lunes, 30 de abril de 2018

Demasiado para un debut



En los agradecimientos que la autora incluye al final del libro me ha llamado particularmente la atención el que dedica  a varias instituciones “por haber apoyado esta obra a lo largo de los últimos siete años” lo que supone, teniendo en cuenta que nació en 1989, que este libro está escrito entre sus veinte y veintisiete años más o menos. Creo que este atrevimiento es el principal mérito de un texto que, por otro lado, me ha parecido bastante irregular.
La historia se desarrolla a lo largo de casi tres siglos fundamentalmente en dos escenarios: la Costa de Oro, esto es, Ghana y los Estados Unidos, fundamentalmente en Alabama y ya al final en el Harlem neoyorquino. Y cuenta los diferentes momentos por los que pasan los miembros de dos familias africanas con una cierta relación de parentesco aunque apenas se entremezclan en la novela. Un miembro de una de ellas seré vendido como esclavo y se trasladará a los Estados Unidos. Hay más de veinte protagonistas principales más los correspondientes miembros de las familias que van creando. Entre ellos habrá de todo tipo de personalidades, oficios, relaciones de amor y odio, etc. 
Gyasi se muestra como una buena narradora, es muy ágil en la presentación de cada uno de los personajes para lo que utiliza frecuentemente el flash back de forma muy apropiada y tiene una clara intención como tema clave: mostrar lo que supuso la esclavitud para el mundo africano y para las personas concretas que la padecieron. En este sentido me parecen especialmente relevantes los capítulos que dedica al principio a explicar cómo desde las dos familias se participa en esa trata que al final, eso sí, aprovechan los británicos.
Todo lo dicho hasta aquí nos muestra una novela interesante y bien escrita, pero el problema es que a medida que la historia se va acercando al siglo XX, va perdiendo intensidad y se va notando cada vez más la dispersión y la falta de una cierta unidad que dé consistencia a lo relatado. Llega un momento en que se llega a tener la impresión de que sigue y sigue escribiendo cuando ya ha dicho todo lo que tenía que decir.
Tiene momentos y personajes muy logrados como, por ejemplo, como ese minero, H se llama, con el que inicia la segunda parte, y también momentos muy emotivos, pero tengo la sensación de que ha querido abarcar demasiado y la novela se va cayendo poco a poco de las manos.
Andrea Aguilar hace una corta reseña en elpais.com y Marc Peig hace otra más completa en unlibroaldia.blogspot.com.

Yaa Gyasi. Volver a casa. Traducción Maia Figueroa

viernes, 27 de abril de 2018

ANDAMIO

Como hago de vez en cuando aquí dejo las series y películas que he visto últimamente.

PELÍCULAS

Una mujer fantástica. Película chilena ganadora del Oscar a la película extranjera. Un drama protagonizado por una transexual con algunos momentos emotivos,  pero demasiado reiterativa en los mismos planos y sin apenas progresión dramática.

El insulto. Película libanesa seleccionada para los Oscar. Un tema muy interesante y bien tratado sin maniqueísmos. Bunas interpretaciones y dirección. No es solo el conflicto del Líbano, yo creo que se pueden sacar enseñanzas incluso para nuestra “memoria histórica”.

1945. Llega poco cine húngaro a nuestras pantallas y merece la pena, como lo merece su magnífica literatura. En este caso una interesante película sobre el Holocausto, pero sobre algo más. A mí me ha recordado en varios momentos las imágenes rodadas por Claude Lanzman para Shoah en un pueblo polaco. No es una gran película pero me ha gustado verla.

El Cairo Confidencial. Thriller del director sueco Tarik Saleh que se desarrolla en el momento del inicio de la primavera árabe en Egipto. Entretenida, con un buen guion que muestra sobre todo la gran corrupción en todos los estratos del país. Me ha recordado alguna película europea de los setenta.

Campeones. Arriesgada película de Fesser del que solo había visto su espléndida Camino (también enormemente arriesgada). Una película sobre discapacitados protagonizada por ellos. Divertida y tierna. Un cine diferente que también es necesario.



SERIES

Atrapados (Trapped). Primera serie islandesa que veo. Está en la misma línea y estilo de otras series policiacas nórdicas. Se desarrolla en un pueblo del norte de la isla con un precioso entorno y un tiempo infernal en muchos momentos. Bien narrada e interpretada. A veces se hace uno un pequeño lío con esos nombres tan parecidos. Muy entretenida.

This is us. Segunda temporada que sigue con los temas y enfoques de la primera aunque creo que va perdiendo gas a medida que avanza. Demasiados recuerdos del padre. Me han gustado especialmente los tres capítulos monográficos dedicados a cada hijo. Cine de buenos sentimientos y buenos comportamientos. Necesario de vez en cuando.

McMafia. Serie de la BBC de ocho capítulos con la mafia rusa como protagonista lo que, por su novedad, constituye su máximo interés. Entretenida pero muy desigual y con algún momento bastante inverosímil.

