viernes, 30 de abril de 2021

Mejor libro del año según Babelia


Como ya he dicho muchas veces en este blog, desde hace bastantes años no me intereso demasiado por la literatura que se hace en España. Con la desaparición de Rafael Chirbes lo hizo el único escritor del que seguía toda su obra. Otra cosa sería la literatura escrita en castellano que sí me interesa porque lo hace, y mucho,  la que se escribe al otro lado del Atlántico; creo que esta es más variada en sus temas y más interesante en sus reflexiones y en sus formas.

No obstante, de vez en cuando me gusta leer también algo de lo que se escribe por aquí y, en este caso, me llamó la atención que este libro fuese considerado el mejor del año 2020 por la votación de 100 críticos, escritores y periodistas organizada por Babelia. Además, compitió con libros como Nunca digas nada o Poeta chileno y con autores como Annie Ernaux, Éric Vuillard o Leonardo Padura, por citar solo algunos títulos y nombres que conozco y me gustan mucho.

Evidentemente, como pasa con esas películas que todo el mundo te recomienda, no es la mejor manera de enfrentarse a una lectura y, sin embargo, la novela me ha gustado incluso algo más de lo que me esperaba.

La historia transcurre en un pueblo pequeño al que se ha trasladado una joven, Nat, sin que sepamos muy bien por qué. Un pueblo en el que habitan un hippie de la rama solidaria y afectuosa; un extraño personaje, el alemán, del que tampoco sabemos casi nada; un matrimonio mayor en el que la mujer padece Alzheimer; una familia que solo pasa los fines de semana y que son los vecinos de la protagonista; y un casero que es el personaje más negativo y siniestro de la novela.

Mesa ha dividido la obra en tres partes. En la primera nos presenta a los distintos personajes y hace que el lector se interese por lo que pueda llegar a pasar. En la segunda, la más intensa, en la que aparece no el amor, a pesar del título, sino la obsesión de Nat. La tercera se dedica a convertirla casi en un pequeño thriller, con algunos giros de guion.

No obstante, lo más interesante de la novela, o al menos lo que me ha resultado más atractivo, es cómo logra Mesa trasladar al lector al ambiente físico y psicológico de ese lugar; cómo crea una atmósfera para que cosas que no tienen demasiada explicación, como por ejemplo esa obsesión mencionada, el lector pueda aceptarla.

Como dice Juan G.B. en su reseña en unlibroaldia.blogspot.com, una reseña por cierto no muy favorable al libro:

“Además, es indudable que talento para la prosa no le falta: cualquiera de sus párrafos, sueltos, muestran bastante calidad literaria; pero, sobre todo, sus novelas, me hayan gustado más o menos, denotan un interés por hacer ficción, por contar historias ajenas a sí misma…”

Claro que más adelante continúa así: 

" (...) por mucha empatía que pueda suscitar el personaje, la exasperación que produce, ella y la novela en general, la supera”.

Una opinión diferente tiene Nadal Suau en su crítica hecha en elcultural.com:

“Mesa demuestra otra vez que es una autora inconfundible en su manejo de los silencios, los hechos expuestos sin consuelo ni explicación, la brevedad afilada

La mayor incomodidad en Un amor, como en la realidad, es que resulte imposible reducirla a un dictamen de parte o a catálogo de arquetipos morales. Sus aristas se presentan bajo una prosa de limpieza desconcertante, escueta, ágil: se lee con la velocidad que asociamos al disfrute”. (Subrayado en el original)

En este caso tengo que situarme en una posición intermedia entre ambas críticas. Es cierto que la protagonista produce cierta exasperación en varios momentos, que hay quizá demasiadas cosas sin ninguna explicación, pero al mismo tiempo, está muy bien escrita y se disfruta de su prosa.

Dese luego yo no la votaría como el mejor libro del año, pero es una buena lectura.

 

 

Sara Mesa, Un amor.

 

jueves, 29 de abril de 2021

ANDAMIO

En esta entrega vuelvo a lo habitual y hay más series que películas. En estas hay bastante calidad e interés destacando dos de producción danesa. Por lo que hace a las series hay una gran variedad de procedencias y de temas. Si tuviese que destacar alguna lo haría con Small axe por el planteamiento y el tema.

 

Películas

 

El agente topo. Es una película chilena de difícil clasificación. Básicamente es un documental, pero con muchos momentos que parece que obedecen más a un guion. Introducen a un señor mayor en una residencia de mayores para ver cómo se portan con los ingresados a petición de los hijos de una señora que vive en la residencia. A partir de ahí lo que vemos es el día a día y las conversaciones del “infiltrado” con diferentes ingresadas (solo mujeres). Con todo ello la película se convierte en un documental sobre la vida en esos lugares (vistos prácticamente como aparcamientos de mayores), sobre la vejez y la soledad. Aunque hay humor al principio, la película enseguida se torna más sombría.

 

Druk. Es una película danesa del mismo director, Thomas Vinterberg, de Celebración, una de esas películas de las que recuerdo escenas como si acabase de verla. Esta no solo no es tan dura -de hecho hay mucho humor al principio-, sino que se convierte en un alegato contra el excesivo consumo de alcohol, algo que suele ser bastante habitual en las sociedades nórdicas. Cuatro magníficas interpretaciones y un guion muy bien construido hacen que se trate de una muy buena película.

 

El día que todo cambió. Película danesa sobre los atentados que tuvieron lugar el 14 y 15 de febrero de 2015 en los que murieron dos personas y el terrorista. Tiene un planteamiento bastante original que consiste en contar los últimos días de los tres fallecidos y del policía que mató al asesino. Muy bien realizada y, aunque se sepa el final, es interesante seguir el proceso tal y como nos lo cuenta el director.

 

Una joven prometedora. Película estadounidense de género, en concreto de venganza, aunque trata más temas. Ópera prima de la directora que ha escrito, además, un magnífico guion. Película feminista que responde a muchas de las cosas que están pasando. Tiene un tramo final realmente sorprendente y original. Muy buena la interpretación de Carey Mulligan. Muy recomendable.

