miércoles, 29 de noviembre de 2017

EL ADOCTRINAMIENTO


El adoctrinamiento


Si hay un concepto que está teniendo recorrido últimamente es este, el adoctrinamiento. Hay un partido político, Ciudadanos,  que lo tiene como verdadero leitmotiv desde su fundación y un diario, El Mundo, que ha hecho de él su campo de batalla contra el catalanismo ya sea cultural o político. Hace solo unos días, sin ir más lejos, Albert Rivera presentaba un proyecto de ley para crear una agencia que luche contra el adoctrinamiento que, según ellos, se está produciendo en Cataluña y no solo en la educación sino incluso en la programación infantil de algunas televisiones. Creo que a un tema tan importante y tan grave merece la pena que le dediquemos algunas reflexiones y muchas, muchísimas, matizaciones y aclaraciones. Nos jugamos mucho en este envite.
Comencemos por acudir al diccionario de la RAE para tener claro de qué hablamos cuando empleamos este concepto:

Adoctrinar. Inculcar a alguien determinadas ideas o creencias.
Inculcar
2. Repetir con empeño muchas veces algo a alguien.
3. Infundir con ahínco en el ánimo de alguien una idea, un concepto, etc.
Ahínco. Eficacia, empeño o diligencia grande con que se hace o solicita algo.

Si atendemos a las distintas definiciones, podemos concluir que hablamos de adoctrinamiento cuando de forma deliberada se repiten determinadas ideas y conceptos con la intención de influir en los otros.

Teniendo todo esto en cuenta, creo que se puede hablar de diferentes formas de adoctrinamiento con efectos también diferentes y, sobre todo, lo más importante, con diversos orígenes. Vamos a verlos en referencia solo a la educación.

En primer lugar, está el que yo llamaría adoctrinamiento “institucional” o adoctrinamiento “invisible”. Este lo realizan la escuela y los profesores de manera más o menos inconsciente e involuntaria. Los alumnos entran a las aulas para iniciar su jornada laboral a partir del sonido de un timbre o similar y de la misma forma la terminarán. Los retrasos tendrán algún tipo de sanción y las ausencias tendrán que ser debidamente justificadas incluso con certificado médico en algunos casos. Durante la jornada tienen siempre delante un jefe, el profesor, que les dirá en cada momento lo que tienen que hacer y controlará que lo hagan. La falta de atención y el bajo rendimiento tendrán también su correspondiente correctivo en forma de sanción o bajada de sueldo (la nota). Y esto un día tras otro a lo largo de un período de tiempo variable, pero en cualquier caso muy largo. ¿Qué se consigue con ello? Creo que no hace falta aclararlo demasiado. Está claro que el alumno se va adaptando poco a poco a un sistema similar en parte al que tendrá en el mundo laboral. ¿Podemos hablar aquí de adoctrinamiento? Hay repetición, es deliberado y se pretende influir en comportamientos, actitudes e ideas, por lo tanto la respuesta no puede ser otra que sí. De esta función del sistema educativo se habla poco o nada. Yo tuve ocasión de escucharla por primera vez cuando hice el CAP (Curso de Aptitud Pedagógica) y tuve como profesor de Sociología de la Educación a Mariano Fernández Enguita. Luego lo he leído varias veces sus libros y artículos. En clase lo he comentado muchas veces con los alumnos e incluso he hecho ejercicios para demostrar hasta qué punto el timbre y yo éramos los dos ejes vertebradores de su vida laboral. Lo entendían perfectamente. Hay quien llama a esta forma de adoctrinamiento  preparación para la vida”.

En segundo lugar, está lo que podríamos llamar el adoctrinamiento “ideológico” que es el único al que se refieren tanto Ciudadanos como El Mundo, pero se refieren a él en “versión reducida”. ¿Por qué digo esto?. Este tipo de adoctrinamiento se puede  dividir en dos muy diferentes sobre todo por sus orígenes y efectos.

Por un lado, el “legal” o también “administrativo”. Me refiero al planteamiento ideológico que tienen las distintas normas con las que se regula la educación y que van desde los planes de estudio, escogiendo unas asignaturas y eliminando otras, hasta los contenidos concretos de las diferentes materias especialmente las que en sí mismas ya tiene una fuerte carga ideológica como pueden ser: Geografía, Historia, Economía o Filosofía. Solo un ejemplo. Cuando Esperanza Aguirre fue ministra de educación, se cambió el contenido de la asignatura Historia de España de 2º de bachillerato. Antes se estudiaba solo la historia contemporánea y desde entonces se estudia desde la prehistoria. El objetivo, lo dijo explícitamente la ministra, era fomentar la identidad nacional. Este tipo puede darse también, y seguramente se da, en alguna comunidad autónoma sobre todo en aquellas que se consideran una nación. Este es igual de legítimo que el que se hace desde el estado.