Félix. La primera serie española que veo desde hace muchísimos años y lo hago por estar dirigida por Cesc Gay. Muy buenos paisajes que recuerdan a alguna serie nórdica. También lo recuerda el ritmo, pero donde falla es en el guion bastante endeble y con demasiados aspectos poco claros. Un thriller con poco interés.

Collateral. Miniserie británica en cuatro capítulos. Parte del asesinato de un repartidor de pizzas y la búsqueda de sus asesinos para realmente mostrarnos algunos aspectos de la realidad británica tales como: el trato dado a los refugiados e inmigrantes, la hipocresía religiosa, los problemas del laborismo, el juego de las instituciones dedicadas a la seguridad, etc. Buena realización, interpretaciones y guion. Entretenida e interesante.

The Keepers. Serie documental de siete capítulos sobre el asesinato de una monja en 1969 y los abusos sexuales de un sacerdote en el mismo colegio donde trabajaba la monja. Siempre me dejan admirado estas series que tratan temas tan difíciles de una manera tan bien llevada. No puedo ni imaginar las horas que dedicarán al montaje.

miércoles, 25 de abril de 2018

El periodismo protagonista



Nada mejor para iniciar un comentario de esta novela que hacerlo con un fragmento de la crítica de Luciana De Melio en el diario bonaerense Página 12:

“Claudia Piñeiro lo hizo de nuevo: un relato policial con asesinato en country y 345 páginas que se leen al compás propio del suspenso, como si se estuviera viendo una película. Una trama ajustadísima, personajes entrañables, diálogos que remarcan un trabajo de escritura y un oído para rescatar los modos de decir en Buenos Aires 2011 son sólo algunos de los méritos que van a hacer de esta novela otro best seller para la colección de Piñeiro.”

Tras descubrir recientemente a la autora a partir de la lectura de su última novela, Las maldiciones, decidí seguir con otros textos para ver si se cumplían las expectativas que esta me había abierto. Por el momento se cumplen porque Betibú es otra magnífica muestra de novela policiaca y algo más.
Policiaca porque empieza con un asesinato y sigue con otras muertes aunque la policía apenas si aparece en la novela ya que la investigación, en lo que creo que constituye el gran acierto de la novela, la llevan tres protagonistas “aficionados”: una escritora de novela policiales, Nurit Iscar; y dos periodistas del diario El Tribuno, el veterano Jaime Brena, antes encargado de la sección de policiales del diario pero ahora relegado a otros trabajos menos relevantes, y el “pibe de policiales” como aparece siempre en el texto.
Decía antes que algo más que una novela policiaca, y es así precisamente por elegir unos protagonistas que le  permiten escribir mucho sobre la profesión periodística con fragmentos tan conseguidos como estas reflexiones de Brena:

“(…) hoy en este país no hay quien se pueda parecer a Rodolfo Walsh. ¿Por qué? Porque Rodolfo Walsh, antes que periodista, antes que escritor, antes que ninguna otra cosa, era un revolucionario, y el periodismo ya nada tiene que ver con la revolución. Nos aburguesamos, pibe. Sacamos panza, con ciertas limitaciones hacemos lo que nos piden, cobramos un sueldo a fin de mes, zafamos como podemos.
(…)
Hoy, popes del periodismo o “intelectuales” entre comillas hablan con suficiencia desde sus escritorios, muchas veces instalados en sus casas o donde están de vacaciones. Y se creen importantes porque son “formadores de opinión”. Pero el asunto es cómo formas esa opinión, qué valores respetás y qué escrúpulos tenés. Muchos de ellos dan como verdades irrefutables lo que no es más que su propia opinión.” (p. 153)

(Ni que decir tiene que el segundo párrafo refleja de una forma exacta algo que sucede actualmente y de forma casi mayoritaria en nuestro país.)
Además de este carácter de tema central que tiene el periodismo en el libro, hay otros dos que también trata Piñeiro de una forma muy crítica y con cierto sentido del humor en algunos momentos. Por un lado, la exagerada seguridad que tienen los countries a la entrada. Da la impresión de que a la autora es un tema que le molesta especialmente porque hay varias escenas con ese tema. Por otro lado, Brena está destinado en una sección dedicada a analizar y comentar estadísticas y encuestas absurdas como, por ejemplo, el porcentaje de hombres que duermen boca arriba y de mujeres que lo hacen boca abajo. Hay varios momentos graciosos con estos estudios.
También, aunque creo que esto está tratado de una forma excesivamente cuidadosa, hay alguna referencia a las relaciones de la prensa con el poder.
Saliendo del contenido de la novela, algo que hace atractiva la obra de Piñeiro es que formalmente hay mucho trabajo, el texto está muy cuidado (en el fragmento con el que abro el comentario se hace alusión a ello desde una crítica hecha en su país), hay sobre todo en los primeros capítulos un interesante uso de una estructura paralelística muy bien aplicada y a lo largo de toda la novela se van introduciendo en un mismo párrafo acontecimientos que se van sucediendo con diferentes protagonistas. Y todo esto manteniendo una gran agilidad en la narración y sin que la historia decaiga en ningún momento ni resulte difícil de seguir.
Otro buen libro de una autora cuya obra pienso seguir conociendo.
Por cierto, existe la versión cinematográfica que no está mal aunque se pierden algunos aspectos importantes.
Además de la crítica ya citada hay otra interesante de Carles Geli en elpaís.com.

