miércoles, 30 de diciembre de 2020

Continuando con una obra diferente

Este es el tercer libro que leo del autor en poco tiempo. Los otros dos apenas hace tres meses. Eso significa que es alguien que me llamó la atención tanto por los temas que toca como por la forma de hacerlo.

Este Infieles es el que menos me ha gustado de los tres, aunque tiene muchos momentos interesantes e intensos al igual que sucede con los anteriores. Está construido principalmente a partir de monólogos de los distintos protagonistas: Yalal, su madre, Selima, y la madre de esta.

Selima es prostituta y sus clientes son mayoritariamente militares. La madre es “introductora”, un trabajo curioso que consiste en facilitar la noche de bodas a la pareja y, a su vez, confirmar la virginidad de la novia. Todos viven en Marruecos situaciones muy precarias y en gran medida humillantes. Luego se desplazarán a El Cairo, pero allí tampoco lograrán grandes mejoras. Yalal conocerá a un joven belga con el que se desplazará a Bruselas y luego… (aquí es mejor detenerse).

Taia sigue manteniendo su escritura de frases cortas y muy cortas, pero dotadas de gran expresividad. Esta es una de las características que más me atraen de sus libros. Sin embargo, quizá en este me falte una mayor continuidad e incluso me atrevería a decir que claridad. El relato abarca momentos del tiempo muy diferentes. Yalal tan pronto es un niño pequeño como un joven de 20 años y, sobre todo, no se termina de entender bien su comportamiento final.

Como en todos sus libros encontramos la correspondiente crítica a la política marroquí. En este caso, aunque apenas esbozada, se dirige a la actitud en el tema del Sáhara occidental. También a la situación de atraso y pobreza de grandes sectores de la población del país.

Sea como sea, Taia siempre resulta recomendable porque habla de zonas y culturas que no por cercanas, apenas a 14 kilómetros por mar, son más conocidas y porque lo hace con una escritura muy personal y reconocible.

Hay una reseña completísima de José RamónMartín Largo en larepublicacultural.es.

 

Abdelá Taia, Infieles. Traducción Lydia Vázquez Jiménez.

 

 



 

domingo, 27 de diciembre de 2020

Sobre el poder en Catalunya ( y en general).


Al terminar la lectura del libro tuve que respirar profundamente; me había dejado sin aliento. Si todo el libro es trepidante, la parte final es, además, estremecedora.

Menciona Amat en la Nota del autor a dos escritores franceses, Carrère y Vuillard, a los que sigo en todo lo que publican. La llamada “no ficción” es un género, si es que se puede considerar así, en el que me parece que se está escribiendo una parte de la mejor literatura actual o, al menos, de la que más me gusta, con la que más disfruto.

Este libro de Amat es un buen ejemplo de esa literatura. Su protagonista es Alfons Quintà, un periodista protagonista de los principales momentos de la vida política y comunicativa en Cataluña desde finales de los sesenta. Basta con decir que trabajó en Radio Barcelona,  fue delegado en la región de El País, encargado por Pujol de la puesta en marcha de TV3 de la que fue director o que posteriormente escribió en Avui y El Mundo.

Amat inicia el libro contando fragmentos de la infancia y juventud de Quintà sobre todo lo relacionado con el entorno de Josep Pla del que su padre era el chófer y de alguna forma confidente. De esa época es uno de los momentos más significativos y a la vez duros del texto; Amat reproduce una carta que Quintà, con dieciséis años le escribió a Pla chantajeándole para que le ayudase a conseguir el permiso de su padre para obtener el pasaporte y el carnet de conducir a cambio de callarse los delitos que había cometido el escritor al verse en el extranjero con gente como Tarradellas. Es un atisbo de lo que será luego un personaje cuyo perfil resume muy bien Ignacio Sánchez Cuenca en una reseña muy recomendable hecha en ctxt.es: 

“(…) en cuanto profesional del periodismo aparece en el libro como un personaje prepotente, agresivo, sin escrúpulos, resentido, manipulador, narcisista y cínico, todo lo cual no le impidió publicar algunas exclusivas importantes en su día y tener información de primera mano gracias a una red de contactos en las entrañas del poder que Amat describe con gran detalle”.  

Y se deja en esa descripción cosas como el acoso al que sometió a muchas colaboradoras o el trato que daba a los subordinados (cuenta que cuando comían en una restaurante cogía con la manos cosas de sus platos).

Ahora bien, este protagonista le sirve al autor para mostrar la realidad del poder en la época y las múltiples conexiones entre la economía, la política y los medios. En palabras de Nadal Suau en otra espléndida y completa reseña en elcultual.com:

“(…) arroja el resultado de una tesis sobre una época, desde luego, pero no exenta de valor universal.

(…)

el verdadero protagonista es el poder, que siempre es el mismo pero goza de su propio arco dramático rico y complejo, de sus matices y componendas bajo la mesa (sus ramificaciones son Felipe, el Rey, Cebrián, el PSC, Tarradellas, Pedro J. Ramírez… La lista es extensa). El poder que, en su verdad más descarnada, deja atrás cualquier consideración ideológica o moral”. (Subrayado en el original)

 

Porque, y esto me parece muy relevante, aunque todo sucede en Cataluña, de todo se pueden encontrar muchos ejemplos en España y, seguramente, en muchos otros lugares por ese valor universal que menciona Nadal Suau.

