martes, 30 de abril de 2019

Viaje a Corea del Norte




No es muy habitual encontrar en nuestras librerías textos sobre Corea del Norte. En el blog he comentado ya los pocos que he ido encontrando con los años aunque faltan los leídos antes del inicio del blog en 2009.
La mayoría están escritos por periodistas que son también los que han hecho algunos documentales mostrando lo que se puede de la realidad de un país tan cerrado para los occidentales. En estos documentales se pueden ver imágenes de cosas que se leen en casi todos los libros que se han escrito sobre el país, lo que da idea de lo restringido que resulta el acceso a los distintos lugares.
En este libro de la politóloga argentina Florencia Grieco sucede lo mismo que en todos los anteriores; la autora visita solo aquello que le permiten y siempre acompañada. Por lo tanto no son muchas las novedades que se pueden encontrar en él, aunque no por ello deja de tener su interés…
Grieco realizó dos viajes, en 2015 y 2017 respectivamente, centrados en la capital Pyongyang con dos breves visitas: en el primero a la frontera con su vecino del sur y en el segundo otra breve estancia en un par de poblaciones del norte del país.
Por lo dicho, parece evidente que no resulta demasiado útil para quien haya leído algunos libros sobre el tema o incluso visto alguno de los documentales. No va a encontrar, como decía antes, novedades, pero es cierto que la autora saber contar y comunicar muy bien su  experiencia de turista occidental y dedica bastante espacio a relatar peripecias personales.
También hay algunas informaciones que yo no sé si es que las había olvidado o simplemente que las desconocía como por ejemplo: la existencia de túneles en la frontera con el sur para una posible invasión, la consideración de la cerveza como un derecho en el caso de los hombres o la existencia de supermercados especiales.
Por cierto, hablando de especiales, de la lectura del libro deduzco la existencia de dos zonas económicas con ese nombre una con capital surcoreano y otra chino de donde deben de proceder esos artículos que encontramos con el Made RPC.
En fin, se trata de un libro entretenido y en el que siempre se puede aprender algo.
Hay una reseña de Federico Rivas en elpais.com.

Florencia Grieco,  En Corea del Norte. Viaje a la última dinastía comunista

lunes, 29 de abril de 2019

África en el corazón




“El periodismo exige tesón, ética, esfuerzo, ponerle alma, madrugar, trabajar, escuchar y estar dispuesto a aprender cada día.” (p. 212)

Si a estas palabas que Aldekoa escribe en la última página del libro le añadimos sensibilidad, queda perfectamente definido el autor de este magnífico libro.
En los dos primeros meses del año pasado leí los dos libros que Aldekoa había publicado. Quedé realmente entusiasmado con lo que contaba y con la forma de hacerlo. Creo recordar que en mi comentario en el blog destacaba alguna de estas características. También recuerdo mencionar a otros periodistas como Ramón Lobo o Mikel Ayestaran que están, cada uno en su especialidad, en la misma línea de Aldekoa. No son los únicos buenos reporteros que existen hoy, pero sí que están entre los mejores dentro de una profesión que está dejando mucho que desear en otras facetas distintas del reporterismo.
Sobre este libro dice el autor:

“No es un libro de ganadores, aunque sus protagonistas a veces triunfen. Tampoco de perdedores, aunque alguna de estas historia africanas tengan finales amargos. Este es un libro sobre seres humanos que lo intentan. Hombres y mujeres que sufren, ríen, opinan, evolucionan, se rebelan y luchan. Protagonistas activos de sus vidas que se revuelven ante un destino que los quiere sometidos, encadenados, víctimas. Para quienes la rabia es una forma extraña de esperanza. También es un libro de personas que viven más allá de las luchas nobles y los grandes dramas. De gente normal.” (p. 16-17)

Gente normal, efectivamente. Esa es la gran aportación del autor al conocimiento de la realidad africana: su gran capacidad para mostrarnos la realidad, en lo negativo pero también en lo positivo, a partir de las experiencias de personas normales y corrientes que, eso sí, a veces tienen historias muy lejos de esa normalidad.
El libro se divide en 17 capítulos en los que tenemos ocasión de asistir a historias desde Mali a Zimbabue, y desde Sierra  Leona a Kenia, es decir de norte a sur y de oeste a este. Aldekoa va a Cabo Verde para interesarse por cómo afectará a un pueblo la llegada de la electricidad, o a Sierra Leona para ver cómo se propaga y combate la epidemia del ébola (por cierto uno de los mejores capítulos del libro), o a Mozambique para contar cuál es la situación de los niños de la calle, o a distintos lugares del oeste para ver de dónde salen los migrantes hacia Europa, o a…. Su curiosidad y su interés por todo lo humano no tiene límites. Se desarrolla en tantos lugares porque Aldekoa recoge momentos de distintos viajes sin necesidad de poner las fechas, cosa innecesaria para el lector. (En algunos casos sí se pueden fechar, pero no merece la pena fijarse mucho en ello).
La sorpresa nos aguarda en cada página a  través sobre todo de lo que cuentan los personajes con los que habla y, de vez en cuando, con alguna reflexión o aportación de datos del propio autor. Los dos fragmentos siguientes son un buen ejemplo de ambas cosas, en este caso en relación al tema de la migración.