Claudia Piñeiro, Betibú.

lunes, 23 de abril de 2018

Novela corta pero intensa



Hace unas semanas al comentar el libro En la ciudad líquida de Marta Rebón, precisamente  la traductora de este que ahora comento, ya decía que me había puesto en contacto con autores totalmente desconocidos para mí y que esa laguna habría que irla cubriendo poco a poco.

Comienzo de forma afortunada con esta autora que tiene ya algún otro libro traducido al castellano.
Se trata de una novela corta, realmente muy corta pues son 118 páginas pero en formato pequeño y con un tamaño de letra que ya lo quisiera yo para otros libros más extensos. A pesar de ser un texto tan breve, la gran habilidad de la autora le permite contar bien una historia que, además, empezando en los años treinta atraviesa buena  parte del siglo XX. Sus protagonistas son un hombre y tres mujeres. Sóniechka, de joven gran aficionada a la lectura; Roberto, su marido, represaliado y deportado pero siempre acompañado de su mujer; Tania, la hija de ambos que se enamora de una joven polaca, Yasia, que será la amante de su padre. 
Aunque pudiera parecerlo no se trata de un vodevil, pero tampoco de un melodrama. Tal y como cuenta la historia Ulitskaya, los hechos van sucediendo de la manera más natural. Los años van pasando, el país va evolucionando y los protagonistas también.
Así:

“Durante años de matrimonio, Sóniechka se había transformado de joven idealista en pragmática ama de casa.” (p. 49)

Un ama de casa con la que la autora se permite el siguiente fragmento mezcla de sentido del humor y de una cierta rabia contenida

“ (…) Robert Víktorovich, de vez en cuando, observando por detrás de la ancha espalda de Sóniechka el añil, la sémola, el jabón casero con escamas y las judías verdes, constataba con esa agudeza de espíritu que lo caracterizaba el innegable valor estético, el sentido sublime y la belleza de la creación doméstica de Sóniechka.” (p.74)

Decía que el país va evolucionando, pero en la novela apenas hay algunos esbozos y referencias a esos cambios, quizá el más explícito pueda ser el siguiente:

“Rusia, sumida durante años en un silencio pesado, ahora volvía a hablar, pero la libertad de palabra tenía lugar de puertas a dentro, tenían todavía el miedo en el cuerpo.” (p. 53)

El libro recibió en Francia en 1996 el Premio Médicis a la mejor novela extranjera. Desde luego es un libro que se lee con gusto e interés y al terminarlo se siente la pena de que la autora no hubiese dedicado más espacio a la historia.
Ya tengo encargado Sinceramente tuyo, Shúrik, el primero que se tradujo y que ya es un texto bastante más extenso.



Liudmila Ulitskaya, Sóniechka. Traducción Marta Rebón.

domingo, 22 de abril de 2018

Artículos interesantes

Tal y como está estos días la información, me parece que lo mejor es leer cosas un poco diferentes y variadas.

Un buen artículo de Owen Jones sobre la nueva figura de la política europea, Emmanuel Macron que parece pensado para que en España espabilemos con Rivera. (eldiaro.es)

Una interesante entrevista de Jamue Grau con Josep Ramoneda, uno de los mejores analistas de la política española y europea. (publico.es)

También es muy recomendable la entrevista de hace tiempo  hecha por Álvaro Ruiz y Alejandro García aa uno de mis escritores favoritos, el francés Emmanuel Carrére.(Nexos.com)

