jueves, 28 de octubre de 2021

Gran crónica de los últimos años

  

¡Me cago en Godard!, el anterior libro del autor, es uno de los pocos libros que he leído que no he comentado en el blog. La razón principal es que, aunque había visto una parte importante de las películas que menciona y comenta, soy incapaz de acordarme de ellas y, por lo tanto, me perdí muchas cosas de lo que deducía Vallín del contenido de esas películas. De hecho, me ha pasado en más de una ocasión que al salir del cine y comentar con la gente la película ya no me acordaba del final.

Viene esto a cuento del libro que ahora comento porque ya desde el título se anuncia que va a haber otra vez cine, que se van a comentar películas. Sin embargo, me he atrevido a su lectura y menos mal que lo he hecho porque, efectivamente, se utiliza el contenido de algunas películas como introducción o refuerzo de lo que se cuenta a continuación, pero solo en algunos capítulos. En todo caso, aunque también he visto la mayoría, una vez más no he sido capaz de recordar ni siquiera lo más básico de las historias. No importa, se puede seguir perfectamente el libro sin esas alusiones; yo en más de una ocasión me las he saltado. Espero que el autor sepa perdonar mi falta de respeto a su sistema.

Después de este excesivamente largo preámbulo, entro en el contenido del libro, un libro que no solo es magnífico por los temas que trata, sino que es imprescindible lectura para quien quiera buena información y, sobre todo, buenos análisis de algunas de las cosas que nos pasan. Por si esto no bastara, hay que decir también que está muy bien escrito y que se sigue con gran facilidad (bueno, salvo lo ya dicho para mi caso).

Se recogen un conjunto de artículos que en su mayoría ya han sido publicados, pero que así juntos creo que adquieren más sentido al reforzarse unos a otros. Están divididos en dos partes: en la primera, Leviatán desatado, se tratan temas más generales, mientras que en la segunda, El liberalismo pop en la mesa camilla, se centra más en algunos aspectos más concretos y hay bastantes páginas dedicadas a Podemos.

A mí me ha interesado más la primera y me ha parecido que está más trabajada o, simplemente que al tocar temas más generales y conflictivos, arroja más luz sobre asuntos como: el CGPJ, el modelo territorial (aquí hay reflexiones fundamentales), la corrección política o su hipótesis sobre el auge de la ultraderecha. Hay un artículo, en concreto el 8, España una pesadilla…, que me ha hecho pensar y dudar de algunas certezas que tenía. Ya con esta parte se justifican sobradamente las siguientes palabras del autor:

“Algunas historias de este libro de cuentos son caprichosas, injustas o están movidas por un desmelenado propósito de armonía. Pero lo que cuentan es cierto. Ocurrió así. También así. Y deberían operar – al menos para el autor lo hacen- como las luces nocturnas de una pista de aterrizaje, pequeños puntos de luz dispuestos en el vacío de la oscuridad que delimitan un espacio cierto pero invisible al que hemos de encomendarnos”. (p. 329)

También en la segunda parte hay artículos muy interesantes. Así el 17, Gramática parda, me ha aclarado muchas cosas de un tema que, aunque he leído bastante, me seguía pareciendo confuso; también el 18, con el palo que reciben tanto jueces como periodistas, y desde luego el que dedica a la figura de Pablo Iglesias ante el que Vallín parece rendido, o en el que usa a Tom Ripley para analizar el enfrentamiento entre Iglesia y Errejón (aquí me ha vuelto a pasar lo que con las películas porque, habiendo leído toda la obra traducida de Patricia Highsmith, no he sido capaz de recordar lo que cuenta). Finalmente, el planteamiento de la lucha generacional a partir de las reflexiones de Juan Cueto me ha hecho plantearme muchas y cambiar alguna que otra idea.

A lo largo de sus páginas se citan también varios libros de los que yo destacaría, quizá porque los he leído, los de Bernabé, a propósito de las identidades, y Lassalle, con su defensa del verdadero liberalismo. Al primero lo critica con bastante severidad, y creo que también con bastante razón, mientras que del segundo no tiene sino buenas palabras, creo que también con razón.

Quizá el autor más citado es Jorge Dioni López del que reproduzco un fragmento que me parece realmente magnífico y un gran acierto el neologismo que inventa:

“Divertirse siempre ha sido pecado. Los atrasistas, los que no soportan tener que respetar a todo el mundo, los que se cabrean cuando otros adquieren derechos, los que añoran perseguir o ridiculizar a los demás. Los atrasistas hablan de historia o tradiciones sin tener ni idea de historia o tradiciones. Son los que no  saben vivir sin tocar las narices a los demás, sin odiar a alguien, sin insultar… De vez en cuando, alguien se cuestiona los motivos del atraso español. Lo tiene delante. Esta gente, la que habla de toros, caza y procesiones, es la que ha gobernado siempre. Los atrasistas. “. (p. 44)

Y puestos a reproducir fragmentos interesantes, no puedo dejar pasar el siguiente por su gran actualidad:

“La duda de por qué los jueces de carrera larga y eventualmente prestigiosa están dispuestos a hozar en las miasmas, de forma tan evidente que cualquier lego en derecho puede ver la chapuza judicial y la evidente intención política, con arbitrariedades transparentes como el agua clara, reside en el asunto principal de estas páginas: la batalla que el Estado Profundo español ha lanzado contra la indispensable puesta al día de sus estructuras y usos semidemocráticos”. (p. 301) 

Como se ve estamos ante un libro del que no basta una sola lectura. Varios de sus artículos hay que volverlos a leer porque sus análisis ayudan a comprender mejor muchas de las cosas que nos están pasando. Un libro que confirma que Vallín es uno de los grandes periodistas de la actualidad (otro de los grandes es, precisamente, y seguro que no por casualidad se encarga del prólogo, Enric Juliana). Confirma también que se puede ser capaz de  escribir magníficos tuits de solo 240 caracteres y al mismo tiempo textos largos donde esas ideas sintetizadas en tan poco espacio se desarrollan.

