.
Creo que Ricardo Senabre resume muy bien lo principal del libro en su reseña para elcultural.com:

“Esta mezcla de relato de hechos externos -de periodista o columnista, podría decirse- con reflexiones y evocaciones de la vida personal, siempre bordeando los límites entre la crónica y la confesión privada, no podría alcanzar la eficacia que ostenta si no estuviera sostenida por un estilo brillante, capaz de mantener la atención del lector línea tras línea y sin el menor desmayo.
Los símiles inesperados, las acuñaciones novedosas, las expresiones y giros con que lo consabido adquiere nueva luz son signos inequívocos de excelente prosista, capaz de hacer relevante lo trivial con el solo poder de la palabra exacta y la formulación imaginativa.” (Subrayado en el original.)



Como ya he leído lo más importante de la obra de del Molino, solo me queda esperar y desear que no tarde mucho en publicar algo nuevo y, obviamente, recomendar la lectura de cualquiera de sus libros.


Sergio del Molino, Lo que a nadie le importa.

martes, 19 de diciembre de 2017

Mis libros del año



Ha sido un gran año en lo que se refiere a la narrativa. Un año de descubrimientos que, aunque tardíos, me han hecho disfrutar de grandes escritores como: Natalia Ginzburg, Patrick Deville, Sergio del Molino o Leo Perutz. Pero también es el año en que he continuado con la obra de Elena Ferrante. 
Sin embargo, solo dos de ellos salen entre los cinco que he seleccionado. Y es que leer los relatos de un autor de Corea del Norte (creo que es la primera vez que se traduce a alguien de esa procedencia); la historia de esos dos jóvenes al final de la segunda guerra mundial que cuenta magníficamente Rothmann;  y, desde luego, esa historia de sindicalismo en la Suecia de principios del siglo XX que ha recreado alguien como Per Olov Enquist, son otras tantas experiencias que dejan huella.
Al margen de la narrativa quedan otros cinco libros. Tres tienen a periodistas como autores. Uno me ha enseñado un montón de cosas sobre una zona del mundo por la que siento mucha admiración, y algo de envidia: los países escandinavos; otro, Caparrós, me ha enseñado de todo y, sobre todo, me ha hecho gozar de su extraordinaria forma de contar las cosas; y, finalmente, me han sido muy útiles las reflexiones encargadas por Enric González a un conjunto de profesionales muy bien seleccionados. (Ya he dicho muchas veces en el blog que el periodismo es uno de los temas que más me interesan y a la vez preocupan.)
Hay también un interesante y original  libro de historia sobre cómo se vivió la segunda guerra mundial en Alemania y, para terminar, uno de esos libros que marcan y que hay momentos en que uno desearía dejar de leer por su dureza: las memorias de otra Ginzburg, en este caso rusa, que sufrió las represalias del estalinismo y que ha escrito uno de los mejores libros que he leído nunca sobre los campos de concentración.

Como todos han sido comentados ya en el blog en su momento, ahora me he limitado a mencionarlos y a dar una breve justificación de su elección.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Crítica y propuestas, pero...



“Las cifras no mienten: el dinero para llevar a cabo esta gran transformación está ahí, solo necesitamos gobiernos que tengan arrestos para perseguirlo.
En resumen, esa era nuestra visión; invertir en aquellos sectores que mejoren nuestra calidad de vida de forma tangible y que abran paso a sociedades más solidarias, en lugar de despedazarlas en el nombre de una crisis que se han inventado y que a la que han llamado austeridad. ” (p.282)

