Esta magnífica novela fue publicada en 1978 y tuvo
poco éxito. Luego, en 1999, fue reeditada a raíz de la película que, dirigida
por Darren Aronofsky y con la colaboración del propio Selby en el guion, se hizo
basada en la novela. Entonces sí que el éxito la acompañó.
Reproduzco, porque me parece que resume muy bien lo que supone esta novela, un fragmento de la reseña hecha en Doctorgoodfellowbooks.com:
“Porque el cómo, en mi opinión, atropella al qué. Y el cómo, en esta novela lo es todo. La forma en la que su autor, una palabra tras otra, consigue sumergir al lector en un estado de ansiedad y vértigo muy similar al de sus personajes cuando tienen el mono tiene mérito. Y lo hace con una narración torrencial (a veces un tanto repetitiva y molesta, pero necesaria, creo yo, para conseguir el efecto deseado) en la que los diálogos pasan a formar parte de la misma lanza conformando un todo unitario que, sin ser complejo, sí saca a la palestra, con sabiduría, los sueños y miserias del ser humano”.
Efectivamente, si el
fondo de la historia es importante, la forma lo es aún más. De hecho, una
novela que trata de adicciones se termina convirtiendo en adictiva gracias al
tratamiento que le da Selby.
Para ello cuenta con
cuatro personajes: Sara, una mujer mayor judía que está enganchada a la
televisión y, más en concreto, a un concurso en el que piensa que puede llegar
a participar. Para la ocasión quiere ponerse un vestido rojo de cuando era
joven para ello debe adelgazar, lo que la lleva a tomar pastillas que,
recetadas por un médico, terminan convirtiéndola en adicta; junto a ella
tenemos a Harry, su hijo, adicto a la heroína, que pretende hacer un gran
negocio comprando la droga muy pura y cortándola de forma que de una porción
obtenga cuatro y así, junto con su novia Marion, también adicta, poder montar
un café con exposiciones de arte y, finalmente, está Tyrone un amigo negro de
Harry con el que comparte el negocio.
Con estos mimbres Selby, a través de las 325 páginas que tiene el libro, muestra los estragos que
pueden causar las adicciones y hasta qué extremos terminan degradando al ser
humano.
Además, de forma un
tanto tangencial, aprovecha para criticar el trabajo de los psiquiatras y
mostrar el racismo existente en el sur de su país.
Una novela
absolutamente recomendable a pesar de la dureza que tiene en algunos momentos
por su realismo.
Como decía antes, se
llevó a la pantalla en el año 2000. Nada más terminar la novela he visto la
película que es una muy buena adaptación en la que, eso sí, aparecen muy
diluidos esos aspectos críticos que mencionaba más arriba. En la reseña de la novela mencionada al comienzo hay también un comentario sobre la película.
Hubert Selby Jr., Réquiem por un sueño.
Traducción Martín Lendínez
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