Solo conocía por el nombre a esta escritora mexicana de la que desde ya me comprometo a leer más porque me ha gustado muchísimo su escritura.
Por este libro ha obtenido varios premios en 2021 y
2022, además del Pulitzer de Memorias en 2024. Porque se trata, efectivamente,
de un libro de memorias en un sentido bastante especial. Como dice Nadal Suau,
en el fragmento de su crítica en El Cultural que reproduce la editorial
en la solapa, es: “Un libro-ritual que convoca a la víctima y la restaura, que
ofrece una ceremonia de amor y memoria”.
Esta idea de restauración y de amor me parece que
marca el libro desde el segundo capítulo.
El primer capítulo lo dedica a intentar localizar en
2021, y en la selva de la burocracia, el expediente del asesinato de su hermana
sucedido el 16 de julio de 1990, un asesinato que hoy calificaríamos como de
violencia de género, pero entonces estos términos no se utilizaban. No lo
consigue porque ha debido de desaparecer. Por qué tardó treinta años en
buscarlo es una buena pregunta cuya respuesta queda sometida a diferentes
hipótesis, si bien la más probable es una extensa duración del duelo.
A partir de ahí, y basándose en el muy diverso
material que pudo recuperar de Liliana como: cuadernos, cartas, agendas,
cassettes, etc., reconstruye diferentes momentos y aspectos de la vida de su
hermana. Aquí es interesante el hecho de que uno de sus amigos ha creado una
letra para la reproducción de este material que, parece ser, se aproxima
bastante a la original.
Vienen luego varios capítulos en los que son los
amigos de la víctima los que toman la palabra. Rivera Garza contactó con varios
de ellos y les pidió que hablasen de su relación con Liliana y de cómo era
ella. El resultado resulta quizá demasiado hagiográfico, pues apenas se atisba
algún elemento de crítica por alguno de sus comportamientos, pero dan una
amplia visión de qué tipo de persona era.
A continuación, dedica un amplio espacio a cómo pudo
ser el crimen que, no lo he dicho hasta ahora, fue causado por un exnovio y ha
quedado impune.
Cierra el libro un breve capítulo con las palabras de
sus padres.
Tal y como lo he contado puede parecer bastante frío,
pero es que es muy importante cómo lo narra Rivera, con qué sensibilidad, con
qué amor y con qué escritura tan formidable y adecuada a lo que narra.
Un libro muy recomendable cuya lectura no será fácil
de olvidar porque no hay derecho a que una mujer sea asesinada nunca, pero
impacta más aún si lo es a los veinte años.
En estos últimos tiempos estoy descubriendo a un
conjunto de escritoras mexicanas que, como Fernanda Melchor o Brenda Navarro,
tienen muchas cosas que contar y, sobre todo, que las cuentan con un lenguaje y
un estilo magníficos.
Para más y mejor información hay dos reseñas muy
buenas y completas: la de Fernanda Cueto en nuevarevista.net y la de Santi en
unlibroaldia.blogspot.com. Ambas son muy recomendables.
Cristina Rivera Garza, El invencible verano de
Liliana.
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