miércoles, 10 de noviembre de 2021

Un gran trabajo


 Caparrós es uno de mis autores favoritos y así lo he incluido en la serie que dedico al tema en el blog. Para que lo sea ha tenido especial incidencia su libro El Hambre, uno de los libros mejores que he leído en los últimos años y, seguramente, estará entre los mejores que se han escrito sobre el tema. Caparrós es un grandísimo periodista, pero también un gran escritor de narrativa de ficción aunque reconozco que en eso me gusta menos.

Esta Ñamérica está escrita en forma bastante similar a la de El Hambre y utilizando más o menos el mismo tipo de materiales: la experiencia del autor en su viajes, multitud de entrevistas con todo tipo de gente incluyendo mucha gente de la calle, lecturas que aunque no se citan a pie de página se intuyen, informaciones estadísticas, claro que en menor cantidad que en el otro libro, y muchas reflexiones y opiniones del escritor.

El libro se compone de dos tipos de capítulos: por un lado, los dedicados a una serie de capitales que ya fueron publicados (no sé si exactamente de la misma forma) en la revista semanal del periódico El País y que incluyen desde ciudad de México a Buenos Aires, pasando por Caracas o La Habana hasta un total de ocho, y, por otro lado, siete dedicados a una visión de diferentes aspectos del continente que son: el continente inquieto, partido, violento, creyente, mache, pop y real. Estos capítulos, completos o en parte,  también fueron publicados en su mayoría en diferentes medios, algunos recientemente y algún otro hace treinta años.

No me atrevo a decir qué parte me ha interesado y gustado más. De las ciudades hace muchas descripciones, pero también entra de lleno en muchos problemas que tienen que ver con el país en el que están y que le sirve para hacer agudas reflexiones. Del continente ofrece una visión muy completa y caleidoscópica como se puede apreciar por los títulos mencionados, pero por si esto no bastase, añado que se tratan temas como: las diferentes, cinco para él, oleadas migratorias, las desigualdades económicas y sociales, el papel de la clase media, el hambre, la violencia, las drogas, las cárceles, las barbaridades cometidas por la iglesia, el auge de los movimientos evangélicos, la desigualdad entre hombres y mujeres, el turismo sexual, el feminismo, la situación de las personas LGTBI, la lengua, el mestizaje, el fútbol, la corrupción o los políticos y la política de los últimos años.

Como se ve, Caparrós toca prácticamente todos los aspectos necesarios para obtener una visión general del “continente” al que se le ha ocurrido llamar, con un gran acierto, Ñamérica.

En todos los temas, como ya he comentado anteriormente, hay informaciones valiosas, entrevistas y agudas reflexiones y opiniones la mayoría de las cuales comparto, aunque en algunas yo matizaría algo más como, por ejemplo, cuando habla del movimiento LGTBI.

Es difícil destacar cosas de un libro que, por cierto que no lo he dicho hasta ahora, tiene 674 páginas en una edición no precisamente de bolsillo. No obstante sí me gustaría dejar constancia de algunas que o bien me han llamado especialmente la atención o me han hecho reflexionar más. Así: el debate, tan actual en nuestro país últimamente, sobre indigenismo y colonización; la aparición poco a poco de las diferencias de clase en el Alto (La Paz) entre los propios migrantes; cómo se produce la creación de un “barrio” (me ha recordado el que yo vi surgir en el gran Buenos Aires hace muchos años); la escalofriantes cifras de la violencia que aporta; la situación de Caracas ; las manifestaciones y la represión en Managua en 2018; el varapalo que se lleva la Iglesia católica o un par de parrafadas sobre el fútbol.