viernes, 20 de abril de 2018

Otra visión del conflicto sirio


El actual conflicto en Siria es uno de esos temas de política internacional sobre los que es difícil, por no decir imposible, hacerse con una idea más o menos real. Esta misma semana se ha producido un bombardeo por parte de los Estados Unidos con la justificación de que las fuerzas gubernamentales habían utilizado armamento químico contra la población civil. Cuánto hay de verdad en esta justificación es algo difícil de precisar porque, por un lado, ¿qué sentido tiene utilizar ese tipo de armas ahora que parece que el gobierno controla mejor la situación y que dicha utilización puede traer consecuencias como las que efectivamente ha traído? Y, por otro lado, en este libro se afirma que dichas armas fueron inutilizadas hace tiempo bajo control internacional.
Una vez más, pues, nos encontramos con un conflicto en el que la información está tan sesgada como suele ser habitual. Por eso libros como este del profesor de la UCM Pablo Sapag, quien tiene además relación familiar con el país, pueden resultar útiles.
El libro tiene cuatro partes diferenciadas. 
En la primera, muy interesante y enormemente útil para quienes como yo desconozcan la realidad histórica siria, se explica la formación del país y un aspecto fundamental: el carácter multiconfesional e interconfesional que tiene tanto la constitución como el funcionamiento del estado. Este aspecto aparecerá en multitud de ocasiones a lo largo del libro porque para el autor es un elemento fundamental del país y del conflicto actual.
En la segunda, la más extensa, se habla de las causas inmediatas y remotas de la actual crisis así como los intereses de los diversos países en ella. Aquí hay que destacar que lo más interesante es ver los de las potencias regionales: Arabia Saudí, Qatar, Turquía e Irán. 
En la tercera se hace un repaso al papel de la información y la comunicación tanto en el interior como en el exterior. Esta parte, que a mí me interesaba especialmente, he de decir que me ha defraudado un poco máxime sabiendo en Sapag es profesor en la Facultad de Ciencias de la Información.
Finalmente, en la cuarta parte desarrolla algunos aspectos del conflicto militar propiamente dicho y de la evolución que se ha ido produciendo en las milicias que se enfrentan al gobierno. En este apartado ofrece una información que desconocía y es que con la creación por el gobierno de un ministerio para la reconciliación se ha producido un caso original pues a los milicianos se les ofrecían dos posibilidades: o dejar las armas y convertirse en empleados públicos o, en palabras del autor: “Se trataba de algo inédito porque a diferencia de lo ocurrido en procesos de pacificación y reconciliación de otros países, a los milicianos también se les permitía seguir combatiendo al Estado si así lo deseaban, para lo que se les ofrecían seguridades para desplazarse a otros frentes.” (p. 225)
En un tema donde la información es tan vital y al mismo tiempo está tan mediatizada por multitud de intereses es muy difícil, como decía antes, saber dónde está la verdad o, mejor, qué es lo que se puede aproximar más a ella. En este sentido este libro creo que recoge con relativa neutralidad algunos aspectos del conflicto, aunque en la parte final, y utilizando las entrevistas que el autor tuvo con Bachar el Asad, creo que se inclina más hacia las posiciones del gobierno, sobre todo ahora que el enfrentamiento está centrado principalmente contra fuerzas de tipo yidahista.
En cualquier caso un libro interesante sobre todo para los que no conozcan mucho del problema.
Hay una entrevista de Nacho Valverde con el autor en publico.es.


Pablo Sapag M., Siria en perspectiva. De una crisis internacionalmente mediatizada al histórico dilema interno.

jueves, 19 de abril de 2018

Buen descubrimiento



Desconocía la existencia de este escritor a pesar de que se han traducido varios de sus libros. Nació en Rutenia en una familia judía. Tras ser deportado junto a su padre logró huir y en 1946 se trasladó a Israel donde ha escrito toda su obra en hebreo. Sin embargo, esta edición es una traducción del inglés algo que me ha resultado un tanto chocante.
Se trata de una magnífica novela. Katerina, su espléndida protagonista, es una niña rutena y cristiana que vive en un pueblo. Al desaparecer sus padres se dedicará a servir en casas de familias judías y, poco a poco, irá sintiendo respeto, cariño e incluso admiración hacia ellos a pesar de que en ese ambiente se respira animadversión y odio hacia ellos.
La historia se desarrolla en lo fundamental en el período de entreguerras y Appelfeld dedica muchos momentos por un lado a comentar algunas peculiaridades del mundo judío de la zona casi en plan antropológico y, por otro lado, a dejar constancia del antisemitismo reinante.
Algunos ejemplos de lo primero pueden ser los siguientes fragmentos:

“Hablar por hablar no se da entre ellos. Su laboriosidad es compulsiva.” (p. 35)
“Se los podía reconocer por una serie de señales: eran delgados, de baja estatura, e iban cargados de paquetes.” (p. 71)
“Conocía bien a los judíos. Durante todo el año llevaban una vida dura, dispersa. En su fiesta, un judío quería estar consigo mismo y con su libro.” (p 109)

Además de que aparecen la mayor parte de las festividades propias de ese mundo.
Del antisemitismo hay muchos ejemplos. Algunos son:

“También ella, como todos nosotros, los despreciaba.” (p. 21)
“La gente los golpeaba o los perseguía (…) (p. 22)
 “Los judíos son malvados, los judíos son corruptos, hay que erradicarlos, oía en cada esquina.”(p. 45)
 “-Deberías saber que los judíos  son tramposos. Para ellos, el dinero es más importante que cualquier otra cosa –dijo con una pavorosa compostura.” (p. 91)
 “He trabajado mucho en casa de judíos y les he robado mucho dinero, pero jamás les perdonaré haber dado muerte a nuestro Señor. ¿Cómo se atrevieron esos hijos de Satán a asesinarlo, siendo que Él es amor y gracia? Dios no les perdonará. Ha preparado una gran venganza contra ellos. ¡Ya lo verán!” (p. 139)
“-Es curioso –dijo-. De noche no me enfado ni conmigo, ni con mi madre, ni con mi esposo, que abusó de mí. Me enfado con los judíos. Me sacan de quicio. ¿Entiendes?” (p. 157)

También deja constancia de varios progroms y de los trenes llevando deportados.
Ahora bien, el núcleo de la novela, lo que la hace tan “conmovedora y hermosa” (tal y como dice la editorial en la contraportada), es el personaje de Katerina y su forma de enfrentarse a la vida. Hacía tiempo que no leía una novela cuyo/a protagonista me pareciese tan bien conseguido.
Un libro muy recomendable tanto por lo bien que refleja el momento histórico como por la sensibilidad que muestra al narrar la vida de la protagonista. 
Hay una reseña muy completa, quizá demasiado, sobre el contenido del libro de José Escobar en impenitentelector.blogspot.com.