Un libro imprescindible para quien quiera conocer el sentido más profundo de muchas informaciones que se leen a diario. Un gran libro. ¡Ah!, y por supuesto, un libro muy comprometido y pacíficamente combativo.

 

Pedro Vallín, C2PO en la corte del rey Felipe. La guerra del Estado Profundo contra la democracia liberal.

martes, 26 de octubre de 2021

Sigue la racha con Melchor


En apenas dos meses he leído los tres libros que se han publicado en España de esta magnífica escritora mexicana, lo que indica lo mucho que me han ido gustando, e impactando, los que iba leyendo. La culminación es esta de hoy que es el último publicado hasta ahora y, al menos en mi opinión, el mejor que ya es decir dada la enorme calidad de los anteriores.

Melchor tiene varias cosas que hacen tremendamente atractiva la lectura de sus libros: los temas que toca, los personajes que crea y el lenguaje que utiliza. Sobre esto dice Montuenga en su muy buena reseña en unlibroaldia.blogspot.com:

 

“(…) su prosa es rica, compleja, descriptiva, colorista, arraigada a la tierra y llena de matices. La impresión de autenticidad se consigue gracias tanto a vulgarismos y expresiones populares como a un dominio excepcional del idioma, (…)”

 

A lo que yo añadiría simplemente lo bien adaptada que está a cada uno de su personajes, tanto que siendo una novela narrada en tercera persona, se tiene a veces la impresión de que es Polo, su principal protagonista, quien la narra precisamente por el lenguaje que utiliza Melchor.

En una novela de 158 páginas, y teniendo en cuenta la historia que narra, apenas se puede hablar de su contenido porque se corre el riesgo de destripar aspectos fundamentales. Sí se puede decir que está dividida en tres partes. En la primera, vemos la relación entre el Gordo, un joven de buena familia que vive en la urbanización Páradis, y Polo, que trabaja como jardinero en la urbanización. Nos enteramos de cómo se conocieron y cuáles son las pretensiones del primero. La segunda está casi exclusivamente centrada en Polo y en la relación con su abuelo, su prima Zorayda, su especie de primo Milton y algo, poco, con su madre. En la tercera vuelven el Gordo y Polo. En la narración, sobre todo en la segunda parte, Melchor vuelve de vez en cuando hacia atrás en el tiempo para darnos a conocer algunas cosas de los personajes.

Es cierto que dicho así no parece gran cosa, pero puedo asegurar que a medida que se avanza en la lectura esta se hace cada vez más intensa y resulta difícil dejar el libro. Este carácter casi hipnótico de la escritura de esta autora creo que es una de sus señas de identidad, como lo es también el dar una visión de su país bastante negativa sobre todo por las enormes diferencias sociales que existen.

No me atrevo a decir mucho más del libro. En la reseña citada hay algo más de información aunque siempre evitando el spoiler.

Para finalizar el comentario reproduzco un fragmento que da una idea de lo precisa que es la prosa de Melchor y de lo bien que caracteriza a sus dos protagonistas:

 

“ (…) al bato todo se la hacía fácil porque tenía la suerte de ser medio güero, pálido como fantasma a pesar del sol de la costa, con ojos bordeados de espesas pestañas soñadoras y una mata de cabello ondulado que el bato siempre se estaba quitando de la frente con gesto de galán de telenovela, mientras que Polo, bueno, Polo era prieto, no  había otra manera de decirlo, y feo como pegarle a Dios en la cara, decía su madre –y eso que se parecían un chingo- y había nacido con una mirada torva que claramente lo delataba como alguien que carecía de una meta en la vida”. (p. 85-86)

 

Absolutamente recomendable, y hasta creo que podría decir que imprescindible, porque no hay hoy por hoy muchas narradoras que sean capaces de manejar tan bien el lenguaje y de contar historias tan crudas. Obviamente, también son muy recomendables los otros dos libros ya publicados en España.

Por cierto, se me ha olvidado decir que hay muchas palabras que no conozco. Algunas las he entendido por el contexto y de otras me quedo con la sonoridad y la fuerza aunque no sepa del todo lo que significan.

 

Fernanda Melchor, Páradais.

 

jueves, 21 de octubre de 2021

Biografía de un revolucionario


Este libro está dedicado a un personaje del que se suele conocer bastante poco. Desde luego es mi caso pues solo conocía lo que se lee en los manuales de historia del periodo y alguna cosa más a través de algún documental. Además, son fundamentalmente su secuestro y posterior asesinato lo que le ha hecho algo más conocido.

Por eso me llamó la atención este libro que, por lo que se ve en el índice, se ocupa de todos los momentos de su vida, es decir, se trata de una biografía. Ya el propio autor dice muy al final del libro:

“Sería un error continuar tratando como en un segundo plano su producción periodística y sus libros de comentarios de actualidad política. Poner el acento sobre esa producción u obra no suficientemente valorada ha sido uno de los empeños de esta biografía: corregir el desequilibrio entre la muerte y la vida de Nin, para insistir más en su vida que en su muerte, eso fue lo que nos propusimos.” (p 327)

Y es efectivamente así. El libro está dividido en 8 capítulos. Los tres primeros abarcan desde su nacimiento en 1892 hasta 1930, incluyendo su época moscovita. En los tres siguientes, que van de 1930 a 1937, se narra sobre todo su actividad política en la República y la guerra civil. El 7º está dedicado principalmente al año 1937 con su secuestro y asesinato. En el último se hace un repaso de algunos aspectos relevantes y también se valora al biografiado.

Son bastante impresionantes algunas informaciones que se dan en esos primeros capítulos como, por ejemplo, el hecho de que ya publicase artículos en revistas a los 14 años o la gran cantidad de libros que tradujo del ruso tanto de política como de literatura. Precisamente al leer esta información fui a mi biblioteca y vi que la edición de la Historia de la Revolución rusa de Trotski que tengo es la traducida por Nin.

No obstante, siendo interesante toda la información que ofrece, y que creo responde al objetivo que manifiesta Navarra en el párrafo antes citado, me parece algo excesiva la cantidad de reproducciones de fragmentos que hace y lo prolijo de las informaciones sobre las revistas en las que participó y cómo estas se iban creando y desapareciendo. Es algo que puede interesar sobre todo a los especialistas, pero que resulta un tanto farragoso para un lector normal y corriente como es mi caso.

