lunes, 23 de abril de 2018

Novela corta pero intensa



Hace unas semanas al comentar el libro En la ciudad líquida de Marta Rebón, precisamente  la traductora de este que ahora comento, ya decía que me había puesto en contacto con autores totalmente desconocidos para mí y que esa laguna habría que irla cubriendo poco a poco.

Comienzo de forma afortunada con esta autora que tiene ya algún otro libro traducido al castellano.
Se trata de una novela corta, realmente muy corta pues son 118 páginas pero en formato pequeño y con un tamaño de letra que ya lo quisiera yo para otros libros más extensos. A pesar de ser un texto tan breve, la gran habilidad de la autora le permite contar bien una historia que, además, empezando en los años treinta atraviesa buena  parte del siglo XX. Sus protagonistas son un hombre y tres mujeres. Sóniechka, de joven gran aficionada a la lectura; Roberto, su marido, represaliado y deportado pero siempre acompañado de su mujer; Tania, la hija de ambos que se enamora de una joven polaca, Yasia, que será la amante de su padre. 
Aunque pudiera parecerlo no se trata de un vodevil, pero tampoco de un melodrama. Tal y como cuenta la historia Ulitskaya, los hechos van sucediendo de la manera más natural. Los años van pasando, el país va evolucionando y los protagonistas también.
Así:

“Durante años de matrimonio, Sóniechka se había transformado de joven idealista en pragmática ama de casa.” (p. 49)

Un ama de casa con la que la autora se permite el siguiente fragmento mezcla de sentido del humor y de una cierta rabia contenida

“ (…) Robert Víktorovich, de vez en cuando, observando por detrás de la ancha espalda de Sóniechka el añil, la sémola, el jabón casero con escamas y las judías verdes, constataba con esa agudeza de espíritu que lo caracterizaba el innegable valor estético, el sentido sublime y la belleza de la creación doméstica de Sóniechka.” (p.74)

Decía que el país va evolucionando, pero en la novela apenas hay algunos esbozos y referencias a esos cambios, quizá el más explícito pueda ser el siguiente:

“Rusia, sumida durante años en un silencio pesado, ahora volvía a hablar, pero la libertad de palabra tenía lugar de puertas a dentro, tenían todavía el miedo en el cuerpo.” (p. 53)

El libro recibió en Francia en 1996 el Premio Médicis a la mejor novela extranjera. Desde luego es un libro que se lee con gusto e interés y al terminarlo se siente la pena de que la autora no hubiese dedicado más espacio a la historia.
Ya tengo encargado Sinceramente tuyo, Shúrik, el primero que se tradujo y que ya es un texto bastante más extenso.



Liudmila Ulitskaya, Sóniechka. Traducción Marta Rebón.

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