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miércoles, 8 de diciembre de 2021

Otra buena investigación


Este libro sale de una línea lateral cuando investigaba sobre su abuelo, una investigación que plasmó en el magnífico libro Calle Este-Oeste que ya comenté en el blog hace año y medio.

Este abogado inglés y profesor de Derecho Internacional tiene una envidiable capacidad investigadora, pero es que, además, sabe transmitirla como el mejor periodista. Su agilidad narrativa es total teniendo en cuenta que el material no siempre debe de resultar fácil de transmitir.

En este libro ha elegido a un nazi alemán, Otto Wätcher, que tuvo diversos cargos en el gobierno de la Polonia ocupada siendo responsable de la muerte de miles de judíos.

Sands conoció a su hijo y este le puso en contacto con la inmensa documentación que había guardado su madre, Charlotte, que era la esposa de Otto y nazi convencida.

El libro está dividido en cuatro partes: Amor, Poder, Huida y Muerte. El título ya da una idea bastante aproximada del contenido. Wätcher murió en Roma en 1949 y Sands indaga entre otras cosas en la causa de su muerte.

El libro tiene 454 páginas de texto y otras 100 con las notas, fuentes y el índice analítico. Evidentemente, esa extensión ya da una idea de la investigación llevada a cabo por el autor y el equipo que colabora con él. No hay más que echar un vistazo a las fuentes para darse cuenta del trabajo y el tiempo invertido.

Con todo, y como decía más arriba, lo realmente no sé si decir sorprendente es la capacidad de transmisión de la información del autor. Algo que podría resultar farragoso y aburrido lo convierte en interesante y tremendamente entretenido. Además, gracias a los diferentes pasos que va dando y a los hilos que va siguiendo se conocen cosas como: la complejidad del espionaje en los años 40 donde vemos a Italia, USA y la URSS “cazando” nazis para convertirlos en espías suyos y conocemos la existencia del “Certificado Persil” (los que ya tenemos unos años hemos conocido y usado ese detergente); la facilidad con la que los nazis huían a través de Italia y, en este caso, la facilidad para viajar de Charlotte y el dinero de que disponía o el ambivalente papel del Vaticano, papel que ha sido puesto en cuestión ya en muchos estudios.

He hablado de la narración, pero esta no sería tan interesante sin una investigación como la que hace Sands. Obviamente, la presentación en el libro es bastante cronológica y lineal, pero no quiero ni imaginar las vueltas que debieron de dar tanto el autor como su equipo para ir casando las distintas informaciones que iban obteniendo.

Me ha llamado la atención que en un momento determinado Sands acude a alguien que vive muy cerca de él, y que resulta ser nada menos que John le Carré, para que la ayude con una informaciones sobre el espionaje al terminar la guerra.

No estamos ante el típico libro sobre nazis. En este vemos también la historia de amor y el lado humano de un personaje tan deplorable como fue Otto Wätcher, tanto como para que su hijo, aunque no le creía tan asesino,  colabore en un libro sobre el daño que hizo.

Tan recomendable como el anterior aunque reconozco que ese me gustó algo más, quizá también por la sorpresa que supuso. 

Hay dos reseñas interesantes: la de Andrés Seoane en elcultural.com y la de Anna Abella en elperiodico.com.

 

Philippe Sands, Ruta de escape. Traducción Francisco J. Ramos Mena.

 

 

 

 

 

miércoles, 4 de septiembre de 2019

El arte de la falsificación




Este es uno de esos libros que caen en mis manos por algo oído en la radio por casualidad y sin prestar demasiada atención, pero la suficiente para que me quedase la idea de que se trataba del retrato de un personaje peculiar e interesante.
Y así es. Aunque el libro empieza con la persona de la poeta Emily Dickinson, la falsificación de un poema suyo y su subasta en Sotheby’s, tema al que dedica los primeros capítulos, el verdadero protagonista es Mark Hofman, el falsificador no solo de ese poema sino de multitud de documentos históricos muchos de ellos relacionados con la religión mormona.
De él dice Worrall:

“Y Hofman no era un falsificador mediocre. De hecho, en los largos años de la falsificación literaria nunca ha habido un falsificador tan meticuloso en su investigación, tan diestro en la técnica, tan malévolo en sus intenciones y tan grandioso en sus propósitos.” (p. 186)

