jueves, 2 de diciembre de 2021

Otro buen descubrimiento de escritor "ñamericano"

Aunque tengo bastante abandonados a los escritores que escriben en castellano en España, no sucede lo mismo con los que lo hacen al otro lado del Atlántico, pero casi siempre centrándome en una serie de ellos: Roncagliolo, Vásquez, Neuman o Piñeiro, por mencionar solo a aquellos que más he leído. Sin embargo, este año está siendo un año de grandes descubrimientos como, por ejemplo, los de Fernanda Melchor, Alejandro Zambra y, ahora mismo, este Antonio Ungar que hoy comento.

Ungar ganó el premio Anagrama de novela en 2010 y a pesar de eso no conocía ni siquiera su existencia, Ese error acabo de empezar a subsanarlo y en poco tiempo lo haré totalmente (ya he encargado otros dos libros).

En este blog he defendido en más de una ocasión las novelas de no demasiada extensión e incluso, recientemente, al comentar alguna buena novela he dicho que le sobraban unas cuantas páginas.

Esta Eva y las fieras, tiene las páginas justas, 160, para contar una buena historia, hacerlo con varios personajes interesantes y dejar en el lector la sensación de que no hubiese estado mal un poco más de extensión.

Ungar se basa en unos hechos reales acaecidos en 1999 en un puerto de un afluente del río Orinoco, para contarnos la historia de varios personajes que allí viven y donde han llegado a través de peripecias vitales muy diferentes que iremos conociendo en lo fundamental a lo largo de la novela. Pero también aprovecha para dejar constancia de la terrible situación de esa zona (una zona que da la sensación que utiliza como alegoría del país) reflejando una realidad de indígenas muertos de hambre y con un alto grado de violencia y corrupción. Situación de la que son responsables tanto el gobierno como los grupos paramilitares y también la guerrilla de las FARC.

En la página con la que cierra el libro se puede leer lo siguiente:

“A partir de los años ochenta facciones principales del ejército nacional se aliaron con ejércitos paramilitares de extrema derecha, financiados por grandes grupos económicos, tanto legales como ilegales. La guerrilla a su vez usó para su abastecimiento el secuestro, el narcotráfico y el robo de gasolina, entre otros. (…) Los grupos que invirtieron su dinero en la guerra y el sistema político que lo promovió siguen intactos”. (p. 161) 

Toda una declaración que, de alguna manera, explica muchas de las cosas que hemos leído antes.

Además del interés que puedan tener estos aspectos de la obra, no quisiera cerrar el comentario sin destacar lo que me parece más relevante que es la forma en que está construida y escrita la novela, así como el magnífico tratamiento dado a los personajes. Estos son retratados con muy pocos rasgos, pero los suficientes para comprender su comportamiento. La novela empieza con la protagonista herida y agonizante y, a partir de ahí, nos irá mostrando cómo ha llegado hasta esa situación. Apenas hay diálogos y los pocos que hay son prácticamente monólogos destacados en letra cursiva.

Es uno de esos libros que se pueden leer de un tirón o, a lo sumo, de dos y, como decía antes, de los que el lector desearía que el autor continuase contándonos más cosas de la historia y sus protagonistas. No se me ocurre un mejor halago para un libro así.

 

Antonio Ungar, Eva y las fieras.

  

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