Dejaba a Amat narrando los primeros pasos por la vida de Quintà y por las citas que he reproducido ya se ve que tuvo un amplio recorrido que es lo que constituye el núcleo del libro. Así le veremos escribiendo largo y tendido  sobre Banca Catalana hasta que el mismo Cebrián corte la serie, al poco tiempo es cuando Pujol le encarga la creación de TV3, pero no hay problema. Tampoco lo hay cuando pasa de su inicial militancia en el PSUC a su paso por el soberanismo para terminar escribiendo en medios patrocinados por Ciudadanos.

Evidentemente, no es el único personaje que sale bastante malparado en esta historia, es más, creo que no hay ninguno que se salve del todo. Por eso el libro, como casi todos los que he leído últimamente sobre el acontecer político en España, deja un regusto amargo al terminarlo. Se ven demasiado las costuras del poder y, al mismo tiempo, lo poco que se puede hacer en la medida en que el cuarto poder se ha puesto tan a su servicio.

Amat, en la nota final ya mencionada, escribe para explicar lo que ha hecho y lo que le ha movido a ello. Reproduzco dos fragmentos que me parecen muy significativos y que aclaran muy bien la línea que sigue el texto:

“El desafío era intentar ir más allá del suceso o del relato histórico para construir una narración, pero asumir al mismo tiempo que el ejercicio literario de ir hacia dentro del caso y el personaje era una forma de embrutecimiento. Implicaba no solo descubrir realidades turbias, sino también embrutecer de sordidez mi conciencia y la del lector. Ésa había sido una duda constante para el Carrère de El adversario y su vía de salida había sido aceptar que escribir un libro como ése no lo convertía en mejor persona, pero le permitía, si lograba dar con una voz honesta, ensanchar la mirada moral sobre los otros y sobre sí mismo. Era, de alguna manera, una catarsis para superar el horror”. (p. 251)

“Asumir que no lo iba a descubrir todo sobre el protagonista y su circunstancia, porque hay silencios petrificados, pero que debía contar todo lo que pudiera documentar aunque implicase saltarse la raya del respeto, traspasar la frontera de la educación o derruir el muro de la conveniencia. He acabado por convencerme de que contar lo que explico es moralmente discutible, pero al mismo tiempo socialmente necesario. Se trataba de buscar la verdad oscura que el poder esconde para perpetuarse. Intentar encontrarla es experimentar el riesgo traumático y redentor de la libertad”. (p. 252) 

Ese horror es lo que desalienta tanto. Por otro lado, hay que agradecerle al autor que se salte el respeto y la educación porque, efectivamente, es “socialmente necesario” contar lo que cuenta. Eso sí, he oído algún comentario que aprovecha el texto para criticar al soberanismo catalán; quien lo haga es que no ha entendido nada o, habiéndolo entendido, quiere aprovecharlo para sus propios fines.

Un libro imprescindible. En la línea de los buenos de los autores franceses citados y de alguno más.

He visto que aparece entre los primeros de la lista de los mejores libros del año en Babelia. Totalmente de acuerdo.

  

Jordi Amat, El hijo del chófer.

 

 

viernes, 25 de diciembre de 2020

Mis libros del año

 





















Este  no ha sido un gran año para la narrativa que yo he leído. No obstante, hay novelas que me han gustado mucho. Creo que por vez primera hay más de una en castellano como idioma original aunque, eso sí, del otro lado del Atlántico las dos, de un mexicano y un cubano, por concretar. También hay una de un escritor argentino pero que escribe en francés. Ernaux tenía que aparecer y un clásico como Pasternak también, claro.

Sin embargo, sí ha sido un muy buen año para otros géneros literarios. Leila Guerriero aparece por partida doble si bien en su calidad de editora de dos magníficos libros que demuestran el nivel que tiene el periodismo que se hace en Centro y Sudamérica. Tanto los artículos del libro sobre Cuba, como los reportajes del libro Los malos son de lo mejor que se puede leer dentro del género. Siempre parece que sobre el Holocausto no se puede decir nada nuevo, pero síntesis como la de Rees, un gran especialista, demuestran que al menos sí que se pueden hacer síntesis originales y completas. Una biografía de Grossman que resume más de medio siglo de la URSS es un auténtico hallazgo, como lo es el viaje a ese país de una periodista sueca con gran capacidad de contarnos cosas interesantes. Finalmente, aunque no en último lugar, otro ejemplo del buen momento que atraviesa el periodismo de reportajes en algunas zonas de nuestro país es el de Reparat; si hasta ahora los ejemplos eran de periodistas que escribían sobre África o Asia esta vez es sobre Estados Unidos.

Todos estos libros están comentados más extensamente en diferentes entradas del blog.

 

Nota: Siento que aparezcan así las portadas, pero con el cambio en blogspot no soy capaz de hacerlo como antes. Si alguien que lea esta entrada lo sabe hacer le agradecería un tutorial.

jueves, 24 de diciembre de 2020

Releyendo




 En esta nueva política de relectura que me he marcado, es lógico que sea este uno de los primeros libros que releo. Siento por el autor una especial debilidad porque, excepto El reino, todos sus libros me han gustado mucho. El que ahora comento es algo más, es uno de esos libros que marcan al lector y que incluso alguien tan desmemoriado como yo recuerda durante mucho tiempo.

Desde luego, ha sido un acierto terminar un año tan complicado con esta lectura.

Lo leí hace más de siete años y voy a reproducir el comentario que publiqué en el blog:

“En las setenta primeras páginas, una fuerte sensación de angustia; en las cincuenta últimas, un nudo en la garganta; en medio, un gran interés por conocer cómo trabajan algunos jueces en Francia. Otra vez una obra inclasificable de este autor.

