martes, 25 de febrero de 2020

Un investigador del Holocausto




A pesar de mi interés manifiesto por el tema del Holocausto, como se puede comprobar en multitud de entradas del blog, y de que he tenido más de una vez en la mano el libro de Hilberg La destrucción de los judíos europeos, nunca me he decidido a comprarlo seguramente por su gran extensión y porque me parecía demasiado especializado y prolijo en sus informaciones. Sin embargo, al conocer la existencia de estas memorias sí me ha apetecido saber algo más del personaje.
Yo diría que el libro  tiene tres partes. Por un lado, algo típico de muchas memorias que es el hacer una descripción, aunque sea somera,  de los antepasados. Por otro lado, la parte central está dedicada a los momentos de investigación y escritura. Finalmente, dedica gran espacio a los problemas para su publicación (basta decir que no se publicó en Israel hasta 2012) y a debatir sobre alguna de las críticas recibidas.
Ni que decir tiene que a mí la que más me ha interesado es la segunda parte. En esta, en el capítulo titulado Documentos cuenta incluso algunos errores de interpretación que tuvo y también establece algún curioso paralelismo entre su escritura y la música. También resulta muy interesante, sobre todo para quienes no hemos leído su obra, el resumen que hace de sus tesis principales que son las que le han causado más de un problema. Problemas que le hacen criticar varias obras posteriores como, por ejemplo, la de Arendt sobre Eichman.
A pesar de que, como decía antes, soy alguien interesado en el tema que estudió el autor me ha sorprendido lo que dice en el siguiente fragmento:

“En Estados Unidos, el fenómeno ahora conocido como el Holocausto no arraigó hasta después de las penurias de la guerra de Vietnam, cuando una nueva generación de norteamericanos estaba buscando certezas morales y el exterminio judío se convirtió en un símbolo de la maldad absoluta con el que medir y valorar todas las demás transgresiones conductuales de las naciones. Para Alemania, el momento no llegó hasta los años ochenta, cuando los culpables habían muerto o vivían en geriátricos; por primera vez, sus hijos e hijas, sus nietos y nietas, pudieron hacer preguntas directas sobre la actividad de la gente mayor durante el periodo nazi.” (p. 133-134)

No pensaba que había tardado tanto en abrirse paso el interés. De hecho el propio Hilberg, citado en el Epílogo que hace otro especialista como Florent Brayard, explica:

“De hecho, pensaba que era el único que investigaba la aniquilación de los judíos. Estaba Poliakov en Francia, pero yo lo ignoraba, y Reitlinger en Londres, pero tampoco sabía nada de él. Solo estábamos nosotros tres, pero no nos conocíamos (…)” Por tanto estaba solo, solo en una isla por así decirlo, y no sabía que hubiera nadie más.”

Y continúa comentando  el propio Brayard:

“Esta sobrecogedora contestación permite comprender el carácter pionero del enfoque de Raul Hilberg en los años cuarenta y cincuenta, y la fuerza de carácter que fue necesaria para atacar un tema como aquel a pesar del pesimismo general y llevarlo a buen puerto.” (p. 233)

Es interesante saber que es el único historiador que es entrevistado en la monumental serie documental Shoah de Claude Lanzmann, serie y autor que aparecen varias veces en estas memorias y que vuelvo a recomendar encarecidamente porque creo que es lo mejor que se ha hecho nunca, y que seguramente se hará, sobre el Holocausto.
En fin, un libro de memorias que se lee con interés en alguna de sus partes y con algo menos en otras que, además, como sucede con sus primeros pasos como profesor, resultan un tanto confusas. En todo caso, tiene también el interés añadido de que no es habitual poder conocer los problemas con los que se enfrenta un historiador para realizar sus investigaciones y luego para poder llegar a publicarlas.
Hay un reseña muy buen y completa de Guillermo Altares en elpais.com.

Raul Hilberg, Memorias de un historiador del Holocausto. Traducción Àlex Guàrdia Berdiell.