 

Series

 

Hierro. Segunda temporada que, como la anterior, consta de seis episodios de casi una hora. Mantiene los principales personajes y monta una trama en la que aparece un empresario que quiere construir un resort en la platanera propiedad del personaje que interpreta Darío Grandinetti. Hay asesinatos, discusiones ante la jueza por la patria potestad de unas niñas y, algo que marca esta serie por encima de todo, presencia constante de una isla magníficamente fotografiada. Recuerda bastante las series noruega por el tema y por el uso que se hace del paisaje. Muy entretenida.

 

Hostages (Rehenes). Serie israelí de 10 episodios de algo más de 30 minutos. Un grupo toma como rehenes a una familia para que ella, cirujana, opere al primer ministro y le deje morir. Interesante planteamiento y buen desarrollo en los primeros capítulos, pero poco a poco el guion se va haciendo cada vez más inverosímil y no terminas de entender cosas que suceden hasta llegar a un final que…

 

Criminal. Segunda temporada de esta miniserie británica basada en los interrogatorios a sospechosos. Tan interesante como la primera, pero ahora se une que en dos de los episodios toca temas de especial relevancia como la violación y los abusos.

 

The ripper. Miniserie documental británica de 4 episodios de unos 45 minutos. Cuenta los asesinatos de un asesino en serie a finales de los setenta e inicios de los ochenta, 13 mujeres, y el fracaso de la policía para descubrir quién era. Hay intervenciones del momento y en la actualidad de muchos protagonistas: policías, periodistas, familiares de las víctimas e incluso víctimas que se libraron de la muerte. Magníficamente realizado mantiene la tensión y el interés a lo largo de los cuatro capítulos.

 

Defender a Jacob. Serie estadounidense de 8 capítulos de unos 45 minutos. Un joven aparece asesinado y se acusa a un compañero de clase hijo del fiscal adjunto. Serie, pues, policiaca y de juicio. Tiene una realización y una estética cercana al telefilme y quizá podrían haberla hecho con menos capítulos, pero resulta entretenida y me parece interesante todo el tema de la presunción de inocencia y de las respuestas en una ciudad pequeña de diferentes sectores.

 

Exit. Serie noruega de 8 episodios de unos 30 minutos. Describe la vida de cuatro amigos corredores de bolsa. Una vida muy peculiar de desenfreno con el sexo y las drogas. Se convierte en el fondo en una crítica del capitalismo financiero que no solo no produce la felicidad de ninguno de ellos, sino que incluso a varios les lleva a la desgracia personal y social. Aunque al principio hay cierto humor, a medida que avanza la serie se va convirtiendo en un drama. Hay que destacar las magníficas interpretaciones que hacen los cuatro protagonistas. Recomendable.

 

The flight attendant. Serie estadounidense de 8 episodios de unos 45 minutos. Comedia negra bastante disparatada que, en general, resulta entretenida sobre todo por alguno de sus personajes.

 

Small axe. Serie británica de 5 episodios de muy diferente duración. Cada uno es independiente del resto aunque tiene dos cosas en común: el director, Steve McQueen que es el mismo de 12 años de esclavitud, y el tema, que es el racismo sufrido por los negros en el Londres de los 60, 70 y 80.

El primero, basado en hechos reales, se dedica a describir el acoso policial al primer restaurante regentado por un negro en el barrio de Notting Hill.

El segundo se centra en un baile de cumpleaños de una chica de 17 años y los setenta minutos se dedican a filmar el baile sin apenas diálogo ni otro tipo de imágenes. Realmente espectacular y original.

En el tercero, un joven que iba para forense decide integrarse en la policía para reformarla desde dentro y hacerla menos racista. El fracaso es total y lo que sucede es que él mismo padece el racismo.

El cuarto, quizá el más flojo, se centra en la evolución de un joven que terminará haciéndose escritor. Caso real también.

El quinto trata sobre la educación. Muy bueno y muy duro sobre cómo se trataba a los negros, pero no solo a ellos.

 

miércoles, 28 de abril de 2021

Otro ejemplo del auge de la literatura colombiana


La autora es la última ganadora del Premio Alfaguara de Novela, un premio que cuenta entre sus ganadores con escritores como: Andrés Neuman, Juan Gabriel Vásquez o Patricio Pron, por poner solo algunos ejemplos de gente ya consagrada y que está entre la que hace la mejor literatura en castellano. Desde luego todos los libros que he leído que han obtenido este galardón me han parecido muy buenos.

Obviamente por lo dicho tengo ya el de Quintana, sin embargo he preferido empezar a conocer a esta escritora colombiana por un libro anterior como es este publicado en 2017.

Se trata de una novela corta, apenas 108 páginas, pero en la que se alcanza una gran intensidad gracias a su protagonista, Damaris, una negra de cuarenta años que no ha podido llegar a ser madre, y a la presencia constante de una naturaleza siempre complicada y peligrosa.

Damaris se pasa el día trabajando como limpiadora con un escaso rendimiento económico (tiene que comprar a crédito en la tienda del pueblo) y solo tiene a la perra como consuelo pues con su marido, Rogelio, dedicado a la pesca de la que tampoco obtiene gran cosa, no tiene demasiada relación ni siquiera física. Viven en un pueblo pequeño de la costa del Pacífico en un ambiente de pobreza general tanto individual como colectiva. Los únicos ricos no viven allí desde la muerte de su hijo en un accidente en el mar.

Dice Liz Moreno Chuquen en su reseña en latinamericanliteraturetoday.org: 

“Quintana recrea un universo narrativo agreste en el cual la fuerza y el ímpetu de la selva, la lluvia, el mar y la humedad enmarcan la cotidianidad de los personajes de esta novela corta”.

Esto es lo que yo quería resaltar antes al hablar de la naturaleza como otro protagonista tal y como se puede comprobar en el siguiente fragmento:

"Había demasiados acantilados como ese, con peñas cubiertas de lama y olas como la que se había llevado a Nicolasito, árboles inmensos que las tormentas tumbaban de raíz y los rayos partían por la mitad, derrumbes de tierra, culebras venenosas y culebras que se tragaban venados, chimbilacos que desangraban a los animales, plantas con espinas que podían atravesar un pie y quebradas que crecían durante los aguaceros y arrasaban con todo lo que encontraban a su paso…”. (p.57)

Si llueve, se inunda todo y el agua penetra en las precarias construcciones en las que viven; si hace calor aparece una gran variedad de insectos para hacer la vida imposible. Si se penetra en la selva los peligros acechan por todas partes ya sea por plantas o animales, y si es en el mar, los temporales por un lado y la escasez de peces por otro, tampoco resulta mucho mejor.

