jueves, 26 de septiembre de 2019

Figuras del jazz



Ante la escasez de libros que traten sobre una de las músicas más importantes del siglo xx se agradece la publicación de cualquier libro y más si, como es el caso, se trata de entrevistas a varios de los mejores  intérpretes y creadores de esta música.
Sidran, él mismo pianista y compositor, se dedicó a entrevistar para un programa de radio en la segunda mitad de los ochenta  a un buen plantel de músicos en el que están, entre otros: Miles Davis, Keith Jarret, Art Blakey, Wynton Marsalis, Paul Motian o Carla Bley.
A diferencia de otros libros en los que también se escribe sobre figuras del jazz, en este, aunque no hay ni contrabajistas ni guitarristas, sí que están bastante bien representados varios instrumentos con una mención especial a la batería con nada menos que cuatro participantes de un total de quince.
Hay músicos de diferentes tendencias, pero todos tienen en común que hablan casi exclusivamente de música y con un nivel que lleva en muchos momentos a que alguien profano como yo se pierda totalmente. Hay bastantes preguntas y respuestas que se centran en aspectos muy técnicos con alusión a las notas que se tocan y a la forma de hacerlo. Ahí yo no lo puedo seguir, pero no importa porque a continuación sí tratan otros aspectos muy interesantes. Así me gustaría destacar la enorme vitalidad que todos manifiestan, la riqueza de unas vidas dedicadas en exclusividad a la música, la cantidad de cambios de agrupaciones musicales en las que han participado y con ello de amistades que han forjado, la intensidad con la que han vivido, etc. Todo ello no deja de provocar una cierta envidia.
Evidentemente se leen muchas cosas interesantes y novedosas, al menos para mí, entre las que destacaría: todo lo que  explica Blakey sobre la batería,  lo que cuenta Motian sobre su época con Bill Evans (esto lo he leído con particular emoción dada mi absoluta predilección por este pianista), las explicaciones de Marsalis sobre los aspectos técnicos de la improvisación grupal y el papel de cada instrumento, la intervención de un ingeniero de sonido como Van Gelder hablando de la grabación o, desde otro punto de vista, ver la precocidad de gente como Carla Bley.
En definitiva, un libro que cualquier aficionado al jazz disfrutará y si tiene conocimientos de música podrá además aprender muchas cosas muy interesantes.
Hay dos buenas reseñas: una de Juan Alberto Crasci en artezeta.com.ar y la otra de Sergio Pujol en pagina12.com.ar. Como se ve ambas en prensa argentina seguramente porque el libro está editado en ese país.


Ben Sidran, Talking Jazz. Una historia oral. Traducción Ana Kauffmann y Nicolás Pasetti.


martes, 24 de septiembre de 2019

Un best seller de vez en cuando



Vaya por delante que no soy lector de best sellers y no por elitismo sino simplemente porque me suelen aburrir. La única excepción creo recordar que ha sido la de la saga Millenium. Este libro de Dicker lo estuve viendo meses y meses en los expositores principales de todas las librerías y no me animé, pero con el paso del tiempo y la edición en bolsillo lo terminé adquiriendo y lo he tenido pendiente hasta ahora.
Sobre la historia que se cuenta en el libro apenas comentar que en 1975 desapareció en un pequeño pueblo del nordeste de los Estados Unidos una joven de 15 años. En 2008 se encuentra el cadáver en el jardín de una casa ocupada por un escritor, Harry Quebert, que, además, mantuvo una breve relación con la joven. En ayuda de Quebert, acusado del asesinato,  acude Marcus Goldman que fue discípulo suyo en la universidad en 1998. Goldman es un escritor de éxito reciente al que encargan un libro sobre lo que pasó.
Esta es la base, muy sintetizada, de este thriller.
Además de los mencionados hay varios personajes secundarios importantes; policías que llevaron el caso en su día y otros que lo llevan ahora, la familia de la desaparecida, los propietarios de una cafetería, un bibliotecario, el abogado de Quebert, un rico que es el dueño de la casa que habita Quebert y luego Goldman, etc. Los suficientes para poder ir dando pistas sobre los posibles asesinos.
La novela está escrita con gran agilidad y con un ritmo muy dinámico y constante. Va alternando los dos momentos, 1975 y 2008, con bastante acierto y de forma que el lector siempre se entera perfectamente de lo que le están contando. Hasta aquí lo mejor del libro y lo que hace que resulte bastante entretenido y que no cueste a pesar de sus casi 800 páginas.
Sin embargo, creo que tiene dos aspectos que no le favorecen. Por un lado, se tiene la impresión de que se está leyendo un texto de diseño, esto es, un texto en el que las piezas van encajando porque Dicker así lo diseñó lo que le lleva, sobre todo en la parte final, a ir dando giros de guion constantes. Por otra parte, se tiene muy poca información de la mayoría de los personajes a pesar de la extensión del libro. Alguno, como sucede con  la madre de Goldman que  tiene un par de escenas realmente horribles en su tratamiento, es francamente mejorable, y hay que decir también que las mujeres no salen muy bien paradas en el libro.
La editorial, en la nota que da sobre el autor, dice que la novela ha sido “descrita como un cruce de Larsson, Nabokov y Philip Roth”. No dudo de que haya alguien que lo haya dicho, lo que sí pongo en duda es su capacidad intelectual, o puede ser que lo haya hecho bajo la influencia de alguna sustancia o líquido. Por el género sí se podría comparar con Larsson, pero hay que reconocer que el autor sueco hace buena literatura y que Dicker es capaz de hacer una buena construcción y contarla, que no es poco sobre todo para alguien tan joven, pero nada más.
No sé si es el propio Dicker el que se quiere curar en salud cuando pone lo siguiente en referencia a Goldman:

“- (…) Tú eres un escritor, digamos…moderno. Gustas porque eres joven y dinámico…Y estás de moda. Eres un escritor de moda. Eso es. La gente no espera que ganes el Premio Pulitzer, les gustan tus libros porque estás en boga, porque les entretienen, y eso también está muy bien.
-        ¿Así que eso es lo que piensas? ¿Que soy un escritor entretenido?”
 (p. 465)

Un libro que me ha entretenido más de lo que esperaba, pero que me confirma en mi opinión de siempre sobre este tipo de literatura: se puede leer alguno cada cierto tiempo (eso sí, medido en años).
Hay una interesante reseña de Víctor M.González en revistagq.com y una entrevista de Lola Galán en elpais.com en la que creo que queda más claro lo de Roth.


Joël dicker, La verdad sobre el caso Harry Quebert. Traducción Juan Carlos Durán Romero.







lunes, 23 de septiembre de 2019

ANDAMIO


Buena cosecha en general y variada procedencia que es algo que me gusta especialmente.

Películas


Íntima convicción. Película francesa basada en hechos reales. Ha tenido muy buenas críticas, pero a mí no me parece tan buena. La visión que da de la justicia francesa da la impresión de que es un poco caricaturesca, más allá de que pueda haber más de un reflejo de la realidad y, sobre todo, el personaje de ficción que ha creado para llevar el peso de la trama me parece totalmente inverosímil. Tiene buenos momentos y es interesante, pero no es para tanto.


Quien a hierro mata. El cine español lleva tiempo demostrando que el thriller es el género que mejor domina. Esta película es una buena muestra de ello. A partir de un buen guion, se narra muy bien la historia, con el ritmo adecuado y con unas interpretaciones que elevan el nivel de la película sobre todo  por algunos papeles secundarios. Merece la pena verla.


Long shot. Comedia romántica estadounidense. Resulta entretenida y a veces divertida. Como la protagonista es la Secretaria de Estado que, además, se quiere presentar a la presidencia del país, la película tiene algunos toques políticos curiosos.


Blinded by the Light. Una película británica que se desarrolla en la segunda mitad de los ochenta y trata el tema de la integración de los pakistaníes en clave de comedia y de comedia musical en algún momento. Algunas críticas hablan de que resulta un tanto edulcorada, puede ser, pero yo he pasado un buen rato e incluso entiendo la presencia de algún breve discurso que es algo que suelo rechazar en el cine.


Ad Astra. Una película de ciencia ficción con unas críticas magníficas tanto en Estados Unidos como en España. No soy aficionado al género, pero he visto las que se consideran más importantes con resultados generalmente positivos. En este caso tengo que decir que hacía tiempo que no me aburría tanto en un cine y que le sacaba tantos defectos a un guion. A lo mejor es que no era mi día, pero es lo que sentí ayer



Series



Big Little lies. Segunda temporada de esta serie estadounidense. Tiene siete capítulos y resulta más o menos entretenida con algún momento interesante relacionado con el tema del maltrato a las mujeres. Está hecha sobre todo para el lucimiento de sus intérpretes y aparece un juicio al final bastante poco creíble. Tal y como termina podría parecer que no continuará, pero conociendo la capacidad de los guionistas de ese país para buscarle las vueltas a todo seguro que sí lo hará.


Ártico. Serie finlandesa con diez episodios. Se trata de un thriller con un buen comienzo pero que a partir del capítulo cinco decae mucho por problemas de guion que plantea situaciones un tanto absurdas. Como thriller nórdico tiene muy buenos paisajes aunque abusa demasiado de ellos. Protagonista femenina y algunos apuntes familiares interesantes, pero mucho más floja que otras series nórdicas. Prescindible.


Hierro. Mi afición por las series españolas es prácticamente nula. Vi Félix porque tenía muy buenas críticas y no me gustó. En el caso de Hierro me ha movido a verla el hecho de haber recorrido la isla hace unos años y haber disfrutado de sus extraordinarios paisajes.


La serie es un thriller compuesto por ocho capítulos. Reúne los elementos habituales del género en un guion bastante bien construido, con unos buenos actores y una dirección que da un buen ritmo a la narración. Además, el paisaje, como no podía ser de otra forma, es muy protagonista. Me ha recordado más a las series nórdicas que a las británicas. Es un producto con un buen nivel general.