viernes, 21 de febrero de 2020

Continúa en la brecha




Sigo con la lectura de otro escritor que está en la serie del blog dedicada a mis autores favoritos. He leído todos los libros que se han publicado en España desde aquellos primeros en bolsillo, con letra muy pequeña y poco espacio entre líneas, hasta que, con Planeta, se empezaron a editar en gran formato y buena tipografía. Curiosamente, los mejores que ha escrito creo que fueron aquellos primeros que hoy no sería capaz de leer por un problema meramente físico. Ahora bien, con Le Carré  pasa lo mismo que con Woody Allen: una obra suya, aunque no sea de las mejores, siempre es bastante mejor que la de la mayoría del resto de escritores del mismo  género o de directores de cine.
La que ahora comento no está desde luego entre las mejores que ha escrito. Tiene muchas de las características del autor: un buen ritmo y agilidad en la narración, buenos diálogos y una trama bien urdida. Sin embargo, le faltan cosas para ser una de las buenas. Por un lado, a la historia le falta interés y tensión y le sobran tramas secundarias que no terminan de cuajar y que quedan sin resolver y, por otro lado, a los personajes les falta entidad y fuerza.
A pesar de ello se lee con facilidad, quizá más de la habitual, y tiene el interés añadido de que toca temas y personajes de gran actualidad con los que se muestra muy crítico, así: el Brexit, Donald Trump, Vladimir Putin y los oligarcas tanto rusos como ucranianos.
Hay que agradecer a gente como el autor, lo mismo que al recientemente fallecido Andrea Camilleri, que tengan el humor de seguir escribiendo a esas edades y con la vitalidad con que lo hacen o han hecho.
Hay una buena reseña de Miguel Ángel Oeste en elcultural.com.


John le Carré, Un hombre decente. Traducción Benito Gómez Ibáñez


jueves, 20 de febrero de 2020

ANDAMIO


En esta entrada hay bastante variedad de géneros y procedencias tanto en películas como en series. También de calidad e interés.


Películas


El faro. Es uno de esos casos en los que queda claro que una película no es lo mismo verla en casa que en el cine. En casa, a pesar de la buenísima fotografía y las dos grandes interpretaciones, me ha aburrido soberanamente, no he entrado en casi ningún momento en la propuesta del director. Sin embargo, en la sala de cine es muy probable que me hubiese metido más en la historia y habría podido coincidir, quizá, con el halago general de la crítica.

O que arde. Creo que es la primera película hablada en gallego que veo. Aunque pasa un poco lo mismo que con El faro en eso de verla en casa en lugar de en la gran pantalla, en este caso me he metido más en la película a pesar de que, o quizá precisamente por eso, no hay casi acción; eso sí,  hay mucha recreación de paisajes y se centra mucho en los gestos de los personajes ya que apenas hay diálogos. Merece la pena.

Caso Murer. El carnicero de Vilnius. Película austríaca que reconstruye el juicio que se llevó a cabo en 1963 contra este nazi acusado de horrendos crímenes cuando estaba en la ciudad de Vilnius en el año 1942. Desde el punto de vista meramente cinematográfico deja mucho que desear porque es muy lineal y reiterativa en las formas, pero lo salva el enorme interés del tema y algunos debates que se establecen dentro del jurado y entre los abogados. Interesante aunque muy mejorable en su realización. Es casi un documental.

The Report. Película estadounidense que de forma muy documental también narra los entresijos de la redacción, por encargo del Senado, de un informe sobre los nuevos métodos de interrogatorio implantados por la CIA tras el 11S. Una demostración más de lo que es capaz el cine de ese país a la hora de criticar lo que hace su gobierno. Desde luego no me imagino hacer por aquí nada ni mínimamente parecido. Hay escenas de tortura bastante duras. Muy bien contado todo y magníficamente interpretada.

El escándalo. Película norteamericana sobre el acoso y los abusos de Roger Ailes, el fundador del canal de noticias Fox. Hace muy poco vi La voz más alta, una serie que trata el mismo tema y lo hace muy bien. En este sentido la película es una especie de resumen de la serie. Está hecha con buen ritmo y da la información suficiente. Al igual que pasaba en la serie, que interpretaba un casi irreconocible Russell Crowe, en la película es muy buena la interpretación de John Lithgow.

Judy. Película norteamericana sobre algunos aspectos y momentos de la vida de Judy Garland. Todo el film gira en torno a la actuación de Renée Zelweger por la que ha obtenido un Oscar creo que merecido con alguna matización. Está realmente magnífica en muchos momentos y es capaz de transmitir muy bien el dolor, la angustia y el descontrol, pero al mismo tiempo repite demasiado algunos gestos que por lo reiterativo llegan a cansar. Mezcla en varias ocasiones escenas de Garland de joven que es una pena que no se hayan utilizado más porque son muy explicativas de lo que le sucedió después. No es una gran película, pero sí tiene muy buenos momentos en los que resulta realmente conmovedora.


Series


Derry girls. Serie británica que consta de seis capítulos en esta primera temporada. Comedia que se desarrolla en Irlanda del Norte en los años 90 y que tiene como protagonistas a un grupo de chicas de unos dieciséis años. Bastante divertida con el aliciente también de tocar algunos aspectos del conflicto político y religioso de la época.

