miércoles, 25 de abril de 2018

El periodismo protagonista



Nada mejor para iniciar un comentario de esta novela que hacerlo con un fragmento de la crítica de Luciana De Melio en el diario bonaerense Página 12:

“Claudia Piñeiro lo hizo de nuevo: un relato policial con asesinato en country y 345 páginas que se leen al compás propio del suspenso, como si se estuviera viendo una película. Una trama ajustadísima, personajes entrañables, diálogos que remarcan un trabajo de escritura y un oído para rescatar los modos de decir en Buenos Aires 2011 son sólo algunos de los méritos que van a hacer de esta novela otro best seller para la colección de Piñeiro.”

Tras descubrir recientemente a la autora a partir de la lectura de su última novela, Las maldiciones, decidí seguir con otros textos para ver si se cumplían las expectativas que esta me había abierto. Por el momento se cumplen porque Betibú es otra magnífica muestra de novela policiaca y algo más.
Policiaca porque empieza con un asesinato y sigue con otras muertes aunque la policía apenas si aparece en la novela ya que la investigación, en lo que creo que constituye el gran acierto de la novela, la llevan tres protagonistas “aficionados”: una escritora de novela policiales, Nurit Iscar; y dos periodistas del diario El Tribuno, el veterano Jaime Brena, antes encargado de la sección de policiales del diario pero ahora relegado a otros trabajos menos relevantes, y el “pibe de policiales” como aparece siempre en el texto.
Decía antes que algo más que una novela policiaca, y es así precisamente por elegir unos protagonistas que le  permiten escribir mucho sobre la profesión periodística con fragmentos tan conseguidos como estas reflexiones de Brena:

“(…) hoy en este país no hay quien se pueda parecer a Rodolfo Walsh. ¿Por qué? Porque Rodolfo Walsh, antes que periodista, antes que escritor, antes que ninguna otra cosa, era un revolucionario, y el periodismo ya nada tiene que ver con la revolución. Nos aburguesamos, pibe. Sacamos panza, con ciertas limitaciones hacemos lo que nos piden, cobramos un sueldo a fin de mes, zafamos como podemos.
(…)
Hoy, popes del periodismo o “intelectuales” entre comillas hablan con suficiencia desde sus escritorios, muchas veces instalados en sus casas o donde están de vacaciones. Y se creen importantes porque son “formadores de opinión”. Pero el asunto es cómo formas esa opinión, qué valores respetás y qué escrúpulos tenés. Muchos de ellos dan como verdades irrefutables lo que no es más que su propia opinión.” (p. 153)

(Ni que decir tiene que el segundo párrafo refleja de una forma exacta algo que sucede actualmente y de forma casi mayoritaria en nuestro país.)
Además de este carácter de tema central que tiene el periodismo en el libro, hay otros dos que también trata Piñeiro de una forma muy crítica y con cierto sentido del humor en algunos momentos. Por un lado, la exagerada seguridad que tienen los countries a la entrada. Da la impresión de que a la autora es un tema que le molesta especialmente porque hay varias escenas con ese tema. Por otro lado, Brena está destinado en una sección dedicada a analizar y comentar estadísticas y encuestas absurdas como, por ejemplo, el porcentaje de hombres que duermen boca arriba y de mujeres que lo hacen boca abajo. Hay varios momentos graciosos con estos estudios.
También, aunque creo que esto está tratado de una forma excesivamente cuidadosa, hay alguna referencia a las relaciones de la prensa con el poder.
Saliendo del contenido de la novela, algo que hace atractiva la obra de Piñeiro es que formalmente hay mucho trabajo, el texto está muy cuidado (en el fragmento con el que abro el comentario se hace alusión a ello desde una crítica hecha en su país), hay sobre todo en los primeros capítulos un interesante uso de una estructura paralelística muy bien aplicada y a lo largo de toda la novela se van introduciendo en un mismo párrafo acontecimientos que se van sucediendo con diferentes protagonistas. Y todo esto manteniendo una gran agilidad en la narración y sin que la historia decaiga en ningún momento ni resulte difícil de seguir.
Otro buen libro de una autora cuya obra pienso seguir conociendo.
Por cierto, existe la versión cinematográfica que no está mal aunque se pierden algunos aspectos importantes.
Además de la crítica ya citada hay otra interesante de Carles Geli en elpaís.com.

Claudia Piñeiro, Betibú.

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