martes, 27 de octubre de 2020

Crónica de los últimos diez años

 




No hace aún dos años comentaba en el blog  La trampa de la diversidad, el anterior libro de Bernabé que tuvo bastante éxito y que me pareció muy interesante y con unas tesis que hacían pensar y replantearse algunas ideas.

Con estos antecedentes creía que este iría en una línea parecida y no es así, al menos con ese nivel de análisis y propuestas. Dice el autor en el último capítulo que actúa a modo de Epílogo:

Además de un ejercicio de crónica del pasado reciente. La distancia pretende ser una herramienta para averiguar por qué somos como somos, qué nos ha hecho llegar hasta aquí con los personajes, tendencia e ideas que conforman nuestro presente social y político: la arquitectura profunda de la actualidad solo se puede entender acudiendo a los planos de los años precedentes.” (p. 341-342)

 Esta idea de crónica creo que es la que mejor refleja el verdadero contenido del libro, porque de eso se trata, de dejar constancia de lo que ha pasado, nos ha pasado, en los últimos diez años. Evidentemente, no es solo una descripción aunque esta ocupe la mayor parte de las páginas. No podía serlo tratándose de un periodista como Bernabé que ya demostró en su anterior trabajo que tiene ideas claras y meditadas sobre cómo es nuestro país y sobre cómo debería ser una política de izquierdas.

Como mera crónica ya resulta muy interesante porque es habitual que a veces nos cueste situar los hechos del tiempo en el que vivimos. En ese sentido es un material muy útil hoy y, desde luego, mucho más aún para que las generaciones futuras puedan conocer qué pasaba en estos años. Esto por lo que se refiere a la mera descripción de los hechos.

Ahora bien, Bernabé no es un mero notario de lo que pasa, tiene sus opciones y sus opiniones que van apareciendo a lo largo del texto y que, en todo caso, están también claras a la hora de elegir a qué dedicar más espacio en el libro.

Algunos ejemplos de sus opiniones pueden ser:

“El simpático dibujo, uno entre cientos, destacaba lo que significaba todo aquello: no una puesta en marcha de una clase social organizada e ideologizada para obtener unos objeticos políticos, sino la esperanza de una ciudadanía que quería votar a unas personas que parecían inteligentes, decentes y hasta amables.” (p. 187)

(Esto es a propósito de los dibujos hechos por ilustradores y diseñadores en las redes para la campaña de Carmena o Colau.)

 O también cuando considera que en 2013 se daban los requisitos para una situación prerrevolucionaria pero:

“La rabia tuvo una naturaleza mucho más nostálgica que propositiva. No se buscaba ir a ninguna parte, tan solo se manifestaba un rencor importante por lo que se había perdido. Cuando más necesitábamos a la ideología, más vaporosa se había vuelto. Cuanto más necesitábamos a las organizaciones de izquierda, más débiles estaban. Cuanto más nos necesitábamos a nosotros mismos, había dejado de existir un nosotros. Y así, sin sujeto político y sin factor subjetivo, ninguna objetividad, por muy dramática que sea, conduce a ninguna parte.” (p. 116)

Esto son solo dos muestras donde se manifiestan las opciones del autor y alguna de sus críticas a la izquierda (obviamente, críticas hechas desde la propia izquierda).

Además de estos aspectos que me parecen muy interesantes porque, como en su anterior libro, ayudan a repensar ideas, hay otras cosas del libro que me han llamado la atención como son: lo bien que está contada la corrupción del PP destapada en 2013 (es la primera vez que me entero de verdad del tema); los entresijos del problema en Madrid entre Podemos e IU; el concepto de “ciudadanismo” o el magnífico repaso que hace del inicio de la pandemia en el que reproduce un interesantísimo artículo suyo sobre la llegada a España del virus. Evidentemente, hay muchas otras cosas, pero esto es quizá lo que me ha resultado más novedoso.

Desde otro punto de vista tengo que destacar también un par de ideas:

"Parte de la izquierda, a la cual me sumé en su momento, creyó ver en la independencia de Cataluña el último clavo en el ataúd del llamado Régimen del 78, cuando no fue más que el electroshock que lo devolvió a la vida y que, además, trajo un nuevo actor a esta historia: la ultraderecha.” (p. 247)

Independientemente de que no termino de compartir el planteamiento que hace Bernabé sobre el tema catalán, sí que es cierto que me ha costado llegar a reconocer la idea que se plantea en la cita. Yo también pensé en ese final del régimen, aunque no era la única razón que me movía a apoyar al independentismo, y no quise reconocer las nefastas consecuencias, obviamente no buscadas, que nos iba a traer.

En esta misma línea y aunque el autor se refiere a la pandemia, creo que lo siguiente se puede extrapolar a fenómenos como el surgimiento (o la organización) de la extrema derecha:

“Vivimos en una sociedad que solo entiende de certezas, no de potencialidades, lo que provoca que casi nadie parece entender que, aunque el peligro no sea seguro de darse, no significa que no se vaya a dar.” (p. 350)

En fin, estamos ante otra útil aportación al conocimiento sobre nuestro país pues, si bien es básicamente un relato de hechos, hay las suficientes informaciones, análisis y opiniones para provocar debates interesantes. Quizá yo hubiese preferido más análisis y menos informaciones, pero entiendo la opción más periodística del autor.

Un libro muy recomendable que no dejará indiferente a quien lo lea.

Daniel Bernabé, La distancia del presente. Auge y crisis de la democracia española (2010-2020).

 


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