lunes, 23 de marzo de 2020

Una fábula sobre la China actual


Este es el cuarto libro que publica la editorial Automática de Lianke y también el cuarto que yo leo. El primero fue en 2014 y desde entonces cada dos años leo uno. Los dos primeros me parecieron extraordinarios, al tercero, siendo bueno, creo que le sobraban algunas páginas, y el que ahora comento, teniendo un inicio realmente interesante y conseguido, ha llegado un momento en que se me ha caído de las manos, me ha dejado de interesar y me ha parecido que utilizaba demasiado el “realismo mágico” (o el realismo espiritual que es como califica el propio Lianke en el Epílogo a su escritura) y que, en general, insistís demasiado en la misma idea sin que la ºhistoria progresara.
Lianke cuenta cómo a partir de la iniciativa de su protagonista, Kong Mingliang, habitante de una pequeña aldea cerca de las montañas, esa aldea pasará a convertirse en villa, condado, ciudad y, finalmente, en megalópolis, con todo lo que eso implica de mejora económica y social para sus habitantes. En esta labor le ayuda la otra gran protagonista, Zhu Ying, que será su esposa aunque no tengan apenas relación.
Este proceso le sirve al autor para criticar tanto el anterior régimen chino, como el capitalista que está formándose gracias a las reformas. Reproduzco dos fragmentos donde se pueden apreciar de forma explícita estas críticas:

“Joder, en estos tiempos de apertura y reforma que corren se puede ganar dinero con todo. Si  tienes dinero eres un señor y si no, un pringado y una rata. Con dinero te hacen caso los jefes de la villa y el condado, sin él te desprecian.” (Palabras del protagonista). (p. 128)

“Muchos venderían a su mujer y a su hijo a cambio de los muchos sobornos que implicaba ser concejal en una ciudad emergente (…)” (p. 343)

De todas formas la crítica recorre todo el texto. Así, el dinero para poder pasar de aldea a condado lo obtiene primero el protagonista y luego todos los habitantes de la aldea robando carbón primero y luego otros productos cuando disminuye su velocidad al subir una cuesta. Por otro lado, la que será su mujer lo consigue gracias a ser una emprendedora del sexo y del ocio, primero dedicándose a la prostitución en la ciudad y luego montando su propia empresa del sexo a medida que la aldea iba creciendo.
En la misma línea crítica se mueve cuando narra las primeras elecciones que se hacen al convertirse en condado y en las que el protagonista se dedica hacer generosos regalos y, en última instancia, a falsear los resultados´
Como es habitual en los libros de Lianke no faltan el sentido del humor ni las referencias al hecho de que es mucho mejor ser ciudadano que campesino o montañés, aspectos ambos muy característicos de su obra. Tampoco ese realismo mágico que mencionaba más arriba, pero del que, como también comentaba, abusa en  exceso. En otro sentido, es interesante la presencia de muchas escenas de sexo y la importancia que se da al escupitajo como máxima ofensa y también como castigo con alguna escena que resulta bastante repugnante.
Por su actualidad, el libro está escrito en 2014, reproduzco el siguiente fragmento:

“- ¿De verdad serías capaz de construir cien kilómetros de metro en una semana? ¿El aeropuerto más grande de Asia en siete días.” (p. 397)

Hay decir que sí, que fueron capaces de hacerlo. Aquí Lianke tiene carácter premonitorio.
Desde luego si tuviera que recomendar un libro del autor lo haría con cualquiera de los dos primeros y no con este que siendo muy original, resulta bastante pesado y reiterativo en muchos momentos teniendo en cuenta que tiene 477 páginas.
Hay una reseña de Ricardo Martínez Llorca en culturamas.es en la que se da que una visión más favorable.

Yan Lianke, Crónica de una explosión. Traducción Belén Cuadra Mora.


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