Success. Miniserie croata de seis capítulos. Es un thriller más en la línea de los nórdicos que de los británicos. Creo que es la primera serie que veo de esta procedencia y me ha gustado. Parte de un buen guion y tiene también una buena fotografía y realización. Apunta algunos temas bastante típicos en este tipo de series como la corrupción política en relación con el urbanismo y una cierta condescendencia policial. Además, muestra una sociedad bastante violenta y no solo de violencia física. Eso sí, los “malos” lo son demasiado.

Vida perfecta. Serie española de ocho capítulos de apenas 25 minutos cada uno. De vez en cuando me gusta ver alguna serie española. No hace mucho vi Hierro y me gustó; lo mismo me acaba de pasar con esta. No sé si será casualidad, pero las dos han sido premiadas. Trata en plan de comedia y de comedia dramática de diferentes aspectos de la vida de tres treintañeras y sus problemas. Buen guion y buenas interpretaciones. Seguiré dando oportunidades a las producciones hechas por aquí.

London spy. Miniserie británica difícil de calificar. Tiene elementos de thriller, de cine político, de espías y hasta de drama amoroso. Pero tiene sobre todo un grave problema: su excesiva morosidad y el recrearse sin sentido en muchas escenas la convierten en una serie bastante aburrida. Seguramente, si el creador la hubiera planteado en tres episodios de 45 minutos en lugar de los cinco de 60 que tiene, la serie se dejaría ver mejor. Tiene también más de un problema de verosimilitud. No obstante, hay momentos bastante logrados y se sigue viendo para saber por dónde va a salir la historia.

miércoles, 19 de febrero de 2020

Inagotable Auschwitz




A pesar de lo mucho que he leído sobre el tema de los campos de concentración y de exterminio –como está reflejado en la entrada correspondiente de la sección del blog Mis temas recurrentes-, el tema nunca queda agotado, bien sea porque aparecen libros con reflexiones sobre lo ocurrido, bien, como es el caso, porque aportan vivencias desde otros puntos de vista. En este caso, se trata de un libro escrito por un médico holandés que, además, coincidió en el campo con su mujer con la que pudo tener algún tipo de relación.
En una Nota escrita por la familia para la presente edición se dice:

“Lo importante de Auschwitz: última parada es que fue escrito durante la guerra y en el campo de concentración. El texto ni se ha adaptado ni se ha visto influido por recuerdos cambiantes o por conocimientos que no se han adquirido hasta más tarde, tras la liberación, lo que convierte la historia en algo fresco y sincero, concediéndole un gran valor histórico.” (p. 236-237)

Esta es otra de las características del texto, su inmediatez que si bien le resta algo de agilidad en la narración, le confiere una gran verosimilitud y cercanía. También es bastante novedoso el hecho de utilizar un personaje ficticio, Hans, para erigirlo en protagonista contando la historia en tercera persona, en lugar de, como es lo habitual en este tipo de libros, contarla en primera persona como recuerdos o memorias que son. Se tiene así a veces la sensación de que se está leyendo una novela.
Es curiosa la historia de las ediciones del libro. La primera se hizo en 1946 en una editorial comunista que quebró enseguida con lo que el libro cayó en el olvido. Hasta 1980 no se volvió a editar en una editorial que pronto se arruinó y volvió a desaparecer. Ha sido ahora, 75 años tras la liberación, cuando se ha vuelto a reeditar a nivel mundial y expuesto por todas partes el cuaderno original en que fue escrito.
El libro tiene el valor testimonial que tiene todos estos libros. Aquí, además, está muy enriquecido por el hecho de que también estaba en el campo su mujer, Friedel, con la que se había casado recientemente durante la estancia de ambos en un campo de tránsito antes de ser deportados a Auschwitz. Precisamente será ella quien le cuente los experimentos para la esterilización que están haciendo en el block de las mujeres, a veces con imágenes muy duras. También se narra un interesante debate sobre el carácter científico de estos experimentos.
Dentro de ese carácter testimonial son interesantes las descripciones que hace, sobre todo al principio, de aspectos de la vida cotidiana: levantarse, lavarse, limpieza, hacer las camas, desayuno,…o la distribución “clasista” en las literas: arriba los prominentes, abajo la gente normal.
Además de lo referido por Friedel, no faltan otras imágenes sobre la dureza que aparecen más al final del libro. Así, un polaco cuenta las barbaridades que hacen los alemanes con los niños, o las narraciones de los supervivientes de Birkenau que se van encontrando cuando ya los SS han huido sobre el funcionamiento de las cámaras de gas y de los crematorios. No obstante, estos son temas bastante más conocidos porque han sido contados en muchos libros tanto de supervivientes como de investigadores.
En un libro como este no puede faltar una alusión, aunque sea mínima, a la responsabilidad del pueblo alemán. Así:

“- ¿Crees entonces que la responsabilidad es solo de las SS o, mejor dicho, del partido? – preguntó Kabeli-. ¿Son entonces ángeles el resto del pueblo alemán?
-Desde luego que no –admitió Hans-. Todo el pueblo alemán es responsable. Ahora están perdiendo la guerra y renegarán de sus dirigentes, pero si la hubieran ganado, nadie le habría preguntado nunca al Führer por los métodos que había utilizado ni dónde estaban todos los comunistas y los judíos.” (p. 222)

Un testimonio más que añadir a la ya larga lista de los existentes, eso sí,  con algunas aportaciones novedosas de las que ya he dejado constancia.
Hay una interesante reseña de Bruno Pardo en abc.es.

Nota: Que el tema no se agota lo demuestra que, en estos momentos, tengo tres libros recientes sobre el Holocausto en general y Auschwitz en particular en el estante de libros pendientes.

Eddy de Wind. Auschwitz: última parada. Cómo sobrevivir al horror (1943-1945). Traducción Julio Grande.


sábado, 15 de febrero de 2020

Tres visiones de un mismo hecho




Tengo que reconocer que a pesar de ser licenciado en Historia y de haber leído mucho sobre la II República y la Guerra Civil, del tema del movimiento de 1934 apenas si sabía algo más que de su mera existencia. Por eso me ha parecido especialmente interesante la lectura de los escritos de los tres escritores. Por otra parte, no conocía a Díaz, de Pla solo había leído un breve texto sobre el advenimiento de la república y, eso sí, de Chaves he leído la inmensa mayoría de lo publicado en los últimos años.
De los tres textos, el más extenso y además bastante diferente en su sentido y contenido es el de Díaz. Los de Pla y Chaves tiene bastante en común.
El primero es claramente el escrito de un hombre de izquierdas que de alguna manera comparte los objetivos de la revolución a la que, eso sí, achaca su gran desorganización y no ahorra escenas de violencia revolucionaria con, por ejemplo, imágenes muy duras en un hospital. Además, está escrito un tiempo después de sucedidos los hechos.
Los otros dos, por el contrario, comparten la cercanía en el tiempo de los sucesos, y en el caso de Pla también la proximidad física ya que es de los pocos periodistas que pudo entrar en las zonas del conflicto aunque, lógicamente, poco después de que terminara. También coinciden en sus críticas sobre todo a los revolucionarios, pero también ambos critican duramente las exageraciones y las falsedades que publica cierta prensa principalmente madrileña. Pla describe muy bien la gran destrucción que se produjo en Oviedo y, al mismo tiempo, lo poco que se destruyó en el resto de la provincia. Chaves habla de tres asesinatos de guardias civiles y el resto de las muertes las atribuye a venganzas personales.
Algo que me ha sorprendido es que no hay en ninguno de los escritos alusiones a la represión del movimiento por parte del ejército ya que tenía entendido que fue bastante dura.
Como hay dos reseñas muy buenas y completas, una de Elías Durán en eldebatedehoy.es y la otra de Alberto Gordo en elcultural.com, no tengo nada mejor que aportar. Simplemente diré que la de Pla es la que me parece mejor escrita, la de Chaves me ha defraudado un tanto y la de Díaz aporta mucha información, pero seguramente un tanto sesgada.
Un libro que merece la pena leer y a ser posible completar con algún escrito de profesionales de la historia.


Manuel Chaves Nogales, José Días Fernández, Josep Pla.  Tres periodistas en la revolución de Asturias.