La voz más alta. Miniserie estadounidense de siete capítulos. Cuenta los momentos más destacados de la carrera de Roger Ailes, el creador y director ejecutivo de Fox News. Desde luego no se puede decir que sea una visión muy positiva del personaje sino que, bien al contrario, se da una imagen bastante cruda desde su idea del periodismo (mejor manipular que informar) hasta los casos de acoso sexual de los que fue acusado. Magnífica interpretación y buen guion. Se basa en un libro y varios artículos que escribió un periodista.


Luther. Quinta temporada de esta serie de la BBC que tiene como protagonista a un peculiar policía interpretado por Idris Elba que hace una buena creación del personaje. Es entretenida pero queda lejos de las buenas series policíacas británicas.


Una familia unida. Serie sueca en 10 capítulos. Comedia sobre la vida de una familia extensa (llaman así a la formada por una pareja con hijos de matrimonios anteriores) y la relación con las anteriores parejas. Temas interesantes, buenas interpretaciones y la ventaja de conocer cómo se plantean las cosas en esa sociedad. Entretenida e interesante.


miércoles, 18 de septiembre de 2019

Citas últimas lecturas


Revolución


Lo temible de toda revolución es su triunfo, el momento que la enfrenta con la necesidad de dar a sus palabras hechos, realidad a sus propósitos. Es el momento de júbilo fatal que (casi) ninguna revolución ha podido sobrellevar.
Martín Caparrós, Larga distancia


Leer


Entre todas las razones que tenía para querer crecer estaba la de tener derecho a leer todos los libros.
Annie Ernaux, La mujer helada


Dinero


(…) el dinero es menos importante que el control de esfínteres.
Jorge Fernández Díaz, Mamá



Información, periodismo



Aunque sintiera la misma vocación de mis inicios, no tengo idea de qué haría en esta jungla de medios concentrados, grandes corporaciones y fondos de inversión. Cómo me ganaría la vida con la precariedad, los contratos basura, los despidos baratos. Ahora el asunto no es quién te lee, sino quién te financia. Ese es tu público, La gente ya no quiere pagar por la mejor información. Pueden gastar fortunas en esos aparatos donde leen. Pero por lo que están leyendo, ni un centavo. El presupuesto de un periódico no sale de su audiencia. Algún día inventarán los medios de comunicación sin público.
Andrés Neuman, Fractura



Edad



Nada daña más nuestra felicidad, decía, que el recuerdo de nuestra felicidad. No estoy segura de si es verdad. ¿A qué edad lo escribió? A veces los viejos sólo somos felices recordando. Por eso terminamos escondiendo los peores recuerdos debajo de la alfombra. Al fin y al cabo, hay una sola cosa segura. Que este presente, esta edad mía, es la única de mi vida que no veré con distancia. No voy a poder acordarme de ahora.
Andrés N


Edad



“Yo, a mi edad, más que una persona soy un período histórico.”
(Palabras de la bisabuela del autor.)
Andrés Neuman,  Una vez Argentina



Vejez


La vejez se convierte en una visión progresivamente incómoda para sus testigos, un futuro contagioso al que no conviene acercarse demasiado.
Andrés Neuman,  Una vez Argentina


martes, 17 de septiembre de 2019

Un retrato curioso y original




Ante un libro de 333 páginas dedicadas a un pianista de música clásica argentino, Bruno Gelber, del que desconocía totalmente su existencia, solo había una razón para animarme a leerlo: su autora. Hace algo más de un año la descubrí a partir de un libro realmente magnífico, Una historia sencilla. Desde entonces he leído algunos artículos suyos y me parece una grandísima periodista, en la tradición de gente de su país como mi admirado Martín Caparrós.
Dice de ella Juan José Millás en la reseña de este libro en elpais.com:

Leila Guerriero construye arquitecturas verbales en las que uno se quedaría a vivir. Sus libros están llenos de pasillos, salones, cámaras, escaleras o cuartos trasteros por los que el lector deambula asombrado, abandonándose a una sintaxis capaz de descubrirle los secretos más recónditos del corazón humano. Nunca ha escrito ficción, solo crónicas, columnas de opinión, perfiles…”