Empiezo el comentario de este libro de una forma un tanto rara, que es poniendo una cita de su parte final, porque creo que en ella está la clave de lo que en mi opinión es su máximo problema. Ese “solo” dicho así como de pasada y sin mayor análisis o insistencia, refleja la inconsistencia de las propuestas que esta activista y gran optimista canadiense nos hace para cambiar a una sociedad mejor.
En esa parte final, que es la cuarta del libro, Klein pone ejemplos de rechazo de las políticas neoliberales en Argentina, España y USA y, pensando en ellos, plantea la necesidad de ir articulando un movimiento casi omnicomprensivo de organizaciones que intentan resolver problemas aislados para buscar un mínimo común que las articule. Algo así han logrado hacer en Canadá elaborando el manifiesto con el que se cierra el libro que no deja de ser una típica recopilación de buenas intenciones.
¿No merece la pena pues la lectura de este libro? En absoluto. Conocía a la autora por el nombre y no mucho más y no había leído ninguno de sus anteriores libros que, por cierto, han obtenido buenas cifras de venta y muchas reseñas. Me imaginaba que era la típica periodista superficialmente crítica, pero me he encontrado con una fuerza de la naturaleza en las páginas que dedica a la crítica del gobierno de Trump, que es, por otra parte,  lo que ocupa la mayoría del texto. Así, en las tres primeras partes se dedica a hacer una crítica demoledora de la figura de Trump y de los gobernantes que ha ido poniendo a su alrededor. Vuelve a ideas que ya planteó en sus libros anteriores, sobre todo en No Logo y en La doctrina del shock (lo que me ha resultado muy útil ya que las desconocía). En estas páginas muestra Klein todas sus virtudes: claridad en las ideas que expone, gran agilidad para exponerlas, compromiso personal en sus opiniones y, en definitiva, ese carácter de activista que mencionaba antes.
Algunos ejemplos de lo que dice sobre el hoy presidente de los Estados Unidos:

“Es esta compleja combinación de factores lo que permitió a Trump llegar y decir: “Yo seré el defensor de los atribulados trabajadores. Yo os devolveré vuestros empleos en las fábricas. Yo me desharé de esos tratados comerciales. Yo os reintegraré vuestro poder. Yo haré que volváis a ser hombres de verdad. Libres de meter mano a las mujeres sin tener que perder el tiempo haciendo preguntas estúpidas. ¡Ah!, y la más contundente de las promesas de Trump a sus bases: “Yo os liberaré de la competencia de la gente de piel oscura, que será deportada o tendrá prohibida la entrada en el país, que será encarcelada si lucha por sus derechos”. En otras palabras, iba a devolver a los hombres blancos la seguridad que da estar por encima de los demás.” (p. 112-113)

“En mi opinión, la tragedia de Trump ya no es que ahora esté dirigiendo Estados Unidos un hombre que representa todo lo peor de cuanto puede producir la cultura, concentrada en un ser humano; es que el país tuvo al alcance de la mano la posibilidad política mejor y más esperanzadora surgida en lo que llevo de vida, por imperfecto que sea Sanders, y justo en el momento en que el reloj del clima va a dar la medianoche.” (p. 149)

Hay muchas más y otras tantas dedicadas a diferentes secretarios de su gobierno. Y frente a eso recoge una frase del historiador Howard Zinn que resume muy bien cuál es la postura de la autora:

“Lo importante no es quién esté sentado en la Casa Blanca, sino quién hace las sentadas: en las calles, en los comedores, en los pasillos de las instituciones, en las fábricas. Quién protesta, quién ocupa las oficinas y se manifiesta. Estas son las cosas que determinan lo que ocurre”. (p. 247)

Un libro de combate, pero con el lastre del que adolecen todos los libros que leo en la misma línea: o falta proyecto o el que proponen es absolutamente insuficiente y no se nombra tampoco cómo ni con quién llevarlo a cabo.
No sé si podrá tener algún éxito en Canadá; en Europa no le vaticino mucho porque los vientos que corren casi se mueven en una dirección contraria aunque, evidentemente, algo habrá que hacer.
Marta Peirano tiene  una entrevista interesante con la autora en eldiario.es y Bernabé Sarabia una reseña también interesante en elcutural.com.

Naomi Klein, Decir no no basta. Contra las nuevas políticas del shock por el mundo que queremos. Traducción Ignacio Villaro y Ana Pedrero.

domingo, 17 de diciembre de 2017

Citas últimas lecturas




Lectura, libro

Tampoco está lejos de esa idea de Kafka que, en una carta que nunca se citará demasiado, escribía: “Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo?”; y concluía, famosamente: “Un libro tiene que ser un hecha que rompa el mar de hielo que llevamos dentro.”
Javier Cercas, El punto ciego


Suicidio

Hay una envidia del suicida, como se envidia al que se despide de un trabajo odioso haciendo un corte de mangas al jefe. No se le perdona que tome la última palabra y niegue al mundo el derecho a réplica.
Sergio del Molino, La mirada de los peces


