lunes, 16 de enero de 2017

Vivir en Nigeria





Este joven autor, desconocido para mí hasta ahora, que nació en Estados Unidos y creció en Nigeria, nos ofrece en apenas 140 páginas un excelente resumen de cómo es la vida en el país africano. Partiendo de la visita familiar que un médico psiquiatra en prácticas hace a su país de origen (realmente se trata por la edad y los años que menciona de un verdadero trasunto del autor), Cole nos va contando de manera bastante crítica algunas de las características de la vida en él.
Destaca por encima de todos el tema de la corrupción por lo extendida que está, ya que afecta a casi todas las facetas de la vida, y la naturalidad con que la gente la vive. Así, enseguida aparecerá este resumen:

“La exigencia del oficial de migraciones, la historia del peaje, los policías de Ikeja: a los cuarenta y cinco minutos de dejar el aeropuerto ya me he encontrado con tres ejemplos claros de corrupción.” (p. 20)

Las dificultades de la vida en general también están muy bien resumidas en el siguiente fragmento:

“Dada la combinación de atascos de tráfico –un problema muy grave en Lagos- y las mil conmociones  naturales a que está sometido el nigeriano medio- policía, atracos, funcionarios públicos, Gobierno, ausencia absoluta de servicios sociales,  escasas comodidades-, el ambiente está lejos de ser tranquilo.” (p. 63-64)

Evidentemente las críticas las está haciendo alguien que vive en un país desarrollado, pero no por ello dejan de ser significativas.
Además de lo mencionado, Cole escribe también sobre los fraudes a través de internet, las tiendas de música que se dedican a hacer copias piratas de discos también piratas, del caso de un niño de 11 años linchado y quemado vivo por ladrón o de la cantidad de pandilleros que existen.
Incluso se atreve con aspectos religiosos como en el siguiente fragmento:

“La Iglesia se ha convertido en uno de los mayores negocios; ramas y “ministerios” brotan como hongos en cada calle y esquina. Sus militantes predican una combinación potente de miedo al infierno y amor a la prosperidad financiera.” (p. 123)

En general, pues, da una visión bastante negativa del país. Solamente la visita a una entidad privada que ha creado un conservatorio y un centro para la música le parecen algo para resaltar en forma positiva.

El libro está escrito con mucha agilidad, en forma muy concisa y se lee de un tirón porque, además, es muy poco lo que se sabe de los aspectos más cotidianos de este tipo de países.
Este fue el primer libro que escribió Cole. Con posterioridad ha publicado una novela, ya traducida en la misma editorial, que ha obtenido varios premios y que habrá que leer.
Hay una buena reseña de José María Guelbenzu en elpais.com.


Teju Cole, Cada día es del ladrón. Traducción de Marcelo Cohen

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