Todo esto está muy bien reflejado en la novela con un lenguaje preciso y una narración muy centrada en lo que se quiere contar sin separarse de ello en ningún momento.

Una buena lectura que, eso sí, deja un cierto regusto amargo.

 

Pilar Quintana, La perra.

 

 

martes, 27 de abril de 2021

Una novelista muy norteamericana


Apenas conozco a esta escritora estadounidense que para algunos es merecedora de ostentar el título de Gran Novelista Americano (Al menos  The Herald tal y como reproduce la editorial en la solapa del libro). Bueno, esto de “la gran novela norteamericana o el/la gran novelista” me parecen más bien entretenimientos de críticos de ese país para llenar páginas en las secciones de cultura de sus medios.

Como este es el segundo libro que leo de la autora, no puedo compararla con otros de los que conozco mejor su obra, tampoco sé si sería capaz de hacerlo ni, sobre todo, si tendría algún sentido. En todo caso, tengo la impresión de que es una buena novelista tanto en el fondo como en la forma.

Domingo Ródenas comienza así su reseña en elperiodico.com:

“A sus ochenta y dos años, Joyce Carol Oates no ha ablandado su protesta contra el racismo impune y estructural de la sociedad norteamericana, contra el machismo rampante, contra el abuso rutinario del más fuerte, el más rico o el más poderoso en nuestras sociedades autoengañadas” 

Con esto deja muy claro de forma muy sintética los aspectos más relevantes que trata Oates en una novela de más de 400 páginas en el tamaño grande de la editorial Alfaguara.

El punto de partida, al que dedica la primera parte de las tres en que está dividido el texto, es la delación que hace una niña de 12 años de sus dos hermanos mayores por haber matado a golpes con un bate de béisbol a un joven negro sin ningún motivo. A partir de ahí, repudiada por su familia, será ingresada en un refugio para jóvenes del que huirá.

En la segunda parte, Violet, que así se llama la protagonista, será recogida por una hermana de su madre y seguirá estudiando la secundaria en la que tendrá un profesor de matemáticas, Sandman, que abusará de ella. También sufrirá acoso por parte del tío. Por otra parte, tendrá un primer contacto con su familia en 1997 a raíz de la muerte de su abuelo, contacto bastante frustrante.

En la tercera parte se ha trasladado de ciudad, estudia en la universidad y se dedica a la limpieza de pisos en uno de los cuales también será acosada por el propietario. Muere su hermano mayor en la cárcel y sale el otro al finalizar su condena con el que se verá para recibir todo su desprecio por lo que sucedió.

Es decir, una historia bastante triste, en una especie de destierro, alejada de su familia con la que apenas mantiene algo de contacto a través de una de sus hermanas.

Toda la historia está contada en primera persona, salvo algún momento en que utiliza la segunda o la tercera, y desde aproximadamente los treinta años de la protagonista. Y, como se dice en el fragmento de The New York Times Review reproducido en la solapa, “La escritura de Oates siempre ha parecido sencilla: urgente, temeraria, torrencial. Escribe como una mujer que se adentra en una región salvaje sin mirar atrás".

Me gusta especialmente lo de sencilla y torrencial, porque, efectivamente, no paran en ningún momento de suceder cosas o, mejor dicho, de sucederle cosas a la protagonista, y casi ninguna positiva.

Al principio se hacía alusión al reflejo del racismo. Valga el siguiente fragmento como ejemplo (por cierto, no por casualidad, lo dice el profesor de matemáticas que abusó de Violet):

“Se reproducen como conejos, ¡como ratas! La esclavitud es la excusa que dan sus apologetas: su sombra ha caído sobre todos los negros, y los hace tan indefensos como si fueran enfermos crónicos. Carecen de sentido moral. Son avaros y lujuriosos. El promedio de su cociente intelectual es muy inferior al de blancos y asiáticos. ¿Cuántos grandes matemáticos han sido negros? La respuesta es… ninguno”. (p. 191) 

En definitiva, una novela que se lee con gran facilidad, que atrapa bastante sobre todo en algunos momentos, que tiene una buena escritura, que toca temas relevantes y a la que también, creo, que le sobran algunas páginas, algo, por otra parte, demasiado habitual en las novelas escritas en ese país. Tengo la impresión de que lo mismo que las películas que se filman en Estados Unidos tienen la tendencia a durar más de dos horas, los escritores deben de pensar que una novela no dice lo suficiente si tiene “solo” 200 o 300 páginas.

 

Joyce Carol Oates, Delatora. Traducción José Luis López Muñoz.

 

 

jueves, 22 de abril de 2021

La violencia de género existe


Se podría enmarcar este texto en lo que se llama “literatura del yo” por más que esto de las clasificaciones no tenga demasiado sentido aunque, quizá, pueda ser algo útil para saber más o menos de qué va un libro. En este caso, su autora sufrió a los nueve años una agresión sexual, posteriormente calificada por una nueva ley como violación, que le marcó durante muchos años. En el libro cuenta lo que pasó y lo que vino después incluyendo el juicio al agresor que se produce cuando ella tiene treinta y tres años.

El libro está dividido en tres partes. En la primera cuenta en tercera persona lo que sucedió un día de 1990 en la escalera de su casa y las consecuencias inmediatas que tuvo el hecho. La más importante: el mutismo a que se sometió. En la segunda se centra en las consecuencias psicológicas, los traumas y los tratamientos que tuvo. También su matrimonio y maternidad. En la tercera aparece el agresor descubierto, más de veinte años después,  gracias a unas pruebas de ADN y se narra el juicio con detalles de lo sucedido a otras víctimas.

