miércoles, 11 de mayo de 2016

El abandono del terrorismo




Ana Terradillos, a quien conozco sobre todo por sus intervenciones en la SER y últimamente como tertuliana en la televisión, se ha atrevido con un tema muy difícil: la situación de los expresos de ETA que abandonaron la banda terrorista utilizando la llamada vía Nanclares. Y es difícil porque en este país todo lo que toque a ETA corre el riesgo de enfurecer bien a los miembros de la izquierda abertzale, bien a las víctimas de la banda. Creo que ha logrado tratar el tema de forma tal que aunque no guste a ninguno de esos sectores, seguramente tampoco provoque reacciones demasiado adversas. (He buscado comentarios del libro y no he encontrado apenas nada lo que me lleva a pensar lo anterior.)
El libro es realmente muy interesante pues a partir de una serie de entrevistas personales o a través de cuestionarios, la autora va relatando el porqué se llega a tomar la decisión de abandonar la banda terrorista, cómo se vive en la cárcel y/o en la calle después de hacerlo, qué represalias han padecido, qué problemas de reinserción social y laboral tienen, cuál ha sido su relación con las víctimas (y aquí se incluye información sobre los encuentros restaurativos), y un largo etcétera. Como se ve temas todos muy sugerentes y con cuestiones que cualquiera que haya seguido algo del proceso se ha planteado en algún momento.
A mí personalmente hay algunas cosas que me han llamado mucho la atención como son: el control del EPPK (Colectivo de presos de ETA) que ejercen en las cárceles hasta el punto de decir lo que se tiene que comer; el papel transmisor de consignas de los abogados de los etarras; las  grandes dificultades laborales al salir de los que han renunciado a ETA en comparación con los que no lo han hecho; la gran importancia que se da a que quienes renuncian a la organización compensen económicamente a las víctimas aunque sea con cantidades muy pequeñas (las hay de 20 euros al mes); los casos de Pertur y de la escisión de los polis-milis; etc. Pero, por encima de todo, lo que me ha transmitido mejor y me ha aclarado más mis ideas previas es la descripción que hace del ambiente en el que se tendrán que mover los acogidos a la llamada vía Nanclares, un ambiente de gran presión aunque estén fuera de la organización pues como dice la autora:

“(…) intentaba excusarse (se refiere a Ibon Etxezarreta) explicándome que yo tenía que tener en cuenta que el discurso que los disidentes seguían empleando era un discurso dirigido a su mundo.” (p.179)

Se entiende así mejor el tema de la negativa de la mayoría a usar para ellos el término arrepentido en el sentido político; a nivel personal sí están dispuestos varios.
Un libro, repito, muy interesante al que quizá criticaría que no se utilicen más las respuestas literales de los entrevistados, y la no muy clara separación por capítulos que lleva a que a veces sea difícil recordar qué hizo el que está hablando porque se ha explicado en un capítulo anterior.
El libro se complementa con dos buenos apéndices. En el  primero, muy extenso, se hace una pequeña biografía de cada participante y las penas que le fueron impuestas. En el segundo, muy curioso, se reproducen algunos de los escritos presentados para entrar en la vía Nanclares.




Ana Terradillos, Vivir después de matar

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