Por otro lado, se puede dar un adoctrinamiento por parte de un colectivo, normalmente un centro escolar o un departamento, o también por parte de profesores de forma individual. En el primer caso, podemos imaginar que un departamento de matemáticas decide plantear problemas en los que se muestren las desigualdades del mundo actual y lo haga sistemáticamente. De la misma forma podemos imaginar otro que lo que plantee en sus problemas sean cálculos de beneficios de las empresas o de valoración de las acciones en la bolsa y también lo haga sistemáticamente. Es evidente que los alumnos saldrán con percepciones bien diferentes. Y eso que las matemáticas son una ciencia pura. En el caso de un profesor particular puede suceder los mismo y en cualquiera de las asignaturas. La pregunta pertinente es: ¿están generalizados estos comportamientos? ¿se están inculcando de manera sistemática en los alumnos ideas y conceptos que les marquen y dirijan sus pasos hacia determinadas ideologías? Desde luego, en los veinticinco años que he dedicado a la enseñanza no he conocido ningún caso aunque, evidentemente, estoy seguro de que los hay, pero también de que deben de ser muy minoritarios.

Se podría concluir, por tanto,  que el mayor adoctrinamiento se produce desde la administración y en un sentido bien distinto al que se denuncia. A este respecto es muy interesante, y a mí me ha abierto mucho los ojos, el artículo de Rosa Cañadell publicado recientemente en eldiariodeleducacion.com.

Y en cualquier caso, adoctrinar no es necesariamente algo negativo. De hecho, todos los profesores lo hacen con sus palabras, pero, sobre todo, con su comportamiento, con su actitud. Hace poco pudo ver una imagen con una composición de mensajes en los que se podía leer “Yo adoctrino en la tolerancia”, “Yo adoctrino en la solidaridad”, “Yo adoctrino en el respeto”, y seguía con “creatividad”, “trabajo en equipo”, “democracia”, “no violencia”,… Y creo que este es un magnífico programa de adoctrinamiento.



El adoctrinamiento y II


Albert Rivera enarbolando y mostrando con una estúpida sonrisa un mapa de las lenguas europeas en el que, lógicamente, aparecen en el mismo color amarillo Cataluña, el País Valenciano, las Baleares, y el resto de territorios en los que se habla catalán; Xavier Pericay, diputado de Ciudadanos en el Parlamente balear, llamando “adoctrinamiento pasivo” a la inmersión lingüística y remitiendo, junto a su compañera de grupo parlamentario Olga Ballester, al Defensor del Pueblo un “informe” sobre el supuesto adoctrinamiento que se hace en Baleares desde los centros educativos. Todo esto forma parte de la campaña que ese partido político tiene en marcha desde hace tiempo contra el abuso según ellos del catalán que en el fondo es sencillamente contra su mero uso.

Como hace unos días publiqué unas reflexiones sobre lo que entendía por adoctrinamiento y sobre su práctica, quiero detenerme ahora sobre este tipo de campañas que tanto daño hacen tanto al sistema educativo como a muchos profesores.

Empezaré citando el Estatuto de las Islas  Baleares:

Articulo 4. La lengua propia
1. La lengua catalana, propia de las Illes Balears, tendrá, junto con la castellana, el carácter de idioma oficial.
 2. Todos tienen el derecho de conocerla y utilizarla, y nadie podrá ser discriminado por razón del idioma.
3. Las instituciones de las Illes Balears garantizarán el uso normal y oficial de los dos idiomas, tomarán las medidas necesarias para asegurar su conocimiento y crearán las condiciones que permitan llegar a la igualdad plena de las dos lenguas en cuanto a los derechos de los ciudadanos de las Illes Balears.

Para los posibles malpensados hay que recordar que este texto fue aprobado cuando en el Parlament tenía mayoría absoluta el Partido Popular y que esas “condiciones que permitan llegar a la igualdad plena” se refieren a las que había que facilitar a la lengua catalana en clara situación de minoría.