“Cuando no había trabajo, que era casi siempre, simplemente se sentaba frente a su casa a ver pasar las horas. Para él, lo peor no era el tedio: eran las miradas de los demás.
-        Es humillante porque ves que tú no haces nada por tu familia, mientras que otros que se fueron mandan dinero a sus casas.
Antes, cuando había jóvenes, Adama jugaba en el equipo de fútbol de Doboo. De los 22 jugadores, 18 se habían ido hacia Europa. Pero para Adama, esa no era la cifra importante. Había otra.
-        Por lo menos quince han llegado.” (p. 68)

“La emigración no se explica solo por un anhelo de paz o riqueza individual. Si aquellos chicos no sucumbían al miedo era por amor a los que se habían quedado atrás. A sus parejas, a sus hijos, a sus hermanos. Había quien buscaba un futuro mejor para sí mismo, pero eran minoría; la mayoría migraba por los demás. La migración africana es una cuestión familiar.” (p. 85)

No siempre se tienen en cuenta estas ideas cuando se habla de los inmigrantes. Dentro del capítulo 5, el más extenso del libro, que es el que dedica a contar las experiencias de diferentes personas en su viaje hacia Europa, está el relato titulado Dientes, una historia de solo dos páginas que resulta algo más que impactante en un libro que está lleno de historias que lo son.
Es interesante también la inclusión en bastantes ocasiones de su hija Lena al inicio de algunos episodios para utilizarla como contraste o para dar pie a lo que vendrá a continuación.
Del carácter del libro, y de alguna manera también de su autor, da buena idea el fragmento con el que se cierra que es todo un homenaje a las gentes que habitan esas tierras:

“Algunos (se refiere a los árboles), me contó Mukandjuria, daban frutos nutritivos, otros servían para hacer leña y de algunas especies se extraía sus resinas. Recordé que, en un lateral de su aldea, junto a su choza, había un árbol seco con las ramas arrugadas y le pregunté por él. Me dijo que aquel no daba frutos.
-        ¿No tiene valor?- le pregunté.
Me miró extrañada antes de rectificarme.
-        Yo no he dicho eso.- respondió.
-        ¿Y para qué sirve?- insistí.
Para que duerman en sus ramas los pájaros.” (p. 212)

Gentes que también son capaces de resumir en una sola frase lo que suponemos los europeos para ellos:

“- Minerales, futbolistas,… los blancos siempre os lleváis lo mejor de África. Y encima no podemos decir nada. (p.203)

Decir que estamos ante una lectura recomendable es decir muy poco. Creo que es uno de esos libros que hacen cambiar la forma de ver determinadas cosas, un libro que enseña y emociona, que muestra las realidades sin trampa ni cartón, que, espero, nos ayuda a ser un poco mejores y a tener la mente más abierta.
Hay una reseña muy completa y muy interesante de Andrés Seoane en elcultural.com

Xavier Aldekoa, Indestructibles.

domingo, 21 de abril de 2019

Analizando la pobreza en Gran Bretaña



El autor es un rapero y comentarista social escocés que ha nacido y vivido parte de su vida en la pobreza y la desestructuración familiar y por eso gran parte de lo que escribe en el libro lo hace en primera persona.
El libro está dividido en 32 capítulos con títulos tan sugerentes como: 1984, Historia de dos ciudades, Grandes esperanza o El ruido y la furia. En ellos va describiendo varios momentos de su vida que aprovecha para hacer diferentes reflexiones sobre la situación de los pobres, el origen de la pobreza, sus consecuencias, sus responsables, etc. Cada capítulo es, de alguna manera,  casi independiente del resto lo que hace pensar en que algunos hayan sido pensados para publicar en algún otro medio.
Es muy interesante la perspectiva pues como dice Pedro Batalla en su magnífica reseña para elcuaderno digital.com:

No hay romanticismo pauperista en Safari en la pobreza, sino una pobreza fea, anodina; pero tampoco hay lo contrario: el regodeo en la sordidez propio de cierto naturalismo. McGarvey nos enseña, en suma, la realidad; y lo hace intercalando con maestría una tercera y una primera personas que se deslíen y se confunden.”

