miércoles, 25 de septiembre de 2024

Excesiva

 

Desde que hace diez años leí el primer libro que se traducía de Lianke he leído la mayoría de los que le han seguido. Este es el quinto que leo y quizá el que menos me ha gustado.

Se trata de su primera novela, publicada en 2001 con ciertos problemas de censura y distribución en China.

De ella dice la traductora en el Prólogo:

“En esta historia de desenfreno revolucionario y amoroso hallamos algunos de los elementos que atraviesan gran parte de las novelas del autor: la ambición desmedida, el intento desesperado por cambiar las propias circunstancias, la degradación moral, el examen crítico de unos acontecimientos históricos que marcaron profundamente a la sociedad china, el sacrificio, el escenario rural como exacerbación del drama y la miseria humana…sazonados con fina ironía y no exentos de socarronería”. (p.11)

Efectivamente, de todo ello hay en esta larga historia de 488 páginas de las que, para mi gusto, sobran bastantes lo que creo que es el principal problema de este texto. La historia de su pareja protagonista, con su historia de amor y, sobre todo, de ambición por el ascenso social hacia el poder local, me ha resultado un tanto excesiva y por momentos demasiado reiterativa en los sucesos que van aconteciendo. Me ha interesado la forma tan explícita de narrar las relaciones sexuales y me ha sorprendido que, aunque todo su afán sea lograr la revolución, en ningún momento mencionan en qué puede consistir esta.

En Lianke es muy importante el lenguaje y su forma de narrar. Reproduzco estos fragmentos como ejemplo:

“Cuando dejé de saludar, noté el corazón más ancho que nunca y a la vez más tranquilo, como tierra que, después de una dilatada sequía, es rociada por una lluvia primaveral, por arroyos de agua lenta, y ve los árboles, la hierba y las flores brotar, los pájaros piar y las mariposas revolotear”. (p. 128)

“Avanzábamos en silencio, en tácito acuerdo, como el que mantienen los zapatos con el camino”. (p. 135)

“El tiempo se había estancado como el agua tras una esclusa. Nuestra inquietud se revolvía como hormigas desquiciadas en una sartén caliente”. (p. 367) 

Finalmente, hay que destacar el gran uso que hace Lianke en este libro de la intertextualidad con versos de poemas de varios autores chinos, principalmente de Mao, y con fragmentos de canciones revolucionarias y óperas también de los inicios de la revolución. He de reconocer que, salvo alguna pequeña excepción, no me han interesado especialmente. Tengo la sensación de que están pensadas, lógicamente, para un lector de su país. Es cierto que la traductora ha hecho un gran esfuerzo con sus notas a pie de página para informar y facilitar la comprensión, pero, al menos en mi caso, no ha sido suficiente.

En definitiva, un libro demasiado largo, con buenos momentos y con buena escritura, pero demasiado irregular. A mí ha habido momentos en que se me caía de las manos.

Desde luego creo que no es el mejor para introducirse en la lectura de este grandísimo escritor que tiene dos o tres novelas muy buenas. (Todas están comentadas en el blog).

 

Yan Lianke, Duro como el agua. Traducción Belén Cuadra Mora

 

 

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