viernes, 8 de abril de 2011

Frases sobre las creencias

Por mucho que hayáis desertado de una creencia religiosa o política, conservaréis la tenacidad y la intolerancia que os habían incitado adoptarla. Seguiréis siendo furibundos, pero vuestro furor se dirigirá contra la creencia abandonada; el fanatismo, inseparable de vuestra esencia, persistirá en ella independientemente de las convicciones que podáis defender o rechazar. El fondo, vuestro fondo, continuará siendo el mismo, y no será cambiando de opiniones como lograréis modificarlo.

E.M.Cioran, Ese maldito yo


Pero si el sentido decae, antes que entregarnos por la pendiente de la creencia debemos recordar, con Merleau, que “la primera y la más fundamental de las contradicciones es aquella por la cual el rechazo de cada verdad descubre un nuevo tipo de verdad”.

Josep Ramoneda, Después de la pasión política


La gente cree en todo aquello que le resulta cómodo.

Ryszard Kapuscinski, Lapidarium IV


Mucho se ha escrito sobre la necesidad de una creencia en los hombres de este siglo. Quizás merecería la pena recordar que siempre hemos buscado una concepción simplificada del mundo que pudiera caber entera en un catecismo o en un folleto de vulgarización. La fuerza de atracción magnética del marxismo se explica quizás por el hecho de que apareció en el momento en que el Universo se volvía demasiado difícil de concebir, puesto9 que se podía hablar de él de dos maneras: según las categorías humanistas y según las categorías científicas.

Czeslaw Milosz, Otra Europa



Desde entonces ha desconfiado de todo lo que me reclama algo de mi sangre para purificar mi alma. No quería creer en valles de lágrimas o de tinieblas, pues siempre había algún lugar más atractivo y menos disparatado en alguna parte.(...)
Y recuerda bien esto: No hay nada, absolutamente nada por encima de tu vida...Y tu vida no está por encima de la de los demás.

Yasmina Khadra, El atentado


Otro comportamiento peculiar de los humanos que incluir en los textos de antropología. Cómo mecerse frente a una pared, arrodillarse en la dirección de una ciudad de Oriente Medio o levantar el brazo al frente y gritar “Sieg Heil”. Ninguno de aquellos gestos significaba nada más que problemas para otra gente. Si algo me ha enseñado la historia es que resulta peligroso creer en algo con demasiado fervor. Sobre todo en Alemania. Nuestro problema es que nos tomamos las creencias demasiado en serio.

Philip Kerr, Unos por otros

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