martes, 22 de junio de 2021

Otra lección del gran maestro

  

Zweig es uno de mis escritores favoritos. De hecho ocupa el segundo lugar en la sección del blog que dedico al tema, solo precedido por su gran amigo Joseph Roth. Su obra es realmente inagotable y es capaz de tocar multitud de temas desde la mera ficción hasta el sesudo ensayo religioso, pasando por aspectos históricos y biográficos. Estos últimos los tenía abandonados hasta que leí el libro que dedicó a Fouché.  A partir de ahí he leído el de María Antonieta, el opúsculo sobre Américo Vespucio y este sobre Magallanes. Ahora solo me queda su obra sobre María Estuardo que, lógicamente, leeré sin dejar que pase mucho tiempo.

A pesar de ser licenciado en historia, apenas sabía algo sobre Magallanes y su gran viaje, prácticamente lo que se sabe por cultura general. En este sentido el libro de Zweig me ha resultado muy interesante desde el punto de vista informativo, pero sobre todo ha sido una lectura apasionante desde el punto de vista literario.

Este escritor no solo es un grandísimo narrador, un maravilloso contador de historias, sino que, además, lo hace con un lenguaje y un vocabulario que atrapa simplemente por ese aspecto más formal.

Desde luego, el tema de este libro es algo más que interesante; es la búsqueda del camino a las Indias por el oeste, es decir, dando la vuelta al mundo y, por lo tanto, pasando del Océano Atlántico al Pacífico por el sur del continente americano.

Zweig divide el libro en 13 capítulos. En los tres primeros se dedica a mostrar la actividad náutica de los portugueses y Magallanes apenas aparece. En los dos siguientes este empieza a buscar la forma de financiar el viaje. A partir del 6, La partida, se centra ya en el viaje y en la multitud de avatares por los que tuvo que pasar la expedición de cinco barcos que partió de Sanlúcar el 20 de septiembre de 2019, para no regresar hasta casi tres años después con el objetivo cumplido, pero  con un solo barco y una tripulación tremendamente diezmada en la que no estaba el mismo Magallanes.

Momentos culminantes del libro pueden ser entre otros: La entrevista de Magallanes con el rey de Portugal primero y con Carlos V después para conseguir su apoyo financiero (en ambas muestra el autor su inmensa capacidad narrativa e imaginativa), las épocas de tedio cuando no saben muy bien ni dónde están, los enfrentamientos con los capitanes españoles que mandaban las otras naves y la sublevación que se produjo contra él, los problemas para atravesar el cabo del sur por el “estrecho de Magallanes”, la llegada a las Indias,…

En fin, una magnífica recreación de un viaje que supuso un hito histórico y que de la mano de este gran escritor se convierte en una lectura apasionante y en muchos momentos emocionante si el lector se deja llevar y vive la aventura tal y como la vivieron los que participaron en ella.

Hay una magnífica reseña con mucha información que incluye hasta un mapa del trayecto recorrido en elblogdejcgc.blogspot.com.

 

 

Stefan Zweig, Magallanes. El hombre y su gesta. Traducción José Fernández.

 

 

 

 

 

viernes, 18 de junio de 2021

ANDAMIO

 

En esta entrega predominan, una vez más, las series, algo habitual en los últimos tiempos. En estas hay una buena mezcla de asesinatos y humor. Bastante calidad en general.

 

Películas

 

Quo Vadis, Aida? La guerra de los Balcanes o, para ser más exacto, el episodio de la matanza de Srebrenica muy bien contado desde el punto de vista bosnio aunque en este caso no creo que se pueda hacer desde otro punto de vista. El horror, sin que se vean escenas horribles, transmitido muy bien a partir de la tensión de una intérprete que trabaja para las fuerzas holandesas de la ONU y que quiere salvar a su marido y sus dos hijos. Muy bien realizada, con mucha gente en las escenas y manteniendo la tensión en todo momento.