En este caso se atreve, tal y como reza en el subtítulo, con el retrato de un personaje muy peculiar tanto por su historia como por su personalidad. Gelber está considerado como uno de los cien mejores pianistas del sigloXX. Ha dado más de cinco mil conciertos en 54 países y sus interpretaciones de algunos conciertos de Brahms o Beethoven están entre las consideradas mejores por parte de la crítica especializada.
Dio su primer concierto a los cinco años. Padeció después la poliomelitis que le dejó secuelas en su pierna izquierda. Vivió 25 años en París, luego en Mónaco y, finalmente, retornó a Argentina. Vive en Buenos Aires en el popular y algo degradado barrio Once en una mansión con una decoración bastante recargada.
Guerreiro se estuvo reuniendo con él a lo largo de un año a partir de septiembre de 2017. Además ha utilizado algunas entrevistas hechas para la radio, la televisión y alguna revista. También, de vez en cuando, reproduce algunas críticas, tanto positivas como negativas,  sobre sus interpretaciones. Ha complementado la información con entrevistas a algunos de sus colaboradores y amigos. De todo ello queda constancia en el texto, así como de varias cenas que se desarrollaron en la casa de Gelber de las que reproduce las conversaciones, imagino que tras haberlas grabado con el consentimiento de los participantes, sean estas más o menos interesantes.
El papel de la autora es fundamentalmente el de notaria de todo lo que ve. Obviamente, en las entrevistas con Gelber pregunta, pero de manera que lo que hace es dar pie para que el pianista se explaye, algo por otra parte fácil de lograr dada la capacidad de hablar que demuestra a lo largo de todo el libro.
Solo de vez en cuando intercala algún texto como el siguiente:

“Él habla como cualquier persona de clase media normal que ve la telenovela. Está más interesado en la vida de la nieta de Mirtha Legrand que en cómo estuvo tal director.” (p. 185)

Con todo construye un libro que a mí me ha parecido apasionante, no tanto por la vida y la figura de Gelber, que en parte también, sino sobre todo por la capacidad de la autora de organizar la información y de irla transmitiendo para que vayamos conociendo al personaje o, al menos, lo que este se deja porque como dice casi al final:

“Un hombre de setenta y seis años artificiosos, reiterativo, dueño de un arte magistral, preocupado por la línea de las cejas. ¿Qué es esto? Se acaba el tiempo para averiguarlo.” (p. 312)

Bueno, algunas cosas sí se conocen: su obsesión por la estética, tanto la propia como la de la gente que le rodea; su extravagancia; la dificultad para  compartir el espacio vital; su desacuerdo con el matrimonio igualitario y con el hecho de que personas  del mismo sexo se besen en público; su pasión por la amistad y el fervor por el protocolo del que es un reputado experto; un cierto aristocratismo y dandismo que, sin embargo, no le impide vivir en el barrio en el que vive; algo tan chocante para la autora como el desconocimiento de la existencia de las tortas fritas, el locro o el popular tango Por una cabeza, tres cosas muy populares en su país; etc. etc. etc.
¿Se termina de conocer al personaje al final del libro? Seguramente, como se ha visto que  reconoce la propia Guerriero, no del todo. Hay aspectos de su vida, su persona y su forma de entender algunas cosas que no se llegan a tratar seguramente porque no haya querido Gelber. No importa, desde luego yo como lector no pretendía conocer en profundidad al personaje. Mi pretensión era disfrutar con una historia tan bien contada y con tantos matices por parte de una periodista que es también una muy buena escritora.
Aparte de recomendar la lectura, recomiendo también ver en You Tube alguna entrevista con Guerriero sobre el libro y alguna interpretación de Bruno Gelber; merece la pena.
Ayer mismo comencé Plano americano, el libro de entrevistas que publicó hace poco la  misma editorial.

Leila Guerriero, Opus Gelber. Retrato de un pianista.





jueves, 12 de septiembre de 2019

Dura lectura sobre el Alzheimer



Si los libros de Ernaux son esencialmente autobiográficos, este lo es exclusiva y plenamente. La madre tuvo Alzheimer y estuvo primero en casa de la hija y luego en una residencia y un hospital. De su estancia en este último surge el libro. Como dice la autora en la introducción:

“Luego, cuando volvía de visitarla en el hospital de Pontoise, necesitaba escribir sobre ella a toda costa, sus palabras, su cuerpo. Escribía muy rápido, sumida en la violencia de las sensaciones, sin pensar ni buscar un orden.
(…)
Las revelo tal y como fueron escritas, fruto del estupor y el trastorno que entonces sentía yo. No he querido modificar nada al transcribir aquellos momentos en que me quedaba junto a ella (…)” (p. 13 y 15)

Se trata, pues, de un texto que tiene mucho de liberación tras pasar horas asistiendo a situaciones humanas no precisamente agradables y al deterioro físico y psíquico de un ser querido. Como dice en un momento determinado:

“Horror, demasiada degradación, demasiada animalidad. Los ojos vagos, la lengua y los labios chupando, salientes, como hacen los recién nacidos.” (p. 90)