Es interesante ver cómo Bon se describe y con ello nos ayuda a entender mejor lo que vendrá luego:

”Lo tiene todo para ser feliz. Tiene una infancia muy privilegiada, muy protegida. Goza de buena salud, es guapa, es inteligente. Vive en París. Esquía en invierno, se baña en verano, visita museos en el extranjero. Pertenece a una familia respetable residente en un barrio elegante, es educada, sabe comportarse en sociedad. Es blanca, francesa (…) Su padre ha triunfado, su madre también. (…)  Unos padres ocupados, torpes, tiernos y profundamente afectuosos” (p.17)

Sin embargo, con esa situación de partida, lo sucedido, y el trauma consiguiente, le impedirán esa felicidad y eso que, como confiesa en otra parte del libro, esa situación familiar le permitirá pagar los diferentes tratamientos a los que se sometió y gracias a los que pudo resistir, por lo que también se considera una privilegiada.

Ese trauma creo que está muy bien resumido en el siguiente fragmento:

“En lo que dura un violación, el señor de la escalera se ha inmiscuido en los repliegues de mi cerebro, ha dejado su odio y su perversión macerar en la antecámara de mi memoria y, día tras día, han ido goteando en mi interior, han colonizado cada uno de mis pensamientos, han contaminado mi vida. Una invasión invisible que nadie me ha ayudado a descubrir, a nombrar, a comprender”. (p. 128)

Bon cuenta todo de una forma muy literaria sin que por ello deje de ser sobrecogedora y desasosegante su lectura. Como hombre reconozco que me cuesta algunas veces llegar a comprender en profundidad algunas de sus reacciones, pero no por ello dejo de sentir la máxima empatía por ella. También tengo que decir que en los relatos de otras víctimas en el juicio ha habido momentos en que he tenido que cerrar el libro y respirar profundamente.

En la interesante entrevista de Núria Escur en lavanguardia.com me parece muy representativa esta pregunta y la respuesta de Bon:

“¿Le repugnó reescribir alguna de las escenas del libro? ¿Se calló algo?

Encontrar las palabra correctas, no resignarme a la confusión, fue el principio de la lucha de mi vida y después el proyecto de este libro. Encontrar un idioma en el que pudiera nombrar lo innombrable. Responder a la confusión con precisión en cada escena. Piense que, durante la mayor parte de mi vida, no me pude sentir como “YO”. Me sentía como si tuviera muchas identidades distintas, que me desorientaban, me fragmentaban en pequeños trozos. YO era impensable. Este YO llegó mientras escribía”.

Esa búsqueda de las palabras adecuadas y esa precisión se notan perfectamente a lo largo de todo el libro y es uno de sus grandes aciertos y lo que le da también un gran valor, es lo que hace que sea  más que una mera descripción de hechos o sensaciones, que se convierta en literatura y de la buena.

Quiero terminar este comentario con un fragmento en la que hay una información que desconocía totalmente y una muy buena reflexión:

“El haber sufrido violencia sexual en la infancia sigue siendo el principal determinante de la salud cincuenta años después y puede provocar un recorte de veinte años en la esperanza de vida. ¿Cómo es posible que en nuestra sociedad sobreinformada estas informaciones circulen tan poco?”. (p. 137-138)

Una lectura muy recomendable. Dura siempre, porque duro es ver el padecimiento ajeno, y muy dura en algunos momentos porque afecta a los seres más desprotegidos. Un libro que en nuestro país debería leer alguna gente que no cree en la violencia de género.

 

Adélaïde Bon, La niña de la banquisa. Traducción Cristina Zelich.

 

 


martes, 20 de abril de 2021

Esperaba otra cosa


Esta es uno de esos libros que compro por lo que leo en la contraportada. En este caso se habla de un “thriller histórico sobre la guerra clandestina por la independencia de Irlanda” y, sin que sea mentira, no responde desde luego al contenido real de la novela.

Se inicia esta con un hecho histórico como es el ahorcamiento en Manchester en 1967 de tres líderes del movimiento independentista irlandés. Como consecuencia del mismo, desde Estados Unidos se envía a un exsoldado, Stephen Doyle, para vengar esas muertes. Para ello se tendrá que enfrentar a James O’Connor, jefe de la policía e irlandés recién llegado de Inglaterra donde trabajaba y se había refugiado en la bebida debido a la muerte de su mujer y de su hijo. Ahora es abstemio. Así pues, la novela se convierte básicamente en el enfrentamiento entre ambos protagonistas en una ciudad de Manchester que, eso sí, está magníficamente retratada logrando una atmósfera muy del siglo XIX. En esto me recuerda bastante a lo que logra Benjamin Black con el Dublín de mediados del siglo XX.

Como novela policiaca funciona bastante bien. McGuire es bueno construyendo diálogos entre sus personajes y la trama está bien elaborada aunque creo que al libro le sobran unas cuantas de sus 454 páginas.

Dice el autor en la reseña/entrevista de Elena Hevia elperiodico.com:

“Esta novela habla de la violencia política y de los límites que la gente está dispuesta a traspasar en nombre de una ideología, una causa, una creencia o un nacionalismo”.

El problema es que esa ideología está muy poco tratada y reflejada en el texto. Es cierto que la novela se desarrolla en el ambiente del nacionalismo irlandés pero, precisamente por eso, creo que tendría sentido haber escrito algo más sobre el tema. Apenas dedica un par de páginas a un debate entre dos posiciones del movimiento que se pueden resumir en el siguiente diálogo:

“- Entonces, si no te he entendido mal, tú pretendes que recuperemos la libertad asesinando a personas inocentes y quemando casas –tercia O’Neill- ¿Es eso lo que nos propones?

-Mira, yo soy un soldado (habla Doyle). Para mí no hay diferencia alguna entre matar a un enemigo en la esquina de una calle o en el campo de batalla. El resultado es exactamente el mismo”. (p. 377)

No demasiado, ni demasiado elaborado para un tema que tanta importancia tuvo posteriormente.

En fin, una novela entretenida sin más, que se lee bien, pero que deja un cierto regusto amargo por las posibilidades que tenía.

 

Ian McGuire, El abstemio. Traducción Íñigo F. Lomana.

 

sábado, 17 de abril de 2021

Europeos en el Estado Islámico


Este libro es el fruto de un proyecto de investigación realizado gracias a una beca obtenida por la autora. Esto es una de sus ventajas, pero al mismo tiempo creo que supone también alguno de sus inconvenientes. Más adelante explicaré lo que quiero decir.

