viernes, 9 de septiembre de 2022

Los efectos de una conversión religiosa


Han pasado apenas dos semanas desde que dejé en el blog el comentario de Basura, el otro libro de Aguilar publicado hasta ahora en nuestro país, y ya advertía en él que había que leer pronto la otra novela. Tan pronto que ya la estoy comentando.

Esta vez se trata de una novela de lo que se ha dado en llamar autoficción en la que la autora nos habla de la conversión de Patricia, su hermana mayor, al islam, donde toma el nombre de Aisha, y de las repercusiones que tuvo en su familia. Además, hace también algunas reflexiones interesantes sobre el hecho de escribir sobre ese tema.

La novela tiene solo 163 páginas y está dividida en cuatro partes. En la primera, vemos la llegada de Aisha a la casa de la familia en México acompañada de su marido. Lo más interesante es que lo vemos narrado por Syl (Sylvia), una niña que tiene 14 años menos que la hermana, pero que describe muy bien los cambios que ese matrimonio impone en la casa. La segunda parte se compone de la visión que tienen los padres, los hermanos, la mejor amiga, la excasera o el hermano del marido sobre el cambio producido en la hermana. En la tercera es donde Aguilar introduce sus reflexiones sobre la escritura y también insiste en las reacciones de los padres. En la cuarta deja constancia de los primeros contactos, al principio por carta y luego telefónicos, con la hermana.

Cuánto es real y cuánto ficción no se sabe  ni, quizá, importe. Lo verdaderamente relevante es ver cómo afecta primero a una persona, su hermana, y luego a su entorno, el hecho de convertirse a una religión que, además, es tan estricta en sus normas. Un ejemplo en el siguiente fragmento:

 

“Mi hermana es un recuerdo. Un recuerdo que se cubre el cabello y los brazos, un recuerdo que camina detrás de un hombre, que no habla con extraños, un recuerdo regido por la devoción a un profeta”. (p. 154)

 

Sobre hacer literatura con estos temas me parece interesante lo que dice en estos dos fragmentos:

 

“Comprendo tus temores, pero eso que citas de que nadie ha escrito buena literatura con historias familiares me deja pensando. No sé, tal vez no se trate de hacer buena literatura, se trata de escribir, creo que hay cosas que valen la pena contarse o escribirse porque ocurrieron”. (p. 103)

(Lo pone la autora en una carta de la excasera de la hermana)

 

“Dejo esta carta a medias, pero está bien. A veces es bueno dejar las cosas a medias. He comprendido que las cartas, los libros que se quedan a medias, también dicen algo. Y yo, aquí, ya he dicho algo”. (p. 159)

(Ambos textos en cursiva en el original)

 

Un libro que atrapa al lector desde la primera página y que muestra unas realidades que no por ser más o menos conocidas, hemos visto algunos ejemplos de mujeres que se fueron a Siria con el Daesh, son menos interesantes. Además está la escritura y Aguilar es una magnífica escritora. Si en Basura ya demostraba cómo era capaz de narrar desde diferentes lenguajes, aquí lo hace desde distintas psicologías y formas de entender el mundo.

Muy recomendable.

 

Sylvia Aguilar Zéleny, El libro de Aisha

 

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