Y tampoco se libra nadie ni nada de sus críticas porque no achaca la pobreza solo al sistema sino que denuncia a lo que él denomina “la industria de la pobreza” en la que incluye a las onegés y también a la izquierda que no ha sabido analizar el fenómeno, sobre todo la “izquierda cultural”.
Dos fragmentos que ejemplifican muy bien ambas críticas:

“Tal vez debido a mis orígenes radicales en las comunidades de extrema izquierda y a mi ingenuidad juvenil, siempre habría creído que el objetivo era erradicar la pobreza. Sin embargo, al ver de cerca la industria de la pobreza, comprendí que se encontraba en un estado de crecimiento permanente y que sus enormes instituciones no podían desempeñar ningún papel sin individuos, familias y comunidades en crisis” (p. 147)

“En su forma actual, la teoría de la interseccionalidad, en vez de irritar a los privilegiados, atomiza la sociedad hasta convertirla en facciones políticas enfrentadas y debilita lo que realmente atemoriza a los poderosos: una clase trabajadora organizada, educada y unida. (…) Si bien la vida y el discurso públicos parecen ser más inclusivos y diversos que nunca (…), quienes ascienden en la escala tienden a ser mujeres de clase media, miembros de la comunidad LGTB de clase media y gente de color de clase media.” (p. 211)

Esta idea de la interseccionalidad es lo que en España ha descrito muy bien Daniel Bernabé en su libro La trampa de la diversidad y que se ha convertido en uno de los temas más debatidos, al menos dentro de cierta izquierda.
Otro aspecto muy relevante del libro, al que dedica muchas páginas sobre todo en los últimos capítulos, es la denuncia de la falta de autocrítica por parte de la izquierda y, sobre todo, la ausencia de la perspectiva individual en el sentido de la responsabilidad que también tienen muchas veces las personas en su propia situación y en la lucha por salir de ella.
Los siguientes fragmentos son una buena muestra de estas ideas:

“No conseguí estar sobrio, al menos un tiempo razonable, hasta que no admití que muchas dificultades de mi vida adulta era obra mía. Desde luego, ese es otro tabú de la izquierda.” (p. 229)

“(…) Hemos permitido que los movimientos de derechas monopolizaran el concepto de voluntad individual y la noción de asunción de responsabilidades (…) ¿Cuándo fue la última vez que oyeron ustedes a una personalidad destacada de la izquierda hablar de la capacidad inherente en cada uno de nosotros para superar la adversidad y transformar las condiciones de nuestras vidas?” (p.153)

“No hay virtud en disparar contra las malas ideas de los demás si de vez en cuando no volvemos las ramas contra las nuestras, como individuos y como movimientos. Hagamos examen de nuestras creencias, motivos y acciones.” (p. 236)

Como se ve, incluye también su propia autocrítica. Esta parte del texto es quizá una de las más novedosas por venir de un hombre que se define de izquierdas y que dice que pasó su infancia y juventud en comunidades de extrema izquierda. Digo que es novedosa porque no es fácil encontrar textos dentro de la izquierda en los que se hable de la necesidad de producir cambios individuales para que los cambios sociales sean efectivos. Hubo una época en la que esto no era así, la época de un cierto anarquismo, pero esto queda ya muy lejos y no solo en el tiempo.
El libro recuerda mucho al cine de Ken Loach y el libro Chavs de Owen Jones aunque este último sea más en plan académico. En este sentido hay que reconocer que los británicos son capaces de mostrar su realidad social como nadie en Europa, una realidad que manifiesta grandes diferencias de clase y no solo  en el aspecto económico. Diferencias que según plantea McGarvey no serán fáciles de cambiar por la actitud que adoptan los que tendrían que participar en esos cambios pues como afirma en los dos fragmentos siguientes:

“(…) Comunidades llamadas “desfavorecidas”; (…) en las que arraiga profundamente la creencia de que no tiene sentido participar en el proceso democrático, porque las personas que ocupan el poder no velan por las preocupaciones de los “marginados””. (p.19)

“La gente se cría en hogares donde nadie cree posible cambiar nada e internaliza esas creencias al crecer. La apatía de los pobres en términos políticos es tan obvia que hasta se tiene en cuenta en los cálculos electorales: los líderes ofrecen medidas políticas a quienes tiene más probabilidades de votarlos. Eso, a su vez, crea un ciclo en el que no se atienden los intereses de quienes no participan, lo que conduce a una mayor apatía” (p- 185)

Como se puede apreciar por las citas reproducidas, estamos ante un libro que merece mucho la pena leer y que ofrece multitud de aspectos interesantes y relevantes que, obviamente, no se pueden tratar todos en una reseña como esta. En la ya citada de Batalla se puede encontrar el análisis de más con la reproducción también de varios fragmentos.
Para terminar, otra cita que me parece que refleja muy bien cuál es la situación en determinados ambientes y, al mismo tiempo, las dificultades que deben de existir para salir de ella:

“La verdad, queramos aceptarla o no, es que los niños abandonados y sometidos a abuso, los jóvenes indisciplinados, los borrachos, los yonkis y los padres atroces, irresponsables y violentos a menudo son las mismas personas en distintos momentos de sus vidas” (p.136)

Otro texto importante publicado por la editorial Capitán Swing, una editorial que está haciendo una labor fundamental y tremendamente útil para darnos a conocer textos con perspectivas muy interesantes sobre diferentes problemas.