Aharon Appelfeld, Katerina. Traducción Javier Escobar Isaza.

lunes, 16 de abril de 2018

Desconcertante y conmovedora.




“Yo también recelo de las abstracciones y, como antigua abogada, me repugnan las normas, no creo, por ejemplo, en la UNIDAD de la novela, pienso, como Cervantes, que la novela es “escritura desatada” y que en ella cabe todo, incluso el desorden, si tiene un propósito, pero hace ya unas cuantas páginas que me reconcome la conciencia, ¿cómo puedo justificar los saltos inopinados de Sandra Mozarovski a mi madre, de mi madre a Wittgestein, del rey a mí misma?, ¿sé adónde voy?; ¿voy a algún sitio? (y si voy a algún sitio, ¿por qué doy tantos rodeos?), e intento convencerme de que este juego que me estoy inventando tiene unas reglas y una lógica (…) (p. 124)

Reproduzco esta extensa cita porque me sorprendió leer esto cuando apenas dos o tres páginas antes yo me estaba preguntando precisamente hacia dónde se conducía la novela y qué sentido tenía lo que estaba leyendo.
Clara Usón es una buena escritora de la que he leído los dos últimos libros, La hija de este y Valor. Ambos me han resultado muy interesantes y por eso nada más ver este en la librería me apresuré a comprarlo y leerlo.
El libro está dividido en cinco capítulos de muy diversa extensión. En el primero, utilizando la prensa de la época sobre todo,  nos presenta a Sandra Mozarovski, la joven actriz de  gran éxito en el cine del “destape” y de tan pronta desaparición. En el segundo recoge la posible relación que tuvo con ella el rey Juan Carlos, así como algunos otros posibles “deslices” del monarca. En el tercero muestra algunos momentos de la vida del filósofo Wittgenstein y otros de su propia historia familiar estableciendo algunos paralelismos. En el cuarto pone en cuestión lo que se dijo en su día sobre las causas de la muerte de la actriz. Por fin, en el último, hace una verdadera confesión sobre algunos episodios bastante terribles de su vida y vuelve a insistir en el tema de la relación con su madre ya tratado antes. Utiliza en este capítulo una curiosa técnica que consiste en montar una película en la que Mozarovski hace precisamente el papel de Clara Usón aunque luego esta aparecerá con su propio nombre en distintos momentos.
Como se ve, a lo largo de los cinco capítulos se tratan diversos temas y no siempre es fácil encontrar una cierta unidad o un cierto sentido. Por eso, si tuviese que resumir mis sensaciones a medida que me adentraba en la obra, sería el desconcierto la palabra  que mejor lo haría. 
No obstante, a pesar de ese desconcierto, tengo que decir que la novela me ha tenido atrapado, y que sobre todo el último capítulo me ha parecido no solo original y brillante, sino profundamente conmovedor. Tras su lectura he tenido la impresión de que la autora ha realizado un ejercicio de terapia y que ha contado para ello con mi colaboración.
Desde hace un tiempo son obras de la denominada faction las que más me llaman la atención, no en balde es Emmanuel Carrère  uno de mis escritores favoritos. Esta de Usón entra de lleno en ese estilo al igual que las dos que mencionaba antes.
En el libro se usa bien la documentación y se mezcla de forma inteligente con la ficción, hay momentos tiernos y otros de gran dureza y siempre una escritura muy ágil Desde luego se trata de su novela más personal.
Quizá le criticaría haber dedicado demasiado espacio a la vida de la actriz, ya que algunas informaciones se repiten y, por lo dicho antes, la falta de un cierto sentido unificador. No obstante, me sigue pareciendo una escritora original a la que habrá que seguir teniendo en cuenta.
Hay una interesante reseña de la propia autora en huffingtonpost.es.
Me ha extrañado que en un texto cuidado e imagino que leído por varias personas se haya colado dos veces la misma errata; en las páginas 92 y 95 se alude a la constitución de 1977, en el primer caso diciendo incluso que es de junio de ese año.