Puestos ya a criticar, hay otra cosa que tampoco me ha gustado y que hace el autor en varios momentos. Se trata de dar saltos en el tiempo de forma un tanto brusca. Así, por ejemplo, está hablando del neutralismo de Nin en la Primera Guerra Mundial y pasa a la crítica que hace a la CNT reproduciendo un texto de 1933. Seguramente tiene su sentido, pero yo no lo he sabido ver en varios casos y me ha provocado una cierta confusión.

Evidentemente, esto no disminuye el interés de un libro de 342 páginas en el que tengo que destacar, sobre todo, la actuación política de Nin antes y después de la creación del POUM. Esta parte es para mí la más interesante porque, además, refleja muy bien los conflictos que se produjeron dentro del bando republicano en plena guerra civil. Siempre he sido favorable a la hipótesis de que uno de los principales factores que explican el resultado del conflicto era el enfrentamiento político, y militar, entre distintas fuerzas del bando republicano. En este libro se ponen de manifiesto de una forma muy clara y llega a su extremo con la explicación que da Navarra de por qué Negrín toleró el asesinato de Nin:

Negrín no debió de tolerar el asesinato de Nin por razones ideológicas, sino porque con el POUM operando en España el bando republicano se iba a quedar sin armas con las que combatir. ¿No se comprende mejor la postura de Negrín, dependiente de los envíos de Stalin, sin los cuales la República había tenido que rendirse inmediatamente? Es así de simple, así de brutal” (p.25) 

Es decir, fue el antiestalinismo de Nin y del POUM, y su consiguiente enfrentamiento con el PCE y el PSUC, lo que causó su muerte.

Navarra da por lo general una idea bastante positiva del biografiado tanto en su faceta periodística como en la de un revolucionario consecuente. En el siguiente fragmento hace un buen resumen de una vida intensa:

 “Andreu Nin vivió largos años en la clandestinidad, sufrió atentados, pasó una década en la Unión Soviética formándose como revolucionario profesional, lideró la CNT y contribuyó a crear un partido de acción leninista que quería encaminarse hacia la creación de una Internacional de partidos socialistas a la izquierda de Stalin y Trotsky. ¿No parece una tarea excesiva para alguien que se sintiera básicamente un literato? Parece que la revolución fuera la auténtica vocación de Andreu Nin por lo menos desde 1919 (…)” (p. 328)

Un libro recomendable para quienes estén interesados en ese periodo de la historia e incluso en la política en general porque también es muy interesante, incluso desde la actualidad, ver los enfrentamientos tan habituales dentro de la izquierda.

Hay una muy completa e interesante entrevista de Sebastian Faber con el autor en ctxt.com.

 

Andreu Navarra, La revolución imposible. Vida y muerte de Andreu Nin.

 

 

 

 

 

martes, 19 de octubre de 2021

Buen inicio de una trilogía

 

No hace ni dos meses que comentaba El vínculo más fuerte, el primer libro que leía de Haruf que ha sido curiosamente el último en traducirse. Todo lo que decía en ese comentario lo podría reproducir ahora solo que aumentando los aspectos positivos.

No es fácil encontrarse con novelas como esta, novelas en las que prácticamente no hay conflictos y los dos que hay se resuelven de una forma muy natural; obras en las que se refleje con tanta naturalidad la vida cotidiana de un conjunto de personajes que no tienen nada excepcional y que están magníficamente caracterizados como son: Guthrie, un profesor de historia de América en un centro de secundaria; sus dos hijos de 9 y 10 años que reparten el periódico por las casas y que van despertando poco a poco a la ida con vivencias fuertes como asistir a la autopsia de su caballo; la joven Victoria, estudiante del centro, que se ha quedado embarazada de alguien que ni siquiera vive ya en Holt (por cierto, el lugar imaginario de Colorado en el que transcurren todas las novelas de este escritor); los hermanos McPheron, dos granjeros solteros amigos de Guthrie que acogerán a Victoria cuando su madre la eche de casa; Ella, la mujer del profesor que se va a vivir a Denver porque está en plena depresión y Maggie Jones, una profesora del instituto que tiene relaciones con Guthrie y facilita que Victoria sea acogida por los hermanos McPheron.

Con estos mimbres Haruf construye una historia en la que no hay sobresaltos y, como decía antes, apenas un par de conflictos. Uno del profesor con un alumno y su familia, y el otro de Victoria con el joven de cuya relación quedó embarazada. Esa falta de conflictos e incluso de momentos de tensión, la suple el autor a través de una escritura en la que destacan, por una parte, la gran facilidad para la creación de escenas que reflejan muy bien diferentes aspectos de la vida cotidiana y, por otra, sobre todo unos diálogos que creo que son el fuerte de este escritor, diálogos totalmente creíbles y que manifiestan muy bien el carácter de los personajes.

Por detrás de todo se encuentran una serie de temas como la necesidad de la familia entendida en un sentido extenso, la solidaridad, la bondad, la vida rural (esta a partir de dos escenas muy desarrolladas, una con el nacimiento de una novilla y la otra con la autopsia de un caballo), etc.

Estamos ante un ejemplo de lo que ahora algunos llamarían “buenismo”, pero que, sea como sea, lo es sobre todo de buena literatura, de esa que se lee con gusto y que deja un buen recuerdo en el lector, un tipo de lectura que no es demasiado habitual y que quizá por eso impacte más. A mí desde luego me motiva para leer el resto de la trilogía.

Hay una reseña muy buena y muy completa de Marc Peig en unlibroaldia.blogspot.com


Kent Haruf, La canción de la llanura, Traducción Agustín Vergara.

jueves, 14 de octubre de 2021

El fotoperiodismo a examen



Que soy un apasionado del periodismo lo puede comprobar cualquiera que se acerque a este blog y vea la cantidad de entradas de libros sobre periodismo o escritos por periodistas. Si me interesa tanto es porque creo que es uno de los lugares donde se está dando la mayor batalla política en los últimos años, y prefiero no decir quién la está ganando por ahora. Precisamente por esto estoy suscrito a cuatro medios digitales a pesar de que apenas los leo por las dificultades que tengo para leer en la pantalla del ordenador. Uno de esos cuatro es la revista 5W que es la editora del libro que hoy comento.