Darren McGarvey, Safari en la pobreza. Entender la ira de los marginados en Gran Bretaña. Traducción Martin Schifino

viernes, 19 de abril de 2019

Buena colección de relatos



Con este libro completo la lectura de toda la obra publicada por Piñeiro, al menos en España y esta vez sí lo hago en orden, es decir, leo en último lugar la más reciente.
Hasta ahora ninguna de las novelas de la autora me ha defraudado; unas me han gustado algo más que otras, pero siempre dentro de una media alta. Por eso, aunque no soy un apasionado de los relatos, cogí con ilusión este libro y me alegro porque en él está Piñeiro en estado puro. Como dice Rogelio Demarchi en su reseña para lavoz.com.ar:

“Son 16 relatos que encuadran a la perfección en la poética realista de Piñeiro: personajes urbanos y suburbanos, anclados en los diferentes estratos de nuestra rica clase media; escenas más o menos clásicas que remiten a situaciones familiares, barriales, de pareja o de trabajo, tensionadas por un conflicto, más o menos latente, más o menos de larga data; resoluciones lógicas.”

Cada uno de los dieciséis relatos tiene su interés y muchos de ellos la tensión y el suspense característicos de la autora con finales muy conseguidos aunque en un par de ocasiones demasiado obvios.
No voy a mencionar el contenido de los relatos porque tanto en la reseña ya citada, como en la también muy completa de Gabriela Cardirola en lanacion.com.ar, se puede encontrar una buena síntesis de la mayoría.
Sí me gustaría dejar constancia de los que más me han gustado. El que abre el libro, Lo de papá, me parece que tiene la virtud de hacerte pensar una cosa, sobre todo conociendo a la autora, para luego llevarte una grata y humana sorpresa; el titulado Basura para las gallinas, siendo uno de los más cortos del libro, me parece que es de los que más cosas dice; y Alquiler temporario, del que se ha extraído la frase que da título al libro, es un gran ejemplo de construcción de un trhiller con todos sus elementos incluida la tortura.
La mayoría están escritos en tercera persona y solo tres en primera lo que es una lástima porque creo que, en más de uno,  el uso de la subjetividad propia de esa primera le hubiera dado aún más fuerza y hasta provocado más miedo.
Libro, pues, recomendable como todos los de la autora y ahora solo queda esperar que pronto aparezca una nueva publicación para seguir disfrutando con sus historias.

Claudia Piñeiro, Quién no.







miércoles, 17 de abril de 2019

Otro buen escritor noruego



Varias veces he hecho ya alusión en el blog a mi interés por la literatura que se hace en los países nórdicos. Suelen salirse de lo habitual tanto en los temas que tratan como, en muchas ocasiones, en la forma de hacerlo. No conocía a Saeterbakken  aunque he visto que tiene un libro publicado anteriormente por la misma editorial. Claro que es tal la cantidad de libros que se publican cada año, que apenas es posible llegar a conocer la existencia de una pequeña minoría.
Estamos ante un libro que cumple con lo que decía de los autores nórdicos. Un tema realmente original y un tratamiento también un tanto diferente. Una pareja de la tercera edad en la que él es ciego y vive en una mecedora dentro del baño y ella, con dificultades de audición, le cuida. El autor va alternando los capítulos de tal manera que ambos van relatando en primera persona lo que sucede en el día a día con alguna breve referencia de vez en cuando a momentos anteriores. No hay otros personajes más allá de la presencia en un par de ocasiones de un encargado de mantenimiento y de las breves alusiones a un médico, a la asistenta que viene una vez a la semana, a un antiguo compañero de trabajo del marido y, ya al final, alguien que viene a compartir una habitación.. Realmente se podría decir que estamos prácticamente ante una obra de teatro. De hecho creo que se podría montar sin tener que hacer muchas modificaciones.
A mí el libro me ha producido mucho desasosiego tanto por la situación en general, como por algunos momentos. Así, por ejemplo, cuando él va describiendo cómo le podrían ir amputando las diferentes partes del cuerpo y cómo así se iría desangrando. También por fragmentos tan duros como el siguiente:

“Estoy bien, de verdad que no puedo quejarme. Tengo una botella en la que mear y una bolsa en la que cagar. No tengo que hacer ningún esfuerzo, el reumatismo me ha dejado el cuerpo tan rígido que se mantiene sentado por sí mismo.” (p 89)

Desasosegante porque tal y como plantea Marc Peig en su muy completa reseña en unlibroaldia.blogpot.com: 

“El libro retrata de manera dura y directa el paso del tiempo y el deterioro en la salud, propia y de pareja, arrastrando el alma de un ser hacia su propia devastación, aborreciendo su vida y su cuerpo, dando vía libre a una espiral de autodestrucción que le lleva a desear la muerte y pensar en ella, en todas las maneras posibles, hasta llegar a considerar una victoria el fin de la vida.”