La autora ha escogido a seis personas de distintos países, origen social y proceso de radicalización. Son: Yolanda Martínez, una española casada con un yihadista; Tarik, un belga que termina condenado a pena de muerte en Irak; Bilal, otro belga que en este caso es entregado por los Estados Unidos para ser juzgado en Irak; Léonard Lopez un francés de padre con origen español; Romina Martín, hija de alemana y español, único de los casos investigados en los que se alteran los nombres porque se reproducen conversaciones hechas a través de WhatsApp y Fadel B., un británico que parece ser que actúa como infiltrado de los servicios de ese país.

En cada uno de los casos Cebrián analiza tres aspectos: el porqué y el cómo una serie de jóvenes se marcha a Siria e Irak para convertirse en combatientes, o esposas de combatientes del Estado Islámico;  las actividades que desarrollaron en la zona y las luchas tantos internas como externas, en este caso atendiendo a los diferentes intereses geopolíticos en la zona y en cómo influyen en la evolución de los acontecimientos.

Evidentemente, lo más novedoso es el análisis de la radicalización de esos jóvenes, y no tan jóvenes ya que uno pasa de los cuarenta años, europeos. Una radicalización que les lleva a una vida difícil, de grandes privaciones y riesgos para su vida y en una zona del mundo que todos desconocen. Ese proceso lo estudia muy bien la autora en cada caso porque cada uno tiene matices que lo hacen diferente del resto. Para una mentalidad occidental como la mía se hace muy difícil entender sobre todo el caso de las mujeres porque van allí a convertirse en esposas cuya función primordial es “producir” hijos que se convertirán en soldados para la causa. Como dice la autora:

“El fenómeno de las novias yihadistas ha supuesto un hecho sin precedentes en el yihadismo. La emigración voluntaria de mujeres occidentales a un escenario bélico para someterse a una ideología misógina y violenta ha marcado un nuevo capítulo en la historia de la yihad. Desde entonces, la guerra se erige como un designio también apto para ellas, que contribuyen con su vientre a poblar el futuro Estado del islam. El protagonismo que la mujer yihadista, siempre bajo la sombra de un tupido niqab y rodeada de criaturas, ha adquirido en el escenario sirio-iraquí está vinculado a la formación de una nueva sociedad, un nivel que Al Qaeda u otros grupos yihadistas del pasado no habían alcanzado”.(p. 328)

Precisamente esta dificultad para entenderlo es lo que hace más interesante la investigación de Cebrián en los casos de estas mujeres.

Como decía antes, también se muestran aspectos de la vida dentro del territorio controlado por el EI en el que viven los protagonistas. Una vida llena de privaciones, malos momentos (sobre todo cuando poco a poco van siendo expulsados por las tropas de los diferentes ejércitos a los que se enfrentan) y un final en el que lo que les gustaría a la mayoría es ser repatriados a sus países de origen. Pero, como dice Al Hashimi, uno de los principales expertos mundiales en Dáesh:

“Los países occidentales no están dispuestos a preparar la llegada de estos prisioneros, no quieren repatriarlos y no los repatriarán. Y si los sentencian a la pena de muerte, estarán agradecidos”. (p. 211)

Duras palabras pero que, seguramente, reflejan bien lo que sucede en nuestros países.

El tercer aspecto que también he mencionado que se trata en el libro es el de las tensiones internacionales en la zona con la intervención de Rusia, de la Coalición Internacional, de los kurdos, del ejército sirio y de diferentes milicias que serán apoyadas por unos u otros según los momentos. Este aspecto que aparece en casi todos los capítulos es en el tercero en el que se cuenta con más detalle y en el que queda mejor reflejado y explicado. Capítulo, por cierto, en el que también se analizan las detenciones y el sistema judicial iraquí en el que son juzgados varios de los yihadistas que protagonizan el libro, alguno pendiente de resolución cuando se escribe.

Al iniciar el comentario hacía alusión a cierto lastre del libro por ser el resultado de un trabajo de investigación. Creo que esto se produce en cosas como: falta de cierta sistematización que organice las historias de una forma algo más homogénea;  más agilidad narrativa o mayor y mejor  información sobre las fechas. Evidentemente, esto no desmerece el gran trabajo hecho por Cebrián, solamente hace que le lectura sea algo más costosa y en algún caso difícil de entender.

El libro está basado principalmente en las entrevistas hechas por la autora a algunos de los protagonistas, en unos casos, y a familiares y amigos. También hay aportaciones de expertos.

Un libro muy interesante sobre todo por ser una visión diferente de la que se ofrece en los libros que se han venido publicando sobre el EI,  alguno de los cuales he tenido ocasión de comentar en el blog en su momento.

Sobre la edición me gustaría decir que hubiera resultado muy útil para el lector un mapa en el que quedasen señaladas las localidades que se mencionan, un listado de las siglas utilizadas y, sobre todo, una buena cronología de esos años con las diferentes etapas por las que ha pasado el EI, ya que cada historia transcurre en un momento del tiempo distinto y no siempre se conoce el contexto.

Hay una buena entrevista con Lucas Proto en elconfidencial.com.

 

Pilar Cebrián, El infiel que habita en mí. Los europeos que viajaron al Estado Islámico.

 

 

 

 

miércoles, 14 de abril de 2021

Un trozo de vida y de historia


Vásquez ha elegido para esta novela un tema bastante cercano ya que se trata de novelar parte de la vida de un gran amigo suyo: el director de cine colombiano Sergio Cabrera. “Volver la vista atrás es una obra de ficción, pero no hay en ella episodios imaginarios. (…) el acto de la ficción ha consistido en extraer la figura de esta novela del gigantesco pedazo de montaña que es la experiencia de Sergio Cabrera y su familia, tal como me fue revelada a lo largo de siete años de encuentros y más de treinta horas de conversaciones grabadas”. (Así inicia la Nota del autor al final del libro, p. 473).

Vásquez, en la mayoría de los libros suyos que he leído, suele trabajar de esta manera con materiales de la realidad, pero creo que esta es la vez que lo hace de una forma tan absoluta.