Revolución

Una revolución no puede considerarse como un bloque a menos que la veamos de lejos; si la vivimos, puede compararse con un torrente que acarrea a la vez, violentamente, lo mejor y lo peor y trae forzosamente verdaderas corrientes de contrarrevolución. Se ve conducida a recoger las viejas armas del antiguo régimen, y esas armas son de doble filo. Para ser servida con honestidad, debe ser incesantemente puesta en guardia contra sus propios abusos, sus propios excesos, sus propios crímenes, sus propios elementos de reacción. Necesita pues vitalmente la crítica, la oposición, el valor cívico de sus realizadores.
Victor Serge, Memorias de un revolucionario


Abstención

“El mayor castigo por no querer participar en política es acabar gobernado por personas peores que uno”.
.Platón, La República citado en
 Guy Standing,  La corrupción del capitalismo


Socialismo

“El socialismo integral no es un ataque contra abusoso específicos del capitalismo, sino contra la realidad. Es un intento de abolir el mundo real, un intento condenado a largo plazo pero que durante dierto periodo consigue crear un mundo surreal definido por esta paradoja: la ineficacia, la penuria y la violencia aparecen en él como el bien supremo.”
Martin Malia citado en
Emmanuel Carrère, Conviene tener un sitio adonde ir


Lectura

Está bien haberlo leído todo de un autor y releerlo ociosamente, como quien deambula por una casa familiar.
Emmanuel Carrère, Conviene tener un sitio adonde ir


Matrimonio

El peor problema del matrimonio no es el matrimonio en sí mismo sino las complicaciones cuando uno quiere disolverlo. Las discusiones por el dinero –aunque haya poco-, los bienes, lo que se queda uno y el otro.
Claudia Piñeiro, Las maldiciones

Novela argentina sobre la "nueva política"




“Claudia Piñeiro siempre descubre los thrillers latentes en el mundo que nos rodea. Pero, hasta ahora, no había hablado del poder. Las maldiciones salda brillantemente su deuda.”

Lo que se cuenta en la contraportada del libro y esta frase de Santiago Roncagliolo, un escritor que me gusta mucho y de cuya opinión me fío, reproducida por la editorial en la solapa son lo que me decidieron a comprarlo y leerlo casi inmediatamente.
Un acierto. Se trata de una lectura muy adictiva. Piñeiro ha construido un auténtico thriller que se desarrolla en el mundo de la política en Argentina, pero que puede tener valor casi universal; basta leer los siguientes fragmentos:

“En el movimiento del dinero físico, de los billetes –e incluso en algunas cuentas clave- siempre tiene que haber alguien que pueda saltar por el aire como un fusible ante una investigación que, según soplen los vientos del poder, puede ser despiadada. (p. 91)

“Los líderes políticos, él bien lo sabe, aun los que arrastran consigo las mayores pasiones, pueden ser autoritarios, manipuladores, sádicos, arbitrarios, perversos, mentirosos, incluso deshonestos o corruptos. Hasta incapaces” (p. 243)

¿Verdad que tienen altas resonancias por nuestros pagos?
La novela cuenta la historia de dos personajes principales, uno, el político en el que refleja algunas de las características que acabo de citar y otro, alguien que llega a ese mundo por casualidad, y que se ve implicado en un asunto que da lugar a la trama principal. En la novela hay, además, una serie de personajes secundarios muy bien caracterizados del que me gustaría destacar, quizá por cierta afinidad personal, al tío del protagonista, un viejo radical alfonsinista, de Raúl Alfonsín, del que cita muchas frases realmente inspiradas.
En capítulos que se van intercalando aparecen también las notas que una periodista, La China, está preparando para escribir un libro sobre La maldición de Alsina, notas en las que nos cuenta un montón de cosas sobre el tema de las maldiciones y las supersticiones que, aunque a veces rompan un poco el desarrollo de la trama, son muy curiosas e interesantes.
Como decía antes, la novela tiene una construcción muy precisa. Hay saltos en el tiempo mediante bien pensados flash backs y un  uso de la tercera persona alternando con la primera que da mucha verosimilitud y cercanía al relato. Además, usa muy bien el lenguaje coloquial argentino y sus giros peculiares.
Una novela de esas de las que es difícil separarse aunque sea por un rato. Tremendamente entretenida y muy interesante por el tema y la forma de tratarlo. Muy recomendable. 
Como es una escritora que no conocía ya estoy buscando libros anteriores.
En pagina12.com hay una buena entrevista de Silvina Friera con la autora.

