Es curioso que he leído este libro cuando hace ya
quince años que di mi última clase. Me llamó la atención el hecho de que se
tratase de dar una “buena clase” y por eso me pareció interesante contrastar lo
que planteaban con algo de mi experiencia.
Los autores son dos profesores universitarios, uno
de la Complutense y el otro de la Rey Juan Carlos y eso se nota en muchas de
las cosas que dicen en el libro. Un texto que tiene, en mi opinión, como
principal problema el centrarse casi exclusivamente en la clase magistral y en
la idea del profesor como “transmisor” del conocimiento, algo que en mi
experiencia como profesor de secundaria tiene solo una utilidad muy limitada.
No obstante, hay varios aspectos, reflexiones y
recomendaciones en el libro que son interesantes y que pueden ayudar a analizar
críticamente la experiencia del que lo
lea.
Reproduzco de forma sintética los principales epígrafes del índice:
¿Por qué no es fácil dar una buena clase? Tú, Ellos,
Nosotros,
Antes de la clase. Formación. Planificación.
Durante la clase. Captar la atención. Mantener la
atención. Aliados y, sin embargo, enemigos.
Durante la clase online.
Después de la clase.
Como se puede apreciar se tratan todos los elementos
y aspectos de una clase, de ahí el interés del libro a pesar de la limitación
mencionada.
Me han gustado especialmente un par de cosas. Por un
lado, los diferentes papeles del profesor como son: actor, jefe, policía, juez,
mentor, etc. Por otra parte, dentro del papel de jefe, las críticas que hacen
los no profesores a sus jefes como, entre otras: soberbia, falta de empatía,
indecisión, irresponsabilidad, injusticia o mezquindad.
Desde otro punto de vista, me ha llamado la atención
que dediquen un espacio a criticar la “gamificación” en la ¡universidad! No me
imagino cómo se pueda estar utilizando esta.
En fin, un libro que puede resultar interesante en
aquellas partes que no se refieran de forma estricta a la clase magistral y al
papel del profesor como transmisor, algo que, aunque hay cierto sector del
profesorado que lo defiende encarnizadamente, creo que no es demasiado útil
para otras etapas de la enseñanza distinta de la universitaria.
Incluso para esta etapa yo tuve alguna experiencia
muy enriquecedora cuando cursaba cuarto curso de la licenciatura de Historia
que no se limitó a este tipo de enseñanza. Me dio clase don José María Jover
Zamora que dedicaba una hora a la semana a la clase magistral y el resto
hacíamos trabajos muy interesantes dirigidos por sus ayudantes. Era 1980 y es
la vez que más aprendí.
José Cabeza y Salvador Gómez, Cómo dar una buena
clase.
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