Esta revista, que descubrí no hace mucho y a la que me llevó el saber que estaban en ella gente como Mikel Ayestaran o Xavier Aldekoa que son dos de los periodistas más interesantes de la actualidad, está editando una interesantísima colección de libros en pequeño formato, que aprovecho para recomendar encarecidamente, en la que se establece un diálogo entre dos periodistas de dos generaciones diferentes y en el que hablan de la profesión, de sus trabajos antiguos y actuales, de los problemas existentes, etc. El último publicado es este dedicado a la fotografía o, de forma más concreta, al fotoperiodismo.

Tengo que reconocer desde el principio que no suelo ni siquiera mirar las fotografías que acompañan los textos y que, por lo tanto, cuando veo la palabra fotoperiodismo casi tengo que acudir al diccionario para saber en qué consiste. Esto ha tenido un doble efecto sobre mi lectura del libro: por un lado, no he sido capaz de seguir bien varios de los debates que tienen los autores, no he terminado de entender en más de una ocasión cuál era realmente el problema, pero, por otro lado, este total desconocimiento me incita a dedicar más tiempo a investigar sobre esa profesión y a buscar imágenes y reportajes visuales.

Surinyach, por cierto una de las fundadoras de 5W, y Tomasi hablan de multitud de temas, de muchos de los conflictos en los que han intervenido, de sus reportajes sobre otros aspectos, de sus trabajos en Médicos sin Fronteras, donde se conocieron y donde Tomasi ha trabajado durante gran parte de su carrera. En todo ello se manifiesta de forma muy clara el gran compromiso de ambos con la profesión y, sobre todo, con su especialidad: el fotoperiodismo. Un compromiso que, viendo los temas a los que han dedicado los mayores esfuerzos, se amplía a las personas que sufren por diferentes razones. Por poner solo un ejemplo, me ha parecido muy interesante y significativo el proyecto en el que está embarcada Surinyach, #Boza, que es la realización de un documental sobre las migraciones hecho con los materiales que graban los propios migrantes en sus travesías.

No quisiera finalizar este comentario sin dejar constancia de dos intervenciones de Tomasi que me parecen muy interesantes viniendo además de alguien que conoce muy bien ambos temas:

“-Eso es básico, la acción humanitaria tiene que ser profesional, porque hay unos estándares que hay que seguir. Es tal el caos que se forma, que como no tengas unos protocolos de actuación básicos todo se descontrola. He visto mucho caos en alguna crisis humanitaria en la que he estado, pero al segundo día de llegar MSF, si hay una buena gestión y una buena coordinación, vuelve el orden. Si el equipo es profesional, las cosas salen bien”. (p. 91)

“-Siempre digo medio en broma, que debo de ser uno de los fotógrafos que más hospitales ha fotografiado en África. En 25 años no ha cambiado nada, o muy poco. Siguen siendo las mismas caras. He visto cómo no se erradica la desesperanza, el dolor, la miseria. Seguimos estando como hace muchísimo tiempo. Mira el precio de los alimentos. Cuando ya se puede jugar en bolsa y los alimentos pasan a ser un elemento de transacción económica en la bolsa de Chicago, es una tragedia.”. (p. 121)

Esa defensa de la profesionalidad me parece muy importante ante la proliferación de onegés fundadas muchas veces simplemente para sacar algo de dinero para viajar y, al mismo tiempo, lavar conciencias. El pesimismo que desprende la segunda cita, seguramente es matizable, pero creo que tiene bastante de fiel reflejo de muchas realidades.

Un librito muy recomendable, como lo son los que forman el resto de la colección, sobre todo para quienes se interesen por esa profesión y quieran conocer más a fondo cómo trabajan los profesionales y qué les preocupa.

 

Anna Surinyach y Juan Carlos Tomasi, El compromiso de la fotografía.

 

martes, 12 de octubre de 2021

Una buena historia


Hace unos años titulaba mi comentario sobre otra novela de la autora, Wakolda, “Leída de un tirón”, tal es la capacidad narrativa y de tensión que tenía Puenzo en ese libro. Con este que ahora comento pasa algo parecido.

Puenzo además de una buena escritora es también directora de cine y como tal ha cosechado más de un premio, incluidos el del jurado de Cannes o el Goya a la Mejor película Extrajera. Esta segunda dedicación se nota bastante a la hora de escribir. Me pasó ya con la lectura de Wakolda que, por cierto, se llevó al cine con una buena película, y me ha vuelto a pasar con estos invisibles, según se lee los paisajes y los personajes toman cuerpo con bastante facilidad, es decir, favorece mucho que el lector tenga una visión de todo lo que sucede.

La historia es bastante sencilla: unos niños de la calle, en concreto un niño de 6 años, su hermana de 15 y otro chico de 16, son “contratados” por una persona para que roben pequeñas cantidades en casas de Buenos Aires. Dada su habilidad, “vende” sus derechos a otro que los llevan a Uruguay para que sigan robando en este caso en una urbanización de nueve chalets de alto standing. Aquí se toparán con algunos problemas.

Anécdota, pues, sencilla, pero magníficamente contada, con algunos momentos muy originales y con unos personajes muy peculiares como, por ejemplo, esa niña que habita en uno de los chalets que no habla porque no quiere, un personaje que habría dado seguramente para más de lo que le permite la escritora.

Una lectura entretenida e interesante porque es también un buen reflejo de las diferencias sociales en esa zona.

Hay una interesante entrevista de Julio Diz con la autora en elrevisionista.blogspot.com.

 

Lucía Puenzo, Los invisibles.