Claudia Piñeiro, Las maldiciones

jueves, 14 de diciembre de 2017

Buen descubrimiento



No hace ni un mes que hacía la entrada en el blog comentando el segundo libro publicado por esta nueva editorial. Ahora lo hago con el primero.
Al igual que el anterior, se trata de un autor del que hasta ahora no se había traducido nada en nuestro país y, por lo leído, parece que es una pena. La novela la escribió Meckert en 1937, cuando tenía apenas veintiséis años, aunque no se publicó en Francia hasta 1941. Está escrita como si se tratase de una confesión, o incluso de una autojustificación, en la que Félix, el protagonista, relata en primera persona el proceso de conocimiento, enamoramiento y matrimonio con  Paulette, su mujer y coprotagonista de la historia, así como, y esta es la parte más interesante y mejor expresada de la obra, los posteriores conflictos con malos tratos incluidos.
En la primera parte asistimos a las relaciones con diferentes miembros de la familia de ella que no aportan demasiado a la historia más allá de ir conociendo a los dos protagonistas. En este sentido es interesante la visión que tiene Félix de la que será su mujer: “Paulette era una verdadera joya. Cocinera, costurera, nada perezosa, profundamente enamorada y nada tonta, tanto mejor.” (p. 99).
También conocemos el trabajo de Félix y, de alguna manera, ciertas condiciones de la clase obrera de esos momentos (por ejemplo, los problemas con la vivienda). En este sentido, es interesante la asistencia de ambos a una manifestación y posterior fiesta de los comunistas que llevan al narrador a decir:

“Era la primera vez que Paulette asistía a una manifestación. Se quedó fascinada. No había risas sardónicas, ni mandíbulas crispadas ni ojos de rabia, esos fantasmas que imaginan los burgueses.” (p. 132)

“Estimular el entusiasmo, excitarse, en eso consistían los mítines, aquellas ferias de la política. Te dejabas la garganta y los pulmones, y te levantaba un poco el ánimo. Era un intermedio, el debido reposo. Era incluso, puestos a decir, una válvula de escape. Evacuabas el vapor, eso era todo.” (p. 133)

Sin embargo, poco a poco y sin que sepamos muy bien el porqué, la relación empieza a deteriorarse y se inician los malos tratos. Esta parte de la obra está magníficamente contada y es una de las pocas veces que he visto este tema tratado en una novela. Además, Meckert utiliza un lenguaje muy adecuado en cada uno de los momentos y, desde luego, en los de máxima crudeza.
En la reseña hecha en el blog lectoravergonzado.blogspot.com se afirma con bastante acierto:

El pensamiento de Félix, ese soliloquio que mantiene consigo mismo, está conformado por oraciones sonoras que parecen golpes. Cada frase es un choque contra el mundo, contra sí mismo. Esa batalla constante que mantiene es la que hace que el lector no pueda permanecer impune, y aunque sabe que las acciones que comete no pueden ser justificadas, siente cierta compasión por él. Extraña sensación."
Una espléndida novela, de esas que se recuerdan por sus personajes y su historia.

Jean Meckert, Los golpes. Traducción Javier Bassas Vila.

martes, 12 de diciembre de 2017

Ravel visto por Echenoz



Apenas han pasado tres semanas desde que hacía la entrada en el blog con el comentario de Correr, la primera novela que leía de Echenoz y ya avisaba de que no sería la última. Efectivamente, aquí tenemos la segunda y tendría que repetir muchas de las cosas que decía en el comentario anterior. Parece que el autor ha hecho una especie de trilogía sobre personajes peculiares de los que cuenta cosas de diferentes momentos de sus vidas sin que sean una biografía ni nada que se le parezca. En este caso se trata del músico francés que ha pasado  a la historia por su famoso Bolero, una pieza tan repetitiva como atrayente. Recuerdo haber visto hace muchísimos años al ballet de Maurice Bejart en un montaje sobre esta pieza que dejaba con la boca abierta.
Tomo de la reseña de Francesc Bon en unlibroaldia.blogspot.com la magnífica síntesis que hace de la caracterización que el Echenoz hace del músico:

“Formidable recreación, donde se nos muestra al músico en sus diversas vertientes, todas ellas que cuadran mucho con el concepto de excentricidad tan atribuido a los genios: caprichoso, despótico y a veces desconsiderado con cierta corte de aduladores que encajaba hasta los peores desprecios como parte del paquete. Narcisista, obsesionado hasta lo enfermizo por su vestimenta y su calzado, fumador empedernido de Gauloises, evanescente, de aspecto frágil pero elegante, de salud precaria y largo historial de enfermedades desde la juventud.” 