Hace un par de semanas comentaba El adversario, novela-documento-reportaje, y lo que me había gustado. Ahora, otra vez ¿novela-documento?, en cualquier caso vida, contada sin tapujos, pero también sin concesiones al morbo; y muerte y enfermedad y amistad y amor.

Un libro inolvidable, diferente, dirigido a la mente y al espíritu. Desgarrador, conmovedor. No dejará indiferente a nadie, creo.

De la contraportada: “En un libro sobrecogedor…”, “El lector es arrastrado como por una enorme ola y depositado, al final del libro, emocionado, conmocionado, cambiado.” ”Una novela de la conciencia…”

Carrére cuenta dos historias de muerte reales de las que, en un corto espacio de tiempo, fue testigo. La forma de contarlas es lo importante con esa sensibilidad y esa capacidad para absorber al lector y no dejarle respirar.

Además, y como decía antes, me he enterado de una par de cosas muy interesantes sobre la actitud de algunos jueces en temas como la quiebra comercial y la comisión de sobreendeudamiento en los que utilizan todas las armas legales para favorecer a los desfavorecidos.

En fin, algo más que recomendable; imprescindible.”

Hoy no se me ocurre nada mejor que decir. No obstante, esta vez me he fijado en un par de momentos en los que Carrère demuestra que no solo es un buen escritor dotado, además, de una gran sensibilidad, sino que también es un escritor sincero. Reproduzco dos fragmentos que lo muestran:

“Soy ambicioso, inquieto, necesito creer que lo que escribo es excepcional, que será admirado, me exalto creyéndolo y me derrumbo cuando dejo de creerlo”. (p. 176)

"Me sentía brillante, importante, y aquella semicuñada cancerosa en su casita perdida en un pueblucho de provincias me daba pena, por supuesto, pero estaba lejos. Aquella vida que se apagaba no tenía nada que ver con la mía, en la que todo parecía abrirse, desplegarse. Lo que más me fastidiaba era que aquello socavaba a Hélène y reprimía un poco –muy poco,  a decir verdad- el impulso de dar rienda suelta a la euforia ligeramente megalómana que me invadió durante toda aquella primavera”. (p. 62)

(Hélène era su compañera en ese momento)

Si creo que toda la obra de Carrère es muy recomendable, este libro lo considero el más logrado y representativo del autor.

Hay una buena reseña, hecha en el momento de su publicación, de Francesc Bon en unlibrooaldia.blogspot.com.

 

Emmanuel Carrère, De vidas ajenas. Traducción Jaime Zulaika.

 

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Una visión foránea


Siempre he tenido gran interés por los programas de radio en los que participan corresponsales extranjeros porque, por un lado, están menos mediatizados (y aquí este término tiene todo el sentido) en sus opiniones que lo españoles y, por otro lado, porque vienen de culturas y formas de entender las cosas diferentes y pueden aportar enfoques interesantes.

En estos momentos solo conozco la tertulia en el programa de Javier del Pino en la cadena SER en la que, por cierto, ha participado el autor del libro que comento.

Por lo dicho me interesó este libro nada más verlo pues como ya se advierte en el subtítulo se trata de la visión de un corresponsal. Además, tiene también la ventaja de que no se ha limitado a recopilar algunos de sus artículos, sino que ha escrito textos originales si bien varios están basados en sus trabajos para el New York Times, el diario para el que trabaja. Un dato que es interesante conocer es que se trata de alguien nacido y formado en Suiza.

El libro está dividido en tres partes. La primera está dedicada a la política y está centrada sobre todo en lo sucedido en Catalunya ya que Minder escribió un libro sobre el tema que, por cierto,  no está publicado en España. En la segunda se centra en la economía donde, además de la crisis bancaria, escribe sobre un par de temas curiosos como el potencial de la mermelada, el vino y la trufa en uno y sobre vender sexo y colonialismo en otro. El dedicado a la situación de Abengoa me ha parecido muy interesante y bien contado. En la tercera parte, bajo el epígrafe de sociedad, recoge un conjunto de textos muy variados pues van desde la poca filantropía existente en España  a la memoria histórica, pasando por el pequeño Nicolás o la situación de la prensa en nuestro país (en este recoge el despido de John Carlin de El País y la reacción de Josep Borrell que me parece muy definitoria del personaje).

Como se puede apreciar toca una gran variedad de temas de interés variable según sea el lector. Yo lo he pasado bastante bien leyéndolo porque Minder, como buen periodista, escribe con gran agilidad, va al meollo de los diferentes temas y no carece de sentido del humor. Además, como decía antes al hablar de mi interés por lo que digan los corresponsales, tiene la ventaja de ser centroeuropeo y escribir para un medio de Estados Unidos, por lo que, por una parte, tiene una perspectiva de muchas cosas diferente y, por otra, la libertad de decir lo que piensa. En cualquier caso se ve que disfruta de su estancia en España y tiene una visión bastante positiva de cómo es el país aunque, lógicamente, no excluye los aspectos más criticables como, por ejemplo, la siguiente afirmación sobre las amenazas al diputado de Teruel existe por votar a favor del actual gobierno: 

“¿En qué democracia contemporánea y sana teme un parlamentario por su seguridad personal debido a su voto?” (p. 107)

En fin, un libro entretenido e interesante.

Hay una buena entrevista con Íñigo Sáenz de Ugarte en eldiario.es. 

Raphael Mindel, ¿Esto es España? Una década de corresponsalía. Traducción Vanesa García Cazorla.



