Que el periodismo polaco ha tenido y tiene un
elevado nivel lo he comprobado recientemente por la lectura de los libros de
Nowak sobre su periplo de cuatro años recorriendo África en bicicleta en los
años treinta del siglo pasado y el de Hugo-Bader recorriendo Siberia hace poco
tiempo. Evidentemente, a Kapuscinski ni lo menciono porque además de haber
leído todo lo publicado de él y sobre él, ha aparecido en el blog en la serie
que dedico a mis autores favoritos. Por eso, cuando vi este libro de forma
bastante casual no dudé en comprarlo, prometía ser bastante interesante y, al
menos en parte, lo ha sido.
Serraller ha dividido el texto en seis capítulos, de
muy diferente extensión e interés, a los que precede una extensa cronología con
la vida de Kapuscinski.
El capítulo 5, En
los límites de la literatura y el periodismo, es donde está lo mejor del
libro a pesar de algunos defectos que luego comentaré. Se analiza y debate, a
partir de diferentes opiniones, qué es lo que hizo realmente el periodista
polaco. La autora se decanta por la idea acuñada por otros de “periodismo
mágico”.
El capítulo 3 se dedica principalmente al análisis y
comentario de varios de sus libros.
En el capítulo 4 se describe la repercusión de la
obra de Kapuscinski más allá de Polonia, es decir, su recepción internacional.
Finalmente el 6 consiste en un breve resumen de lo
que se ha ido contando utilizando generalmente las mismas frases en lo que
parece ser un “recorta y pega”.
Los dos primeros capítulos son difícilmente
reseñables porque se centran en el reporterismo polaco, sus orígenes y su
desarrollo con multitud de nombres absolutamente desconocidos salvo por
auténticos especialistas.
Voy a centrarme ahora en lo que creo que es el
principal problema de un libro que, por lo demás, resulta muy interesante en
bastantes de sus páginas, pero al que le sobra casi la mitad. El problema es
que es un texto tesis-dependiente, es decir, la autora ha hecho una buena tesis
sobre el periodista y la traslada a un libro de venta para un público más
amplio y no parece haberse tomado la molestia de adaptarlo convenientemente.
Además, falta un verdadero trabajo de edición y corrección.
Enumeraré algunos de estos defectos:
Cuando hay un texto traducido del polaco o del
inglés, se deja la versión original en notas a pie de página. Esto en un libro
de estas características solo sirve para ampliar el número de páginas.
Hay repetición de notas como sucede en las páginas
108-109 en las que incluso aparece en cursiva el texto de la autora. Otras
veces no se entiende el uso de la cursiva pues no son textos de otros autores.
Hay más de una repetición como sucede, por ejemplo,
con la encuesta de Alfonso Armada o la lista de seguidores de Kapuscinski.
Además de lo anterior, el libro está plagado de erratas
por error en letras o reiteración de signos de puntuación.
Estas deficiencias no reducen el valor de muchas de
las aportaciones de Serraller para un mejor conocimiento del gran periodista
polaco, pero sí que dejan al lector con la sensación de que con un poco más de
trabajo habría sido un libro muchísimo mejor y habría llegado a un público más
amplio. Detrás se nota una buena y profunda investigación y análisis, algo
necesario para una buena tesis, pero no suficiente para un buen libro.
Desde otro punto de vista me ha extrañado que a un
libro como Imperio le dedique 25
páginas, a Ébano solo 5 y a Un día más con vida, el favorito del
autor y de muchos de sus lectores, apenas dos líneas.
Quiero finalizar este comentario con una cita de
Mikel Ayestaran, uno de los mejores reporteros españoles actuales, porque
coincido plenamente con sus palabras:
“Mi visón de Kapuscinski no ha cambiado. La esencia
de su trabajo permanece y eso es lo que reivindican sus seguidores. Esencia,
fondo, historias propias… forman parte de la teoría que debería regir en los
medios actuales, pero que por desgracia sigue sucumbiendo ante la agencia dependencia.
Los detalles de ficción pueden hacer más atractivos los relatos y ayudar así a
que los lectores se enganchen y lleguen al fondo de las historias. Más que
manipulación se podría hablar de un recurso literario para lograr su objetivo
de transmitir realidades tan lejanas y diferentes.” (p. 284-285) (Dice que no ha cambiado porque previamente
se ha hablado de las críticas que ha recibido últimamente).
En resumen, el libro de Serraller creo que puede
interesar a los seguidores del periodista polaco porque hay mucha información
sobre los debates que se abrieron sobre el carácter de su obra, pero no es
recomendable para quienes no la conozcan.
Amelia Serraller Calvo, Cenizas y fuego: crónicas de Ryszard Kapuscinski.