lunes, 17 de septiembre de 2012

Andamio


Hace tiempo que no escribo ningún Andamio. Las vacaciones no lo son tanto para quien tiene un niño pequeño. Una vez empezado el curso puedo retomar la sección y hablar de algunos temas que me ocupan y preocupan.

Cataluña

El pasado 11 de septiembre escribí en Facebook: “Si yo fuese catalán, estaría hoy en la manifestación”. No soy nacionalista, bien al contrario soy muy antinacionalista. Todo lo que tenga ese tufillo me repugna y me lleva a un inmediato rechazo y, sin embargo, no lo escribí por casualidad. Desde hace ya bastante tiempo los catalanes o, para ser más exacto y no hacer lo mismo que aquellos a quienes luego criticaré, una parte importante de la población del Principado, tiene que sentirse a disgusto en eso que se llama España. Se les discrimina económicamente, se considera su lengua como algo de segunda, son atacados por nacionalistas y egoístas, se plantean de vez en cuando boicots a sus productos; por sintetizarlo de alguna manera yo diría que se les ningunea. Y todo eso se hace desde medios de comunicación o grupos políticos que tienen el nacionalismo español como referencia fundamental, esto es, se ataca un nacionalismo desde otro lo que, por otra parte, es algo bastante habitual en la historia. Desde luego no hay más que leer u oír todo lo que se ha dicho después del 11-S, los insultos, las descalificaciones,… para sentirse cercano a quienes se manifestaron ese día pidiendo la independencia.
El proceso que ahora se abre nadie sabe en qué y cuándo podrá concluir. Se unirá probablemente a lo que pasará en Euskadi a partir de las elecciones de octubre, aunque la situación de partida de ambos casos sea distinta. De lo que sí estoy seguro es de que algo va a cambiar y de que no sería extraño que en los próximos años asistiéramos al nacimiento de algún nuevo estado en Europa. No sé muy bien si es ese mi deseo, pero sí sé que no lo lamentaré y, desde luego, que no soltaré ninguna lagrimita por esa “España” que algunos defienden y que para mí solo es el estado del que tengo la ciudadanía.

Demagogia

A nuestros políticos les han debido inyectar demagogia en sangre y, desde que estamos en crisis, no paran de plantear las medidas más absurdas. La última que me viene a la cabeza es la de la señora Cospedal a quien le parece un gran ahorro el que los diputados autonómicos no cobren por su trabajo. Y por qué no los ministros o el presidente de gobierno o los miembros del poder judicial o, puestos a ahorrar, por qué no deducen a los funcionarios un 20% o un 30% o un 40% de su salario, a fin de cuentas tiene un sueldo seguro, y en el caso de ministros, etc, tienen la seguridad de pasar a los libros de historia, claro que tal y como van las cosas no se sabe muy bien si esto será algo positivo.

La oposición a los recortes

Realmente es sorprendente ver la poca repercusión que tienen las manifestaciones que se hacen para oponerse a las medidas más antisociales del actual gobierno. Si a ello le unimos que el principal partido de la oposición o está desaparecido o, cuando aparece, no se sabe si es peor, estamos en una situación verdaderamente problemática en la que es cada vez más difícil atisbar qué puede pasar si en este país todo sigue yendo tan mal como hasta ahora o, como parece ser que sucederá, empeorando. El partido del gobierno se desploma en las encuestas, el de la oposición también disminuye en sus apoyos, la gente no parece muy dispuesta a perder el tiempo protestando, así que acudiremos al remedio más tradicional: “ajo, agua y resina”.

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