(A mí he de decir que todo lo que hable del paso del tiempo y de la salud es capaz de trastocarme bastante desde hace ya un tiempo)
O como también se refleja muy bien en la reseña de Antonio F. Rodríguez en laantiguabiblos.blogspot.com:

“Un texto insano y retorcido, un tratado sobre el rencor cotidiano, plagado de razonamientos tortuosos, como este: «Estando con una mujer te vuelves un mentiroso. Te sientes obligado a mentir continuamente». Una obra curiosísima, morbosa, terrible, que a pesar de todo se lee con interés porque está resuelta de manera magistral. “

Un texto como se ve complicado y duro, pero que efectivamente se lee con interés hasta las enigmáticas líneas finales.

StigSaeterbakken, Siamés. Traducción Cristina Gómez-Baggethun y Oyvind Fossan.






domingo, 14 de abril de 2019

Feliz recuperación



Curiosa historia la de esta novela. Escrita en 1938, se publicó en inglés al año siguiente y desapareció hasta que el año pasado apareció el manuscrito mecanografiado entre unos papeles del auto, un escritor que murió en 1942, con solo veintisiete años, al ser torpedeado el barco en el que viajaba desde Australia a Inglaterra.
“Una novela impresionante, asombrosamente equilibrada y de un agudo sentido de la observación (…)” dice en el Posfacio Peter Graf, a quien se debe la edición por primera vez en alemán en 2108.
Realmente es cierto ese sentido de la observación que se manifiesta en multitud de detalles de esta novela en la que el protagonista, un empresario judío llamado Otto Silbermann, viajará por parte de Alemania huyendo e intentando salir del país ante la persecución desatada por los nazis. Berlín, Aquisgrán, Múnich, Dresde, Dortmund, son algunos de los destinos a los que se desplazará siempre en tren y en los que tendrá gran cantidad de aventuras encontrando gentes de todo tipo, desde nazis recalcitrantes hasta algún alemán que intentará ayudarlo.
Magníficamente construida y con unos diálogos formidables, la novela se lee casi de un tirón y nos muestra de una forma tremendamente realista la atmósfera del momento y lo que tuvo que suponer para los judíos. Parece evidente que tiene bastantes elementos autobiográficos como, además, confirma el editor en el mencionado Posfacio.
A mí, seguramente por la época en la que se desarrolla, pero también por algunos aspectos del estilo, me ha recordado un poco a Sebastian Haffner y  a Hans Fallada.
Un libro de lectura muy recomendable y otra buena aportación de la editorial Sexto Piso que está publicando unos libros muy interesantes.

Ulrich Alexander Boschwitz, El pasajero. Traducción José Aníbal Campos.


viernes, 12 de abril de 2019

“Gracias a todos”: Nuevas citas XIV


Hace ya siete años que autoedité Gracias a todos en el que recogía la mayoría de las citas que había ido recopilando hasta entonces. En este tiempo he seguido con mi vieja costumbre y he pensado que sería una buena idea publicarlas en el blog organizadas por temas, con algún comentario si se tercia, tal y como hice en el libro.



Libros

Y seguro que un buen puñado de escritores de libros habían abrigado los mismos pensamientos que él ahora. En las páginas de algunos libros uno encontraba una especie de refugio del embrollo cotidiano. Quizás mientras escribían, aquellos hombres se sentían como él ahora, ilusionados, transportados.
Sherwood Anderson, Muchos matrimonios


La entrada en su vida de un libro nuevo, que determinaba un período de su existencia, se parecía al  encuentro con alguien destinado a ser un amigo. 
Nadiezhda Mandelstam, Contra toda esperanza


Además, carecía por completo de espíritu coleccionista. No buscaba ni las ediciones raras ni la “información completa” de un problema. Le gustaba vivir entre libros con los que mantenía una relación personal, por decirlo así, con los cuales conversaba.
Nadiezhda Mandelstam, Contra toda esperanza



He aprendido mucho de los libros, ciertamente, pero, no los estimo por lo que he aprendido, que es muchísimo, sino por encima de todo por cómo me han acompañado a lo largo de los años, configurándome y, quisiera pensar, que afinándome.

Estoy convencido de que un libro es capaz de modificar a su lector por el simple hecho de haberlo leído; que puede cambiar, en el lector, algo importante, de manera que se podría decir que no es la misma persona antes que después de haberlo leído.
Jaume Vallcorba, conferencia en la Universidad Pompeu Fabra, Babelia, 29.8.2014



El libro ofrece un mundo; la pantalla fluidifica el mundo; leer un libro es seguir un camino; la lectura en la pantalla es un deporte de deslizamiento. El libro despliega un tiempo en el que le está prohibido al presente penetrar; la pantalla multifunción levanta la prohibición y el presente se hace con el poder bajo el nombre tan triunfal como engañoso de “tiempo real”.
Alain Finkielkraut, La identidad desdichada



Enciendo la lámpara. Mi pequeña luz leal. Cuán nítidamente delimita esta estrecha parcela de escritorio y página en la que siempre he hallado el más intenso placer, esta tienda de campaña iluminada en donde me acurruco lleno de felicidad para huir del mundo.
John Banville, El intocable



