martes, 27 de junio de 2017

Otra perspectiva sobre el ecologismo



He leído este libro de una forma un tanto casual. Estando en la Feria del Libro de Madrid me apeteció, al ver a Caparrós en una caseta,  pedirle que me firmase uno de sus libros, algo que es la primera vez que hacía con cualquier escritor, y así tener además la oportunidad de agradecerle sus magníficos libros que he venido leyendo en los últimos tiempos. De los que estaban expuestos solo no tenía este sobre el cambio climático y fue el que compré para que me lo firmase. No me arrepiento, más bien todo lo contrario.
El libro se publicó en 2010 y tiene la estructura que luego utilizará con su, en mi opinión, obra maestra: El Hambre, libro que ya he comentado en el blog. Parte el autor de unos viajes, en este caso a lugares que podrían verse afectados, o que ya lo están, por el cambio climático, que le sirven para hacer un conjunto de reflexiones sobre el tema y, de vez en cuando, dar una serie de datos e informaciones que mayoritariamente cuestionan las tesis de los ecologistas (o ecololós como de una forma un tanto despectiva los califica Caparrós).
No es que niegue el posible cambio que se está produciendo, sino que lo que realmente cuestiona el autor a lo largo de todo el libro es que este cambio lo produzcan por igual los distintos habitantes del planeta y también que sea el principal problema que tienen hoy una gran parte de estos habitantes.
Para decirlo con sus propias palabras:

“He leído libros, artículos e informes sobre los peligros del cambio climático y he visto poco sobre la responsabilidad casi exclusiva de las sociedades ricas y casi nada sobre la distribución igualitaria de los recursos como solución al cambio climático.” (p.275)

“No puedo negar –no veo por qué negar- que la atmósfera carga más gases de efecto invernadero de los que solía cargar y que la temperatura ha aumentado –muy poco- quizás por causa de ellos y que el nivel del mar puede subir y que los hielos árticos ya no son lo que eran. (…) La cuestión –para mí por ahora- consiste en preguntarse qué significa preocuparse por esos tanto más que por otras cuestiones.
O, por decirlo de una manera bruta: ¿cuánta más gente van a matar de hambre –y la pobreza y la violencia inútil y las enfermedades evitables- en los próximos treinta, cuarenta años, antes de que el cambio climático empiece a tener –si los tiene- efectos fuertes? (p. 277)

En la misma línea pero desde otra perspectiva:

“Si todos los hombres y mujeres se subieran un día a un coche y echaran a andar, la nube tóxica sería impenetrable. La única forma segura de preservar el ecosistema global es que la mayoría nunca pueda hacerlo. Si la riqueza estuviera más repartida, el mundo se hundiría en su propia basura: no hay nada más necesario para la conservación ecológica que los pobres.” (p. 144) (Esta idea de que la atmósfera no aguantaría si el uso de coches se generalizase a todo el mundo ha aparecido en muchos informes, por eso la conclusión de Caparrós me parece muy atinada)

También critica al ecologismo por conservador:

“Pero la ecología suele suponer un mundo estático donde los mismos métodos requerirán siempre los mismos recursos naturales, y se aterra porque proyecta las carencias del futuro sobre las necesidades actuales: porque todo lo que imagina son apocalipsis.
Es una de sus grandes ventajas: la ecología es la forma más prestigiosa del conservadurismo. La forma más actual, más activa, más juvenil, más poderosa del conservadurismo.” (p. 84)

En este sentido dedica un espacio a dar una visión más optimista gracias a los logros que está produciendo la geoingeniería.

Finalizaré estas citas con dos muy diferentes:

“Cada vez que oigo las quejas sobre la deforestación en Brasil, Indonesia o el Cango recuerdo mi slogan ecololó: “Recuperemos el bosque nativo de Manhattan”.” (p. 40)

“(…) el compromiso básico de una sociedad no es con esas generaciones futuras sino con las presentes.” (p. 185)

Si bien la primera me parece una buena observación para matizar lo que muchas veces dicen los ecologistas, con la segunda no puedo estar de acuerdo. El compromiso tiene que ser con ambas aunque es lógico que tengan una cierta prioridad las presentes.

Como se aprecia por los textos que he reproducido, en el libro se hace una crítica muy dura a ciertas formas de ecologismo desde una posición que podríamos considerar de izquierdas. Lo malo es que a veces el ecologismo que critica ha sido previamente caricaturizado como cuando, por ejemplo, habla de la posible pérdida de la “polilla invernal norteamericana”.
Caparrós firma un texto muy provocador, pero que tiene la virtud de hacer pensar al lector. En mi caso se da la circunstancia de que por los años en que está escrito el libro yo tenía unas opiniones que no distaban mucho de las de Caparrós. Ahora estoy más convencido de que el cambio sí se está produciendo y de que los efectos pueden ser devastadores para todo el mundo, pero sobre todo para los menos preparados que son precisamente los países con menos recursos.
Un libro muy interesante y como todos los del autor muy bien escrito. Totalmente recomendable.
Hay una buena reseña de Leila Guerriero en elpais.com y una entrevista corta pero interesante en prodavinci.com.



Martín Caparrós, Contra el cambio

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