Clara Usón, El asesino tímido.

jueves, 12 de abril de 2018

Agradable sorpresa



¿Qué puede hacer que a alguien como yo le llegue a interesar la construcción de un puente hace cincuenta años o el desarrollo de un festival folklórico en la Argentina profunda? Solo hay una respuesta posible: la magia de los que escriben esas historias. En el primer caso, como dejé constancia hace poco en el blog, se trata del periodista estadounidense Gay Talese, y en el segundo, la magia la pone la gran periodista argentina Leila Guerriero; porque hay que ser muy grandes en ambos casos para convertir ambos temas en dos extraordinarios libros.
A Guerreiro la conocía más de nombre que por su obra. De esta apenas había leído su artículo Habitar el riesgo en el libro colectivo sobre el periodismo que, coordinado por Enric González, se publicó el año pasado con el hermoso título de Cada mesa, un Vietnam. Colaboración que me llamó poderosamente la atención.
Redescubro ahora este texto publicado en 2013 en el que la periodista hace un extenso reportaje, una crónica diría mi admirado Martín Caparrós, sobre un peculiar concurso de malambo (un baile tradicional de los gauchos) que se celebra cada año desde 1966 en Laborde, una pequeña población de apenas 6.000 habitantes al sur de la provincia de Córdoba. Un concurso que tiene además la particularidad de que quien lo gana no puede volver a presentarse y, por lo tanto, deja de bailar malambo. Como dice Rodolfo González Alcántara, el protagonista del que inmediatamente hablaré:


“Pero gané. Claro que ganar Laborde te corta las piernas. Podés seguir compitiendo en otros rubros, en malambo combinado, en pareja de danza, pero no como solista. Venimos a ganar sabiendo que vamos a perder. Y encima a Laborde la conocemos los que venimos a Laborde, afuera nadie sabe qué es.” (p. 65)


Guerriero hace un planteamiento del reportaje muy interesante, En unas primeras páginas (hay que advertir que estamos ante un libro de apenas 146 páginas) cuenta en qué consiste el malambo, de dónde surge, qué características tienen tanto el baile como la vestimenta de los bailarines, cómo se desarrolla el concurso, qué premios tiene (por cierto, ninguno más allá del honor de ganarlo), etc. Una vez situados e informados de todo ello, se centra en un competidor en 2011, el mencionado Rodolfo, al que sigue en el concurso de ese año y como al quedar subcampeón puede volver al año siguiente, le acompañará durante parte de ese año y sobre todo en la competición de 2012.
En ese acompañamiento Guerriero haciendo gala de una gran sensibilidad nos irá contando detalles de la historia de Rodolfo y de su pasión por el malambo.
En un momento determinado dice Rodolfo:

“-Yo tuve una niñez hermosa. Lo que más pasábamos era hambre. En todos los lugares en los que viví, en realidad pasé  hambre.”

Apenas unas líneas antes la autora ha referido algunos aspectos de esa niñez hermosa:

“Se crió en una pieza que se inundaba con las lluvias pero recuerda que le divertía guarecerse debajo de la mesa y jugar con los amigos en los charcos. No tenían luz eléctrica, pero se ríe cuando dice que le gustaba jugar con las velas. No podía comprarse zapatillas pero cuenta orgulloso que Rubén Carabajal (su padrastro) le cosía las viejas y le prestaba las suyas, más nuevas, para que volviera a destruirlas jugando al fútbol.” (p. 81)


Este es el tipo de gente que se prepara durante años, algunos empiezan ya a los cuatro, para el concurso en el que irán pasando por las fases infantil, juvenil,…hasta llegar a la de mayor que es el final de la carrera y en la que suelen participar más allá de los veinte años.
Un libro en el que están perfectamente ensamblados sus diferentes elementos, en el que se utiliza una prosa muy bien elaborada y en el que se obtienen informaciones realmente interesantes y hasta diría que sorprendentes. Pero por encima del todo un libro que rezuma ternura y humanidad por los cuatro costados, un libro que emociona y que, desde luego, motiva a buscar más textos de la autora.
Absolutamente recomendable, por supuesto, interese o no ese tema.
(Por cierto, acabo de ver que reedita Anagrama un extenso libro con semblanzas de diferentes personajes,)
Hay una buena reseña de Ernesto Calabuig en elcultural.com.



Leila Guerriero, Una historia sencilla.

miércoles, 11 de abril de 2018

Benjamin Black inicia serie


Nueva incursión de John Banville, con su pseudónimo,  en la novela policíaca con la particularidad de que ha decidido cambiar de protagonistas en lo que parece ser la inauguración de una nueva serie. Si antes era un bastante peculiar forense, el doctor Quirke, ahora lo será un también peculiar policía del que pronto sabemos cosas como:

“Solitario. No tenía a nadie: ni mujer, ni hijos, ni amante, ni amigos. Ni siquiera tenía familia; unos pocos primos (…)
Sin embargo, su soledad le parecía algo singular. Su vida estaba, según creía, en un estado de calma peculiar, de equilibrio tranquilo (…)
El impulso más fuerte de todos los que le dominaban era la curiosidad, el simple deseo de saber, (…)” (p. 85)

