jueves, 7 de noviembre de 2019

Buen regreso de Vargas LLosa




Vargas Llosa es un escritor incombustible y vuelve con esta novela a demostrar por qué es uno de los grandes de la literatura no solo en castellano, sino de la literatura universal. Desde La fiesta del chivo parecía que había ido perdiendo fuelle y nos había contado historias intrascendentes o narradas con poca fuerza, pero en esta nueva entrega retoma el pulso de aquella fantástica historia sobre el dictador dominicano Trujillo, retoma también personajes -incluido el mismo Trujillo al que vuelve a matar-, y, lo más importante, vuelve a entrar en el mundo de la política con una crítica bastante feroz a la aplicada por los Estados Unidos en la zona en los años cincuenta. Tan es así que termina el libro con estas palabras:

“Hechas las sumas y restas, la intervención norteamericana en Guatemala retrasó decenas de años la democratización del continente y costó millares de muertos, pues contribuyó a popularizar el mito de la revolución armada y el socialismo en toda América Latina. Jóvenes de por lo menos tres generaciones mataron y se hicieron matar por otro sueño imposible, más radical y trágico que el de Jacobo Árbenz.” (p. 351)

Evidentemente aquí dispara también por elevación, pero no es el momento ahora de comentar la segunda idea que desliza.
Reproduzco un fragmento de la reseña de Santos Sanz Villanueva en el cultural.com porque resume muy bien varias cosas del libro:

“Una estructura de comedida complicación, con saltos en el espacio y el tiempo, habitual en la narrativa desde la pasada centuria y sin los virtuosismos a los que en otro tiempo fue proclive el autor, sujeta al lector en el vértigo de las peripecias. Con este bucle de recursos monta Vargas Llosa una trama anecdótica sugestiva que sirve de colchón para la verdadera finalidad de Tiempos recios: construir una novela política y exponer una argumentación ideológica en torno al medio siglo de la anterior centuria.” (Subrayado en el original)

Es cierto que a veces la estructura parece un tanto complicada, pero tengo que decir que la he podido seguir con suma facilidad y, quizá, sí me ha parecido que a veces resultaba demasiado fragmentaria aunque sin perder nunca el eje central. Es cierto que no hace uso de los virtuosismos que usaba en sus primeras novelas; sin embargo, en el capítulo VII  utiliza la alternancia de diálogos de una manera magistral demostrando que está en plena forma.
La novela tiene muchos ingredientes y según los momentos se convierte en un thriller, en una novela de aventuras, en otra histórica, en un análisis político o en una historia de amor, pero todo ello muy bien conjugado de manera que el lector queda atrapado por lo que le están contando y, cómo no tratándose de este escritor, por lo bien narrado que está.
En el apartado de crítica política hay que decir que no salen bien parados los Estados Unidos por la implicación tanto de su gobierno, a través de la figura del embajador en Guatemala, uno de los personajes mejor retratados en el libro, como de la CIA; tampoco los distintos dictadores que en ella aparecen, especialmente Somoza, Trujillo o el guatemalteco Castillo Armas que es el que da el golpe de estado contra Jacobo Árbenz (personaje este que Vargas Llosa defiende con especial entusiasmo) e incluso la Iglesia recibe por la actitud del arzobispo de la ciudad de Guatemala ante el golpe.
Novela también de personajes, unos históricos y otros fabulados por el autor sin que muchas veces se sepa en cuál de los dos lados situarlos. En este sentido es muy interesante la parte final del libro, titulada Después, en la que habla de y con uno de los más relevantes.
No quiero dejar pasar la ocasión de reproducir el siguiente fragmento por estar precisamente en un libro escrito por este autor:

“La idea de que Guatemala está a punto de pasar a manos soviéticas no debe provenir de la prensa republicana y derechista de Estados Unidos, sino más bien de la prensa progresista, la que leen y escuchan los demócratas, es decir el centro y la izquierda.” (p. 25) (Palabras de Edward L. Bernays un estadounidense experto en Relaciones Públicas y autor del libro Propaganda en 1928 que tuvo gran repercusión y aplicaciones posteriores.)

No quiero ser mal pensado, pero se me ocurre más de una idea sobre algo parecido en nuestro país en tiempos bastante recientes.
Un libro muy recomendable de un escritor que está entre mis autores favoritos desde hace muchos años y del que he leído toda su obra narrativa, lo que me hace un tanto sospechoso, pero un texto del que me atrevo a afirmar que es mucho mejor que los cuatro anteriores.
Además de la reseña ya mencionada hay otra también muy interesante de José Carlos Mainer en elpais.com.


Mario Vargas Llosa, Tiempos recios.



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