 

jueves, 7 de octubre de 2021

Un relato vivo y vivido del pasado reciente

Errejón demuestra con este texto que estamos ante un político diferente, guste más o menos lo que diga o haga. En este su primer libro en solitario hace una combinación muy interesante de autobiografía política; análisis de los distintos momentos de la política española desde 2014; descripción, y valoración en algunos casos, de los principales problemas que tuvo Podemos y él dentro del partido y aportación de reflexiones sobre su forma de entender temas esenciales; también incluye algunos aspectos humanos de las repercusiones de la actividad política y no podía faltar, lógicamente, algún pequeño ajuste de cuentas, es verdad que menos de los que se podía esperar, aunque creo que sí ha tenido que suponer una cierta catarsis decir las cosas tal como él las vivió y sintió.

Para ello, el autor ha dividido el libro en cinco capítulos. En el primero describe su activismo, sobre todo libertario,  hasta que llega Podemos. Los dos siguientes los dedica a toda su época en Podemos. Los dos que cierran el libro están centrados en Más Madrid y en las últimas elecciones autonómicas. Además, como ya anunciaba más arriba, hace unos “excursos” a temas como: Política (y democracia), Hegemonía y pueblo,

Patriotismo (y plurinacionalidad), Transversalidad, Transición ecológica y Green New Deal y Libertad. Estos son textos teóricos muy interesantes porque son, en forma muy sucinta, la reflexión básica de un político sobre algunos de los temas clave de ahora.

Hasta aquí he hecho una mera descripción del contenido de un libro que me ha traído muchos recuerdos, y no todos buenos, pero que me ha hecho pensar bastante sobre los distintos problemas que ha tenido y sigue teniendo la política en España.

Un par de datos personales para que se entiendan algo de lo que luego diré. Milité en el PSOE entre 1975 y 1983 del que me fui porque la política que se hacía era siempre hacia dentro del partido. Cuando entré, en Madrid había algo más de setecientos afiliados, un año después éramos más de siete mil. Creo que algo parecido sucedió con Podemos. Hasta que apareció este partido no estuve en ningún otro grupo político. Me limité a ir a decenas de manifestaciones. Cuando apareció Podemos recuperé algo de la ilusión perdida hace tiempo, me inscribí, fui apoderado en las elecciones autonómicas de 2015 y en las generales siguientes y también colaboré con microcréditos para las campañas y luego, durante algo menos de dos años, aportaba una cantidad mensual. Eso sí, mi única actividad fue votar en las distintas internas y tener alguna participación en discusiones en Plaza Podemos donde recibí más insultos y actitudes despectivas que en ningún otro lugar. Nunca se me ocurrió acercarme a ningún círculo (mi mujer sí lo hizo y pronto se cansó). Para terminar esto, que me ha quedado muy extenso, diré que he estado prácticamente siempre de acuerdo con Errejón en los distintos debates y enfrentamientos que ha tenido dentro de la organización.

Lógicamente en el libro se da una versión de los conflictos, una versión de parte, claro. Así, por ejemplo, cuando hubo primarias en Madrid con Espinar como contrincante, Errejón deja la siguiente afirmación: “Ellos saben moverse en ese terreno más endurecido y sucio, más correoso de la pelea del fango. Nosotros no. Nuestra reacción instintiva es no entrar a la pelea y ser elegantes. Creo que está bien serlo, pero perdimos”. (p. 211-212)

Me imagino que alguno de los otros protagonistas tendrán otra interpretación, pero no es eso lo que más me ha interesado del texto, de hecho hay muchas páginas que dedica a la “interna” (por cierto, qué argentino queda eso) que me han aburrido, me han parecido muy reiterativas y sin que aportasen nada nuevo ni interesante, aunque comprendo que las haya tenido que relatar.

Sí me ha interesado mucho el planteamiento de la política que va trazando Errejón casi desde el principio y su evolución hasta terminar en lo que significa hoy. Hay muchos fragmentos que se pueden extraer sobre el particular, el siguiente me parece que refleja bien un aspecto crucial:

 

“De Venezuela vuelvo pensando que la revolución no es tomar el Palacio de Invierno, sino ser capaz de recoger la basura de la calle y que haya agua y comida el lunes siguiente. La vida cotidiana no puede ser heroica. En Ecuador hay mucha menos épica, pero las cosas funcionan razonablemente bien.”. (p. 75)


Seguramente no es para emocionar, pero es que si no es así, ¿para qué sirve todo lo demás? En la misma línea hay otra frase que se repite en el libro: “De nuevo, mejor un paso de cientos de miles que miles de pasos de diez”. (p. 361)

Creo que la idea “errejonista” de la transversalidad era la mejor para romper con ese esquema derecha- izquierda que cada vez estaba quedando más anquilosado. En la misma línea se mueve la idea de lo “nacional-popular” por más que es algo que no termino de captar, o por decirlo mejor, que no termino de saber cómo se puede llegar a articular. De todas formas, todo esto fue arrasado por la facilidad que tiene para mucha gente centrarse en el enfrentamiento de siempre que facilita la comprensión de las cosas y

conseguir una identidad reconocible fácilmente. En este sentido es muy interesante lo que cuenta sobre el manifiesto Mover Ficha propuesto por los anticapitalistas y la postura de Errejón ante el mismo.

Hay muchísimas cosas que merecerían un comentario. El libro tiene 375 páginas sin desperdicio, pero ya me ha salido un comentario demasiado largo para lo que acostumbro. No obstante, no quisiera dejar sin mencionar un par de cosas. Por un lado, el tema de la bandera. Insiste Errejón que incluso hoy no hay que dejarla en manos de la derecha. La idea me parece muy acertada, pero tengo que decir que no me puedo reconocer en esa bandera, no he podido nunca y no porque prefiera la tricolor, sino porque me eduqué en la época de Franco y muchos que venimos de esa época no podemos soportar la rojigualda. Finalmente, una de las cosas que más me gusta del libro es ver a un político que tiene dificultades para dormir o  problemas estomacales, porque siempre procuran dar la sensación de estar a tope aunque las ojeras se vean desde lejos.

