lunes, 4 de junio de 2018

Un autor inagotable (e imprescindible).




Hago en el blog una serie que llamo Mis autores favoritos. Voy ya por el XXVI y Zweig apareció el II solo precedido por Joseph Roth. Es un escritor muy completo pues además de su obra narrativa, realizó unas magníficas biografías, unos ensayos muy interesantes y unas memorias que están entre las mejores de su época.
Con estos antecedentes cualquier novedad que se produzca de libros de Zweig es bienvenida y mucho más si como es el caso se trata de una estupenda novela corta.
Hace unos días al comentar el último libro de Jirí Weil criticaba la falta de caracterización de los personajes que me parecía el gran fallo del libro. Hoy precisamente comento un libro de un representante de la mejor tradición en la creación de personajes. En este caso una mujer, Irene, que a partir de descubrirse que tiene un amante entra en una situación de un miedo cercano al pánico.
Como dice Manuel Hidalgo en su reseña en elculturla.com:

 “La novela es, primordialmente, un vertiginoso y agobiante terremoto psicológico. Zweig, por supuesto, introduce con su mano maestra de argumentista episodios que van haciendo insoportable la tensión, que complican y aumentan la intriga y el suspense hasta el fogonazo final, pero lo principal ocurre en la cabeza de Irene y en su asaltado sistema nervioso.”

Y en el mío añadiría yo porque una de las grandes virtudes de este gran escritor es la capacidad que tiene de hacer al lector partícipe de la historia que narra. En este caso generando esa sensación de una cierta angustia, pero también como afirma Marc Peig en su reseña unlibroaldiablogspot.com:

(…) el autor nos brinda una excelente ocasión para analizar la complejidad del ser humano, sometiéndonos a la reflexión que supone tener que afrontar aquellos secretos que residen en uno (o que incluso lo persiguen) y cuestionarnos qué haríamos nosotros ante tal situación, cómo lo resolveríamos, y cómo sentiríamos.”
(Por cierto, muy acertada la recomendación que hace al posible lector de que no lea la contraportada antes de leer el libro)

Es decir, sensaciones sí, pero también motivación para la reflexión. Y todo en un espacio tan reducido como 136 páginas en formato bolsillo, claro que este es otro de los aspectos claves de Zweig, decir mucho sin necesidad de extenderse demasiado.
Recomendar este libro es decir algo demasiado obvio. Cualquier libro del autor es recomendable. Yo tengo la suerte de que, además de que seguramente esta gran editorial que es Acantilado seguro que publica alguna obra más, aún tengo pendiente de lectura dos biografías y un libro del que espero mucho como es La novela de Balzac. Por lo tanto, soy un afortunado, tengo Zweig para rato.

Stefan Zweig, Miedo. Traducción Roberto Bravo de la Varga.

2 comentarios:

  1. Muy buena reseña, Carlos. Realmente es impresionante cómo Zweig sabe transmitir la angustia en este libro que, aunque breve, es inmenso.
    Saludos, y gracias por la mención a mi reseña ;-)
    Marc Peig

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  2. Muchas gracias por tus comentarios. Un saludo.

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