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viernes, 20 de mayo de 2022

Más de la buena literatura mexicana


Este año abrí el blog con el primer libro publicado de esta escritora mexicana. Me gustó mucho y por eso enseguida he leído esta nueva novela. Navarro escribe muy bien, pero tiene también el interés de que, además de contar una historia, aprovecha para reflejar criticándolos muchos aspectos de la realidad. En la anterior novela me pareció que quizá abarcaba demasiados; en esta se ha centrado bastante más.

La novela está dividida en cuatro partes.

La primera tiene un inicio muy potente con el suicidio del hermano de la narradora y protagonista. A partir de ahí la novela se dedica a contar diferentes momentos de la vida anterior de la familia. Esta primera parte, que abarca la muerte del padre, el abandono de los hijos por la madre que se va a Madrid y cómo los niños se quedan en México con los abuelos, termina con los hijos también en Madrid.

La segunda parte se desarrolla en Barcelona donde la narradora se ha ido a vivir y trabajar de interna por 450 euros o de camarera de hotel. También tiene una relación con un escocés. Todo esto le sirve a Navarro para dejar constancia de las desigualdades, de la explotación y de la xenofobia (como ejemplo, el desprecio que supone el uso del término “panchito” para referirse a los inmigrantes sudamericanos).

La tercera parte está centrada en México. Allí acude la protagonista con las cenizas del hermano y contará muchos momentos de su vida anterior, sus amores y sus amistades. Un México en el que aflora la violencia (aparecen diez cadáveres decapitados) y también la violencia de género.

Aquí se puede leer:

 

“Para mí, irnos de México significaba huir de la violencia que terminó arrasando con mi familia, pero en España nos esperaba otro tipo de violencia, una menos aparatosa pero igual de cruel, en donde te exigen lealtad mientras te violentan minuciosamente porque no eres como ellos”. (p. 149)

 

En la cuarta parte, que me ha parecido un poco atropellada en su desarrollo, se dan pistas del porqué pudo suicidarse el hermano y se insiste ahora con el racismo (“putos monos”, un plátano en un banco donde hay inmigrantes), se critican algunos elementos de la educación y se habla bastante de la relación de la narradora con la madre. Una relación bastante complicada, algo que, por otra parte, estoy viendo desde hace tiempo que aparece en muchas de las novelas escritas por mujeres  sobre todo jóvenes.

 

Como se ve, una historia en la que pasan muchas cosas a pesar de que la novela apenas tiene 192 páginas, y un texto que aprovecha muy bien Navarro para hacer pensar al lector, sobre todo si es español, sobre comportamientos que son bastante habituales y no precisamente positivos.

Desde luego un libro recomendable como lo era el anterior pues creo que se trata de una escritora que escribe muy bien y que tiene muchas cosas que decir.

Hay dos interesantes reseñas: la de Jorge Téllez en gatopardo.com y la de Carlos Pardo en elpais.com. En ambas hay una valoración más detallada y en los dos casos muy positiva sobre el libro.

 

Brenda Navarro, Ceniza en la boca.

 

 

sábado, 1 de enero de 2022

Gran debut


Es una buena forma de empezar el año en el blog hacerlo con la primera novela de una escritora mexicana, máxime teniendo en cuenta que quizá mi mayor descubrimiento literario del año anterior fue Fernanda Melchor, nacida el mismo año y en el mismo país. Seguramente tiene mucho que ver la situación de México con el contenido y la forma de narrarlo de ambas autoras.

Navarro cuenta una historia a través de la narración en primera persona de dos mujeres. Una que sufre el secuestro en el parque de su hijo de tres años. La otra es precisamente la secuestradora. El libro se divide en tres partes y en cada una de ellas asistimos a la narración separada de ambas mujeres, narración en la que el lenguaje es muy importante ya que  vemos cómo a través de él se manifiesta la diferencia social entre ambas. Este es uno de los grandes aciertos de la novela y es, desde luego, algo que caracteriza a muchos de los textos que estoy leyendo últimamente de jóvenes escritoras, su cuidada y precisa utilización del lenguaje

El libro tiene apenas 160 páginas, pero en ellas la autora es capaz de hablar sobre violencia de género, relaciones amorosas, desigualdades sociales, maternidad como deseo o también como rechazo, aborto, incesto, desapariciones, etc. Hay hasta una alusión a ETA y otra al episodio de Casas Viejas que tuvo lugar en los años treinta en España. Quizá tenga razón Juan G.B. al afirmar, en su magnífica reseña en unlibroaldia.blogspot.com, que seguramente es demasiado para introducir en un texto de ese tamaño, pero hay que reconocer que, aunque pueda sobrar alguna referencia, la autora trata todos los temas de forma muy oportuna.

Además de la relevancia de los temas mencionados, la novela está muy bien escrita, con una gran precisión en el lenguaje, unos personajes muy bien perfilados, dos narradoras muy bien definidas, en definitiva, una magnífica primera novela de una autora que seguramente nos volverá a dar buenos momentos de lectura.

Por cierto, conocí a Navarro escuchando un programa de radio en el que recomendaba libros según peticiones de los oyentes. Precisamente el libro que empezaré hoy es uno de los que recomendó.

Para más y mejor información remito a la reseña citada y a la entrevista con Cristina Bazán en efeminista.com.

 

Brenda Navarro, Casas vacías.