Desde luego es un libro que no puede leer cualquiera y que tampoco se puede leer en cualquier momento a pesar de que solo tiene 116 páginas y que se puede leer en muy poco tiempo. Yo lo empecé hace una par de meses y lo dejé hasta que decidí hacer de tripas corazón y lo volví a coger hace unos días.
Claro que, como pasa también con otros libros, la historia personal tiene mucho que ver en esto. He tenido hace pocos años algunas experiencias y momentos bastante parecidos a los que cuenta Ernaux y, por otro lado, tengo al Alzheimer como la enfermedad que más miedo me produce. Por eso, la lectura de un libro como este me resulta especialmente dolorosa y muy dura de sobrellevar, pero quería hacerla y estoy contento de haber sido capaz de terminar el libro.
Los dos aspectos más relevantes del texto son: la relación madre-hija en la que se adivinan y se dejan entrever reproches y tensiones antiguas y, obviamente, los estragos que provoca el paso del tiempo. Algo que se saca de esta lectura es la necesidad que hay de una ley al menos de eutanasia y muchísimo mejor sería llegar a aprobar el suicidio asistido. No es muy entendible que a estas alturas de la civilización no podamos elegir el momento en el que abandonar le vida si entendemos que esta no tiene ya la dignidad que nos gustaría.
Si he recomendado hasta ahora los libros que he leído de la autora, no puedo hacer lo mismo con este sin algún reparo: Como decía antes, depende del lector y del momento.
Hay una reseña muy buena y completa de Marc Peig en unlibroaldia.blogspot.com

Annie Ernaux, No he salido de mi noche. Traducción Lydia Vázquez Jiménez.

martes, 10 de septiembre de 2019

Otro buen escritor argentino



Una vez más, y me está sucediendo mucho últimamente, tras descubrir a un autor por su última publicación voy hacia atrás en su obra. En este caso a su tercera novela que publicó en 2004, esto es, con apenas veintisiete años.
Una novela que tiene mucho de autobiografía no tanto del autor, que también, como de su familia y, por lo tanto, verdadera recreación de cómo pudieron suceder muchas de las cosas que se cuentan.
Neuman se retrotrae incluso a sus tatarabuelos, pero incide sobre todo  en sus bisabuelos, abuelos y tío abuelos, sin dejar de lado, obviamente, a sus padre.
El libro por tanto recorre muchos momentos de la historia argentina y también hace alusión a algunos momentos de la historia europea porque esa es la procedencia de toda su familia, principalmente judía para más señas.
Hay bastantes referencias a la política: la llegada de Perón en 1973 a la que la madre de Neuman acudió como integrante de la Orquesta Filarmónica, la Noche de los Bastones Largos, la presidencia de Alfonsín, los carapintadas en 1990, etc. También Illia, Onganía y otros cuando se trata de sus padres u abuelos.
Además, está muy presente la inmigración y la adaptación de la gente que llegaba de lugares tan distantes y con culturas e idiomas tan diferentes. Tampoco puede faltar el fútbol aunque con mínima presencia a pesar de tratarse de un escritor argentino. Y si antes hablaba de autobiografía, la parte del autor hace referencias sobre todo a su época estudiante y con ello, a la iniciación al sexo, a la lectura, a la escritura, etc.
El libro tiene 75 apartados, muchos de los cuales constituyen realmente verdaderos relatos como el de Santos, el compañero que no hablaba, el del bisabuelo judío Jonás Kovansky o el de ese tío vuelo Leonardo que termina apareciendo en un maletero sin que quede claro que fue secuestrado por deudas o por ser trotskista. También hay otros con gran sentido del humor como un diálogo con su madre a cuento de su cuñada María que parece escrito por Les Luthiers.
Un libro que tiene una larga nómina de personajes, tanta que el autor ha hecho la relación al final y abarca cuatro páginas. Quizá este es el único defecto pues tantos personajes llevan a que el lector a veces se quede desconcertado por no saber muy bien no tanto de quién se trata como de si ya sabe algo de él.
En todo caso eso no desmerece un texto que resulta muy entrañable, que emociona y conmueve en muchos momentos por la ternura que demuestra el escritor unas veces y en otras por la ternura de los propios personajes y, desde luego, que está muy bien escrito anunciando que se estaba ante un buen escritor.
En palabras de Manuel Vilas:

«Una interpretación humana de su Argentina natal y una charla serena con todos sus ancestros. Una novela de ficción autobiográfica, un género mestizo, de plena modernidad. Un festival de vida.” (Heraldo de Aragón recogido de la página web de Neuman.)

Hay una crítica muy dura de Juan CarlosPeinado en revistadelibros.com en la que junto a algunas apreciaciones seguramente acertadas, aparecen otras tremendamente subjetivas y demasiado “imaginadas”.

Andrés Neuman, Una vez Argentina.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Reflexiones sobre un tema muy actual



