Leila Guerriero es una habitual en las páginas de este blog en
los últimos años. Procuro leer todos los libros que publica, dos de ellos como
editora, ya que se trata de una de las grandes periodistas en lengua castellana
de la actualidad. Creo que ya está a la altura de su maestro, reconocido por
ella misma, Martín Caparrós quien, por supuesto, es otra presencia habitual en
el blog.
En este caso se trata de un reportaje sobre la presencia de
Capote en los primeros años sesenta del pasado siglo en la Costa Brava, en
Palamós más en concreto, donde escribió una parte de su famosa A sangre fría.
Guerriero se embarca en esta historia tras la escritura de La llamada,
una obra que le costó tiempo y esfuerzo psicológico. Lo comento porque, de
alguna manera, se trataba de hace un reportaje menos emocional, más sencillo.
El libro tiene apenas 132 páginas en la colección de bolsillo de
la editorial Anagrama. Es decir, se trata de un texto breve.
El libro se inicia con las primeras pesquisas de la autora a la búsqueda de los lugares por los que pasó Capote para lo que se entrevista con diferentes habitantes del lugar que o bien vivían en la época o recuerdan que alguien les contó alguna cosa. Estos inicios son interesantes y se ve la forma de trabajo de Guerriero, pero el problema es que todo este trabajo ocupa demasiado espacio en el libro. De hecho, la propia autora llega a decir, creo que con gran acierto, lo siguiente:
“¿Qué importa si compraba diarios en la Cervantes, si iba a
buscar pasteles a la Samso o a Collboni? Compraba diarios, compraba pasteles,
da igual dónde lo hiciera. Nada de esto explica cómo era Capote mientras estuvo
aquí. A lo mejor me empeño en seguir pistas de una estupidez escalofriante por
una deformación profesional: la necesidad de enmendar alguna cosa. O por comprobar
hasta dónde ha llegado el daño. Los periodistas vivimos de la memoria ajena.”.
(p. 101-102)
Lo que pasa es que ese empeño se lo traslada al lector y por ahí el texto pierde interés y se hace algo reiterativo. Sin embargo, en la parte final recobra el interés pues se centra en cómo terminó el libro Capote y en alguno de sus escritos posteriores; todo esto resulta muy útil para conocer la personalidad del escritor.
En fin, no es uno de los grandes reportajes de la autora, pero se lee con gusto como siempre por lo bien que está escrito.
Leila Guerriero, La dificultad del fantasma. Truman Capote en
la costa Brava.
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