El libro recoge los diez últimos años de la vida de Ravel con un largo viaje a los Estados Unidos para ofrecer varios conciertos. Hay cosas que son reales y otras más o menos inventadas por el autor y, en todo caso, una estupenda recreación literaria. Hay quien, como JoséAntonio González Fuentes en ojosdepapel.com, le critica una cierta superficialidad: 

“Estamos ante un despliegue efectivo y plausible de piel, pero se echa de menos la carne que debería haber debajo, la sangre roja que debería recorrer todo el artefacto. Es una narración muy de nuestra época. Mucho aparataje externo empleado en voz baja y engañosamente lacónico. Es un fuego de artificio que presume con falsa modestia de su carencia de colores.” 

Puede que sea así, pero yo tengo que reconocer que disfruto mucho con lecturas como esta que me atrapan y que, por su escasa extensión, puedo leer de un tirón.

Jean Echenoz, Ravel. Traducción Javier Albiñana.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Historia de una casa (y mucho más)



Hace algo más de dos años decía en una entrada del blog en la que comentaba Hanns y Rudolf, el primer libro de Harding que se publicaba en España: “Un libro muy entretenido pero mucho más que eso: original en su planteamiento, instructivo sobre la vida en aquellos difíciles momentos y extraordinariamente bien estructurado y narrado (se nota la profesión periodística de su autor).”
No es que me guste autocitarme, pero es que tras la lectura de La casa del lago, tengo que decir al menos lo mismo.
Harding no solo sabe elegir muy bien los temas sino, sobre todo, sabe tratarlos de forma magistral. En este caso nos cuenta la historia de una casa (que, además, en algún momento tuvo que ver con miembros de su familia) en las afueras de Berlín, desde que fue adquirida la propiedad y construida a principios del siglo XX, hasta que en la actualidad se está convirtiendo en una especie de museo. 
Por ella pasarán varias familias, cinco en concreto, de diferente extracción y procedencia: desde los judíos del principio, a algún nazi a continuación para terminar, cuando tras la separación en dos de Alemania queda perteneciendo a la RDA, en manos de quien durante un corto periodo de tiempo colaboró con la Stasi (la temida y omnipresente policía política de ese país). Asistimos así como trasfondo a la historia de Alemania a lo largo de todo el siglo pasado con la peculiaridad de que la vemos a través de lo que les va sucediendo a los miembros de estas familias y también a la pequeña comunidad en la que está enclavada la casa.
Si por un lado vemos de qué manera afectan a la familia las leyes antijudías o la llamada “Noche de los cuchillos largos”; por otro, se explican  las protestas que se produjeron en la RDA en 1953 con más de 50 muertos; no podía faltar, claro, la construcción del muro en torno a la ciudad de Berlín que, además, pasaba a apenas 30 metros de la casa y hacía que sus habitantes no tuviesen acceso al lago; y, obviamente, tampoco su derribo y la conversión de Berlín en una ciudad sin divisiones.
Extraordinariamente bien narrada y con una gran agilidad narrativa, vamos conociendo a un montón de propietarios o inquilinos, sus problemas y su forma de solucionarlos, sus amores y sus decepciones. 
Libro difícil de catalogar pues tiene elementos de reportaje periodístico, de investigación histórica, de documental y, desde luego, todo ello recreado literariamente. El autor ha utilizado todo tipo de fuentes y lo que quizá resulte más sorprendente de su obra es lo bien que las integra todas (incluyendo las fotografías con las que de vez en cuando acompaña el texto).
Un libro muy recomendable porque tiene un poco de todo y, sobre todo, porque es muy original.

Thomas Harding, La casa del lago. Berlín. Una casa. Cinco familias. Cien años de historia. Traducción Alejandro Pradera.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Una novela de espías que no lo es



“La pericia de Nguyen puede compararse con la de maestros como Conrad, Green y le Carré.” “Un clásico moderno de la ficción bélica.” “El simpatizante se lee en parte como ficción histórica, en parte como thriller de espionaje y en parte como sátira.”

