lunes, 11 de noviembre de 2024

Releyendo

 

Pensaba que era mi primera relectura y buscando mi comentario anterior en el blog veo que se trata de la segunda. De alguna manera esto quiere decir que el tema me interesa y me retrotrae a los viajes, desgraciadamente abandonados hace ya tiempo, a la Argentina donde tantas horas pasé escuchando y discutiendo sobre temas que se tratan en el libro. A esta relectura he llegado sobre todo por lo que sobre el tema escribe Caparrós en sus memorias comentadas hace unos días en este blog.

Como sigo pensando lo mismo sobre el texto de Caparrós, reproduzco a continuación el comentario que hice en mayo de 2016.

Hace unos días volví a ver, creo que por cuarta vez, el documental Cazadores de utopías sobre la historia de los Montoneros y también vi por vez primera  el documental y docudrama Norma Arrostito, la Gaby. Es decir que estaba muy motivado con el tema, algo que me pasa de tanto en tanto, y recordé que había leído hace tiempo un libro de Caparrós en el que hacía una crítica bastante fuerte, y por momentos demoledora, de aquellos años. He vuelto a leerlo.

En el documental mencionado tiene Caparrós una breve intervención, pues en su día fue dirigente del movimiento de estudiantes de secundaria, lo que indica que, de alguna manera, es alguien medianamente representativo de la época. Además, es coautor de una monumental obra documental, La Voluntad, sobre los movimientos y los sucesos de los setenta.

El título de este libro parece tomado del inicio de una instancia oficial, pero a mí se me ocurre que también se podría asimilar a ese dicho tan castellano de que “cada palo que aguante su vela”.

Desde luego se trata de un texto comprometido al máximo, sin miedo a la polémica que seguro que se suscitó en su país en 2008 que es cuando se publicó,  que critica a tirios y troyanos ya sea su generación, la Iglesia, los militares o la sociedad argentina en su conjunto. Escribe sobre la tortura, la violencia, la inseguridad, la venganza (su ausencia), la caída, el sacrificio, los “mártires”, y un largo etcétera. Es una crítica que tiene muchos elementos de autocrítica, pero que en mi opinión, hay que ser argentino y tener una determinada edad para poder comentar, compartir o discutir. Yo tengo algunas opiniones formadas en mis muchas conversaciones a lo largo de los diferentes viajes que he hecho al país, pero no creo que sea este el lugar ni el momento de darlas.

El libro es verdaderamente muy sugerente. Está muy bien escrito, con un lenguaje muy adaptado a los diferentes contextos, con un acertado uso de la 1ª y la 3ª persona, con una mínima trama casi policiaca que simplemente le sirve de pretexto para introducir algunos temas y salir un poco del carácter casi ensayístico que tienen la mayor parte de los capítulos del libro.

A continuación dejo una serie de fragmentos ilustrativos de alguna de las cosas que acabo de comentar:

“Somos una manga de poetas, una banda de fracasados charlatanes. Nunca supimos hacer nada pero lo hemos dicho con tanta aplicación –y a veces, incluso, con alguna elegancia. De eso que no falte: nadie sabe revolcarse en la derrota con la elegancia de nosotros los argentinos.” (p. 18)

“_ Mirá, muy en  síntesis, te diría que es una generación que entregó todo, que dejó por el camino a su mejor gente pero ahora por fin puede hacer algo de lo que se propuso.” (p.21) (Esto lo dice un personaje que es ministro del gobierno peronista y antiguo militante montonero)

“Es humillante –y triste y fastidioso_ pensar que “los tiempos felices de mi vida” sucedieron cuando estaba embarcado en un error tremendo.” (p.92)

“Nuestro Espantoso Error fue Sobrestimar al Gran Pueblo Argentino Salud.” (p.140)

“Nuestra pretensión era patética: entregamos todo para salvar a millones de personas que no tenían el menor interés en que las salváramos.” (p.142)

“A los tibios, a los que nunca hicieron nada, a la gran masa estúpida, les resulta más fácil recordar una matanza, la maldad de los malos, el famoso genocidio, que pensar las complejidades de un enfrentamiento por el poder de definir el modelo social. Y a nosotros, a mediano plazo, empezó a convenirnos porque nos convirtió de equivocados en víctimas, de derrotados en víctimas – y no hay papel más generoso que el de víctimas, (…)” (p.177) (Esta me parece una de las frases más duras del libro, y seguramente de las que más polvareda levantaron en su día.)

“Los que murieron no fueron los mejores –ni los peores. Tuvieron menos suerte. Yo llegué unos pocos minutos después que la patota. ¿Habría sido mejor –yo, digo, mejor persona, mejor hombre- si hubiese llegado media hora antes y me hubiesen secuestrado, torturado, matado como a vos (se refiere a su esposa desaparecida), si te mataron, y a todos los demás? (p263)

Creo que con lo visto no hace falta recomendarlo explícitamente.

Dejo dos enlaces: la excelente reseña que se publicó en 2008 en Página 12 y que tiene por lo tanto el valor de estar hecha donde sucedió todo,  y la del escritor español David Pérez Vega. En ambas se explica muy bien el contenido del libro y en la primera se discuten algunas posiciones de Caparrós.


Martín Caparrós, A quien corresponda

 

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