 

Uno de nosotros. Película estadounidense dentro del género del western aunque se desarrolle en los años sesenta del siglo pasado. Un matrimonio mayor que vive en un rancho en Montana va a la búsqueda de su nieto que, tras la muerte de su hijo, su nuera se ha llevado a otro estado al casarse de nuevo. Primero está la búsqueda y, una vez encontrado, el intento de “rescate”. Muy bien realizada, con un ritmo perfecto y muy buenas interpretaciones sobre todo de Diane Lane. Tiene todos los tópicos del género incluyendo a unos malos muy malos y desagradables.

 

Series

 

The Split. Segunda temporada de esta serie británica compuesta por seis episodios igual que la primera. Los mismos temas, las relaciones de pareja,  y los mismos personajes, pero creo que repitiéndose demasiado algunas historias. La temporada empieza muy bien aunque poco a poco va decayendo el interés, al menos para mi gusto, y se va convirtiendo en un drama demasiado lacrimógeno. Me gustó más la anterior. De todas formas, merece la penan aunque solo sea por las magníficas interpretaciones.

 

El inocente. Serie española de 8 capítulos de unos 50 minutos cada uno. Está basada en la novela homónima de Harlan Coben, una novela para la que el autor debió de tener que usar varias pizarras para organizar el cúmulo de informaciones que va desgranando a lo largo del relato. No he leído la novela, pero me imagino que la serie la sigue incluso en la forma de dar las diferentes informaciones. El guion está muy bien construido, los capítulos bien organizados y eso hace que la serie se siga con interés y sin perderse, aunque también es cierto que es bastante rocambolesca en algunos episodios. Como siempre me pasa con las series españolas hay alguna interpretación que me chirría un poco. Entretenida.

 

El método Kominsky. Tercera y seguramente última temporada de esta magnífica serie. Tiene solo seis episodios de unos 25 minutos cada uno. Ha muerto Norman, Alan Arkin, y la verdad es que se le echa de menos en esta temporada; sus diálogos con Sandy, Michael Douglas, eran muy jugosos sobre todo para gente que, como es mi caso, estamos en esa edad. No obstante, los guionistas han sabido sustituirlo con su hija y su nieto además de dar protagonismo a la mujer de Sandy y a su hija y el novio. Un conjunto de personajes que te hacen reír, sonreír y emocionarte a veces. Es una pena que se acabe esta serie.

 

Mare of Easttown. Miniserie estadounidense de siete capítulos de casi una hora cada uno. En la línea de los mejores thrillers británicos del estilo de Broadchurch o Happy Valley, la acción se sitúa en una pequeña comunidad en la que hay desapariciones y un asesinato. No obstante, lo mejor de la serie son las relaciones tanto intrafamiliares como entre las personas de la localidad. Además, los guionistas son capaces de forzar bien los giros y mantener la tensión. Si a todo eso le sumamos muy buenas interpretaciones con una Kate Winslet realmente espectacular, se puede decir que estamos ante una de las grandes series de la temporada.

 

Asesinato en Middle Beach. Miniserie documental estadounidense de 4 capítulos de casi una hora cada uno. Lo que empezó siendo un documental de trabajo de carrera que se inició en 2013, se convirtió en esta miniserie que llega hasta el 2020. La madre del autor fue asesinada en 2010 y Madison Hamburg dedica el documental a investigar no tanto el asesinato, que también, sino a ver si tuvo alguna relación con él algún miembro de su familia. La mayor parte del tiempo consiste en conocer a estos familiares y a hablar con ellos algo que pudiera parecer falto de interés, pero que resulta muy interesante por lo bien montado que está. Solo en algunos momentos hay relación con la policía y sus pesquisas.

 

No hables con extraños. Miniserie británica de 8 episodios de unos 45 minutos cada uno. Basada en una novela de Harlan Coben quien participa también como creador en la serie. Tiene un guion muy trabajado y en el que no dejan de pasar cosas; en la primera media hora del primer capítulo había pasado de todo como, por otra parte, sucedía en El inocente, también del mismo autor, comentada más arriba. Resulta entretenida sin más, porque, a pesar de las sorpresas, se limita básicamente a la trama criminal y apenas toca temas de otro tipo. Esta es la gran diferencia con las buenas series nórdicas o británicas.