Cualquiera que pasee por las calles de Palma, ciudad que acoge a la mitad de la población de Mallorca, o de Calvíà, el municipio más poblado tras la capital, podrá constatar cosas tan evidentes como las siguientes:
La inmensa mayoría de los comercios están rotulados en castellano, lengua en la que normalmente se dirigirán al que entra. Si se acerca a un quiosco de prensa se encontrará con un amplio abanico de diarios, nacionales y locales, en castellano. Si le apetece tomar un aperitivo o comer en un restaurante, las pizarras donde se anuncian los productos y las cartas también estarán redactadas en castellano. Puede querer ver una película en alguno de los cines que existen, el doblaje, o los subtítulos en los raros casos que se dan, están también en esa lengua. Cuando ya en casa ponga la televisión, se dará cuenta de que salvo IB3 todas las demás cadenas emiten en castellano. Podría hacer la lista mucho más extensa, pero creo que ya es una muestra significativa y demostrativa de que se puede vivir perfectamente aquí conociendo solo el castellano.

¿Sucede lo mismo con el catalán? Recuerdo que, según lo visto en el artículo 4 del Estatuto, es la lengua propia de las islas. Evidentemente no. Recogeré una situación real y otra teórica. Las dos últimas veces que hemos ido al supermercado de El Corte Inglés, mi mujer ha pedido “vuit bosses”; en la primera ocasión tuvo que repetirlo hasta tres veces y en la segunda directamente traducirlo a “ocho bolsas”. Pensemos ahora en una situación teórica en la que por un caso de enfermedad haya que acudir a un centro de la sanidad pública; allí puede que sí sea atendido en catalán  o puede que no.

Conclusión: se puede ser monolingüe en castellano y vivir sin ningún problema en un territorio en el que el catalán es la lengua propia y tiene carácter de cooficial con el castellano, pero no está garantizada la misma situación si se fuese monolingüe en catalán (algo que, por otra parte, no sucede porque los catalanoparlantes son bilingües en su práctica totalidad lo que no sucede con los castellanoparlantes).

Esta situación es, precisamente, la que se trata de corregir con las políticas de inmersión lingüística que permiten que un alumno pueda terminar sus estudios con un conocimiento suficiente de ambas lenguas que permita, y hay que insistir en ello hasta la extenuación, a los catalanoparlantes ejercer el derecho a usar su lengua tal y como se lo reconoce el artículo antes citado.

Pues bien, este simple ejercicio de la más elemental  justicia y del cumplimiento de la ley es lo que indigna tanto a un partido como Ciudadanos, hasta el punto de intentar fomentar denuncias por lo que ellos consideran casos de adoctrinamiento. Para ello cuentan con quienes funcionan como comisarios políticos, por ejemplo sacando fotos de un cartel puesto por un sindicato de estudiantes o grabando conversaciones con profesores para luego hacer una denuncia que siempre acaba en nada. O por lo menos quedan en nada judicialmente, porque antes ya se ha encargado el medio afín, en este caso el diario El Mundo, de darles la cancha necesaria para poder hablar del tema.

Para terminar, mencionaré algo de mi experiencia personal. Desde que se aprobó la ley de normalización lingüística, también con un gobierno del Partido Popular, las clases de Ciencias Sociales en la ESO debían ser impartidas en catalán Durante años he incumplido esa norma pues, aunque tengo el reciclaje en esa lengua, no tengo la capacidad oral necesaria. Nunca en todos esos años, ni con gobiernos del PP ni con gobiernos del Pacto (en los que había nacionalistas de esos a los que tanto desprecian desde Ciudadanos) nadie me ha dicho nada y eso que era de dominio público y conocido también por la inspección educativa. Ahora, sin embargo, proponen que se establezca una Agencia de la inspección que vele por el buen desarrollo del castellano. Todo parecería una broma de mal gusto si no fuese porque cada vez hay más medios que se apuntan al carro con tal de atacar a los adversarios políticos.



4 comentarios:

  1. Magnífico artículo, muy personal y a la vez plenamente social. Es muy triste ver el maniqueísmo político que se hace con el catalán, como lamentable es seguidismo cuanto menos ignorante, con el que se jalea y aplaude dicha muestra de odio.
    Este texto merecería mayor difusión en redes sociales. Si ya es difícil dar con personas pensantes, más complicado resulta encontrar escritos valientes como éste.
    Un saludo y un placer !

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  2. Me parece un juicio imparcial, verdadero e inteligente,que retrata muy bien la realidad. Ciudadanos tiene una auténtica aversión a todo lo que se salga de "la lengua del imperio".
    Mi lengua materna es el castellano y la paterna el catalán, éste último lo aprendí a escribir de adulto, pues por mi edad el catalán no se podía estudiar en la escuela pública.

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    1. Muchas gracias. Yo soy de Madrid, pero obtuve el reciclaje en catalán hace años; eso sí, no soy capaz de hablarlo bien.

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