Hace ya tiempo que vengo discutiendo sobre el empleo del término fascista y sobre su uso indiscriminado, tanto que se llegó a llamar fascista a ETA. En los últimos meses este uso se ha popularizado y ya casi cualquiera puede recibir tal epíteto y, desde luego, también cualquiera puede utilizarlo como insulto.
El libro del profesor Gentile demuestra que esto no es, ni mucho menos, exclusivo de España sino que bien al contrario hay muchos lugares donde sucede y es, lógicamente, en Italia donde es más frecuente.
Gentile es quizá el mayor experto en la historia del fascismo y este libro es fundamentalmente un libro de historia o, dicho de otra manera, el autor lo que pretende es plantear que el fascismo fue un fenómeno de una época y que no se debe extrapolar a otras bien diferentes y a movimientos que, aunque coincidan con algunas ideas o planteamientos del fascismo original, tienen luego diferencias sustanciales.
Por poner un ejemplo concreto y cercano. Ya en el Prólogo aparece el tema de Vox. De este partido se dice que: “profesa una ideología nacionalista de inspiración católica, reafirma la primacía de la unidad estatal monárquica, se opone a los movimientos autonomistas y separatistas”, “es hostil a la inmigración indiscriminada”, “reclama la represión del fundamentalismo islámico”, “se inscribe en la extrema derecha católica tradicionalista en su concepción de la familia, en la prohibición absoluta del aborto, en su oposición al feminismo” (…) “Pero todos estos puntos configuran en conjunto un partido de extrema derecha nacionalista católica, que lo engloba junto a otros partidos de extrema derecha europea, pero en otros aspectos es muy distinto, si no incluso opuesto. Como opuesto es el estatalismo nacional unitarista, por ejemplo, al secesionismo originario de la Liga de Mateo Salvini (…)” (p.25-26)
En el libro, que está construido a partir de un sistema de preguntas y respuestas elaboradas ambas por el propio autor, se da preponderancia, como no podía ser de otra forma,  a los análisis históricos tanto del período fascista como de otros en los que también se utilizó el término con fines políticos como, por ejemplo, cuando en la III Internacional acuñan el de socialfascistas para llamar a los socialdemócratas, o la época en la que Palmiro Togliatti y el PCI calificaban de fascistas al resto de las formaciones políticas. Evidentemente, el grueso del texto lo dedica a explicar en qué consistió el fascismo y en este sentido es muy interesante la diferencia que establece entre el movimiento en 1919 y 1921.
El libro se cierra con un Epílogo en el que, bajo el título Qué es el fascismo: un mapa histórico, resume muy bien el contenido de esa ideología en tres dimensiones: organizativa, cultural e institucional, donde recoge un buen muestrario de ideas para aplicarlas a los grupos a los que hoy se califica de fascistas para ver cuántas de esas condiciones cumplen.
Apenas un par de páginas antes del Epílogo reproduce estas frases de hace ya tiempo de Giogio Amendola,  dirigente del PCI y uno de sus principales intelectuales, frases con las que Gentile parece estar muy de acuerdo:

“(…) al preguntársele (al  dirigente del PCI Giorgio Amendola,), si no creía “que en el lenguaje político actual se daba un abuso del término fascista”, este contestó: “Sin duda. Todo lo que está a la derecha se convierte en fascista. Yo no me canso de decir, en cada ocasión, que conservador, reaccionario, autoritario o fascista son términos que corresponden a varias formaciones políticas, a distintas realidades. Así que no apruebo ciertas equiparaciones genéricas y superficiales. (…) Hay que acostumbrar a las generaciones jóvenes al arte de la distinción.” (p 202-203)

En definitiva, un interesante conjunto de reflexiones que animan a profundizar más en los temas y a no dejarse llevar por la inercia de la clasificación fácil, sobre todo porque así se pueden cometer graves errores políticos. Hay que pedir a los expertos que busquen los términos adecuados para movimientos que aunque sean antiinmigrantes, antifeministas, con cierta tendencia al autoritarismo, defensores de las identidades nacionales y/religiosas, etc., también son defensoras del individuo frente al estado, huyen de todo lo colectivo y son totalmente neoliberales en lo económico.
En fin, hay tema suficiente para el estudio y el debate.
En la reseña de Daniel Verdú en elpais.com, se comentan algunas cosas de este y de otros libros sobre el tema.


Emilio Gentile, Quién es fascista. Traducción Carlo A. Caranci.







domingo, 8 de septiembre de 2019

“Gracias a todos”: Nuevas citas XXI



Hace ya siete años que autoedité Gracias a todos en el que recogía la mayoría de las citas que había ido recopilando hasta entonces. En este tiempo he seguido con mi vieja costumbre y he pensado que sería una buena idea publicarlas en el blog organizadas por temas, con algún comentario si se tercia, tal y como hice en el libro.


Psicoanálisis


- ¿Saber qué?
- Pues saber lo que soy. He decidido hacerme analista.
- ¿Psicoanalista Paul?, no puede ser que hables en serio.
- ¿Y por qué no, si me haces el favor?
- Pues porque no te imagino psicoanalista. Quiero decir que ya sabes cómo son, unos pedantes satisfechos de sí mismos.
Christopher Isherwood, Desde lo más profundo


“Como usted sabe, no soy un admirador de Karl Kraus. Pero su definición de psicoanálisis como “arte de vivir todo un año de un paciente” es acertada”
Roth citado en
Soma Morgenstern, Huida y fin de Joseph Roth



Cuando, exaltado por mi conversión, quise cancelar la cita concertada mucho tiempo antes con el psicoanalista, fue Hervé quien me disuadió: ¿por qué rechazar algo que podría ser útil? Si de verdad es la gracia la que actúa en ti, el psicoanálisis no será ningún obstáculo. Y si te libera de una ilusión, mejor aún.
Emmanuel Carrère, El Reino