 

 

Run. Miniserie estadounidense de siete episodios de menos de 30 minutos. Tiene un planteamiento muy original y algunos buenos momentos. Una comedia con un inicio un tanto disparatado pero que se mantiene bien gracias a dos buenas interpretaciones. El argumento no daba para mucho más y el acierto es no prolongarla inventándose situaciones algo que, desgraciadamente, sucede a menudo.

 

Unforgotten. Cuarta, y previsiblemente última, temporada de esta serie británica de 6 episodios de 45 minutos cada uno. En la misma línea de calidad de las anteriores temporadas. Esta serie tiene la virtud de no limitarse a la parte meramente policial de los casos, sino que trata mucho los aspectos humanos de los diferentes personajes. En esta, por ejemplo, los problemas de una pareja cuando les dicen que tendrán un hijo con síndrome de Down, la decisión de un testamento o el posible trato diferente por ser de origen pakistaní, entre otros. Además, está magníficamente interpretada. Una de esas series que merecen la pena.

jueves, 17 de junio de 2021

Reflexiones sobre África


Hace dos días aparecía una entrada comentando otro libro sobre África aunque muy distinto de este. En él empezada diciendo lo mucho que me interesa ese continente y con este confirmo que es así o, para ser más exacto, que hubo una época en que fue así. Esto viene a cuento porque la principal sensación que me deja la lectura de esta conversación entre Aldekoa y Armada es el enorme desconocimiento que tengo de lo sucedido desde que estamos en el nuevo siglo. Antes, hace ya muchos años, estuve suscrito a revistas como los  Cuadernos de África y América Latina, la revista que publicaba el CIDOB y los magníficos anuarios de esta institución, también solía comprar la revista Política Exterior y los anuarios de la Fundación Hogar del Empleado. Parafraseando al personaje de Vargas Llosa, no sé en qué momento, ni por qué,  se “jodió” mi interés por estos temas. Lo único cierto es que la mayoría de las referencias que se hacen en el libro a situaciones más o menos recientes de diferentes países africanos me resultan totalmente desconocidas. Curiosamente, esto supone un gran acicate para cambiar un poco el chip de mis intereses informativos.

Entrando ya en el texto, lo primero que tengo que decir es que es una verdadera lástima que sea tan corto, apenas 140 páginas y en edición de minibolsillo, porque estamos ante un diálogo interesante y apasionante  entre dos periodistas que no solo conocen bien el tema del que hablan, sino, y esto es al menos igual de importante, que sienten pasión por él. Esto se transmite al lector en cada página, en cada información y en cada reflexión.

El libro, como todos los de esta colección, se divide en cinco partes que se corresponden con las cinco preguntas tradicionales del periodismo, las cinco W en su versión inglesa. Ahora bien, los autores en su conversación no se circunscriben ni se ajustan del todo a ese esquema y, aunque hay una cierta dedicación específica en cada capítulo, pueden ir saliendo diferentes temas y los van tratando según salen.

Citaré solo algunos: la percepción de África desde Europa, cómo está afectando el cambio climático, los movimientos migratorios dentro del continente y hacia otros continentes, la literatura, los conflictos más sangrientos que han tenido lugar, las mejoras que se están produciendo en varios países, el papel del periodismo y de los periodistas en ese mundo, y un largo etcétera de temas todos ellos de un primer nivel de interés.

Aunque estamos ante un libro de pocas páginas, también es cierto que estamos ante dos periodistas capaces de transmitir mucha información y reflexión con pocas palabras. Algunos ejemplos: 

“Si la situación de los vecinos es mejor, la migración se puede producir de una manera más humana”. Aldekoa. (p. 57)

“Las fronteras se mueven. Las empuja la gente con sus hombros. Las fronteras dibujadas en los mapas son desbordables y desbordadas”. Armada. (p. 58) 

“Tienen tiempo de escucharte y tienen interés. En África te ponen por delante del tiempo. Es una de las cosas que me apasionan del continente. También el concepto de gratitud”. Aldekoa. (p. 79)

“Sería interesante saber si se está invirtiendo más en protección, defensa y seguridad o en desarrollo y democracia”. Armada.  (p. 99)  (Se refiere a Estados Unidos y la OTAN).