A explicar su técnica tanto de imitación del papel y la tinta, como de la propia escritura del texto del que se trate, dedica el autor muchas páginas que, a veces, me han resultado muy difíciles de entender porque es muy meticuloso y preciso en las explicaciones. No sucede lo mismo cuando comenta las pretensiones que no eran solo crematísticas sino, en lo que se refiere a la falsificación de documentos mormones, también en gran medida de desprestigio de esa religión que era la de sus padres y la que le impusieron desde niño. Precisamente uno de los capítulos que me han resultado más interesantes es el que se dedica a explicar los orígenes de esa religión y de su creador Joseph Smith.
El retrato de Hofman y, sobre todo, de su trabajo como falsificador es el núcleo del texto y lo más apasionante, tanto por la ingente y bien hecha labor de Hofman, como por el hecho de que nadie fuese capaz de identificar que se trataba de falsificaciones a pesar de que algunos textos los vieron los mejores especialistas en el tema. Además, hay otros aspectos que también son muy interesantes, así: la impresionante labor de Franklin para ordenar los poemas de E. Dickinson dada la forma en que los dejó la escritora o la crítica a las empresas de subastas en general y a Sotheby’s en particular, entre otros.
También como dice Guzmán Urrero en su reseña en cualia.es:

“Por las páginas de La poeta y el asesino circulan las grandes pasiones humanas: el cinismo, la voluntad de poder y la codicia, pero también la exquisitez y la sutileza.”

Un libro recomendable por su originalidad y por tratar de alguien capaz de falsificar la firma de 129 personajes históricos desde Lincoln a Daniel Boone pasando por Mark Twain, y de documentos que van de un poema de Emily Dickinson a “El Juramento del Ciudadano”.
Hay una reseña muy completa e interesante de Ismael  Rodríguez en lasoga.org.


Simon Worrall, La poeta y el asesino. Traducción Beatriz Anson.

lunes, 7 de mayo de 2018

Gran descubrimiento



Este libro se publicó por primera vez en inglés en 1990 y se tradujo en 2012, pero a pesar de mi afición tanto por el periodismo como por la no ficción lo desconocía totalmente hasta que, de una forma bastante casual, me topé con una entrevista a Emmanuel Carrère en la revista digital cultura.nexos.com en la que este gran escritor francés, especialista en el periodismo y la no ficción, mencionaba el libro en un fragmento que no me resisto a reproducir íntegro a pesar de su extensión:

Nexos: ¿Hay alguna obra o algún otro escritor, además de Truman Capote, que lo haya llevado por la senda de los personajes criminales?

EC: Para empezar, creo que el modelo de Capote es algo con lo que tiene que enfrentarse, en algún punto, cualquier escritor que trabaje sobre nota roja (fait divers). Es el gran libro en ese ámbito. Hay otro libro que me encanta que se llama El periodista y el asesino de Janet Malcolm; no sé si está traducido al español. Malcolm es una periodista estadounidense, ya mayor, de The New Yorker. Ese libro es estupendo. Es verdaderamente interesante: ¿quieren que les cuente la historia? Es un tipo acusado de haber asesinado a su esposa y se sospecha que a sus hijos también. Se espera su juicio y en el sumario parece ser que sí es culpable. Un periodista, un escritor especialista de esas historias criminales, decide entonces hacer un libro sobre el caso y firma un contrato de publicación. Se pone en contacto con el presunto asesino. Empiezan a trabajar juntos y, mientras el acusado está en libertad condicional, no deja de repetirle a la prensa cómo se va a escribir un libro para defender su inocencia. Luego condenan al tipo, sale el libro, y el presunto asesino descubre horrorizado que el libro lo describe como un psicópata perverso y que el escritor está absolutamente convencido de que es culpable. El asesino, desde los bajos fondos de la cárcel, demanda al escritor; no por difamación sino acusándolo de haberlo engañado, de haber traicionado su confianza. Entonces, la periodista de The New Yorker sigue muy de cerca el caso y escribe El periodista y el asesino, un libro corto de unas cincuenta páginas, de una inteligencia extraordinaria y brillante. Se los recomiendo.

Un gran resumen de en qué consiste este libro que es uno de los más interesantes que he leído sobre el periodismo y que tiene, además, interesantes reflexiones sobre la no ficción de lo que puede ser un buen ejemplo el siguiente fragmento:

“Los personajes de las obras no ficticias, en no menor medida que los personajes de las obras de ficción, se deben a los más personales deseos y a las ansiedades más profundas del autor; esos personajes son los que el autor desea que sean y se preocupa de que así ocurra.” (p. 217)

Y ya puestos a hacer un comentario basado en opiniones ajenas, Ian Jack en su Prólogo deja claro el método y el objetivo de la autora:

 “Como toda su obra, El periodista y el asesino se atiene maravillosamente a lo concreto: personas, lugares, cartas, conversaciones. No se presenta como una narradora fidedigna, sino como guía por los vericuetos de la conducta humana y su relación con uno de los aspectos más importante de la vida moderna el espejo deformante de los medios de comunicación.” Ian Jack en el Prólogo (p.19)

