viernes, 6 de enero de 2017

Una visión del final de la Segunda Guerra Mundial




Una novela sobre la Segunda Guerra Mundial no es desde luego algo ni novedoso ni sorprendente; sí lo es, sin embargo, ser capaz de hacerlo como lo hace Rothmann.
Dos jóvenes de diecisiete años que trabajan en una granja como aprendices de ordeñador son llamados a filas en los momentos finales de la guerra. Tras un brevísimo periodo de instrucción marcharán hacia el frente donde uno de ellos, Walter, el principal protagonista de la novela, estará destinado en un batallón dedicado a los aspectos logísticos en Hungría. El otro protagonista, Fiete, también estará en la misma zona, pero intentará desertar con las correspondientes consecuencias tras ser detenido.
Estos serían los componentes anecdóticos que no ofrecen especiales novedades. Lo realmente importante en esta magnífica novela es el tratamiento que el autor hace de las diferentes peripecias de ambos protagonistas y de los personajes secundarios.
La novela no está dividida en capítulos, pero realiza muy bien las transiciones con un simple punto y aparte que señala de una forma siempre muy clara un momento diferente en el tiempo y el espacio. Las peripecias de los personajes están relatadas con gran realismo, no exento de dureza en unas ocasiones, pero tampoco de lirismo en otras.
Con este realismo hecho además con un esmerado lenguaje (en el que se aprecia la mano de un buen traductor), el autor logra unas escenas realmente especiales en las que la guerra se nos muestra no tanto en las batallas sino en la retaguardia y en las repercusiones sobre las personas. Así, por ejemplo, los deseos de Fiete de desertar y ser capturado por los americanos, las escenas con los desertores ahorcados, la búsqueda que hace Walter de la tumba de su padre durante tres días recorriendo el frente húngaro, etc.
También están muy bien resueltos los momentos finales de la novela con la vuelta a casa de Walter y el panorama que esperaba a los excombatientes. Aquí la escena del reencuentro con su madre me parece una escena de las más emocionantes que he leído últimamente.
Una novela realmente espléndida, que engancha y que, no ofreciendo nada especialmente nuevo, lo trata con gran sensibilidad y un cuidadísimo lenguaje.
Ha sido un buen comienzo de año lector y espero que la editorial nos dé a conocer más textos de este escritor que promete  tener otras cosas interesantes.
Hay una buena reseña de Cecilia Dreymüller en elpais.com.



Ralf Rothmann, Morir en primavera. Traducción de Carles Andreu

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