En general, ofrecen una visión del continente bastante diferente de la que se suele tener ya que habitualmente solo llegan informaciones cuando hay desastres ya sean naturales (terremotos, inundaciones, sequías) o humanos (hambrunas, matanzas, golpes de estado). Los avances que cuentan en algunos países y hasta el hecho de que estén algunos mejor clasificados en cuanto, por ejemplo,  a la libertad de expresión que España, son informaciones difíciles de encontrar en un medio español.

En otro orden de cosas, me ha gustado mucho darme cuenta de que conozco a la inmensa mayoría de los escritores africanos que mencionan y de que he leído casi todos los libros. También me ha encantado la coincidencia sobre periodistas como Martín Caparrós y Leila Guerriero, escritores de los que procuro no perderme nada de lo que publican y, por supuesto, tanto Alexiévich como Kapuscinski. Buenos ejemplos todos de cómo: “La prosa de no ficción, la prosa periodística, puede ser tan elevada como cualquier novela”.  (p. 123)

Para terminar un par de palabras sobre los autores. No conocía a Armada más que de nombre y de haber visto algunos libros en las librerías. Ha sido un buen descubrimiento. Aldekoa ya ha salido varias veces en este blog porque he comentado los tres libros que ha publicado en  la editorial Península. Me parece una de los grandes del momento por su capacidad de transmitir algo más que informaciones en todos los temas que toca.

Dejo dos breves frases suyas que me parecen bastantes significativas. La segunda es la que cierra el libro:

”En mi caso, al ser freelance, tengo que apostar por una cobertura, pero también tengo que ver si voy a poder recuperar la inversión. Asumes un riesgo o no”. (p. 104)

"Lo peor de trabajar en África es que no interesa. Lo mejor de trabajar en África es que no interesa”, (p. 140)

Hay una reseña muy completa e interesante de Andrés Seoane en elcultural.com.

 

Xavier Aldekoa y Alfonso Armada, África adentro.

 

 

martes, 15 de junio de 2021

Historia y turismo en África


Que África es un tema que me interesa se puede comprobar por las entradas que le dedico en el blog. Que es un tema del que conozco muy poco se verá cuando comente el libro que estoy leyendo estos días con una conversación entre Xavier Aldekoa y Alfonso Armada.

Precisamente es Aldekoa el escritor que me ha informado y enseñado más últimamente sobre la realidad africana con tres libros de gran calidad tanto periodística como literaria y, sobre todo, humana.

Este de Moret tiene un planteamiento diferente de los que he leído más recientemente porque es una mezcla de reportaje, historia e  informaciones turísticas, aderezada con la presencia del escritor en mucho de lo que cuenta.

El libro está organizado en cinco partes centrada cada una en una zona de África.

Empieza con la isla de Zanzíbar (que hoy como es sabido forma parte de Tanzania) y lo dedica a explicar con bastante detalle el papel que jugó en el tráfico de esclavos. También comenta los cambios que se están produciendo en la actividad turística. Se centra luego en Tanzania en un capítulo dedicado a las diferentes figuras de los exploradores del siglo XIX: Livingstone, Stanley o Speke. De este cuenta mucho de sus expediciones buscando las fuentes del Nilo en el lago Victoria. Continúa con Uganda y con las fuentes del Nilo. También relata hechos de su historia de los siglos XIX y XX. No podían faltar los gorilas y el turismo. El capítulo dedicado a Kenia es el más actual porque, aunque cuente cosas de Karen Blixen o de la construcción del Lunatic Express, la mayor parte del espacio la dedica a comentar los safaris que hace tanto en el Masái Mara como en el Serengueti. Cierra el libro un corto capítulo sobre el Congo o, más en concreto, sobre la ciudad de Goma y el desastre que allí se produce.