Sobre alguno de estos temas dejo dos fragmentos como ejemplo: 

“El fútbol es Efecto Patria en todo su esplendor: esos momentos en que ser ciudadano del mismo país se convierte en un valor por encima de todo lo demás: esos momentos espantosos en que celebro el mismo gol que personas que odio, que desprecio, que no querría saludar en mi vida: dictadores y vivos, violadores y bobos.” (p.532)

“(Los poderes necesitan mantener las amenazas que los justifican. En 2018, en todo el mundo el famoso terrorismo global -por el cual pasamos horas frente a controles de rayos y policías sin control, por el cual los gobiernos gastan fortunas públicas- mató a 15.952 personas, menos de la mitad que la violencia mejicana, y, con perdón, la mitad de esas muertes sucedieron en Afganistán y el resto en Irak, Nigeria, Somalía, Siria, Pakistán, Yemen, Congo. Entre Estados Unidos y Europa -casi 800 millones de señoras y señores- los ataques “terroristas” -perturbaditos de extrema derecha, casi todos- mataron a 49 personas. O la policía global es extremadamente eficaz o es perfectamente innecesaria.)” (p.302)


Este último texto me parece un ejemplo magnífico para entender cómo está el mundo en general. Viajando siempre se tiene la impresión de que ese enorme gasto en seguridad es solo para dar la sensación de que esta existe, cuando no hay realmente inseguridad y, si la hubiera, no bastaría con esas medidas.

Desde otro punto de vista, hay un fragmento, muy típico además de la forma de trabajar de Caparrós,  que me parece muy bueno como síntesis del manejo del poder político. Analizando a los presidentes de los dieciocho países que incluye en el “continente”, afirma: 

“Sobre los dieciocho, seis son empresarios, otros tantos economistas o abogados; casi todos se han pasado la vida en puestos políticos en sus países o en organismos internacionales; la mayoría estudió algo en Estados Unidos y varios son hijos o sobrinos de jefes políticos. Hay un López, un Fernández, un Díaz, un Piñera, un Alvarado, un Hernández, un Ortega, un Benítez, un Lacalle, un Medina, un Duque, un Cortizo, un Maduro: otra vez la lengua vence. Otra vez todos son hombres. Otra vez todos son blancos.” (p.590) 

Para terminar, hay un tema que trata sobre todo al final del libro que sería el de las posibles soluciones a tanto despropósito, a tanta injusticia,…Sobre esto dice cosas como:

“El problema, una vez más, - y la razón por la cual los más ricos siguen imponiéndose, la razón por la cual tantos soportan lo que soportan- es que no se ven alternativas. Para que muchas personas decidan arriesgarse para cambiar un régimen presente deben tener una idea convincente de cómo sería el régimen que construirían a cambio.” (p. 662

“Es temprano. Todavía, por no tener esa nueva utopía no tiene siquiera un sujeto que pueda sostenerla. Era fácil pensar una revolución cuando tenía un sujeto claro. (…) Ni sabemos cómo se armará ni en qué consistirá.

(…)

Mientras tanto, suena antiguo decir que, sin cambios radicales, Namérica seguirá siendo la tierra de la desigualdad, de la violencia, las migraciones, las materias primas, las drogas, el machismo, la pobreza de tantos.

Suena antiguo, pero es difícil de negar” (p. 632)

No solo es totalmente acertado lo que dice, sino que es de aplicación universal. Es lo que sucede en todos los lugares en los que se necesita cambiar, es decir, prácticamente en todo el mundo, pero también reflejan, con bastante razón, el pesimismo de quién no atisba que algo así se esté produciendo.

No es demasiado importante, pero afea algo la edición los errores sobre las cifras del PIB que se dan en las páginas 25 y 28.

Un libro absolutamente recomendable y, desde luego, imprescindible para conocer a fondo la realidad de esa zona del mundo con la que compartimos idioma pero poco más; una zona que apenas se estudia en nuestra secundaria más allá del “descubrimiento” y la “civilización”. Además, un texto escrito con su particular estilo, por un periodista que no se casa con nadie, que si tiene que repartir culpas no se fija en la procedencia ideológica ni se arredra ante ella.

 

Martín Caparrós, Ñamérica.

 

 

 

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