Psiquiatría


El coco es un recurso pedagógico imprescindible en la vida familiar alemana. A los adultos se los asusta amenazándolos con el psiquiatra.
Karl Kraus, Dichos y contradichos


Los psiquiatras reconocen a los locos sobre todo porque tienen un comportamiento alterado después de ser internados.
Karl Kraus, Dichos y contradichos



Racismo


“¿Dónde empieza y dónde acaba lo que se nos exige que amemos como se corresponde a la humanidad e incluyamos en nuestras ambiciones?¿Son miembros de esta humanidad el degenerado e infrahumano campesino ruso del Mir, el negro de África, el mestizo del suroeste alemán o el insoportable judío de Galitzia o Rumanía?”
Heinrich Clab citado en
Götz Aly, ¿Por qué los alemanes? ¿Por qué los judíos?


Cuanto menos inteligente es el blanco, más tonto le parece el negro.
André Gide, Viaje al Congo



Razón


- Los hombres han de tomar sus decisiones con el sentimiento y no creer demasiado en la razón.
- Para las decisiones no hace falta la lógica. La lógica sirve de justificación, de fórmula, de explicación.
Varlam Shalámov, Relatos de Kolimá. Volumen II. La orilla izquierda



Recuerdos


No recuerdo más de lo que estoy escribiendo aquí, y tal vez parte de los recuerdos los he ido inventando con los años.
Yoram Kaniuk, 1948



Por definición, los recuerdos son una versión personal, libre y subjetiva de un individuo, y no postulan jamás a ser la historia oficial.
Roberto Ampuero, Nuestros años verde olivo



Milan Kundera pudo haberse referido a este enigma cuando afirmó que “la lucha del ser en la vida es la lucha del recuerdo contra el olvido”.
Mohamed Chukri, Paul Bowles, el recluso de Tánger



Religión


Cuando oigo la palabra “Dios” me dan ganas de vomitar; es la palabra más sucia de todo el idioma.
Chistopher Isherwood, Desde lo más profundo



Tengo que reconocer que no da la impresión de odiar la religión como la odio yo, más aún, cuando habla de religión se muestra muy moderado y abierto. Pero, a pesar de todo, es una prueba viva más de que nadie que sea verdaderamente grande puede tener nada que ver con esa porquería.
Chistopher Isherwood, Desde lo más profundo



Ésa es otra: católico. Me dan náuseas cada vez que paso delante de una iglesia. Veo un cura y pienso en el divorcio.
Católico. Soy todo odio.
Tim O’Brien, Gato enamorado


 (…) son precisamente los que creen que tienen un permiso divino quienes son verdaderamente capaces de cometer cualquier atrocidad.
Christopher Hitchens,  Hitch-22. Memorias



O, como confirma Ignace: ”Durante un corto periodo dejamos de ser cristianos normales, debíamos olvidar los deberes aprendidos del catecismo.  Teníamos que obedecer primero a los jefes. Y solo después a Dios, pero mucho más tarde para confesarnos y hacer penitencia cuando estuviera terminado el trabajo.”
(Ignace es un matarife hutu.)
Jean Hatzfeld, La estrategia de los antílopes



-  ¿A ti no te interesó nunca la religión, papá?
-  (…)
-  Claro que me interesó mucho, de joven. Pero un día perdí la fe y nunca más la he recobrado
Creo que la perdí apenas empecé a pensar. Para ser creyente no conviene pensar mucho.
Mario Vargas llosa, El héroe discreto


- ¿Y tú qué piensas?
-  Yo creo que si eres una buena persona no necesitas religión.
-  Ellos son muy religiosos.
-  Rezan cinco veces al día y aun así son espantosos ¡Qué maleducados!
Paul Theroux, Tren fantasma a la Estrella de Oriente



- Soy fiel  a mi religión- sentenció Turqui.
- Tanto como yo a mi no religión.
(Es Jean Genet quien contesta.)
Mohamed Chukri, Jean Genet en Tánger



Si observamos cómo a lo largo de los siglos los hombres se han matado unos a otros en nombre de sus religiones –cada una de ellas única y verdadera- sólo podemos pensar que Dios tiene suerte de ser espíritu puro: así no hay manera de achacarle las atrocidades de sus representantes.
Lucien Jerphagnon, Elogio del pesimismo. Cualquier tiempo pasado fue mejor



“Lo que suele presentársenos como la palabra de Dios no son más que absurdas quimeras, y bajo el falso pretexto de un celo religioso se trata constantemente de imponer a los demás la opinión propia”
Baruch de Spinoza citado en
Lucien Jerphagnon, Elogio del pesimismo. Cualquier tiempo pasado fue mejor



No obstante, yo pensaba: sí, claro, se puede decir que Dios es la respuesta que damos a nuestra angustia, pero se puede decir también que nuestra angustia es el medio del que él se sirve para darse a conocer entre nosotros. Sí, claro, puedo decir que me convertí porque estaba desesperado, pero también puedo decir que Dios me ha concedido la gracia de la desesperación para convertirme.
Emmanuel Carrère, El Reino