 

martes, 22 de diciembre de 2020

Sobre un día que no se olvidará


He comprado y leído este libro fundamentalmente por su autora. Es cierto que el tema me interesa por la polémica que se desató en su día y también por alguna cuestión personal, pero el hecho de que la autora sea una historiadora de prestigio es lo que me decidió.

A lo largo de los 11 capítulos en los que ha dividido el libro, Cabrera hace un recorrido minucioso por lo que pasó ese día y los inmediatamente siguientes en los cuatro primeros capítulos, dedicando uno al posible “vuelco electoral”. Los tres siguientes los centra en los trabajos de la comisión parlamentaria que se formó para analizar lo sucedido buscando, sobre todo, encontrar medidas para evitar su repetición y en la “legislatura de la crispación”. Otros tres están dedicados al juicio y la sentencia, para finalizar con “las herencias del 11M”.

Como se ve un panorama muy completo de lo sucedido para lo que ha utilizado, además de la prensa del momento y una bibliografía no muy extensa, los documentos de la Comisión de Investigación del Congreso y la Sentencia de la Audiencia Nacional.

El libro comienza de una forma magnífica al relatar en los dos primeros capítulos el drama de ese día. Están escritos en la línea de las mejores series documentales norteamericanas. Sin embargo, a partir de ahí hay muchos momentos en los que “los árboles no dejan ver el bosque” por la profusión de nombres difíciles de retener. Es cierto que hay al principio un apartado, Dramatis personae, en el que están relacionados todos los que aparecerán en las páginas del libro, pero es que tiene 11 páginas para un libro de 224.

Este es el principal problema de un texto que es interesante y que recoge lo fundamental de lo sucedido, pero que de haber sido escrito por un periodista creo que habría sido narrado con una mayor agilidad. Digo esto porque no habiendo en el libro aspectos especialmente novedosos, de hecho la mayoría de lo que se cuenta que fue relevante se conoce, no creo que sea necesario que se investigue por parte de un historiador. En nuestro país hay periodistas que lo pueden hacer al menos igual de bien y, eso sí, con una presentación más ajustada a los lectores dado que, además, forma parte de una colección que “está sobre todo pensada para ser leída y disfrutada” en palabras de Jordi Canal, coordinador de la colección.

En cualquier caso, tiene los suficientes alicientes como para pasar por alto esas pegas y constituye un buen resumen de lo que pasó. Evidentemente, entra de lleno en la polémica y deja de lado todas las teorías conspiranoicas que se crearon en su día y que algunas aún continúan.

Hay varios momentos en que lo escrito sobre los conflictos políticos que surgieron tras las elecciones parece que se hace pensando en  lo que pasa hoy. Así sucede, por ejemplo, cuando se habla de Miguel Ángel Rodríguez, hoy  consejero áulico de la presidenta de la Comunidad de Madrid, elaborando un vídeo para la FAES mezclando a ETA en el atentado y, desde luego, con el papel jugado por la prensa prácticamente igual al de ahora. Y por encima de todo, la deslegitimación del gobierno que salió de las urnas es la misma que se hace hoy e incluso se emplean a veces los mismos argumentos.

En fin, aunque creo que es un texto mejorable, tiene lo suficiente para que su lectura merezca la pena.

 

 

Mercedes Cabrera, 11 marzo 2004. El día del mayor atentado de la historia de España

jueves, 17 de diciembre de 2020

Igualdad y democracia

No leí su anterior libro. Capitalismo canalla, a pesar de que lo vi durante meses en los estantes de las librerías; no sé por qué sentía cierto rechazo. Después de leer este “panfleto” me arrepiento de ello. Estamos ante un ensayista que se atreve con los temas complicados y que lo hace sin pelos en la lengua y, sobre todo, sin refugiarse en la ideología, es decir, que si tiene que criticar posiciones y visiones de los sectores a los que de alguna manera pertenece, lo hace. Por ejemplo, critica el ecologismo extremo desde una posición ecologista.

En este libro, a través de los doce capítulos en los que está dividido, va tratando los diferentes aspectos de la igualdad, y va analizando también  las desigualdades existentes: económicas, educativas, políticas, por sexo, etc. En cada caso examina las soluciones que se han ido aportando para que disminuyan al menos las más flagrantes y después de criticarlas suele aportar alguna vía alternativa. Como suele suceder en este tipo de libros, el apartado de las soluciones resulta el más flojo aunque creo que es la primera vez que encuentro salidas razonables y hasta factibles.

Es bastante habitual que desde la izquierda seamos capaces de analizar muy bien los temas y hacer las mejores y mayores críticas, pero que luego cueste mucho dar con soluciones realistas. Esto lo he comprobado en varios de los libros que he leído en los dos o tres últimos años y he dejado constancia de ello en este blog. Por eso este texto de Rendueles me parece especialmente interesante.

Sobre la idea de igualdad del autor, reproduzco dos fragmentos que me parecen muy clarificadores:

“La igualdad es un efecto de una concepción sustantiva de los límites de la competencia, las recompensas, las desventajas y la diferencia de estatus aceptables en cada posición social. Tiene que ver con una manera de entender la naturaleza humana y social en la que decidimos que ciertas posiciones – como el esclavismo o la pobreza o la riqueza extremas- son incompatibles, por exceso o por defecto, con la vida buena compartida y que, por tanto, hay umbrales mínimos para la vida digna que vienen establecidos por un sistema de obligaciones colectivas antes que por derechos individuales”. (p. 93)

“La igualdad efectiva solo puede ser el fruto de la intromisión política, es un producto de la construcción de la ciudadanía y de la democracia cultivada sistemáticamente.  El igualitarismo no es un hecho bruto sino una elaboración social sofisticada”. (p. 58-59)

A lo largo del libro hay una insistencia permanente en el carácter colectivo del trabajo por la igualdad, pero, al mismo tiempo, en la necesidad del compromiso individual para al menos intentar ser “igualitaristas cotidianos”. Me parece apreciar detrás de esta idea la que fue tradicional de cierta parte del anarquismo español del siglo pasado que planteaba que para que hubiera un verdadero cambio social era necesario que se produjeran cambios en las actitudes individuales.

