viernes, 16 de diciembre de 2011

En homenaje a Christopher Hitchens

Christopher Hitchens falleció ayer a los 62 años víctima de un cáncer de esófago. Como homenaje pongo a continuación unas citas de dos de sus libros seleccionadas de entre las 25 que tengo.


Muy agradecido por la claridad, libertad y valentía de su pensamiento.


Recuerda que no decir nada es también una decisión, y que los relativistas y los que se abstienen de enjuiciar (nonjudgmental) han adoptado igualmente una postura, aunque no sea firmemente.
Cartas a un joven disidente.

Por muy arrogante y despiadado que pueda parecer el poder, sólo lo poseen simples mamíferos que excretan y ansían, y que sufren de insomnio e inseguridad. Esos mamíferos, asimismo, son necesaria y sumamente vanidosos, y a menudo desean gustar tanto como desean ser temidos.
Cartas a un joven disidente

De algún modo compadezco a los racistas y a los fanáticos religiosos, por lo ignorantes que son respecto a la humanidad, y merecen cierta compasión. Pero luego mi corazón se endurece y decido odiarles más, por la desdicha que causan y las despreciables excusas que alegan para hacerlo.
Cartas a un joven disidente

Es la literatura y no las Sagradas Escrituras, la que nutre la mente y (ya que no disponemos de ninguna otra metáfora) también el alma.
Dios no es bueno

Estamos seguros de que se puede vivir una vida ética sin religión. De hecho que sabemos que el reverso es cierto: que la religión ha ocasionado que innumerables personas no solo no se comporten mejor que otras, sino que se concedan licencias para comportarse de formas que dejarían estupefacto al regente de un burdel o a un genocida.
Dios no es bueno

Debemos afirmarlo con rotundidad. La religión proviene de un período de la prehistoria de la humanidad en el que nadie, ni siquiera el poderoso Demócrito, que concluyó que toda la materia estaba compuesta por átomos, tenía la menor idea de lo que sucedía. Proviene de la vociferante y atemorizada infancia de nuestra especie, y es una tentativa pueril de hacer frente a nuestra ineludible exigencia de conocimiento (así como de comodidad, tranquilidad, y demás necesidades infantiles). Hoy día el menos culto de mis hijos sabe mucho más sobre la naturaleza que cualquiera de los fundadores de la religión, y nos gustaría pensar que esta es la razón por la que a estos niños parece tampoco interesante enviar al infierno a seres humanos iguales (si bien esta relación no puede demostrarse por completo).
Dios no es bueno

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