(…) resulta angustiante intentar ser un cristiano cuando el nombre goza de semejante vergüenza capitalista, cuando la poderosa Iglesia cristiana es tan rica, tan meramente ornamental, y tan estadística en cuestión de almas.
William Saroyan, El joven audaz sobre el trapecio volante



En el interrogatorio de La Habana abundan, por lo tanto, los inocentes. También el sacerdote se cuenta entre ellos. Su lugar no está junto a la ametralladora, sino junto a la pila bautismal. La matanza la deja en manos de sus muchachos. Aprueba y santifica sus actos. Todo lo demás no le importa lo más mínimo. La división del trabajo alcanza así su máxima perfección.
Hans Magnus Enzensberger, El interrogatorio de La Habana y otros ensayos



A Hackett no le quitaba el sueño la Iglesia, pero admiraba su implacable determinación para obtener poder y, una vez que lo conseguía, su tenacidad en conservarlo.
Benjamin Black, Órdenes sagradas



Son, entre otros, los curas. Son ellos quienes mantienen en nuestras vidas la mentira de que los instintos han sido creados por Satán y que la fornicación se convierte en amor cuando la gente se casa. Los curas leen un ritual y dicen amén al pago de unas cuantas coronas, que consideran una suerte de comisión. Y Dios bendice ese acto.
Torborg Nedreaas, Nada crece a la luz de la luna



Puede que la religión haga amar a Dios, pero no hay nada como ella para acabar detestando al ser humano y odiar a la humanidad.
Boualem Sansal, 2084. El fin del mundo



Fue su mirada lo que más llamó la atención a Ati; la mirada de un hombre que, como él, había hecho el perturbador descubrimiento de que la religión puede edificarse sobre lo contrario de la verdad hasta convertirse en la enconada guardiana de la mentira originaria.
Boualem Sansal, 2084. El fin del mundo



Siempre pensé que el objetivo básico de toda religión es atemperar el terror a la muerte y por eso, supongo, más que por ninguna otra cosa, lamento estar tan lejos de cualquier creencia.
Martín Caparrós, Lacrónica



Los habitantes de la tierra se dividen en dos,
 los que tienen cerebro pero no religión,
y los que tienen religión pero no cerebro.”
El poeta Abul-Ala al-Maari citado en
Amin Maalouf, Las cruzadas vistas por los árabes



La religión, la moral y el patriotismo son sentimientos que solo se manifiestan cuando son ofendidos.  El lenguaje cotidiano, según el cual  a alguien muy susceptible “le gusta” ofenderse, tiene razón. Aquellos sentimientos no aman nada tanto como su agravio y se animan poderosamente al quejarse del ateo, del inmoral y del apátrida. El gesto de quitarse el sombrero ante la custodia no los satisface tanto como arrancárselo de la cabeza a disidente o miope.
Karl Kraus, Dichos y contradichos
“Aquel que inventó a Dios es un idiota. Aquel que propaga a Dios, un canalla. El que adora a dios, un bárbaro”.
E.V.Ramasamy citado en
Perry Anderson, La ideología india



Pocas instituciones han hecho tanto daño a tantos seres humanos, sobre todo en su sexualidad y sus deseos, como las religiones, el cristianismo y el Islam de maneras evidentes. Ambas comparten el horror al sexo libre, es decir, el horror a la libertad individual.
Jorge Volpi,  Examen de mi padre



El espantoso informativo terminó con que en Irak unos rebeldes habían sido crucificados por sus rivales. Su odio se basaba en sus diferentes opiniones sobre cuál era la religión verdadera. Tanto los que crucificaron como los crucificados creían servir al mismo dios.
Henning Mankell, Botas de lluvia suecas


Kraus en su línea habitual: frases cortas pero significativas.
Magnífico Gide.
Creo que, efectivamente, con los años terminamos inventando recuerdos o, al menos, transformándolos.
Se nota que la religión es uno de mis temas favoritos; evidentemente como rechazo. Ateo convencido y anticlerical militante. Me costó un tiempo limpiarme de tantos años de nacionalcatolicismo, pero lo conseguí y ¡de qué manera!
Aunque estoy de acuerdo con Isherwood seguramente ambos exageramos un poco.
La idea de Hitchens es interesante pensando sobre todo en el perdón tras la confesión. Esto se confirma precisamente en la siguiente cita de Hatzfeld.
Spinoza da en el clavo. Todas quieren imponerse o al menos imponer sus “valores”.
A pesar de todo Saroyan se queda bastante corto.
Lo que plantea Caparrós es muy interesante. Muchas veces he pensado lo mismo, pero creo que tampoco les sirve a los creyentes; ese miedo está incrustado en nuestros genes.
En referencia a la última de Kraus, y cuando religión, moral y patriotismo van juntos, como suele suceder a menudo...
Brutal lo de E.V.Ramasamy.
La idea de Mankell es lo más habitual. ¿En cuántas guerras los combatientes de ambos bandos se encomiendan al mismo dios?