Un ejemplo de cómo ha cambiado el carácter colectivo en algunos casos lo da en referencia al mundo del trabajo: 

"(…) vivimos en un entorno social cuidadosamente diseñado para desalentar la movilización laboral. A través de un cóctel de flexibilización  laboral, individualismo sociológico y consumismo hemos alcanzado niveles de desarticulación de los trabajadores que hace un siglo hubieran requerido de una represión feroz o de la ilegalización de las organizaciones de trabajadores”. (p. 125-126)

 Como exprofesional de la enseñanza y como padre de un niño que está en primaria me ha gustado mucho el capítulo que dedica a la educación. Estoy muy de acuerdo con lo que plantea sobre el proceso de enseñanza, sobre la situación de los profesores, etc. con fragmentos como los siguientes:

“Los partidarios de la meritocracia educativa “insisten en que los exámenes son esenciales para fomentar la “cultura del esfuerzo”. Porque, claro, saca a la luz que lo que realmente les importa de los exámenes no es verificar que todo el mundo aprende –una información que se puede obtener por otros medios-, sino conseguir que en la educación pública haya ganadores y fracasados”. (p. 64-65)

“Lo característico de la docencia en la educación pública española no es tanto que los profesores lo hagamos mal como que da igual que lo hagamos bien o mal.”. (p. 290)

Por otro lado, me he sentido muy interpelado y me ha hecho reflexionar, al verme bastante reflejado, en lo que plantea sobre el uso de la concertada por parte de la clase media.

Hay algunas cosas concretas que me han llamado la atención por lo significativas. Así: la idea de que la desigualdad se ha ido incrementando  desde el neolítico salvo en los momentos de las grandes crisis como la peste negra del siglo XV o las guerras del XX; el planteamiento de los dilemas de la socialdemocracia; el estudio que demuestra que en Florencia son ricas o pobres hoy las mismas familias que lo eran en el Renacimiento; la existencia de una peculiar liga cooperativa de baloncesto; el posible uso de los sorteos en los procesos de deliberación política o cómo podría ser la “economía colaborativa” en un entorno institucionalizado.

En general, todo el libro lleva a replantearse cosas, a repensar ideas preconcebidas, a volver a analizar temas que ya se daban por resueltos, en definitiva, es un libro para debatir con él porque, además, toca temas cruciales para el presente y el futuro de nuestra sociedad.

Para terminar el comentario reproduzco un fragmento que me parece una magnífica síntesis del momento actual:

“La pandemia ha funcionado como un espejo de aumento de nuestra realidad social que nos ha forzado a observar concentrados procesos que normalmente podemos ignorar porque se dan a cámara lenta. Nos obligó a ver minuto a minuto las consecuencias mortales, normalmente dilatadas en el tiempo, de los recortes sanitarios; a reconocer el horror cotidiano de las residencias de mayores, convertidas en una película gore; a descubrir que llamábamos “hogar” a espacios inhóspitos donde nos derrumbamos entre cada jornada de trabajo; a comprobar las brutales carencias de la educación pública o los efectos de la desindustrialización , que nos ha convertido en un país incapaz de autoabastecerse de trozos de tela con gomitas para protegernos del contagio”. (p. 350)

 Un libro absolutamente recomendable por el tema y por el tratamiento que de él se hace.

Hay una interesante entrevista de Pablo Olorduy con el autor en elsaltodiario.com.

 

César Rendueles, Contra la igualdad de oportunidades. Un panfleto igualitarista.

 

 

 

martes, 15 de diciembre de 2020

Una realidad preocupante, muy preocupante.



Hace algo más de dos meses, al comentar el libro Fake de Miguel Albero, decía que echaba de menos que hubiese dedicado un mayor espacio a escribir sobre lo falso en la información. Marc Amorós se ha encargado de llenar, y de qué manera, ese vacío.

Desde hace mucho tiempo, imagino que debido a la lectura de los libros de Ignacio Ramonet y Pascual Serrano, vengo insistiendo en la importancia que tiene en el mundo actual la batalla por la información y la comunicación sobre todo desde la aparición de las redes sociales. Con este libro Amorós no hace sino confirmarme en la idea y afirmarla de manera definitiva. Y dentro de esta batalla, o guerra que es lo que es realmente, las noticias falsas han adquirido no solo carta de naturaleza sino un papel protagonista sobre todo por el uso que de ellas han hecho y siguen haciendo determinados políticos. En el libro se dan muchos ejemplos con Trump a la cabeza de todos y con VOX como buen representante en nuestro país.

El libro está dividido en tres partes. En la primera, se hace un análisis más teórico y sirve de presentación para lo que vendrá después. En la segunda, se centra ya en multitud de ejemplos y da gran cantidad de datos sobre todo de lo sucedido con la red Facebook. En la tercera, sigue con los ejemplos pero ahora centrados en diferentes temas.