El libro está dividido en tres partes. La primera se centra sobre todo en el personaje fundamental de Fausto Cabrera, el padre de Sergio, y en su peripecia hasta llegar a establecerse en Colombia desde su salida de España. También vemos los inicios de Sergio y su hermana Marianella, que será otro de los personajes claves del libro. La segunda está centrada en la estancia de varios años en China de toda la familia durante los años de la revolución cultural en la que tanto Sergio como Marianella se convertirán en guardias rojos, con todo lo que significó eso en su día. En la tercera también toda la familia terminará en Colombia, primero los padres y un tiempo después los hijos, participando en la lucha de la guerrilla. Una vida, pues, llena de aventuras y momentos culminantes, pero también llena de dificultades, tensiones y dudas.

Como afirma Vásquez en su interesantísima entrevista con Andrés Seoane en elcultural.com:

Esta novela condensa las principales obsesiones de toda mi obra. Por un lado, el peso del pasado, que en realidad no es pasado, sino que nos acompaña y determina, incluso de forma inconsciente, muchos aspectos de nuestra vida. Por otro, la manera en que eso que llamamos historia o política o realidad social se inmiscuye y moldea las vidas de los individuos”.(Subrayado en el original.)

En ese moldear la vida de los individuos creo que está una de las claves de la novela y uno de los aspectos que la hacen tan atractiva. Tanto Sergio como Marianella están moldeados tanto por su padre como por una realidad política en la que estuvieron inmersos durante muchos años.

Reproduzco dos breves fragmentos para ilustrar hasta qué punto se produjo esto:

“Presidente Mao, ¡te amo más! Puedo prescindir de padre y madre, ¡pero no puedo prescindir de tu gran ideología!” (p. 266) (Del diario de Marianella en 1968, por cierto, un diario escrito en chino en muchas de sus páginas.)

“(…) Sergio pensó lo mismo que pensaría durante los siguientes años. Le había tocado una época en la que todo el mundo, en todas partes, por todos los medios, tenía un solo objetivo: hacer la revolución. Qué suerte era estar vivo.” (p. 254)

 Este era el nivel de compromiso y de “ideologización” que tenían ambos. Este exceso terminará por hacer que ambos abandonen la guerrilla decepcionados como muestra el siguiente fragmento referido a Sergio:

“La lucha armada se le había convertido en una rutina obscena: ganar la confianza de los campesinos para llevar a cabo operativos de guerra, y contemplar cómo las víctimas de los operativos, a la larga, eran los campesinos cuya confianza habían ganado. No, la revolución no podía ser esto.” (p. 363-364)

En el caso de Marianella el rechazo fue anterior y mucho más fuerte ya que no solo se arrepintió del tiempo dedicado a la guerrilla sino que manifestó que también sentía odio.

En fin, todo esto no es más que una mínima parte de todo lo que se cuenta en una novela que abarca 50 años (desde mediados de los años veinte hasta mediados de los setenta), que se desarrolla en países donde se estaban produciendo hechos relevantes (hoy diríamos históricos) y que tiene 471 páginas. Una novela que tiene un cuadro de personajes magnífico porque a los ya mencionados hay que añadir Luz Elena, la madre, David Crook, un británico que espiaba al POUM y que terminó en China, y un conjunto interesante de miembros de la guerrilla de variado pelaje que va desde el asesino y abusador hasta el idealista.

Hay una serie de cuestiones que aparecen y que llaman la atención de forma más concreta. Así: lo que se cuenta sobre el referéndum que se hizo para aprobar o no los acuerdos de paz entre el gobierno y la guerrilla; las recomendaciones que deja escritas Fausto a sus hijos, cuando el matrimonio se va a Colombia y los dejan solos en China, que son una clara muestra de la rigidez moral y de cómo la ideología se superpone a todo; la guasa con el cambio del sentido de la luz en los semáforos durante la revolución cultural o el rechazo de una novia de Sergio por ser yugoslava, es decir, de un país “revisionista”. En fin, de este tipo de cosas hay bastantes en el texto.

Además de todo lo visto sobre el contenido no menos importante es la calidad de narrador que tiene el autor capaz de contar las cosas de forma ágil, comprensible y con una gran escritura en la que no faltan los modismos colombianos.

La edición se acompaña con una serie de fotos muy interesantes que sirven para conocer mejor a los personajes.

Muy recomendable tanto por el interés de lo narrado como por la magnífica escritura de uno de los grandes escritores en castellano de la actualidad del que tengo la suerte de tener aún dos libros pendientes: Historia secreta de Costaguana y Los informantes.

 

Juan Gabriel Vásquez, Volver la vista atrás.

 

 

 

 

martes, 13 de abril de 2021

Halfon en su línea habitual

Este es el sexto libro que leo del  autor y, salvo el último que me decepcionó un poco, todos me han gustado mucho por cómo cuenta las historias y porque admiro profundamente a los escritores de novela corta que son capaces de decir muchas cosas en pocas páginas.

Esta Canción, para no ser menos que las anteriores tiene apenas 119 páginas, pero en ellas le da tiempo a Halfon a contarnos el secuestro de su abuelo libanés en el contexto de la guerra civil de Guatemala, a presentarnos a una serie de personajes interesantes como ese abuelo  paterno, tan peculiar como el materno presente en libros anteriores, al propio Canción (que es el nombre de uno de sus secuestradores) o para mostrarnos una Guatemala bastante desquiciada. Además, comienza y termina el libro en Japón donde un escritor llamado Halfon, disfrazado de árabe libanés,  ha acudido a un congreso de escritores.

Como se dice en la reseña de elperiodico.com:

“(...) todos los ingredientes marca de la casa: una narración breve pero intensísima, pocos personajes delineados sin prisa pero sin pausa, una tensión autobiográfica que invade la ficción, una ficción que se confunde con la vida del autor, cuyas “historias parecían extraviarse y no llegar a ninguna parte” y un control absoluto de un escritor que sigue empeñado en demostrar que su literatura es un inmenso mapa personal que se repite sin fin”. (Subrayado en el original)

Poco que añadir salvo recomendar encarecidamente la lectura de cualquiera de los libros de este original escritor cuyos libros, eso sí, se leen en muy poco tiempo quedándose el lector en más de uno con la sensación de que la historia daba para más.

Hay también una buena y muy completa reseña de Manuel Hidalgo en elcultural.com.