“Los libros son mejor compañía que los humanos, ahora mismo, y he tenido que pasar sin ellos durante mucho tiempo”.
Stefan Zweig citado en
George Prochmik, El exilio imposible. Stefan Zweig en el fin del mundo



El anhelo que sentía por su presencia (se refiere a Zweig y los libros) reflejaba la forma que tenía de considerar los libros como objeto sensual, que se podía tocar y acariciar, y como vehículo de sublimación: eran entidades físicas que mediaban entre este mundo y otro superior.
George Prochmik, El exilio imposible. Stefan Zweig en el fin del mundo



“Mi biblioteca es mi reino y en ella trato de que mi gobierno sea absoluto” Los libros le cuentan sus puntos de vista, y él responde con los suyos. Expresan sus pensamientos y le inspiran otros. No molestan cuando él guarda silencio; sólo hablan cuando él les pregunta. Éste es su reino. Ellos están a su servicio.
(…)
De joven, dice, “leía para la ostentación”, para hacer gala de conocimientos y alardear de ellos; más adelante, para ser un poco más sabio, y ahora simplemente, por placer, nunca por el beneficio. Si un libro le aburre, toma otro. Si un libro le resulta demasiado difícil, “no me muerdo las uñas por las dificultades que encuentro en un libro. Después de uno o dos intentos, renuncio, pues mi cabeza actúa sólo al primer impulso. Si no comprendo un punto a primera vista, es inútil repetir los esfuerzos, sólo consiguen hacerlo más oscuro”. Las comillas son citas de Montaigne en
Stefan Zweig, Montaigne



De hecho mientras tuviera buenos libros prefería vivir en sus mundos que en la fealdad de su propio mundo real.
Edward Bunker, Little Boy Blue



Coger un libro y perderme en el texto en los momentos difíciles ha sido siempre mi modo de buscar alivio, consuelo o, al menos, respiro. Cuando los asuntos amorosos se torcían, echaba mano de un libro. Como consuelo después de un fracaso en el trabajo teatral o con textos cuyo final se me resistía, siempre he tenido los libros. Como linimento, pero más aún como instrumentos para desviar los pensamientos hacia otro lugar. Para hacer acopio de fuerzas.
Henning Mankell, Arenas movedizas



La conclusión es sencilla: si uno respeta la mera idea de los libros, de lo que éstos representan en la vida, si uno cree en el papel y en la letra, no puede quemar ni una sola página de ningún libro. Aunque se esté muriendo de frío. Aunque él también esté intentando escribir algo. No puede hacerlo. Eso es pedir demasiado.
William Saroyan, El joven audaz sobre el trapecio volante



No se puede interrogar a un libro, porque no sabe contestar. Se entienda o no, se sigue leyendo y, finalmente, uno cree haber entendido por el mero hecho de haber leído. Al terminar un libro, muchas veces, no se ha razonado nada, pero uno tiene la sensación de que sí.
Carlos Fernández Liria, En defensa del populismo


Un buen libro – y no hay muchos porque, evidentemente, la literatura también está sujeta a las seducciones y los obstáculos de los medios de comunicación- individualiza y extrae al lector individual de las masas. Le da oportunidad de sentir cómo contenidos espirituales, recuerdos y posibilidades existenciales son capaces de emerger de su interior, de lugares desconocidos que solo son suyos. Los frutos distintivos de su personalidad. El resultado de sus sutilezas más íntimas. Y en la cultura de masas de la vida cotidiana, en la contaminación generalizada de nuestras conciencias, es muy difícil que estos contenidos espirituales emerjan de lo más profundo del alma y cobren vida.
David Grossman, Escribir en la oscuridad



Cada libro tiene una huella dactilar que lo convierte en único, y más cuando se cruza con lectores que arrostran su propia huella para crecer juntos. Me apasiona sentir la doma, cómo ese texto escrito por otro se transforma en el proceso de hacerlo mío. Si miro la estantería veo mi vida, todas las domas. Si escojo un ejemplar al azar, lo abro y lo huelo, me huelo a mí mismo en algún momento del camino.
Ramón Lobo, Todos náufragos



Tampoco está lejos de esa idea de Kafka que, en una carta que nunca se citará demasiado, escribía: “Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo?”; y concluía, famosamente: “Un libro tiene que ser un hecho que rompa el mar de hielo que llevamos dentro.”
Javier Cercas, El punto ciego



En su gran salón, mi mirada se sintió atraída de inmediato por la biblioteca de obra que cubría por entero una de las paredes. Nunca había visto tantos libros juntos. Del suelo al techo.
-¿Ha leído usted todos esos libros? -le pregunté.
-Sí. Algunos incluso varias veces. Ellos son los grandes amores de mi vida. Me hacen reír, llorar, dudar, reflexionar. Me permiten evadirme. Me han cambiado, han hecho de mí otra persona.
-¿Un libro puede cambiarnos?
-Por supuesto, ¡un  libro puede cambiarte! E incluso cambiar tu vida. Como un flechazo. Y nunca se sabe cuándo tendrá lugar ese encuentro. No hay que fiarse de los libros, son genios dormidos.
Gaël Faye, Pequeño país