En este largo recorrido, el libro tiene 350 páginas, el lector encuentra todo tipo de momentos y de informaciones más o menos interesantes según lo que busque. Yo tengo que reconocer que la lectura me ha resultado muy entretenida y que me ha enseñado mucho sobre las grandes exploraciones del siglo XIX, claro que yo partía de un desconocimiento enciclopédico sobre ellas. También reconozco que me ha dado mucha envidia todo lo referente a los safaris porque es una de esas cosas que siempre quise hacer, que no hice y que ya no me veo con fuerza para hacer (tampoco animan esas aglomeraciones que comenta que hay en los parques nacionales). En estas descripciones más turísticas algunas veces se le va la mano con expresiones más propias de una guía turística y con algunos tópicos.

Dejo la opinión de un experto, Antonio Picazo, quien en su reseña, bastante crítica con el libro, hecha  en unacavernaconvistas.wordpress.com, afirma:

“Lo mejor: Texto agradable y entretenido, con algunos trazos y detalles de lo que podía haber sido un relato de mayor ambición, alcance e interés.

Lo  peor: Como documento, nada nuevo ni original. Como elemento literario, casi nada”.

Hay una crítica más favorable de Ricardo Martínez en culturamas.es

Para terminar el comentario reproduzco un fragmento que me parece que explica mucho con muy pocas palabras:

““Cuando llegaron los británicos, ellos tenían la Biblia y nosotros las tierras”, resume una frase popular. “Poco después, nosotros teníamos la Biblia y ellos, las tierras””. (p. 240)

Una vez más hay que agradecer a la editorial Península la cantidad de buenos libros que está poniendo a nuestro alcance sobre diferentes lugares del mundo. Poco a poco los voy leyendo todos y en todos encuentro suficientes elementos para disfrutar de su lectura.

 

Xavier Moret, Tras los pasos de Livingstone. Un viaje por el África oriental a través de las rutas de los primeros exploradores.

 

 


 

martes, 8 de junio de 2021

Decepcionante



Hace dos años leí la primera novela de Gyasi que, además de ser un gran éxito de ventas, obtuvo varios premios. Esa novela la escribió entre los veinte y los veintisiete años lo que tiene un gran mérito. En mi comentario decía que la novela: “va perdiendo intensidad y se va notando cada vez más la dispersión y la falta de una cierta unidad que dé consistencia a lo relatado. Llega un momento en que se llega a tener la impresión de que sigue y sigue escribiendo cuando ya ha dicho todo lo que tenía que decir”.

Si reproduzco este fragmento, y hago algo bastante imperdonable como es autocitarme, es porque he tenido la misma impresión cuando leía esta segunda obra de Gyasi.

La editorial reproduce algunas citas de críticas que ha recibido en Estados Unidos. Destaco la siguiente de The New Yorker: “Una novela colmada de momentos deslumbrantes y reveladores, a veces divertidos, a menudo estremecedores”.

Efectivamente, hay buenos, e incluso muy buenos momentos, yo destacaría por ejemplo, lo que escribe sobre el aprendizaje de la sexualidad, o casi todo lo que tiene que ver con los últimos años de su hermano antes de que muera por sobredosis, o también algunas descripciones sobre la religión en la peculiar iglesia a la que acude la familia y hasta las reflexiones que hace bastante al principio sobre el pecado. No obstante, creo que eso no es suficiente para una novela de más de 300 páginas en las que el lector, al menos yo, llega a tener la sensación de que la autora anda un tanto perdida sobre lo que quiere contar y hasta sobre la forma de hacerlo. Incluso un tema que recorre toda la obra como es la relación con su madre está tratado de tal forma que queda bastante difuminada 

No sé si el éxito de su anterior libro ha precipitado la publicación de este porque da la impresión de que está poco trabajado; no siempre se sabe bien en que época se está desarrollando lo que cuenta, ni tampoco queda muy claro cuándo entra a describir su trabajo con los ratones y algunas disquisiciones científicas sobre ello.

En fin, no me ha gustado un libro que cogí con ilusión porque me gusta leer a escritores/as que, aunque vivan y se hayan formado en occidente, provienen de otras culturas que siempre aportan cosas interesantes y diferentes.