Comienzo el comentario del libro reproduciendo estas frases que extraigo de las que pone la editorial en la solapa y que recogen fragmentos de críticas hechas en la prensa estadounidense. Gracias a la contraportada y a frases como las reproducidas me decidí por la compra del libro.
Como casi todo en la vida, lo importante son los matices y en este caso tengo que hacer varios. Creo que no le hacen ningún favor al autor si lo comparan con John le Carré porque ni en el tema ni en la forma de desarrollar una novela tiene nada que ver; El simpatizante puede ser muchas cosas, de hecho es un libro difícilmente clasificable, pero desde luego no es un libro de espías aunque sí lo sea su omnipresente protagonista. Tampoco creo que se trate de una ficción bélica, aunque sus protagonistas sean militares (el General, el capitán canoso, el teniente apático, el comandante) y hayan combatido en la guerra del Vietnam. Creo que lo más acertado es decir que se trata de una sátira social y política con el trasfondo de esa guerra y el pretexto del espionaje.
En esa sátira salen bastante malparados los Estados Unidos tanto por sus políticas globales y la visión que han ofrecido de ellas,  como por el trato dado a los refugiados e inmigrantes. En las muchas páginas dedicadas a este tema está lo mejor de un libro tremendamente irregular.
Dos fragmentos que son un buen ejemplo:

”A fin de cuentas, no había nada más americano que empuñar una pistola y comprometerse a morir por la libertad y la independencia, salvo quizá empuñar aquella misma pistola para quitarle a alguien su libertad y su independencia.” (p. 272)

“Fuera se extendería una campo enorme de golf de esos que necesitaban más agua que una ciudad del Tercer Mundo, donde varios cuartetos de viriles banqueros practicaban un deporte cuya habilidad con el palo requería al mismo tiempo la fuerza bruta y bélica necesaria para destripar a los sindicatos y los delicados golpes de gracia de la evasión fiscal.” (p. 311)

El inicio del libro es realmente espectacular y Nguyen es capaz de describir los últimos momentos de la toma de Saigón por parte del vietcong, así como la huida de los norteamericanos de una forma magnífica y tan cinematográfica que parece que el lector está allí presente. Luego irá desarrollando otros temas haciendo gala de una gran ironía y sentido del humor en muchos momentos, pero también hace que a veces la lectura se convierta en algo muy farragoso y le cueste concluir algunas historias. Hay momentos muy graciosos como la práctica del bestialismo con un clamar, pero también los hay muy lúgubres sobre todo en el tramo final. 
Creo que es su primera novela, pero en todo caso da la sensación de que quiere abordar todos los temas y dejar en todos su impronta lo que resulta un tanto excesivo.
¿Recomendable? Como a mí me ha parecido bastante irregular, prefiero dejar dos críticas muy completas y favorables: la de Francesc Bon en unlibroaldia.com y la de Philip Caputo (The New York Times Book Review) reproducida en elcultural.com.