Nací en Madrid, en Chamberí, y allí viví hasta que en 1984 me destinaron a Mallorca donde decidí quedarme hasta hoy. Es decir, más de la mitad de mi vida la he pasado ya fuera de esa ciudad, pero siempre me ha interesado lo que en ella pasa porque, además, cada año la visito varias veces. Hago esta aclaración porque me ha parecido enormemente interesante el siguiente fragmento:


“Madrid no es ya un laboratorio neoliberal; después de más de veinte años de gobiernos ininterrumpidos tenemos que hablar ya de una fortaleza neoliberal. Una fortaleza construida en torno a la economía financiera, el dumping fiscal y el desmantelamiento de los servicios públicos y de cualquier idea de comunidad como herramienta útil para la supervivencia colectiva. Pero también con una gestión neoliberal del deseo, como carrera contra uno mismo para satisfacciones cada vez más efímeras y por el deseo aspiracional de ser como las élites al imitar en barato sus estilos de vida y reproducir su imaginario. Es verdaderamente un bloque histórico sólido, a cuyo favor funciona la geografía económica y política española, que nutre esta fortaleza irresponsable”. (p. 355-356)


En fin, un libro que he leído con mucho interés y también con mucho gusto. Creo que Errejón, si no se tuerce como se han torcido ya tantos, puede ser alguien con un interesante futuro y al que merece la pena apoyar porque plantea temas cruciales y se sale de los esquemas ya muy trillados, pero, desgraciadamente, me he llevado ya los suficientes desengaños como para tomármelo con distancia. (Un añadido: en mi época del PSOE estaba en la “sensibilidad” de Joaquín Leguina: Sin comentarios).

 

 

Íñigo Errejón, Con todo. De los años veloces al futuro.

 

lunes, 4 de octubre de 2021

Tema importante; desarrollo irregular


“El presente libro es el resultado de las investigaciones y debates inscritos en un proyecto de I+D (…) Entre los investigadores se cuentan uno con formación de jurista, varios politólogos e historiadores y una arquitecta, pero el trabajo resultante es un ensayo de Historia actual sobre la evolución de un fenómeno político multiforme que normalmente se agrupa bajo la denominación común de “ultraderecha” (…)” (p. 12)

Con estas palabras se inicia la introducción y ya nos da una pista de algunas de las características que tiene y también de alguno de sus problemas.

De las seis personas que intervienen solo conocía a dos: al profesor Veiga, del que leí hace años todo lo que publicaba sobre el conflicto yugoslavo, y a Steven Forti del que he leído recientemente varios artículos y también  he visto alguna intervención en la televisión.

El libro está dividido en tres partes. La primera está dedicada al Colapso de la civilización soviética, 1985-2014 y en ella  se muestra cómo van a ir surgiendo diferentes tendencias y grupos ultranacionalistas. Principalmente se habla de Rusia y de Yugoslavia. En la segunda, Marasmo en el mundo feliz neoliberal, 2008-2018, se centran sobre todo, aunque no exclusivamente, en algunos países de la Unión Europea como Hungría, Polonia o Grecia. También dedican bastante atención a los problemas de Ucrania. La tercera, Síntesis, culturas y definiciones, es una especie de popurrí ya que hay muchas páginas dedicadas a Italia, otras a la arquitectura del “Nuevo estado autoritario”, a los oligarcas o al turbocapitalismo, etc. Cierran con un Epílogo demasiado breve en el que se plantean algunas conclusiones.

Hasta aquí la mera enunciación del contenido. Antes hacía mención a los problemas que tiene el libro que son varios. Por un lado, la gran cantidad de información enormemente detallada que se da de casos como, por ejemplo, el ruso que hacen que el lector no especialista ande un tanto perdido. Por otra parte, el libro está escrito a muchas manos o, para ser más exactos, en cada parte se nota que hay más de una y, lo que es peor, no siempre con una escritura demasiado correcta y clara lo que dificulta la lectura y también lleva a que se incurra en algunas repeticiones. Finalmente, aun entendiendo que los autores no quieran dejar definiciones ni clasificaciones de los fenómenos estudiados, de tal manera que se tenga la tentación de intentar catalogar cada uno el grupo que quiera, no me parece suficiente al trabajo que aportan en el capítulo de conclusiones. Creo que para lo que dicen no habría hecho falta tanta información previa.

¿Considero pues inútil la lectura de un texto así? Evidentemente no. Teniendo en cuenta que lo más complejo está al principio yo habría tenido la tentación de abandonar su lectura y no ha sido así. Entre las muchas informaciones hay bastantes que me han aportado cosas que no solo no conocía, sino que además me parecen muy interesantes como puedan ser: el auge del nacionalismo en el este de Europa incluso antes de la caída del comunismo; los datos que se dan sobre el dinero que el Parlamento europeo da a los grupos ultra; las informaciones sobre el reformismo de Orbán en Hungría y su política económica “populista”;  la creación de la OYA con apoyo norteamericano para echar a Milosevic en una operación de lo que luego se ha llamado “guerra híbrida”; la relación entre el 68 y la Alt Right, lo mismo que la lectura de Gramsci que hace el francés Alain Benoist y que lleva a la “guerra cultural”.

Hay muchas más cosas, aunque para eso haya que leer también muchas páginas cuyas informaciones no interesan a un lector corriente incluso interesado por el tema. Creo que el principal problema es que los autores no se hayan planteado hacer una edición menos académica y, en todo caso, que no hayan revisado un poco más el texto dado a la editorial haciéndolo más legible. Para colmo, hay bastantes erratas impropias de una editorial como Alianza aunque ninguna importante.

¿Recomendable? Depende del interés que se tenga por el tema y de la capacidad de pasar páginas sin tener por ello mala conciencia.

 

VV.AA., Patriotas indignados. Sobre la ultraderecha en la Posguerra Fría. Neofascismo, posfascismo y nazbols.

 

 

sábado, 2 de octubre de 2021

Demasiado irregular

Aunque no he leído demasiado de Ramírez, sí lo suficiente para saber que es un buen escritor; otro de los buenos escritores en castellano del otro lado del Atlántico. También lo recuerdo como político. De hecho el único libro que aparece en el blog es Adiós muchachos dedicado a hacer un análisis crítico de la revolución sandinista en la que tuvo un papel muy destacado ya que llegó a ser vicepresidente de Nicaragua.

