domingo, 7 de abril de 2024

Nunca es tarde


La verdad es  que hablar de un relato de Zweig a estas alturas parece raro en un blog en el que este magnífico escritor ocupa el segundo lugar, inmediatamente detrás de su amigo Joseph Roth, en la sección que dedico a “Mis autores favoritos”.

Seguro que hace muchos años leí este relato, pero gracias a mi (escasa) memoria he podido leerlo ahora como si fuese nuevo.

En él está el estilo característico de su autor y dos temas que también trató en más de una ocasión: la pulsión sexual, presente en muchas de sus obras, y la pasión por el juego, en este caso convertida en auténtica ludopatía.

En este caso es una señora de cierta edad quien le cuenta al narrador, que funciona como intermediario de la historia, algo que le sucedió hace unos años cuando tuvo una relación de un día con un joven adicto al juego.

El relato va ganando en intensidad a medida que avanza y mantiene  muy bien la tensión narrativa para que el lector se interese por lo que pasó entre la señora y el jugador. Zweig es un verdadero maestro en este tipo de relatos o novelas cortas, apenas 100 páginas, en las que es capaz de reflejar muchos aspectos de los comportamientos de la gente.

Tan recomendable como todo lo que escribió este maestro entre maestros.

 

Stefan Zweig, Veinticuatro horas en la vida de una mujer. Traducción María Daniela Landa

 

 

 

 

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