miércoles, 12 de febrero de 2020

Analizando a Kapuscinski



Que el periodismo polaco ha tenido y tiene un elevado nivel lo he comprobado recientemente por la lectura de los libros de Nowak sobre su periplo de cuatro años recorriendo África en bicicleta en los años treinta del siglo pasado y el de Hugo-Bader recorriendo Siberia hace poco tiempo. Evidentemente, a Kapuscinski ni lo menciono porque además de haber leído todo lo publicado de él y sobre él, ha aparecido en el blog en la serie que dedico a mis autores favoritos. Por eso, cuando vi este libro de forma bastante casual no dudé en comprarlo, prometía ser bastante interesante y, al menos en parte, lo ha sido.
Serraller ha dividido el texto en seis capítulos, de muy diferente extensión e interés, a los que precede una extensa cronología con la vida de Kapuscinski.
El capítulo 5, En los límites de la literatura y el periodismo, es donde está lo mejor del libro a pesar de algunos defectos que luego comentaré. Se analiza y debate, a partir de diferentes opiniones, qué es lo que hizo realmente el periodista polaco. La autora se decanta por la idea acuñada por otros de “periodismo mágico”.
El capítulo 3 se dedica principalmente al análisis y comentario de varios de sus libros.
En el capítulo 4 se describe la repercusión de la obra de Kapuscinski más allá de Polonia, es decir,  su recepción internacional.
Finalmente el 6 consiste en un breve resumen de lo que se ha ido contando utilizando generalmente las mismas frases en lo que parece ser un “recorta y pega”.
Los dos primeros capítulos son difícilmente reseñables porque se centran en el reporterismo polaco, sus orígenes y su desarrollo con multitud de nombres absolutamente desconocidos salvo por auténticos especialistas.
Voy a centrarme ahora en lo que creo que es el principal problema de un libro que, por lo demás, resulta muy interesante en bastantes de sus páginas, pero al que le sobra casi la mitad. El problema es que es un texto tesis-dependiente, es decir, la autora ha hecho una buena tesis sobre el periodista y la traslada a un libro de venta para un público más amplio y no parece haberse tomado la molestia de adaptarlo convenientemente. Además, falta un verdadero trabajo de edición y corrección.
Enumeraré algunos de estos defectos:
Cuando hay un texto traducido del polaco o del inglés, se deja la versión original en notas a pie de página. Esto en un libro de estas características solo sirve para ampliar el número de páginas.
Hay repetición de notas como sucede en las páginas 108-109 en las que incluso aparece en cursiva el texto de la autora. Otras veces no se entiende el uso de la cursiva pues no son textos de otros autores.
Hay más de una repetición como sucede, por ejemplo, con la encuesta de Alfonso Armada o la lista de seguidores de Kapuscinski.
Además de lo anterior, el libro está plagado de erratas por error en letras o reiteración de signos de puntuación.
Estas deficiencias no reducen el valor de muchas de las aportaciones de Serraller para un mejor conocimiento del gran periodista polaco, pero sí que dejan al lector con la sensación de que con un poco más de trabajo habría sido un libro muchísimo mejor y habría llegado a un público más amplio. Detrás se nota una buena y profunda investigación y análisis, algo necesario para una buena tesis, pero no suficiente para un buen libro.
Desde otro punto de vista me ha extrañado que a un libro como Imperio le dedique 25 páginas, a Ébano solo 5 y a Un día más con vida, el favorito del autor y de muchos de sus lectores, apenas dos líneas.
Quiero finalizar este comentario con una cita de Mikel Ayestaran, uno de los mejores reporteros españoles actuales, porque coincido plenamente con sus palabras:

“Mi visón de Kapuscinski no ha cambiado. La esencia de su trabajo permanece y eso es lo que reivindican sus seguidores. Esencia, fondo, historias propias… forman parte de la teoría que debería regir en los medios actuales, pero que por desgracia sigue sucumbiendo ante la agencia dependencia. Los detalles de ficción pueden hacer más atractivos los relatos y ayudar así a que los lectores se enganchen y lleguen al fondo de las historias. Más que manipulación se podría hablar de un recurso literario para lograr su objetivo de transmitir realidades tan lejanas y diferentes.” (p. 284-285) (Dice que no ha cambiado porque previamente se ha hablado de las críticas que ha recibido últimamente).

En resumen, el libro de Serraller creo que puede interesar a los seguidores del periodista polaco porque hay mucha información sobre los debates que se abrieron sobre el carácter de su obra, pero no es recomendable para quienes no la conozcan.

Amelia Serraller Calvo, Cenizas y fuego: crónicas de Ryszard Kapuscinski.

lunes, 10 de febrero de 2020

Recuperando a un clásico



Hacía muchísimos años, décadas incluso, que no leía nada del autor. En su día sí lo hice, pero no recuerdo que haya sido reeditado recientemente salvo esta reedición de Libros del Asteroide editorial a la que, por cierto, hay que agradecer la calidad de los libros que está poniendo a nuestra disposición desde su fundación.
Siempre se ha habado de Greene y la religión sobre todo por su famosa novela El poder y la gloria publicada en 1940. En la que hoy comento el tema de la religión ocupa también el centro de la novela. Como ateo y anticlerical racional y visceral se podría pensar que la lectura me echaría para atrás y, bien al contrario, me ha metido más en el desarrollo de la historia porque, como dice Mario Vargas Llosa en su clarificador Epílogo:

”El final del affaire es una novela que difícilmente convencería a un agnóstico, pero que conmueve a todo lector sensible, por la eficacia de su estilo y la delicadeza de su construcción.”
(…)
La claridad y la transparencia del lenguaje son tan extremas que raspan el ideal flaubertiano de la invisibilidad: se diría que la historia se autogenera ante nosotros, sin necesidad de palabras. La estructura se ciñe al tema con precisión y economía de medios.”(p. 308-309)