Si la primera me ha parecido un tanto reiterativa, en las otras dos se ofrece una información magnífica aunque, eso sí, bastante preocupante sobre la salud de nuestros sistemas de información y comunicación. Preocupante si atendemos, por ejemplo, a estas palabras del autor: 

“Las noticias falsas nos están privando de lo más básico de todo entendimiento: que nos pongamos de acuerdo acerca de lo que está pasando. Cuando esto se torna imposible, nos condenamos a considerar como enemigos a quienes no piensen igual y a ser una sociedad que, en lugar de confrontar ideas, confrontará posturas”. (p. 219)

O si nos fijamos en este ejemplo bien cercano:

“ Quienes pretendían eso sabían perfectamente cómo hacerlo: primero, fabricaron una noticia falsa polémica, impactante y polarizadora y, en segundo lugar, hicieron que alguien con fácil acceso a los altavoces mediáticos, como una dirigente política, recogiera la noticia, le diera visibilidad y pusiera el debate encima de la mesa”. (p. 123)

(“Eso” es afirmar que en esa fiesta se denigra la dignidad de las personas. La “noticia” es la foto de un acto sexual durante el orgullo gay. La dirigente es la diputada de VOX Monasterio)

 Como decía antes, en el texto se dan muchas y muy interesantes informaciones numéricas. Así, audiencias de youtubers y de Facebook comparadas, por ejemplo, con audiencias de radio o el número de anuncios falsos en las elecciones de Estados Unidos.  También es muy interesante el escrito que reproduce en el que Aaron Sorkin critica duramente a Mark Zuckerberg. Asimismo, merece mucho la pena todo el capítulo 3 dedicado monográficamente a Facebook. Es una pena que no lo haga de la misma manera con la red twitter que para mí resulta hoy más peligrosa aún.

De todas formas si tuviera que destacar algo por encima del resto lo haría con lo que llama las batallas de fake, esto es, las noticias falsas sobre: inmigración, religión, clima, feminismo, movimiento LGTBI o pensamiento político. Aquí es donde mejor se pone de manifiesto la importancia del fenómeno.

Especial horror provocan los ejemplos que da de cómo a partir de fake news se produjeron varios linchamientos mortales en distintos lugares. Y especial asco el caso del diario periodista digital (sí, ese dirigido por Alfonso Rojo, uno de los personajes más peligrosos que circula por los medios) en el que se pusieron fotos y nombres de miembros del equipo que eran fake, fotos que aparecen reproducidas.

En fin, un libro en el que se dan muchas y muy buenas informaciones unidas, además, a buenos análisis. Pero, también, al mismo tiempo, un libro bastante desmoralizador por la sensación que se tiene de lo poco que se puede hacer para contrarrestar lo que está pasando que, por otra parte, tiene visos de que no hará sino aumentar. Quizá por ello, no solo estoy de acuerdo con la siguiente afirmación del autor, sino que soy un firme practicante de lo que en ella se dice:

“(…) nos da más placer ver información que confirma nuestras creencias que ver noticias que las desafían. De nuevo, nuestra felicidad determina nuestro consumo informativo”. (p. 37)

Un libro no solo recomendable, me atrevería a decir que fundamental para entender nuestro mundo hoy.

Hay una interesante entrevista de Pablo Gutiérrez con Amorós en eldiariodelaeducaion.com.

 

Marc Amorós, ¿Por qué las  fake news nos joden la vida?

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 12 de diciembre de 2020

La Australia profunda



La editorial habla de novela de culto y el prologuista de filme de culto a su adaptación cinematográfica. Me reconozco ateo convencido tanto en el aspecto religioso como en el cultural, es decir, no creo en que nada sea de culto, no me gusta ese concepto. He leído novelas así catalogadas y visto películas que me han encantado y otras que no me han gustado nada. Hay novelas que representan muy bien una época y lo mismo pasa con el cine, pero son eso, representativas, nada más pero también nada menos.

Este Pánico al amanecer me parece una magnífica novela y más teniendo en cuenta que es la primera de su autor que apenas tenía treinta años cuando la escribió.

Del extenso e interesante Prólogo de Kiko Amat rescato dos frases que me parece que reflejan muy bien la obra, pero también un cierto exceso (de ahí lo del “culto”):

“(…) una novela única, casi un género en sí misma, cuya trama y paisajes más terribles se quedan  impresos en la mente del lector para el resto de su vida, igual que si fuesen tatuajes”. (p. 7)

“(…) antiposmoderno hasta el tuétano, detestaba la atención al lenguaje por sí mismo y solo anhelaba contar buenas historias con un estilo conciso, desprovisto de adiposidad y filigranas”. (p. 7)

Totalmente de acuerdo con el estilo que es una de los grandes méritos de la novela y mediante el cual retrata muy bien tanto los lugares como los personajes. Eso sí, lo de los tatuajes creo que es un poquito exagerado.

La novela se lee de un tirón gracias a ese estilo y a la historia que cuenta. Un joven maestro de un pueblo aislado en medio de la zona desértica del oeste australiano coge las vacaciones y pretende ir a Sydney a ver a su novia. Primero tiene que llegar a otro pueblo también en la zona desértica para desde allí iniciar el viaje. A partir de ahí todo se le irá torciendo ya que se emborrachará constantemente, perderá su dinero en un absurdo juego de apuestas, se dedicará a cazar canguros en la noche de los que se aprovecha solo una pequeña parte para alimentar a los perros, tendrá un fracasado intento de relación sexual, y… (mejor no sigo porque sería destripar el libro).