El que ahora comento está en las librerías en la sección dedicada a la novela negra, pero creo que es un texto que va mucho más allá de ese género. Ramírez vuelve a la crítica de lo que está pasando en su país. En este caso se centra en las manifestaciones que tuvieron lugar hace poco de estudiantes que luego se generalizaron a otros sectores de la población.

La novela comienza con el regreso a Nicaragua de Dolores Morales, un inspector de policía que ha protagonizado otras obras del autor. En su país la situación es muy tensa y hay una gran represión dirigida por un tal Leónidas, alguien que en su día estuvo combatiendo a los sandinistas en la contra, y que tiene en Tongolele a uno de sus principales apoyos gracias también a que su madre, Zoraida, es una adivina que colabora con el poder. Hay, además, un conjunto de secundarios que tiene su importancia en la trama.

Para mi gusto esta novela tiene un problema que es su extensión, no tanto por sus 336 páginas densamente editadas, sino porque sobran muchas subtramas que no están bien articuladas y que despistan del eje principal de la novela que no es otro que la represión que se ejerce en ese país sobre cualquier movimiento opositor y que lo aleja de lo que pueda ser una verdadera democracia.

Ramírez da una imagen muy positiva de los miembros de la iglesia católica que salen, que son varios y todos colaboran tanto con Morales como con los opositores. En esta línea uno de los mejores momentos del libro es la diatriba que hace el obispo contra el régimen en el capítulo 5.

Lo mejor de la novela es sin duda el lenguaje que utiliza Ramírez y la buena construcción de los diálogos. De hecho, en un momento determinado me di cuenta mientras la leía de que estaba siendo absorbido por la forma en la que me contaba algo que sin embargo no me estaba interesando demasiado.

Por lo dicho hasta aquí, no me atrevo a recomendarla sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de obras que se han editado recientemente de igual calidad, pero de mayor interés.

Hay una interesante entrevista con Clara Morales en infolibre.es.

Sergio Ramírez, Tongolele no sabía hablar.

 

ANDAMIO

 

En esta entrega no hay demasiadas cosas interesantes aunque sí hay variedad de géneros y procedencias. Mucha producción estadounidense y, cosa rara, bastante sudamericana. También varias producciones que, no estando mal, no terminan de cuajar y llegar a lo que prometían.

 

Películas

  

El olvido que seremos. Película de Fernando Trueba con guion de David Trueba basado en el libro del mismo título de Héctor Abad Faciolince. El libro me gustó muchísimo, la película menos. Tiene al gran aval de la interpretación de Javier Cámara creando un personaje que refleja muy bien al padre de la novela/biografía, pero hay otras interpretaciones, no sé si por el guion, que dejan bastante que desear y, sobre todo, algunos momentos ya al final que se los podían haber ahorrado porque quedan muy exagerados. Creo que tienen razón algunos críticos que hablan de afectación y acartonamiento que lastran un tanto la obra.

 

Fahrenheit 11/9. Se me pasó en su momento, 2018, este documental de Michael  Moore del que procuro verlo todo porque siempre aporta cosas interesantes. En este caso el objetivo principal es Donald Trump, pero también aprovecha para tratar temas que surgen en los días de realización como pueden ser la situación de la ciudad de Flint o las huelgas de profesores. Moore se muestra más combativo incluso de lo habitual y con imágenes e informaciones bastante insólitas. Es para verlo más de una vez.

 

El efecto Marcus (Los casos del departamento Q). Una película danesa dentro de la serie dedicada a las novelas que tienen como protagonista ese departamento de la policía. Es quizá la más floja de las que recuerdo haber visto aunque siempre tienen su interés y su entretenimiento. En este caso hay una cierta denuncia del robo hecho por empresas y gentes de alto nivel de dinero dedicado a la ayuda al desarrollo.

 

Series

 

The White lotus. Miniserie estadounidense de 6 episodios de casi una hora cada uno. Curiosa serie por el conjunto de personajes que retrata y por el tipo de fotografía que utiliza. Comedia, pero con algunos momentos más dramáticos. Buenas interpretaciones. Bastante entretenida por lo peculiar de los personajes y, eso sí, con un final que no me ha gustado demasiado.

 

El Reino. Serie argentina de 8 episodios con una duración muy variable de 37 a 50 minutos. Tiene forma de thriller con una fuerte carga crítica hacia determinados aspectos de la religión y de la política, junto con el tema de los abusos sexuales a menores, algo que Claudia Piñeiro, una de sus creadoras y guionistas, ya trató en Catedrales, su última novela. La serie está bastante bien y tiene momentos brillantes además de alguna interpretación muy buena, algo habitual en el cine de ese país. Dejan abierta la posibilidad de otra temporada.

 

Detrás de sus ojos. Miniserie británica de 6 episodios de unos 50 minutos. Tiene un buen comienzo como thriller, pero poco a poco va decayendo por repetición e inverosimilitud de cosas que van pasando. Como no quiero hacer spoiler aquí lo dejo. De todas formas es una serie totalmente prescindible.

 

Ted Lasso. Miniserie británica de 10 episodios de menos de 30 minutos. Un entrenador de fútbol americano es contratado por un pequeño club de fútbol inglés porque su presidenta quiere que descienda. Una comedia con algunos buenos momentos y con la peculiaridad de que hay una especie de defensa del fracaso o, al menos, de que el éxito no es lo único importante. Entretenida.

 

La directora (The chair). Miniserie estadounidense de 6 episodios de algo menos de 30 minutos. Una magnífica realización para unos guiones que andan un tanto despistados. El gran problema de la serie es que no sabe qué camino tomar, si la comedia un tanto disparatada a veces o el drama. Toca temas interesantes sobre la universidad, la educación, la familia, la amistad, el envejecimiento, etc., pero ahí los deja. Ha tenido buenas críticas seguramente por la buena interpretación de la protagonista.