Es difícil expresar mejor los valores de esta magnífica novela que hacen de su lectura una gran experiencia sensible y a la vez intelectual. Sensible porque la trama la conduce Greene a través de una historia de amor y celos muy bien dosificada, pero el objetivo central es esa discusión sobre el sentido de la religión. Ninguno de los principales protagonistas es creyente e incluso un gran secundario, Richard Smythie, es un pensador racionalista que se dedica a predicar en contra de la religión. Sin embargo, se producirán algunos “milagros” que harán cambiar de orientación a más de uno. Alguno de esos “milagros” le parecen al mismo Llosa un tanto exagerados.
Eso sí, como advierte Llosa en el fragmento citado, difícilmente un agnóstico se sentirá interpelado y quedará convencido tanto como para cambiar, pero sí que es cierto que la forma de enfocar los debates sobre el tema me han resultado muy interesantes.
Por otro lado, formalmente es una espléndida novela narrada en primera persona y con un largo capítulo dedicado a reproducir el diario de Sarah que aclarará muchas cosas del desarrollo anterior de la historia. En un par de ocasiones utiliza Greene el perspectivismo de una forma muy acertada y por lo general va yendo de la actualidad hacia atrás de tal manera que nos vamos enterando de los orígenes de algunos episodios con lo que estos quedan perfectamente aclarados y/o justificados.
El protagonista, Maurice Brendrix, es escritor lo que le permite al autor  hacer algunas reflexiones sobre la escritura. En este sentido me ha parecido especialmente relevante la que hace sobre la construcción de un personaje. También le permite referirse a escritores famosos en esos momentos como Forster y Maugham.
En resumen, una novela estupenda que se lee de un tirón dejando un buen sabor de boca y la intención de volver a leer alguno de los muchos clásicos del autor como: El revés de la trama, El tercer hombre, El cónsul honorario o El americano tranquilo, por citar algunos.

Graham Greene, El final del affaire. Traducción Eduardo Jordá.





jueves, 6 de febrero de 2020

Reflexiones sobre pasado, presente y futuro



Maalouf es un escritor que me encanta. Ha aparecido en este blog dentro de la serie dedicada a mis autores favoritos. Obviamente, me gusta sobre todo en su faceta de narrador que, por cierto, tiene bastante abandonada últimamente, pero también en su faceta de ensayista a la que pertenece el libro que ahora comento.
Este lo ha dividido en cuatro grandes apartados:
En el primero, en el que hay muchas referencias familiares, habla principalmente de Egipto y del Líbano. En él hay, entre otras muchas cosas,  una interesante visión de Nasser y de Churchill y también una curiosa idea ya que dice que el marxismo fue entre 1920 y 1980 un aglutinante para gentes de distinta confesión religiosa.
El segundo está centrado en la guerra de 1967 y en las consecuencias que tuvo sobre todo para el mundo árabe.
En el tercero, para mí el más interesante del libro, toma el año 1979 como inicio de los grandes cambios que se han producido en el mundo a partir de cosas como: la revolución en Irán, la llegada al poder de Margaret Thatcher y enseguida de Reagan con la consiguiente “revolución conservadora”, la ascensión al papado de Juan Pablo II o también la llegada al poder de Deng Xiaoping.
Finalmente, en el cuarto, por un lado critica el no cumplimiento por parte de los Estados Unidos del papel de liderazgo que le correspondía y también a la Unión Europea por no haberlos sustituido en ese papel y, por otro lado, dedica espacio a la fragmentación que se ha producido entre otras cosas por el predominio de la idea de mercado. Termina vaticinando un futuro bastante problemático debido al control que ya se ejerce gracias a los avances tecnológicos, a la sustitución de la mano de obra por robots y al cambio climático.
Así pues, trata temas muy interesantes aunque creo que no responde al título del libro ya que no explica cuál es su concepto de civilizaciones, un concepto bastante en discusión entre los especialistas, y, lógicamente, tampoco queda clara la idea de su naufragio, sean estas lo que sean. No obstante, el libro tiene buenas reflexiones y realiza unas interesantes conexiones entre distintos hechos sobre todo en el capítulo centrado en el año 1979.
Desde otro punto de vista, siempre es un placer leer a alguien que escribe tan bien como lo hace Maalouf, con esa fluidez, y hasta me atreverá a decir que naturalidad, con que cuenta sobre todo sus historias personales.
Como ya he dicho el capítulo que más me ha gustado e interesado es el dedicado a analizar lo que pasó en torno al año 1979. De él entresaco dos fragmentos que creo que resumen muy bien las ideas fundamentales:

 “En adelante, iba a ser el conservadurismo el que se proclamara revolucionario, mientras que los seguidores del “progresismo” y de la izquierda no iban a tener ya más objetivo que la conservación de lo conseguido.” (p. 145-146) (En cursiva en el original)

“No debería verterse ninguna lágrima sobre el difunto sistema dirigista. No cumplió sus promesas en ninguna parte, ni en el antiguo “tercer mundo” ni en el antiguo “bando socialista”: en todas partes resultó inconsecuente, en todas partes propició las derivas autoritarias y la formación de falsas elites represoras y parasitarias. En consecuencia se merecía un severo castigo e incluso caer para siempre en el proverbial “cubo de la basura” de la historia.” (p. 181) (Más adelante, eso sí, critica el que se pusiera en tela de juicio y se desvalorizara el principio de igualdad.)

Por otro lado, muy al final del libro aparece la siguiente afirmación:

“Conservamos devotamente la leyenda que dice que la transmisión ocurre “en vertical” de una generación a otra, dentro de las familias, los clanes, las naciones y las comunidades de creyentes; siendo así que la verdadera transmisión es cada vez más “horizontal” entre contemporáneos, se conozcan o no, se gusten o se aborrezcan.” (p. 242)

Esto me viene muy bien para comentar algo que me ha sugerido la parte final del libro, aquella en la que plantea un futuro no solo incierto, sino bastante problemático y negativo. El autor es cuatro días más joven que yo y pertenecemos a lo que se llama, no sé si acertadamente,  la “tercera edad”. No comparto muchas de las cosas que se nos adjudican, pero hay una en la que solemos coincidir muchos que es en ver un futuro negro porque no somos capaces de entender qué es lo que está pasando hoy en el mundo y, de alguna manera, nos sentimos sobrepasados por los cambios que se están produciendo. Creo que Maalouf incurre en ello porque a lo largo de la historia la especie humana ha sido capaz de ir solucionando las situaciones más problemáticas por unos mecanismos o por otros y, previsiblemente, lo seguirá haciendo aunque nosotros no estemos. De ahí que me guste esa transmisión horizontal en lugar de la tradicional vertical.
No quiero acabar el comentario sin hacer una alusión a algún detalle de la traducción. Hacía mucho tiempo que no me encontraba con loísmos en un libro en castellano y en este hay por los menos tres: páginas 61, 94 y 265. También hacía tiempo que no veía substancia, ni el uso de tanto…cuanto, en lugar del habitual tanto…como. Evidentemente, los loísmos son lo más importante y me extraña aún más tratándose de un libro de Alianza editorial.
Hay una interesante entrevista de Antonio Pita con el autor en elpais.com. 





 
Amin Maalouf, El naufragio de las civilizaciones. Traducción María Teresa Gallego Urrutia




domingo, 2 de febrero de 2020

ANDAMIO


En esta entrega hay un predominio absoluto de las producciones británica y estadounidenses. Muy buenos documentales, una gran película y un conjunto de interesantes series, las británicas, y otras muy entretenidas, las norteamericanas.


Películas


La tristeza y la piedad. He vuelto a ver después de muchos años este documental de más de cuatro horas que hizo en 1969 Marcel Ophüls, el hijo del gran director, y me ha gustado aún más de lo que recordaba. Trata sobre la ocupación alemana de Francia  durante la Segunda Guerra Mundial. Con magníficas imágenes de archivo e interesantísimas entrevistas a franceses de distintas ideologías, alemanes y algún británico (Anthony Eden, por ejemplo), da una visión de lo que pudo significar y de los diferentes comportamientos. Es uno de esos documentales para volver a ver. Es una lástima que esté tan mal subtitulado.

1917. Una película británica sobre la Primera Guerra Mundial que ha sido unánimemente aclamada por la crítica. Si en dos ocasiones recientes no me han parecido las películas tan buenas como decía la crítica, en este caso coincido plenamente. Son dos horas realmente extraordinarias por lo que se nos cuenta en la pantalla y, además, por cómo lo hace Sam Mendes. La utilización del plano secuencia, más allá de que no sea uno solo sino varios, resulta fundamental para el desarrollo de la historia y para captar el sufrimiento de los protagonistas y casi vivirlo con ellos. Una gran película sobre una guerra que siendo muy cinematográfica, si se puede decir así, no ha sido demasiado protagonista en el cine. Desde luego mucho menos que la Segunda o que la guerra del Vietnam.