Viet Thanh Nguyen, El simpatizante. Traducción Javier Calvo

jueves, 30 de noviembre de 2017

Para conocer mejor a E. Carrère


Desde que supe de la existencia de este libro en su original francés, esperaba la traducción y la edición por esta, por tantos conceptos,  gran editorial que es Anagrama. Ha llegado el momento y todas las expectativas han sido satisfechas.
Se recogen en el libro treinta y tres escritos de Carrère que abarcan un extenso período de tiempo, pues van desde 1990 a 2015. Hay crónicas periodísticas, crítica literaria,  prólogos de libros,  alguna conferencia y hasta un texto inédito. Los temas son muy variados y cubren desde la crónica negra, a una serie escrita para una revista italiana sobre sexo, pasando por textos sobre Daniel Defoe o Leo Perutz y, sobre todo, muchos escritos en los que ya aparecen las ideas que plasmará en muchos de sus libros.
A lo largo de sus más de 400 páginas vemos al mejor Carrère, a ese escritor capaz de contar historias de una forma original y en la que a la precisión se une una gran implicación personal que contagia al lector. En este aspecto el artículo La vida de Julie, publicado en 2011 y en el que incluye fotografías de la protagonista, me ha parecido realmente emocionante tanto por la tremenda historia que cuenta de la vida de esta politoxicómana, como por la forma en que lo hace.
Cualquier lector puede disfrutar con este libro, pero desde luego es imprescindible para los seguidores del autor porque podemos ver los antecedentes de varios de sus libros. Así hay más de un artículo sobre Romand, el protagonista de El adversario; también más de uno sobre Limónov, el protagonista del libro homónimo; referencias al cáncer que le llevó a escribir Vidas ajenas, su libro que más me ha emocionado; por supuesto, se habla en varios artículos de los viajes que terminaron en Una novela rusa; y hasta aparece algo de su última historia y, dicho sea de paso, la única que no me ha gustado, El Reino.
Pero por si esto no es bastante, también he logrado entender algo de la política actual en Rusia gracias al artículo Generación Bolotnaya; me he interesado por un par de libros de Orlando Figes sobre la revolución rusa; he tenido una visión más completa de la que se daba en la película Enigma sobre Alan Turing; y finalmente, en el capítulo con el que termina el libro, El hombre del dado, me he enterado de una curiosa historia de un libro y su autor, un británico que vive en Mallorca.
Todo ello, además, contado con el estilo característico  de Carrère en el que se aúnan la fluidez con la precisión y la profundidad y que le hacen ser, hoy por hoy, el mejor exponente de la literatura de non fiction, como el propio autor la define en una par de ocasiones, también llamada faction o ficción documental.
De la interesante reseña de Rafael Narbona en elcultural.com, destaco el siguiente fragmento que es una buena síntesis:

“Carrère no prolonga la tradición francesa de la prosa altamente elaborada y con resonancias filosóficas. Está más cerca del periodismo y lo estrictamente narrativo. Sus textos fluyen con enorme naturalidad, con una mezcla de sinceridad, ironía y compasión. Conviene tener un sitio adonde ir puede leerse como la crónica de una época dominada por el desengaño y la incertidumbre, pero que aún cree en las palabras como lugar de encuentro.”

También puede resultar útil leer la entrevista de Alex Vicente con el autor en elpais.com.
Aunque ya lo he dicho antes, quiero insistir en la recomendación de este magnífico libro para cualquier aficionado a la literatura.

Emmanuel Carrère, Conviene tener un sitio adonde ir. Traducción Jaime Zulaika.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Un buen escritor polaco




Es habitual desde hace ya tiempo que gran parte de la mejor literatura que se traduce y publica venga de la mano de pequeñas editoriales. Algunas han tenido luego un importante crecimiento. Estoy pensando en ejemplos como: Impedimenta, Errata Naturae, Sajalin, Periférica, Funambulista y un largo etcétera, entre las que contamos también desde ahora con Las afueras en la que se publica el libro que comento.
Además, para los que nos interesa y gusta la literatura de la Europa central y oriental, son muy importantes porque algunas de ellas, junto con otra ya muy grande y consolidada como Acantilado, están poniendo a nuestro alcance muchas obras de esa procedencia.
Kornel Filipowicz es un escritor polaco totalmente desconocido en España ya que no se había traducido nada de su obra a pesar de que consta de más de treinta libros. Dice la editorial en la solapa del libro, que quizá parte de su desconocimiento fuera de su Polonia natal se deba a haber estado un tanto a la sombra de su mujer que fue Premio Nobel de Literatura. 
Sea como sea, aquí está su primera aparición en España y hay que agradecerla porque, en apenas 120 páginas -parece ser que este escritor cultivaba, (Filipowicz murió en 1990) principalmente la prosa breve-, nos regala una historia magníficamente contada que constituye además un buen retrato de la vida en una pequeña población a principios de los años sesenta. Escrita con un lenguaje muy claro y yendo a lo fundamental, la historia se lee prácticamente de un tirón y se disfruta.
Dice la editorial en la contraportada que traerá a la memoria “alguno de los mejores libros de Natalia Ginzburg y Carmen Martín Gaite”. Creo que la segunda creaba historias más intimistas y la primera hacía intervenir a más personajes, pero es cierto que hay algo de ellas.
Hay una buena reseña de Manuel Hidalgo en elcultural.com en la que cuenta un poco la historia que se narra.


Kornel Filipowicz, Un romance de provincias. Traducción Teresa Benítez