lunes, 6 de noviembre de 2017

Un borrón lo echa cualquiera



Yasmina Khadra está entre mis escritores favoritos y como tal tiene su entrada correspondiente en la serie que hago en el blog. Hasta ahora solo me había dado un pequeño “disgusto” con una de sus novelas. Ahora ya puedo decir que son dos, eso sí, poco significativos en una producción tan elevada que conozco en su totalidad.
Khadra es un buen escritor que sobre todo elige muy bien sus temas y se compromete en lo que escribe. Tanto cuando hace novela negra, como cuando escribe sobre temas relacionados con la política de su Argelia natal o de la zona del norte de África en general, sus historias están bien contadas y tienen gran interés.
Esta vez, se ha desplazado nada menos que a la Cuba actual para contarnos una historia de amor un tanto irreal dando además algún toque de thriller para dar interés a lo narrado. La novela tiene un buen inicio con el protagonista, un cantante de canción cubana, sin trabajo por la venta del local donde trabajaba a una empresa privada. Hay entonces un principio  de retrato de algunos aspectos de la realidad cubana al mostrar a su familia y su vida cotidiana que, aunque ya muy vista y contada, puede ser interesante y en la que no falta las habituales críticas a la pobreza, las carencias, la vigilancia policial, etc.
Sin embargo, pronto se enamora de un extraño personaje y a partir de ahí la novela se viene abajo, o al menos es lo que  a mí me ha pasado. Y solamente muy al final retoma un cierto interés, pero ya es demasiado tarde.
Tengo también a Khadra por un escritor con un lenguaje duro y directo y por eso me extrañan textos como el siguiente puesto en boca del protagonista y que parece sacado directamente de un bolero:

“-Si no conseguí nada en la vida, es porque no valgo para nada. Una pobre ilusión, una bonita mentira, eso es lo que soy. Corro tras mi sombra y mis manos solo encuentran el vacío.” (p. 165)

Quizá lo más interesante del libro sea la traducción porque introduce una serie de modismos típicos del lenguaje de la isla que me imagino que no están en el original francés.
Ahora a esperar a que en la próxima novela retome sus temas y su escritura para poder disfrutar con su lectura.

Yasmina Khadra, Dios no vive en La Habana. Traducción Wenceslao-Carlos Lozano.

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