Eduardo Halfon, Canción.

 

 

 

 

jueves, 8 de abril de 2021

Por qué y para qué leer

Este es un libro distinto y original porque trata de algo poco habitual en los ensayos: de la lectura y porque, además, lo hace de una forma bastante exhaustiva y desde muy diversos enfoques. Así, asistimos a la idea que tenían los nazis del tema y a la importancia que le daban; a las discusiones de los clásicos griegos entre lectura y oralidad;  a la relevancia que daban a las formas los novelistas franceses del siglo XIX; a las autopublicaciones de literatos rusos en la era estalinista con especial atención a Ajmátova; a la utilización de la primera o la tercera persona según Bourdieu; a la lectura según Karl Karus o a cómo se debe aprender a leer según Paulo Freire, entre otras muchas cosas.

Detrás de todo esto siempre está latente la idea que está en la base del libro que no es otra que leer es importante, que puede ser fructífero, pero que no se trata de hacer cualquier tipo de lectura. Rodríguez termina el libro con este párrafo:

“Todo este libro es el pago de una deuda contraída en aquella primera lectura de La escritura o la vida, porque ahora sé que, aunque la lectura pueda llevar a la locura o pueda ser simplemente inservible o pueda utilizarse como instrumento de distinción social, hay más que suficientes razones para seguir confiando en que la furia de la lectura alumbre el fondo de nuestro corazón y de nuestro entendimiento, para que nos ayude a construir, a escribir, el mundo que deseamos”. (p. 301)

De alguna manera es el resumen y conclusión de su idea de la lectura.

Antes, analizando diferentes formas de lectura que no son necesariamente positivas dice, por ejemplo, refiriéndose a Martin Heidegger:

“¿Cómo podemos seguir sosteniendo que la lectura por sí misma es suficiente para formar espíritus empáticos y críticos cuando el más ilustrado de los espíritus alemanes no era otra cosa que un pensador elitista, reaccionario y mágico seducido por las mitologías del terruño, la estirpe y el líquido vital” ¿Cómo podemos seguir sosteniendo necia e inocentemente que la lectura es el antídoto contra la intransigencia y la cerrazón mental cuando el más preclaro de los filósofos demostraba adhesión  inquebrantable  al ideario esencialista del nazismo?” (p. 49)

No es el único ejemplo que pone, pero creo que basta con él para dejar clara su postura sobre el particular.

Desde otro punto de vista plantea que:

“Lo más fascinante es que ningún ser humano está programado para leer, que no existe ninguna propensión ni marcador genético que nos predisponga a la lectura (…)” (p. 107)

Sin embargo, aunque no exista dicha programación, lo cierto es que la lectura ofrece los suficientes aspectos positivos como para practicarla. Así se puede comprobar en los siguientes fragmentos:

“De hecho, uno de los grandes neurólogos de nuestro tiempo, Antonio Damasio,  explicaba que solamente durante el acto de la lectura –a diferencia del cine, los videojuegos o la televisión- podemos controlar a voluntad los tempos de adquisición del contenido y, sobre todo, encontrar resonancias con las dichas y desdichas de los personajes o con las ideas que se exponen, percibirnos a nosotros mismos como lectores apelados por los argumentos desplegados, reconocernos como subjetividades transformadas por las ideas expuestas”. (p. 116)

Según unas investigaciones hechas sobre la lectura “su práctica dilata la vida de todos, independientemente del nivel de estudios, del género y de otras variables concomitantes”. (p 243)

“Practicar la lectura durante, solamente, seis minutos, sería suficiente para reducir los niveles de estrés en un 60 por ciento al aminorar el nivel de latidos del corazón, al favorecer la relajación muscular y al alterar, definitivamente, el estado mental del lector”. (p. 249)

Con todo esto Rodríguez construye un texto que resulta tremendamente sugerente e instructivo, complejo en varios momentos (de hecho no he entendido todo lo que explica sobre la actuación del cerebro) y lleno de reflexiones que llevan al lector a replantearse algunas formas de su propia forma de leer o, por qué no, a debatir con el autor alno estar de acuerdo en alguna de sus opiniones.

Desde luego es un libro para leer despacio, en muchas sesiones y para retomar alguno de sus capítulos más adelante. Es decir, es un texto vivo, de largo recorrido.

Evidentemente, por lo dicho hasta aquí todo el texto me parece interesante, pero me gustaría destacar algunas cosas que por mi desconocimiento o su especial relevancia me han llamado más la atención. Así: la importancia que daban los nazis a los libros poniendo bibliotecas tanto en los campos de concentración como en el frente (otro tema es el uso que hacían de ello); la discusión entre lectura y oralidad en los clásicos; la polémica de Sartre sobre literatura y acción política; los datos sobre el condicionamiento social de la lectura (un tema que me parece crucial y que debería tenerse muy en cuenta en el sistema educativo); el posible uso de la lectura como elemento de opresión y control social; la existencia de la “creación colaborativa” con un medio como WattPad en el que hay más de 400 millones de textos y, finalmente, aunque ni mucho menos en último lugar, el capítulo dedicado a Paulo Freire autor al que luego retomará porque en él están las claves para una  buena lectura.

En definitiva, un libro muy recomendable y que creo que los que leemos habitualmente agradeceremos por la posibilidad que nos brinda de reflexionar sobre nuestra práctica, sea para ponerla en cuestión o para reafirmarla. Un libro no siempre fácil, pero siempre interesante.

 

Joaquín Rodríguez, La furia y la lectura. Por qué seguir leyendo en el siglo XXI

miércoles, 7 de abril de 2021

ANDAMIO

 Esta entrega es una de las más variadas que recuerdo tanto por la procedencia como por los temas. Hay películas muy interesantes y series que, aunque esta vez son inferiores a las películas, tampoco están mal.


Películas

 

Hope gap. Una película británica que parece extraída de una obra de teatro o de una novela, pero que es un guion original. Intimista y muy psicológica, ritmo pausado dando tiempo a que los diálogos fluyan como tienen que hacerlo. Tres buenas interpretaciones.

 

The detective kid. Película canadiense que he visto por aquello de ver algo en familia y que me ha defraudado un tanto ante las críticas tan buenas que tenía. Funciona bien en una primera parte en la que prima la comedia y creo que falla cuando se pone trascendente y se convierte casi en cine negro.