Aquí están todos los elementos de la historia: alcohol a chorros, violencia contra los animales, habitantes de la zona bastante primarios aunque sí resultan muy hospitalarios sobre todo pagando cervezas u ofreciendo cama y comida, calor sofocante, polvo y sudor en cada escena, juego como único entretenimiento, etc.

En definitiva, una novela muy entretenida y que pone en contacto con una zona bastante desconocida de Australia; zona que, por lo dicho, resulta bastante desagradable.

Otro gran acierto de una editorial como Sajalin que no ha parado de poner al alcance del lector magníficos textos a través de su colección “al margen”.

Hay dos reseñas interesantes: la de Jonathan Mayorga en librosyliteratura.es y la de Oriol en unlibroaldia.blogspot.com

Acabo de ver la película que es una buenísima adaptación: Merece la pena verla.

 

Kenneth Cook, Pánico al amanecer. Traducción Pedro Donoso.

 

 

 

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Un viaje científico


Este es un libro que despista un tanto por su subtítulo porque, efectivamente, se trata de un viaje por un Ártico que está en proceso de desaparición, pero es un viaje científico, es decir, lo que fundamentalmente cuenta Tedesco son los trabajos del grupo de investigadores. Por lo tanto, para los que somos absolutamente legos en la materia, hay muchas cosas que nos perdemos de lo que se cuenta en el libro sobre el objeto de la expedición y, sobre todo, sobre los diferentes “experimentos” que realizan.

Sin embargo, el libro no deja de tener su interés porque Tedesco es un científico dotado de gran sensibilidad y porque, además, no se limita a lo que he dicho sino que también nos ilustra sobre otra serie de aspectos como, por ejemplo: varias referencias etnográficas a los habitantes de esas zonas, los inuit; la narración a veces bastante detallada sobre el funcionamiento de la expedición; la descripción de elementos de la vida cotidiana que resultan curiosos como pueden ser el vestirse y alimentarse; o la historia que cuenta de algún explorador y exploradora.

La expedición se realiza en el norte de Groenlandia, en la zona de los mayores glaciares, no en vano Tedesco es de profesión glaciólogo, una profesión que yo desconocía. Se trata de encontrar registros de diversos tipos que confirmen la incidencia que está teniendo el cambio climático que es la base de los estudios del centro de la NASA en el que trabaja el autor.

Por cierto, algo sorprendente en este libro es que, como se ve, hasta ahora solo he hablado del autor y lo he nombrado como Tedesco. Sin embargo, en la portada aparece un segundo autor aunque lo ponen con letra más pequeña. Pues bien, en ningún momento hay referencia alguna a su participación en la elaboración del libro. Quiero creer que habrá colaborado, como periodista que es, en la mejora del texto para hacerlo más asequible, pero es solo una suposición porque como tal no he visto nada en el libro. Es la primera vez que me sucede algo así.

Como decía antes, hay bastantes cosas que no he entendido, pero también he descubierto algunas interesantes. Así, la existencia de un ser vivo, el tardígrado (también llamado water bear), al que “se lo puede congelar, se lo puede hervir, se lo puede aplastar, se lo puede privar durante años de agua y comida, y siempre volverá a la vida” (p. 88) y, desde otro punto de vista, la existencia de una “nueva arma” como la geoingeniería “es decir, la capacidad de modificar o generar sucesos meteorológicos (o incluso transformar el clima) mediante la introducción de sustancias en la atmósfera que favorezcan o reduzcan la formación de nubes, manteniendo o desplazando de este modo el hielo”. (p. 127)

En fin, un librito, apenas llega a las 140 páginas, que merece le pena leer aunque no se pueda sacar todo el jugo que contiene.

Hay una interesante entrevista de Juan Bordera con el autor, centrada sobre todo en el cambio climático, en ctxt.es.

 

 

Marco Tedesco y Alberto Flores D’Arcais, Hielo. Viaje por el continente que desaparece. Traducción Teresa Clavel.

 

martes, 8 de diciembre de 2020

ANDAMIO

Una selección bastante variada en temas y procedencias. Dos magníficos documentales y dos buenas series destacan por encima del resto. Hay buen entretenimiento y momentos de mucha calidad.

 

 Películas

 

 The outpost. Película estadounidense basada en hechos reales que ocurrieron en 2006 en un puesto avanzado del ejército en las montañas de  Afganistán. Pertenece al tipo de películas del género en las se defiende la actuación de los suyos aunque con algunos matices pero, sobre todo, es una película con unas escenas de guerra que, para los aficionados como yo a este género, son de las mejores filmadas en mucho tiempo. Bastante realista en el tratamiento del combate desde el punto de vista de la acción de los soldados; algo menos en las escenas que recuerdan la llegada del 7º de Caballería en las típicas películas del oeste. Al final, salen las fotografías de los que protagonizaron los hechos. Muy entretenida y propagandística como no podía ser menos.

 

Lo que el pulpo me enseñó. Una película documental sudafricana realmente magnífica. Imágenes nunca vistas y eso que acabo de ver la serie de Planeta Océano que tiene muchas y muy buenas. Hay que tener mucha paciencia y dedicación para hacer un documental así. Lo hemos visto toda la familia y a todos nos ha encantado.

 

Anónima. Una mujer en Berlín. Es una película de 2008 basada en un libro que leí cuando se tradujo y lo publicó la editorial Anagrama en 2005. La lectura me impactó mucho en su momento porque es un diario escrito por una alemana en la que cuenta las violaciones a las que les sometieron soldados del ejército rojo. La autora se puso bajo la protección de un oficial y así pudo sobrevivir. La publicación del libro provocó un gran escándalo en Alemania y de hecho la autora no quiso que se volviese a publicar lo que se hizo tras su muerte pero manteniendo el anonimato. La película reproduce bastante bien la tensión que se cuenta en el libro. No se ha regodeado en las escenas más crudas y sí en la vida cotidiana. Interesante aunque quizá demasiado larga.

