miércoles, 20 de junio de 2018

Extraña historia




Cuando hace unos años leí Almas grises de un hasta ese momento desconocido autor francés, me di cuenta de que estaba ante un escritor diferente, alguien que no solo contaba y muy bien una historia, sino que también era capaz de lograr una atmósfera especial. Luego he seguido leyendo los libros que se traducían y disfrutando hasta el penúltimo que no me gustó demasiado. Ha seguido en la misma línea de contar historias diferentes aunque no tanto como la que ahora comento.
Estamos ante un libro difícil de clasificar. No es una distopía, aunque tiene elementos de esta; no es una novela estrictamente filosófica, aunque contiene interesantes reflexiones filosóficas; y desde luego no es una novela realista, aunque  critica muchas cosas de nuestra realidad. En algunos comentarios incluidos en la solapa se habla de fábula, relato metafísico o de idealismo filosófico.
Un investigador, el Investigador, es el principal protagonista. Su misión consiste en averiguar por qué se han producido en una empresa una serie de suicidios. A partir de la llegada de este a la ciudad se empezarán a producir una serie de situaciones kafkianas todas ellas con el Portero de Noche del hotel, el Policía, el Vigilante, el Puesto de Guardia, el Jefe de Servicio, etc., es decir, con el resto de los personajes que aparecen y que, como se ve, ninguno lo hace con nombre propio sino solo con el apelativo de su función.
La historia le da pie a Claudel a hacer una serie de críticas a nuestro mundo de las que pueden ser un buen ejemplo los dos fragmentos siguientes.

“Además, en el mundo actual se habían convertido (se refiere a las empresas) en una especie de nebulosas a las que se añadían filiales como si fueran satélites, las deslocalizaban, las relocalizaban, creaban ramificaciones, arborescencias lejanas y raicillas, y enmarañaban las participaciones, los activos y los consejos de administración en tramas tan enrevesadas que no había manera de saber quién era quién y qué hacía cada cual.” (p. 101)

“Hoy los monarcas no tienen ni cabeza ni rostro. Son mecanismos financieros complejos, algoritmos, proyecciones, especulaciones sobre riesgos y pérdidas, ecuaciones de quinto grado…Sus tronos no son materiales: pantallas, redes de fibra óptica, circuitos impresos… Y su sangre azul es ahora información encriptada que circula por ellos a velocidades superiores a la de la luz.” (p. 118)

De otro tipo son algunas de las reflexiones más interesantes como:

“Mucha gente pasa por la vida sin llegar a conocerla, igual que otros nunca conocen el amor, mientras que sentir indiferencia, cólera u odio, o actuar movidos por la envidia, los celos o el deseo de venganza son cosas que les resultan habituales, cotidianas, banales.” (p. 164)

“El Investigador experimentaba el olvido, ese fenómeno que permite a tantos seres humanos no morir demasiado deprisa.” (p. 166)

“Al fin y al cabo, la vida está llena de momentos absurdos, inexplicables, que cuesta entender y que quizá no signifiquen nada. Sólo es un caos biológico que intentamos organizar e interpretar.” (p. 196)

“Ver morir a un hombre es muy desagradable. Ver u oír morir a millones diluye el horror y la compasión. Uno pronto se da cuenta de que ya apenas siente nada. La emoción está reñida con la cantidad. ¿Cree usted que habrá habido alguien que haya sentido lástima al pisar un hormiguero?” (p. 225)

Sin embargo, a pesar del interés de ambos aspectos, a mí la novela me ha resultado un tanto espesa. Tiene una magnífica primera parte en la que todo resulta novedoso y el lector se queda a la expectativa de por dónde puede seguir esa rara historia, pero llega un momento en que empiezan a resultar un tanto repetitivas las situaciones y se hace un tanto pesada hasta que al final, donde están las mejores reflexiones, remonta.
En cualquier caso queda acreditada una vez más la capacidad de este escritor para crear atmósferas e historias peculiares. De todas formas yo sigo prefiriendo sus dos primeros libros.

Philippe Claudel, La investigación. Traducción  José Antonio Soriano Marco.

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