 

The rider. Después de ver la magnífica película Nomadasland me pues a buscar alguna otra de Chloé Zhao, su directora, y me topé con esta. Realmente es una directora con un estilo muy definido y con una sensibilidad difícil de encontrar en el cine actual. Esta vez se centra en el mundo de los cowboys sobre todo en los que se dedican  a los rodeos. Los actores son los personajes reales aunque se ficciones parte de las historias. Así logra una gran verosimilitud y un acercamiento muy sincero a los protagonistas. Una película realmente magnífica también.

 

Sentimental. Una película de Cesc Gay basada en su obra de teatro Los vecinos de arriba, obra que mi mujer me dice que vimos en Barcelona,algo que yo no recordaba y que tampoco lo he hecho viendo la película que me ha resultado completamente nueva (¡bendita memoria!). La película es muy divertida y está magníficamente interpretada. Se desarrolla en un mismo escenario y tiene la duración justa para contar lo que quiere.

 

Minari. Historia de mi familia. Película estadounidense de un director coreano que, parece ser, tiene bastante de autobiográfico. Narra la llegada a Arkansas en los años ochenta, después de haber estado un tiempo en California, de la familia coreana compuesta por el matrimonio y dos hijos a la que luego se añadirá la madre de la mujer. El día a día delo trabajo de sexadores de pollo de la pareja, pero sobre todo los intentos de él de lograr un huerto para producir vegetales típicos de Corea para luego venderlos a restaurantes que ofrezcan esa comida. Tratado todo con mucha sencillez, sensibilidad, sentido del humor en algunas ocasiones y del drama en otras.

 

Judas y el mesías negro. Película estadounidense basada en hechos reales, en concreto en el asesinato por parte del FBI del líder de los Panteras Negras de Chicago, para lo que contaron con la colaboración como chivato de un infiltrado en la organización. Muy bien narrados los hechos y demostrando, una vez más, que en ese país la policía, o al menos sectores de ella, juega un papel cuanto menos discutible. Aquí es Hoover, el director del FBI de la época, principios de los setenta, el instigador de lo que pasó. Muy bien contada e interpretada.

 

The Mauritanian. Otro alegato sobre cómo actúan a veces los Estados Unidos. En este caso se trata de la detención y posterior traslado a Guantánamo de un ciudadano de Mauritania acusado de haber participado en el atentado contra las torres gemelas. Basada también en hechos reales cuenta la odisea de la abogada que se hizo cargo del caso hasta que logró demostrar que su declaración inculpándose había sido obtenida con torturas cuyo uso, por cierto, había sido aprobado nada menos que por Donald Rumsfeld. El fiscal encargado del caso dimitió al constatar esa forma de obtener declaraciones. Muy buen trabajo del actor protagonista.

Con ambas películas se obtiene, por un lado, una visión de algunas actuaciones terribles, pero, por otro lado, la constatación de que es quizá la cinematografía más capaz de sacar a la luz los trapos sucios de su país.


Series


Industry. Serie británica de 8 capítulos de unos 50 minutos cada uno. Es bastante entretenida aunque, como dice alguna crítica, no se sabe muy bien hacia dónde va ni siquiera qué es lo que quiere contarnos. Refleja el ambiente de los jóvenes trabajando de brokers en distintas secciones de un banco y divirtiéndose con mucho sexo y bastantes sustancias. Un mundo laboral frenético, muy competitivo y con unos jefes que dejan bastante que desear.

 

La tregua. Serie belga de hace unos años. Son 10 episodios de unos 50 minutos cada uno de un thriller muy del estilo de los que suelen hacer los británicos. Se desarrolla en una zona rural cerca de Las Ardenas y parte de la aparición del cadáver de un joven negro que era jugador del equipo de fútbol de la localidad. A partir de ahí irán apareciendo sospechosos y veremos también funcionar a una policía poco preparada a la que se acaba de incorporar otro llegado de Bruselas con algunos problemas de tipo psicológico. Bastante entretenida y con un guion muy trabajado aunque inferior a los que salen de las factorías británicas.

 

El caso Nevenka. Aunque han pasado veinte años de esa historia de acoso a una concejala del PP de Ponferrada llevada a cabo por el alcalde no deja de tener cierta actualidad.  En cualquier caso sirve para ver qué cambios se han producido en nuestra sociedad, pero también para darnos cuenta de lo que nos queda por avanzar. La realización es muy mejorable tanto en las intervenciones de los diferentes personajes, como en el uso del material de archivo (se repiten demasiado algunas imágenes), pero todo queda superado por el gran interés del tema y de las declaraciones de Nevenka Fernánbdez.

 

Home Ground. La segunda temporada de esta serie noruega, compuesta por 8 capítulos de unos 50 minutos,  cuya primera entrega comenté hace poco, sigue en la misma línea. Algo de feminismo, un buen reflejo de los peores aspectos del mundo del fútbol y también algunos problemas de relaciones familiares. Entretenida y con la ventaja añadida de poder verla en familia.

 

Altsasu. Miniserie de cuatro episodios producida por la televisión vasca en las que se cuentan los sucesos que tuvieron lugar en una madrugada de 2016 en un bar de esa localidad navarra con el enfrentamiento entre dos guardias civiles, que estaban fuera de servicio, y varios jóvenes en los que resultó con lesiones uno de los guardias. La serie, en la que se han cambiado los nombres de los protagonistas reales, ficciona los hechos y todo lo que vino después incluido el juicio para el que se utilizan textos reales en las distintas intervenciones. La realización es bastante regular, pero la importancia de lo que se cuenta hace que importe menos.

 

Criminal. Serie británica de tres episodios de unos 40 minutos. Se trata de tres interrogatorios de casos distintos. Es una serie de la que se han hecho también tres episodios en otros países como Alemania, Francia y España. Resulta bastante original y entretenida.

También he visto los tres episodios hechos en España que no desmerecen respecto a los británicos. Los guiones están bastante bien y han tenido el acierto de elegir tres buenos actores y actrices para protagonizarlos, especialmente en el tercer episodio en el que Eduard Fernández hace una magnífica interpretación.