 

Yaa Gyasi, Más allá de mi reino. Traducción Eduardo Hojman.

jueves, 3 de junio de 2021

La Bulgaria de la segunda mitad del siglo XX



Es raro encontrar una traducción de un autor búlgaro como es el caso. Ahora bien, aunque nació en ese país, desde los seis años ha vivido fuera al huir con su familia a Alemania. Luego ha vivido muchos años en África y desde 2007 lo hace en Viena. De hecho el libro está escrito en alemán. Sin embargo, el tema sí que es profundamente búlgaro. Trojanow escribe sobre lo que pasó en Bulgaria desde el final de la Segunda Guerra Mundial y el advenimiento del régimen comunista. Para ello se basa, según dice en la nota previa, “en los testimonios orales y escritos de un gran número de presos políticos, así como de algunos oficiales retirados que sirvieron en la Seguridad del Estado. (…) Los documentos que se reproducen (”Del Archivo de la Seguridad del Estado”) son originales del dosier de uno de los miembros de la resistencia (…)”.

Puestas así las cosas estamos ante una novela que es también un documento histórico. Trojanow ha organizado el libro a partir de capítulos alternos de los dos personajes protagonistas: Konstantín, la resistencia, que pasó muchos años en la cárcel por participar en la destrucción de una estatua de Stalin y que se dedica a investigar en los documentos de la Seguridad para descubrir a sus delatores, y Metodi, el poder, que ocupó diversos cargos en el régimen comunista y que sigue en buena situación tras el cambio de régimen de los noventa. Ambos ofrecen, a través monólogos, su visión tanto del presente como también del pasado incluyendo momentos de su infancia y juventud.

Además, de vez en cuando el autor introduce un capítulo con un  relato sobre temas muy variados y otro en el que reproduce algunos documentos reales de los Archivos en los que se puede apreciar el nivel de vigilancia que había y, también, lo absurda que era en muchos casos.

Esta estructura funciona muy bien sobre todo al principio y a medida que vamos conociendo a los dos protagonistas y su historia. Sin embargo, a partir de un determinado momento, más o menos hacia la mitad del libro, a mí la lectura se me ha empezado a hacer bastante costosa, cada vez me interesaba menos lo que me contaban y no me parecía que aportase cosas más interesantes que las ya conocidas. En el tramo final recupera ese interés, pero creo que es demasiado tarde. Claro, estamos hablando de un libro de 480 páginas.

En una buena reseña en fanfan.es se dice: 

“El método de Trojanow se parece al de Svetlana Alexíevich. Recoge voces y testimonios. Pero en lugar de construir una historia coral de múltiples voces, Trojanow arma una ficción con elementos tomados de cada uno de ellos”. (Subrayado en el original.)

Efectivamente, tiene en común el basarse en testimonios, pero este libro está muy lejos del magnífico El fin delHomo Sovieticus” de la escritora bielorrusa, un libro de lectura casi obligatoria para quienes quieran entender cómo fue ese régimen e incluso cómo es hoy y por qué la Rusia de Putin.

Trojanow es muy crítico, con razón,  con el régimen búlgaro y a eso dedica la novela con fragmentos como los siguientes:

“A ver si te enteras, muchacha, para tener verdadero poder hay que conseguir que los demás te tengan miedo. El resto son fuegos artificiales. El miedo emana de los archivos y, aunque hay quien quiere dárselas de enterado, los archivos los controlamos nosotros”. (p. 26) (Habla Metodi tras la caída del régimen.) 

“Los responsables no han sido llevados a los tribunales. Siguen ocupando cargos en las instituciones, son ciudadanos respetables, hombres de negocios que han alcanzado el éxito, gozan de una tranquila jubilación o han sido enterrados con todos los honores”. (p. 47) (Habla Konstantín reflejando cómo se han adaptado al nuevo régimen los del antiguo.)

Esta crítica es la principal y mejor aportación de una novela que se lee muy bien al principio, que incluso sorprende por su estructura, pero que termina cansando y aburriendo por la reiteración.

 

Ilija Trojanow, Poder y resistencia. Traducción Roberto Bravo de la Varga.