A lo que habrá que añadir lo que se dice en otros lugares: alto, desgarbado, no muy arreglado, abstemio, etc.
Junto a él, como es habitual en los libros de Black, un conjunto de secundarios bien caracterizados y con su papel bien ajustado. Típico también del autor, el tiempo atmosférico, un invierno especialmente frío y nevado, que le permite  desarrollar algunas escenas y crear una determinada atmósfera. No puede faltar un elemento clave en sus novelas que es, además, uno de los aspectos que más me gustan de ellas: las alusiones a la religión (alusiones siempre bastante o muy críticas). En este caso incrementadas pues la novela empieza así: “Soy un cura, por el amor de Dios, ¿cómo me puede estar pasando esto a mí? (p.9)(Subrayado en el original)
Y lo que le está pasando o, mejor dicho, lo que le pasa es que es asesinado. A partir de ahí, el inspector Strafford, que es como se llama el nuevo protagonista, iniciará la investigación para encontrar al culpable o culpables. Los primeros capítulos a mí me han traído a la memoria las obras de Agatha Christie por el ambiente y el inicio de las pesquisas, pero poco a poco la novela se va convirtiendo en más parecida a lo habitual en Black, aunque es cierto que en este caso da más importancia que otras veces a la investigación.
La historia se desarrolla en 1957, con una breve excursión explicativa a 1947, y otra aclarativa a 1967, y siempre dentro de una pequeña localidad del sur de Irlanda. Algunos aspectos que refleja de esa sociedad son muy muy parecidos a la que yo puedo recordar de España por aquellos años. Así, por ejemplo: 

“La historia de siempre, en Irlanda, el hijo enviado a la gloria del sacerdocio, mientras la hija permanecía en casa para cuidar a los padres hasta que morían o quedaba sola, todavía joven pero ya vieja, preparada solo para la soltería.” (p. 152)

Tengo que decir que me costó algunos capítulos entrar en la novela; echaba de menos a Quirke y a Dublín y no me interesaba demasiado la investigación, pero poco a poco he ido dejándome llevar al nuevo mundo creado por Black y reconozco que me ha entretenido y gustado este inicio de serie. Evidentemente, en ello tiene mucho que ver lo bien que escribe este autor.
Hay una buena reseña de Laura Fernández en elcultural.com.

Benjamin Black, Pecado. Traducción Miguel Temprano García.

martes, 10 de abril de 2018

Citas últimas lecturas


Guerra

 "(…) la guerra, viene a decirnos,  es una y es la misma, fango, muerte, desesperación, dolor, penalidades y también de vez en cuando risas tontas, un poco de histeria. Y fuera de ahí, grandes exclamaciones patrióticas, mentiras oficiales y podredumbre moral."
Juan Bonilla en el Prólogo de
Wyndham Lewis, Estallidos y bombardeos


Profesor

Su mente era sensible y original, algo que, como resulta obvio, es mejor que la disposición rutinaria que habita en la profesión docente…
Wyndham Lewis, Estallidos y bombardeos


Libros

Pero para mí un libro es más importante que una consigna de un partido político, un suero, una teoría sobre la evolución o el motor de un avión.
Es obvio que no todos los libros son importantes. De hecho, la mayoría no lo son. Pero el hecho de que hay tantos que no lo sean no cambia que un libro no pueda ser tan importante como cualquier otra cosa. Así que nadie tiene por qué avergonzarse de tener conversaciones sobre libros, en vez de hablar sobre gas tóxico que extermina a la gente, o sobre vacunas que pueden salvarlos de la muerte.
Wyndham Lewis, Estallidos y bombardeos


Libros

Sé que no disfrutaba con los libros, en los que podía haber encontrado lo que todos encontramos cuando no tenemos fe: el testimonio de que existe un modo alternativo de pensar en la vida, un modo diferente de aquellos que nos asignan de forma natural en el nacimiento. La búsqueda de alternativas imaginativas de pensamiento (…)
Richard Ford, Entre ellos


Felicidad

Decía Tolstói que el secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace.
Marta Rebón, En la ciudad líquida


Amor

“A veces parece que solo las personas inteligentes son lo suficientemente estúpidas para enamorarse y que solo las estúpidas son lo suficientemente inteligentes para dejarse amar.”
Élizabeth Bishop citada en
Marta Rebón, En la ciudad líquida