Pero para mí un libro es más importante que una consigna de un partido político, un suero, una teoría sobre la evolución o el motor de un avión.
Es obvio que no todos los libros son importantes. De hecho, la mayoría no lo son. Pero el hecho de que haya tantos que no lo sean no cambia que un libro no pueda ser tan importante como cualquier otra cosa. Así que nadie tiene por qué avergonzarse de tener conversaciones sobre libros, en vez de hablar sobre gas tóxico que extermina a la gente, o sobre vacunas que pueden salvarlos de la muerte.
Wyndham Lewis, Estallidos y bombardeos

Sé que no disfrutaba con los libros, en los que podía haber encontrado lo que todos encontramos cuando no tenemos fe: el testimonio de que existe un modo alternativo de pensar en la vida, un modo diferente de aquellos que nos asignan de forma natural en el nacimiento. La búsqueda de alternativas imaginativas de pensamiento (…)
Richard Ford, Entre ellos



Había leído libros toda su vida, y si de algo sabía, sabía de libros. Dividía los libros en calientes y fríos. Le gustaban los libros calientes. Los libros calientes eran raros hoy en día. A ella no le importaba mucho la terminología. Seguro que yo sabía a qué se refería cuando decía calientes.
Dubravka Ugresic, El Museo de la Rendición Incondicional



La atención mediática, cuyo principal objetivo es dar voz y cuerpo a la estrella del momento, ha acostumbrado a los lectores a la idea de que es más importante el productor de obras que las obras mismas. Como si dijéramos: te leo porque me gustas tú, confío en ti, eres mi pequeño dios.
Elena Ferrante, La frantumaglia

Además, los libros auténticos solo se escriben para ser leídos. El activismo promocional de los autores tiende, en cambio, y cada vez más, a borrar las obras y la necesidad de leerlas.
Elena Ferrante, La frantumaglia


-        No imaginaba que tenías tantos libros _ le dijo la señora María.
-        Ya ve que sí.
-        ¿Y tienes tiempo para leerlos todos?
-        Imposible.
-        Entonces, ¿por qué compras tantos?
-        Porque me obsesiona comprarlos. Además, a más libros tengas, más vives, aunque no los leas todos.
La señora María asintió riendo:
-         Ya veo. Tienes –añadió- una bonita afición. El libro es el mejor amigo del hombre, pero no debes abusar leyendo los más difíciles para no perjudicar tu salud. La literatura complicada perjudica gravemente la salud…
Mohamed Chukri, La jaima



En el último concepto, Lectura, ya decía que había hecho una separación con el de Libros a pesar de que, lógicamente, no siempre es fácil diferenciar entre ambos. Lo mismo pasará con el que vendrá a continuación, Literatura.

Muy bien la idea de refugio de Anderson. A mí me pasa.
Comparto lo expresado en Mandelstam: amistad, relación personal, conversación.
 Cuatro Ensayos sobre la Mujer de Carlos Castilla del Pino y Dios es gratuito pero no superfluo de José Mª González Ruiz son dos buenos ejemplos de libros que me han cambiado, así que, de acuerdo con Vallcorba. Faye insiste en esta acertada idea.
Buena recreación de ambiente por Banville, pero no comparto la idea de solo huir. Muchas veces se lee para todo lo contrario.
Stefan Zweig y Montaigne, dos monstruos que aportan grandes verdades.
¡Cuántas veces me ha pasado, sobre todo últimamente, lo que dice Fernández Liria! Pero sigo intentándolo.
“Si miro la estantería veo mi vida” (Lobo). Por eso no quiero deshacerme de los libros a pesar del agobio que a veces producen.
Curiosa la distinción de Ugresic entre libros calientes y fríos aunque no siempre sea fácil catalogarlos.
Magnífico diálogo el de Chukri, y es verdad que a veces perjudica la salud, eso sí, la mental, al menos en mi caso.










jueves, 11 de abril de 2019

Perro ¿come? perro




No he comprado ni una sola vez en mi vida El Mundo. Apenas en dos o tres ocasiones he ojeado en un bar la edición de Baleares. Hasta hace un par de días, y precisamente buscando alguna información a partir de la lectura de este libro, no había entrado en la edición digital. Es un periódico por el que siempre he sentido una gran antipatía seguramente, entre otras cosas,  a causa de su creador y director durante tantos años Pedro José Ramírez. Sin embargo, mi interés por el periodismo es superior a mi rechazo de este medio y por eso he comprado y leído este libro. También ha influido el hecho de que se vende como una muestra de las diferentes presiones que reciben los medios tanto del poder político como del económico algo que, además, se está poniendo de manifiesto estos días con el asunto del móvil de la ayudante de Pablo Iglesias y de la participación de las llamadas cloacas del estado y los periodistas que están a su servicio.
Entrando ya en el contenido del libro tengo que decir que en parte me ha interesado y en parte también me ha defraudado.
Jiménez, al margen de las razones que le hayan llevado a escribirlo, se compromete en muchos momentos cuando por ejemplo afirma lo siguiente: 