Jojo Rabbit. Comedia sarcástica estadounidense sobre los nazis. En su día no me gustó La vida es bella con la que algunos la han comparado y tampoco me ha gustado esta nueva crítica. Evidentemente no es que no me guste que se critique esa época, todo lo contrario, es que no me gusta esta forma de hacerlo. Además, aunque se trate de una comedia disparatada apenas he sonreído en un par de ocasiones. Está seleccionada para los Oscar, pero no entiendo muy bien el porqué.

American Factory. Documental estadounidense seleccionado para los Oscar. Cuenta la instalación de la empresa china Fuyao de fabricación de cristales para parabrisas y puertas de coches en Dayton donde antes había una factoría de la General Motors. Muy interesante ver la diferente consideración del trabajo y de la empresa por parte de los chinos, tanto trabajadores como miembros de la dirección, y de los norteamericanos. Seguramente el futuro se parecerá más a lo que piensan los chinos, pero será un mundo bastante duro de soportar. Magnífico documental que, además, ha contado con el permiso de la dirección china para grabar conversaciones en las que no salen muy bien parados; desde un punto de vista occidental, claro.


Series

The Capture. Miniserie británica que consta de seis episodios. Se trata de un thriller a medio camino entre lo policiaco, lo político y el futuro. El título le viene de que las cámaras instaladas por todas partes en la ciudad de Londres tienen un papel protagonista. Hay un juicio a un soldado  por hechos ocurridos en Afganistán; posteriormente, desaparece su abogada defensora y el soldado es acusado de ello. Un guion que da muchas vueltas y giros, pero que resulta siempre bastante creíble. Las interpretaciones son también buenas lo mismo que la dirección. Una serie que merece la pena y que, eso sí, deja un poco de mal sabor de boca por predecir un futuro – si no es ya un presente- en el que el control puede ser total.

Succession. Segunda temporada de esta cinematográfica serie estadounidense. Digo cinematográfica porque cada uno de sus capítulos está rodado como una película a lo que colabora, sin duda, la utilización muy frecuente de exteriores. Sigue la misma dinámica que la primera temporada con las luchas por el poder tanto en el mundo empresarial como dentro de la familia. A pesar de que puede resultar algo reiterativa, de que no siempre es fácil entender los problemas económicos a los que se enfrentan y de que algunos personajes chirrían un tanto, está tan bien ambientada e interpretada que es muy entretenida.

The accident. Miniserie británica de cuatro capítulos que parece ser que cierra una trilogía del mismo creador. Como es habitual en muchas series de esa procedencia trata problemas sociales con protagonismo de las clases populares. Muy interesante y una demostración de que se pueden plantear muchas cosas en poco tiempo (cada capítulo dura unos 45 minutos). Además, transcurre en Gales, algo no muy habitual.

The Crown. Tercera temporada de esta interesante, aunque un tanto hagiográfica, serie británica sobre la reina y la familia real. Por el momento es la que más me ha gustado de las tres. Cada capítulo se compone a partir de un tema central prácticamente monográfico lo que hace que sea tratado con un cierto grado de profundidad. Me han gustado más los primeros capítulos, pero sobre todo el que dedican a la estancia del Príncipe de Gales en esa nación para aprender el idioma o al menos lo suficiente para poder leer un discurso completo en gaélico. Muchos exteriores, lo que demuestra que no se han escatimado medios. Ofrece además un retrato bastante positivo del líder laborista Harold Wilson.

Mindhunter. Segunda temporada de esta serie norteamericana que consta de 9 capítulos. Continúa con la idea de la primera y vemos cómo el grupo especial del FBI sigue con su trabajo de investigación de los perfiles de asesinos en serie haciendo entrevistas personales incluido Charles Manson, pero al mismo tiempo, me imagino que para evitar la excesiva repetición, les incorporan a la investigación de los asesinatos de una veintena de niños. Luego me he enterado de que estos asesinatos se produjeron en realidad. Muy bien ambientada e interpretada. Merece la pena.

Kiri. La ventaja de tener mala memoria es que se puede ver una serie dos veces en menos de dos años y que te parezca casi nueva. Es lo que me ha pasado con esta serie británica que forma parte de la trilogía que se cierra con The accident. Cuando la vi por vez primera me interesó sobre todo la crítica a los servicios sociales británicos y los temas familiares. Esta vez me ha pasado exactamente igual. Interesante y muy bien interpretada.

Jack Ryan. Serie estadounidense de ocho capítulos. Viene bien de vez en cuando ver una serie así como distracción sin más. Está bastante bien hecha, con muchos exteriores y con la acción necesaria pero sin pasarse. Por otro lado, aunque ya está bastante explotado el tema del terrorismo fundamentalista, aporta en algún momento una visión un poquito diferente.