 

martes, 1 de junio de 2021

(Des)información en las redes sociales


 

Quien siga con cierta asiduidad este blog sabe de mi preferencia por el tema que trata este libro. Esta preferencia viene motivada porque creo que es donde se está dirimiendo la principal batalla política y si el autor dice que a nivel global la van perdiendo (él se refiere, lógicamente a los Estados Unidos), se puede afirmar sin ninguna duda que en España la vamos perdiendo (y yo me refiero a los que defendemos una sociedad más igualitaria y con mayores avances sociales).

Con estas premisas, me gusta leer lo más que puedo sobre estos temas y de ahí este libro que, además, tiene tan interesante título y tan sugerente subtítulo que, por cierto, está en la versión original y no es, como pasa a veces, algo puesto por la editorial que lo traduce para llamar más la atención.

Como primera idea de este comentario tengo que decir que el libro decepciona bastante, que es un texto tremendamente irregular en su interés y en las páginas que dedica a los diferentes temas, al que ,aunque está escrito con la agilidad propia de un periodista, (el autor era editor en Times),  le falta profundidad en determinados análisis y la mayor insatisfacción surge, sobre todo, porque falta información de qué campañas pusieron en marcha y cómo las llevaron a cabo.

El autor fue Subsecretario de Diplomacia y Asuntos Públicos con John Kerry en la secretaría de Estado bajo el gobierno de Obama y, quizá por ostentar ese cargo, dedica los dos primeros capítulos a explicar cómo es el proceso de selección y aprobación de los cargos públicos. Curiosamente, superado el primer momento de extrañeza que provoca dedicar tantas páginas a ese tema, reconozco que es de lo que más me ha interesado del libro seguramente por lo novedoso y también por lo complejo del sistema. Sorprende la terriblemente burocrático que resulta todo en un país del que se suele tener otra idea.

Los siguientes capítulos los dedica a contar los esfuerzos tendentes a organizar unos instrumentos para frenar las desinformaciones que provenían de Rusia y del Estado islámico. Estos instrumentos no se pretendía que estuviesen solo en Estados Unidos, sino que se quería implicar a otros muchos países de diferentes regiones del planeta. A esta búsqueda de aliados dedica muchas páginas que resultan bastante tediosas. No obstante, entre las muchas informaciones sí aparecen cosas que tienen interés como pueden ser, entre otras: el buen resumen que hace de las ideas de Alexander Dugin, el llamado “Rasputín” de Putin, así como todo lo que cuenta sobre la política de este último; el papel de Donald Trump en la aprobación del Brexit; la autocrítica que hace sobre la política de hashtags que pusieron en marcha en el conflicto de Ucrania; los datos que aporta sobre algunas medidas tomadas por Facebook y Twitter para frenar algunos aspectos negativos; las grandes dificultades para coordinar los esfuerzos internos y, en otro orden de cosas, ya en el último capítulo que dedica a propuestas para mejorar en el tema, es muy interesante lo que dice sobre cómo debería publicarse una noticia en un medio digital.

Hay más aspectos de los que se puede sacar algún fruto de su lectura, pero en general es demasiado prolijo en muchos momentos seguramente porque es un libro pensado y escrito para el público de su país. Tampoco se termina de ver claramente su papel en las diferentes “guerras” que salen a relucir.

Para terminar reproduzco dos frases cortas que me ha parecido que dejan muy claro el tema al que se refieren:

“Tienes derecho a tener sus opiniones, pero no tus hechos”. (p. 65) (Frase que atribuye al senador Pat Moynihan)

“El terrorismo funciona porque los seres humanos imaginan posibilidades, en vez de probabilidades”. (p. 112)

La primera es, precisamente, una de las claves de las batallas de la información porque hay muchos participantes que mienten descaradamente sobre los hechos y lo hacen con el mayor desparpajo. (En España en estos tiempos de pandemia hay ejemplos para aburrir).

En definitiva, un libro que se puede leer, del que se pueden sacar algunas cosas interesantes, pero del que no sé si compensa dedicar el tiempo que suponen sus casi 400 páginas.

 

Richard Stengel, Guerras de la información. Cómo perdimos la batalla global contra la desinformación y qué podemos hacer en el futuro.  Traducción Ana Momplet Chico.