 

La Serpiente (The Serpent). Serie británica de 8 episodios de casi una hora. Está basada en hechos reales, en concreto en un ladrón y asesino que mataba para robarles a jóvenes en la India, Nepal y Thailandia en la primera mitad de los años setenta del siglo pasado. Muy bien contada y, sobre todo, magníficamente ambientada tanto por la fotografía como por el vestuario. Muy entretenida.

 

Dom. Serie brasileña de 8 episodios de una hora cada uno. No es muy habitual encontrar series de esa procedencia y menos con estos temas. Cuenta la relación entre un padre que es policía antinarcóticos y un hijo que se dedica a robar y esnifar. La historia tiene un buen guion y se mueve en varios momentos del tiempo: en 1970 vemos al padre como un joven que se inicia en el trabajo policial; a mediados de los noventa vemos cómo la relación entre ambos empieza a ser conflictiva ya que el hijo empieza con la droga y, en lo que es el núcleo de la serie, en 1999 y 2000, los momentos de mayor tensión porque el hijo ya está centrado en la delincuencia. En varios capítulos se van alternando los diferentes momentos. Bien ambientada y muy bien realizada, resulta entretenida y también interesante.

 

La conjura contra América. Miniserie estadounidense de 6 capítulos de casi una hora cada uno. Está basada en el libro homónimo de Philip Roth, un libro que por cierto no me gustó cuando lo leí  hace ya años. La serie es muy irregular pues tiene un buen comienzo y un buen final, pero hay un par de capítulos intermedios que no terminan de arrancar y en los que se repite demasiadas veces la misma situación. Eso sí, está magníficamente realizada, con todo el sabor y la ambientación de esos primeros cuarenta; también tiene buenas interpretaciones y, sin embargo…

viernes, 1 de octubre de 2021

Un libro necesario


No se me ocurre mejor forma de iniciar mi comentario que tomando prestado este fragmento de la reseña hecha por El Libro Durmiente en reeditor.com: 

Las trincheras de la esperanza es más que un libro. Es un azote a las conciencias, un chute de horror, lleno de relatos de personas rotas por fuera y por dentro. Cuando crees haber leído algo terrorífico, el siguiente capítulo hace boom y te revienta con otro drama. Y cuando el estómago amaga con revolverse, Pampliega busca la magia y la encuentra con víctimas que se levantan con sus prótesis. Como pueden. Pegan codazos en la pared del mundo por una salida. Y en casi todas, está Alberto Cairo”. 

Aquí están, magníficamente resumidos, todos los puntos clave de un libro que a lo largo de sus 26 capítulos nos ofrece un panorama muy completo del horror que ha padecido ese país. Prácticamente en todos hay un protagonista con problemas físicos o psicológicos. Así, alguien sin las dos piernas y un brazo; a otro le faltan la mano derecha y el pie izquierdo; hay una niña de 7 años sin una pierna; otros con parálisis cerebral; hay adictos al opio; no faltan los pacientes en un hospital de quemados; y, por si esto fuera poco, hay un capítulo de una gran dureza dedicado a un centro para enfermos mentales con condiciones infrahumanas y del que el gobierno no quiere saber nada.

¿Qué tienen todos en común? La presencia del fisioterapeuta italiano Alberto Cairo que lleva 28 años en Afganistán trabajando para la Cruz Roja y haciendo una labor de la que Pampliega da unos datos realmente apabullantes. Un Cairo que no solo lleva todo el tema de las prótesis del hospital de Kabul, sino que ha ido logrando que se crearan otros centros especializados en otros lugares del país.

El periodista estuvo un mes en Afganistán y recorrió diferentes lugares como Helmand en el sur, donde se entrevistó con drogadictos, Herat donde visitó el centro en el que están los enfermos mentales y, desde luego, Kabul en cuyo hospital de la Cruz Roja trabaja Cairo y desde allí proyecta la atención a los diferentes colectivos con problemas.

Pampliega escribe para llamar la atención sobre un país y unas situaciones realmente dramáticas en la mayoría de los casos. Unas situaciones que están sucediendo ahora mismo porque lo que cuenta es de hace apenas tres años y, además, muchas cosas habrán empeorado tras la reciente victoria de los talibanes. Esa llamada de atención tiene un componente emocional muy grande y el libro conmueve en todas sus historias y en todas sus páginas. Hay algunas historias que acaban mejor que otras, pero en todas ellas hay mucho sufrimiento de partida. Quienes lo superan, y hay muchos casos en el libro, llegan a lograr una vida relativamente buena aunque, no sé si será solo casualidad, la mayoría de ellos trabajan actualmente para la Cruz Roja, es decir, no sé qué pasará con los cientos y cientos que circulan con sus prótesis en un país como Afganistán.

Pampliega no escribe apenas sobre la situación política que se encuentra, pero cuando lo hace deja fragmentos tan claros y contundentes como el siguiente: 

“Desde la caída de los talibanes se ha protegido a los corruptos, se han dado puestos de responsabilidad a despiadados genocidas y se utiliza lo peorcito de cada casa para que vele por los intereses de aquellos que se lucran con el tráfico de drogas”. (p. 203) 

Por otra parte, las mujeres son muy protagonistas del libro, tanto porque hay bastantes entre los personajes entrevistados, como porque se dan informaciones interesantes y significativas como, por poner solo dos ejemplos, el dato de que es el único país del mundo en que se suicidan más mujeres que hombres o el de que la edad de las mujeres en el 50% de los matrimonios es de menos de 16 años.

También es de una mujer, más concretamente Nilofar, la capitana de la selección nacional de baloncesto en silla de ruedas, la siguiente afirmación:

 “Sé que podemos cambiar nuestro país. Costará. Será con esfuerzo y tesón de generaciones y generaciones. Paro cambiaremos la situación. Las mujeres somos el futuro de este país. Los hombres lo han llevado a la ruina y nosotras lo levantaremos”. (p.313)

Ojalá se cumpla aunque el presente no apunta precisamente en esa dirección.

En fin, un libro necesario, intenso, duro en muchos momentos, exigente para el lector, conmovedor,… Un libro que hay que agradecer a su autor.

 

Antonio Pampliega, Las trincheras de la esperanza. Alberto Cairo: el hombre que reconstruye vidas en Afganistán.