lunes, 9 de abril de 2018

Frustración ante un clásico




Solo he leído, y hace mucho tiempo, un breve opúsculo de Bábel. No conozco su obra y de su vida apenas el hecho de que fue ejecutado en la época estalinista.
Este libro que ahora comento dice la editorial en la contraportada que se ha convertido en un “clásico universal” y es un poco la idea que yo tenía de él. De hecho un escritor, Juan Madrid, dijo en el programa de televisión Página Dos hace unas semanas que para él había sido un texto decisivo para dedicarse a la escritura y había supuesto también un gran aprendizaje.
No es la primera vez que me pasa, aunque tampoco sea habitual, que un libro precedido de tanta fama no me gusta.
El conjunto de relatos que lo forma, cerca de los cuarenta en esta edición, me ha resultado tremendamente desigual y junto a algunos como La carta, de una gran dureza y en el que emplea un curioso lenguaje; el espléndido Shaska Cristo;  y La sal, también de una gran dureza por el tema de las violaciones que de algún modo parecen casi justificadas como algo normal; junto a estos, como decía, hay muchos más en los que he sido incapaz de entrar.
La mayoría son relatos muy cortos, a veces de una sola página, y generalmente de tres o cuatro, de tal manera que apenas quedan esbozadas las historias y los personajes aunque, eso sí, hay algunos que aparecen en varios de los relatos. Se desarrollan durante el período de la guerra civil y más en concreto en la lucha contra el ejército polaco. El protagonista de casi todos es el propio escritor aunque no se diga muchas veces de forma explícita. Junto a él los judíos y los cosacos.
Es bastante habitual que el relato comience con una historia (por ejemplo hablando de un carro que lleva incorporada una ametralladora) y termine con otra (en el citado, con la presencia de los judíos en el ejército). Bábel usa un lenguaje directo,  “económico” y muy alusivo y se aprecia un gran cuidado con la escritura. El problema, o al menos lo que lo ha sido para mí, es la dificultad de entrar en las historias  a pesar de desarrollarse en unos momentos de tanta tensión emocional. No sé cuál puede ser la razón, pero tengo que reconocer que más de uno lo he leído sin prestar demasiada atención a lo que estaba en las páginas. 
Hay una reseña con otra visión de Juan G.B. en unlibroaldia.blogspot.com.


Isaak Bábel, Caballería Roja. Traducción Ricardo San Vicente.


domingo, 1 de abril de 2018

Sobre literatura, escritores y espacios



Hace poco, al hacer el comentario de Vida y destino, decía que lo había leído gracias a la entrevista a Marta Rebón en el programa de televisión Página Dos ya que llevaba varios años en el estante de libros pendientes porque me asustaba el tamaño y, sobre todo, el hecho de que hubiera al final tantas páginas relacionando los personajes que salían. (Por cierto, aquí dice de ese libro que es un “denso relieve de miniaturas chejovianas con la técnica monumental de Tolstói”).
Ahora mi deuda con esta magnífica traductora y escritora se multiplica tras la lectura del libro que ahora comento.
Estamos ante un libro hermoso –un adjetivo que, por cierto, uso en muy raras ocasiones-, una demostración de amor a la literatura, de respeto y admiración por muchos escritores, un texto de una lectora que hace gala de una enorme sensibilidad y que es capaz de contagiar su pasión tanto por la literatura como por sus lugares favoritos, un libro, en fin, de alguien que vive por y para la literatura.
Ya muy al principio menciona algunos autores a los que ama terminando con un etcétera, etcétera, etcétera. Evidentemente, es difícil poder citarlos a todos, pero en el libro aparecen muchos y, una de las cosas que más me han gustado, a la mayoría los conozco y he leído algo de bastantes. Desde hace años he ido centrando mis lecturas cada vez más en autores de la Europa Central y Oriental, así como en los de países vamos a llamar exóticos. Estaba un tanto cansado de tanta literatura anglosajona con unas historias demasiado repetitivas. Por eso, cuando Rebón menciona autores húngaros, rusos o de la antigua Yugoslavia siento un gran placer. Así, por citar solo a algunos: Shalámov, Grossman, Chukóvskaia, Márai, Kerstéz, Kosztolányi e incluso la breve aparición de Mohamed Chukri ya que Tánger es junto a San Petesburgo el tándem de ciudades favoritas de la autora.
Evidentemente, están la mayoría de los grandes clásicos rusos. De casi todos habla y reproduce textos porque en este libro se habla de muchas cosas: obviamente de literatura, pero también de arquitectura, de vivienda (de las casas de algunos escritores), de museos, de viajes, de ciudades como las mencionadas y varias más, de espacios infinitos en Siberia o en el desierto. 
Ha tenido también la autora la magnífica idea de acompañar el texto con multitud de fotografías la mayoría tomadas por ella misma o por su acompañante en muchos de los viajes, el fotógrafo Ferran Mateo. Estas fotografías acompañan muy bien los textos y en muchos muestran espacios que ayudan a una mayor profundización en el conocimiento de los escritores (su mesa de trabajo, su vivienda, su barrio).
La verdad es que cuando adquirí el libro no tenía muy claro lo que me iba a encontrar, ni tampoco imaginaba lo buena escritora que es esta magnífica traductora. Ahora sé que también es una gran comunicadora de emociones, de gustos y placeres estéticos. Además, me ha abierto un abanico de libros y escritores que espero ir conociendo poco a poco.
Un libro muy pero que muy recomendable para quien disfrute con la buena escritura y con la pasión por la literatura.
Hay una buena reseña de Nadal Suau en el cultural.com y otra de Ricardo Martínez Llorca en culturames.es.



Marta Rebón, En la ciudad líquida.