“(…) toda una generación de supuestos periodistas de investigación había prosperado comprando un material que sabían averiado, en un juego de favores donde la verdad era un incordio prescindible.” (p. 58) 

Acaba de terminar una reunión con Villarejo y, siguiendo con sus palabras: “Había recibido una primera pincelada de cómo funcionaban Las Cloacas y la forma en la que habían contaminado el trabajo de la prensa en España.“

De una forma más general afirma también:

“El sistema estaba perfectamente engrasado y dependía de que ninguna pieza se moviera del lugar donde había sido colocada. El poder económico protegía al poder político. El poder político protegía al poder económico. La prensa protegía al poder económico.” (p. 121)

Es decir, pone negro sobre blanco lo que tanta gente sabe y comenta y lo que me ha llevado a expresar tantas veces en el blog la importancia que tiene la “batalla” mediática. Ni que decir tiene que estos días el tema está al rojo vivo (y no me refiero al conocido programa de la televisión, que también).
En esta línea Jiménez hace referencia al ya muy conocido papel de Soraya Sáez de Santamaría en el grupo Prisa; a la multitud de periodistas en “nómina” de empresas para evitar informaciones negativas; a los llamados “Acuerdos” entre empresas y medios con el mismo objetivo; al papel de algunos periodistas, cita el caso de Marhuenda y su omnipresencia en los medios; a las peticiones de Jorge Fernández Díaz y lo que ofrecía a cambio; etc. Pero todo esto, y más cosas que cuenta,  ha salido publicado y/o sido comentado en bastantes medios. Quizá lo interesante es verlo todo junto y reconocido abiertamente por el director de un medio bastante implicado en muchos de estas actividades.
Como decía antes, también hay una parte que me ha defraudado o, por decirlo con más precisión, cuyo interés me ha resultado inferior. Me refiero a todo lo que algunos han llamado el cotilleo sobre los entresijos del diario. El tema de cómo funciona por dentro un medio sí me parece muy interesante, el problema es que en este libro hay más intrigas que informaciones relevantes y, además, con el agravante de que al utilizar pseudónimos -La Digna, El Cardenal, El Dos, Woodward, El Señorito, El Secretario,…-, a quienes no conocemos ese medio nos cuesta saber de quién se trata y, por lo tanto, ponerles cara y poder saber qué dicen o escriben. Yo lo he logrado con alguno y he de decir que me ha sorprendido algunas de las cosas que dice, por ejemplo,  de Lucía Méndez quien, por cierto, creo que fue la primera en poner un tuit quejándose del contenido del libro. Luego han salido otros en la misma dirección (claro que, al menos los que yo he visto, son de periodistas que siguen trabajando en el diario en el que, desde luego, habrá bastantes a los que no habrá gustado el libro pues no salen precisamente bien parados).
Una afirmación que resume muy bien la idea de Jiménez que transita por todo el texto sería:

“Solo éramos relevantes para el establishment de la capital, en parte porque llevábamos décadas escribiendo sobre y para él. Y porque formábamos, aunque no quisiéramos reconocerlo, parte de él.” (p. 225)

Esta pertenencia es uno de los grandes males del periodismo en este país.
Al margen de todo lo ya dicho, me ha gustado la autocrítica que hace por el tratamiento dado en el caso de Victoria Rosell o el reconocimiento de cómo se fusilan contenidos de diarios extranjeros y me ha gustado bastante menos el capítulo dedicado al rey y, sobre todo, a la reina en los que aprecio un cierto “pelotilleo”.
En resumen, un libro un tanto irregular en el interés que despierta, aunque imagino que hará pasar muy buenos ratos a sus compañeros de profesión que, seguro,  habrán acudido en masa a comprarlo. También será útil para los lectores habituales del diario.
Una duda que queda al final del libro es la razón que habrá llevado a Jiménez a escribir un libro así: ¿denunciar comportamientos espurios en la profesión? ¿ajustar cuentas con algunos de los que mandan en el periódico? ¿venganza por algunas intrigas contra él?¿hacer caja?  
Conociendo el percal la verdad es que esperaba haber encontrado más reseñas y críticas en los medios. Dejo constancia de algunas: Juan Diego Madueño hace una crítica bastante dura en elespanol.com (casualmente el digital creado y dirigido por Pedro José Ramírez); José Precedo hace una interesante entrevista al autor en eldiario.es y Alba Precedo comenta en infolibre.es los aspectos más sobresalientes e impactantes del libro y, además, incluye los principales tuits que se cruzaron en los primeros momentos; merece la pena.

David Jiménez, El director. Secretos e intrigas de la prensa narrados por el exdirector de El Mundo