 

El silencio de otros. Documental sobre los muertos de la guerra civil que siguen en las fosas comunes y los esfuerzos de sus familiares por poder enterrarlos como corresponde. También trata el tema de gente como “Billy el niño” o el de los niños robados y no solo durante el franquismo. Está realizado a lo largo de una serie de años y recoge testimonios así como todo lo relacionado con el proceso que se abrió en Argentina para intentar llevar a la justicia a policías o políticos como Martín Villa. Interesante y muy emotivo en algunos momentos. Una demostración más de qué tipo de Transición se hizo en España digan hoy lo que digan sus muchos panegiristas.

 

Matar a Pinochet. Película chilena basada en hechos reales. Está narrada de una forma bastante extraña y no terminan de entenderse algunas cosas. Lo único que queda claro es que el grupo que preparó el atentado estaba compuesto por gente sin formación de ninguna clase. Es una pena porque el tema creo que daba para bastante más.

 

 

Series

 

Caza de brujas. Producción noruega. Tiene 8 capítulos de unos 45 minutos cada uno. Interesante serie sobre el poder, el dinero y las relaciones entre ambos. No es el típico thriller nórdico, pero sí tiene elementos bastante comunes a algunas series que se hacen en aquella zona como, por ejemplo,  la influencia de los empresarios en el poder. Personajes bien perfilados y un buen guion con giros inesperados pero verosímiles hacen que sea una serie recomendable. Se puede criticar un par de monólogos al final un tanto forzados  que son más típicos del cine estadounidense.

 

Teherán. Serie israelí de 8 capítulos de unos 45 minutos cada uno. Thriller de espionaje bastante bien construido y sin que el espectador se pierda en ningún momento, algo que no siempre sucede en las películas de este género. Tiene algunos momentos en los que se fuerza la verosimilitud, pero en conjunto resulta creíble. Muy entretenida y un ejemplo más de la pericia que hay en ese país para este género.

 

Pure. Serie canadiense de seis capítulos de unos 45 minutos cada uno. Curioso thriller en el que los miembros de una comunidad menonita de Ontario se ven implicados en un asunto de tráfico de drogas. Muy entretenida y original porque no es muy conocida la forma de vida de ese tipo de comunidades. En algunas cosas me ha recordado a Breaking bad aunque, claro, está a años luz de ella.

 

Gambito de dama. Serie estadounidense de siete capítulos de duración entre los 45 y los 60  minutos. Será una de las series de la temporada y eso que tiene como telón de fondo el ajedrez que no es precisamente algo muy conocido, pero gracias a un buen guion, una ambientación muy lograda (se desarrolla en los cincuenta y sesenta del siglo pasado) y unas magníficas interpretaciones logra atrapar y de qué forma.

 

La unidad. Miniserie española de seis episodios de entre 50 y 60 minutos cada uno sobre el terrorismo islamista. Verdadera superproducción a la americana con múltiples escenarios (Madrid, Galicia, Girona, Toulouse, Lagos, Melilla), mucha acción en exteriores, protagonistas hablando diferentes idiomas que se subtitulan, en fin, todos los aditamentos de este tipo de series. Tiene también un buen guion aunque hay algunas escenas (todas en las que aparece Boko Haram) y algunos diálogos que son manifiestamente mejorables. Es muy entretenida. Quizá tengo que empezar a prestar más atención a las series que se hacen por aquí.

 

Wisting. Serie noruega de 10 episodios de unos 45 minutos cada uno. Típico thriller nórdico con todos los aditamentos del género incluida la nieve sobre todo en los cinco primeros episodios. Está basada en novelas y quizá por eso está dividida en dos partes. En la primera se trata de encontrar a un asesino en serie, mientras que la segunda se centra en el personaje protagonista, el inspector jefe Wisting, a raíz de una denuncia por hechos ocurridos hace diecisiete años. En general resulta entretenida como suele suceder con la mayoría de las que he visto de esa procedencia.

 

The crown. Cuarta temporada de esta serie británica que, una vez más, resulta tremendamente entretenida y ayuda a entender algo mejor el funcionamiento de una monarquía y del poder en general. Como las anteriores temporadas, se basa en un buen guion que va saltando sobre diversos temas en los diez capítulos de que consta aunque hay dos presencias importantes en varios como son: Lady Diana por un lado, y Margaret  Thatcher por otro. Lógicamente, la reina y el príncipe Charles ocupan también su espacio. Este guion va acompañado de grandes interpretaciones y una puesta en escena tan buena como es habitual en la serie. Por todo ello, una serie interesante, instructiva y muy entretenida.

 

Fargo. Esta cuarta temporada tiene un contenido muy diferente a las anteriores ya que el protagonismo lo tienen las bandas de gánsteres que hubo en Kansas a principios de los años cincuenta del siglo pasado, en concreto los italianos y una formada por negros una vez que hicieron “desaparecer” otra de irlandeses. Sin embargo, formalmente sigue los mismos patrones de las anteriores lo que constituye su principal atractivo. Esta temporada alterna momentos realmente espectaculares con otros no demasiado buenos. Desde luego de lo que sí hay abundancia, quizá excesiva, es de personajes muy “fargo”. Se deja ver pero no me parece tan buena como dicen algunos críticos.