Después de todo lo dicho hay poco que añadir y por mi parte solo lo haría con dos aspectos que me han resultado novedosos. Por una parte, el hecho de que se pueda entrevistar a los jurados de un juicio al acabar el mismo y que se pueda hablar de las deliberaciones que han tenido lugar. Por otra parte, también me ha interesado lo que comenta sobre si se debe hacer una transcripción literal o no de las conversaciones con los entrevistados.
Evidentemente estos son dos temas colaterales en un libro -por cierto de 236 páginas en la edición española y no de 50 como en la edición que menciona Carrère-, cuyo interés empieza con una memorable primera frase: “Todo periodista que no sea estúpido o engreído como para no ver la realidad sabe que  lo que hace es moralmente indefendible.” Y a partir de ahí no decae aunque lógicamente no se exprese siempre con esa rotundidad.
Un libro absolutamente recomendable para cualquiera, pero sobre todo para quienes estén interesados por el periodismo y la novela de no ficción.
Hay una reseña muy completa y muy interesante de Bárbara Ayuso en Jotdown.es.

Janet Malcolm, El periodista y el asesino. Traducción Alfredo Báez.

lunes, 25 de abril de 2016

Una investigación con ritmo de thriller



Hay en Argentina una larga tradición de este tipo de periodismo y muy buenos practicantes. Desde el Rodolfo Walsh de Operación Masacre, pasando por Verbitsky o Marcelo Larraquy (sus interesantes trabajos sobre López Rega o Galimberti, por ejemplo) e incluso algunos de los libros de Miquel Bonasso como el dedicado a la presidencia de Héctor Cámpora. Hablando, claro, de libros que he leído, porque si no la lista sería inmensa.
Son todos ellos libros basados en amplias investigaciones que suelen incluir tanto documentos como entrevistas tanto a los protagonistas directos como a gentes de su entorno. Además, otra característica común es lo bien narrados que suelen estar de tal manera que aquello que aparece novelado encaja perfectamente en la obra.
En este caso, O´Donnell se ha enfrentado a un caso que fue muy famoso en su momento y del que quedaban algunos cabos sueltos. Ha contado para ello con varias horas de entrevistas con Jorge Born, uno de los dos hermanos secuestrados, con lo que se enriquece mucho la información sobre algunos aspectos del secuestro, aquellos que se refieren a la vida cotidiana. Así, por ejemplo, me han llamado la atención cosas como: el uso de rayos ultravioleta para dar un cierto color al prisionero tras una estancia tan prolongada sin luz solar o que fuese el propio Jorge el que calculase cuánto podían ocupar los sesenta millones pedidos por su rescate (por cierto, un gran espacio con el que no contaban los secuestradores). Desde otro punto de vista, también me ha sorprendido enterarme de que tanto Montoneros como los Born financiaron la campaña presidencial de Carlos Menem. Seguramente alguna vez lo habré leído pero no lo recordaba.
El libro está magníficamente estructurado y va graduando perfectamente todo lo sucedido tanto durante el secuestro, como cuando  posteriormente se cuenta la búsqueda de una parte importante del dinero recibido. En muchos momentos adopta la forma de un thriller.
De los muchos personajes que salen en el libro, aparte de la figura y el actuar de Jorge Born, a mí me ha interesado lo que se dice de  Mario Firmenich y Rodolfo Galimberti. Del primero, máximo responsable de Montoneros, porque habiendo visto y leído varias entrevistas con él, me sigue costando formarme una opinión sobre el personaje y su actuación política en la época. Del segundo porque me sigue pareciendo inexplicable que un tipo así fuese el máximo responsable del secuestro al serlo de la Columna Norte de Montoneros, encargada del mismo.
María O´Donnell ha escrito un libro notable por la información que maneja y por lo bien que está contado todo el proceso. Además, como buena periodista, maneja el lenguaje con precisión y claridad y no le ha sucedido, como a veces les pasa a otros colegas, perderse en los detalles siendo demasiado prolija.
El tema del grupo Montoneros me sigue resultando apasionante como apasionante es casi toda la historia de Argentina. Ese país que tiene la gran particularidad de que en un mismo partido puedan coexistir, a veces incluso de forma simultánea: la extrema derecha,  la extrema izquierda, el neoliberalismo o el populismo.
Un buen comentario sobre el libro lo hace Carlos Cué en elpaís.com y hay una entrevista muy completa en perfil.com.



María O´Donnell, El secuestro de los Born