martes, 15 de noviembre de 2016

Recuerdos de un gran escritor





“Todas éstas son historias verdaderas contadas de memoria, por lo que tenéis derecho a preguntaros qué es la verdad y qué los recuerdos en un escritor de ficción que se encuentra en lo que delicadamente podríamos llamar el crepúsculo de su vida. Para un abogado, la verdad son los hechos sin adornos. Para el escritor de ficción, los hechos son la materia prima; no su guía, sino su instrumento, y su labor consiste en arrancarle música. La auténtica verdad no reside en los hechos –si es que reside en algún sitio-, sino en los matices.” (p. 16)

Este fragmento de la introducción nos sitúa muy bien en lo que consiste el libro: un conjunto de recuerdos del autor que tienen que ver principalmente con la preparación de sus diferentes novelas. Vemos así a Le Carré  viajando a Moscú, Berlín, Panamá, el Congo o Beirut entre otros lugares para documentarse, pero también nos enteramos de que escribió sobre Hong-Kong utilizando una guía de viajes. También conoceremos personajes reales que luego se convertirán en protagonistas o secundarios en alguna de sus novelas.
Estamos ante  un gran contador de historias y lo demuestra con creces en capítulos como el dedicado a  su entrevista con Arafat o a la que tuvo con Sajárov. También se puede apreciar su gran sentido del humor, del que hace gala especialmente en el capítulo dedicado al rodaje de El espía que surgió del frío sobre todo por lo que cuenta de Martin Ritt y especialmente de Richard Burton.
El autor ejerció de espía tal y como cuenta al principio del libro lo que de alguna manera le marcó para siempre, pues como él mismo afirma:

“Cuando ya no pude negar la realidad, seguí insistiendo en que yo no era un espía que se hubiera vuelto escritor, sino un escritor que casualmente había sido espía.  Pero el mensaje que me llegó como respuesta fue más o menos el siguiente: olvídalo. El que ha sido espía una vez lo sigue siendo toda su vida, y si no te crees tus historias, hay otra gente que se las cree, así que ve acostumbrándote a que sea así.” (p. 250)

Casi al final dedica un largo capítulo, el más largo del libro, a la figura de Ronnie, su padre, alguien realmente peculiar y que necesariamente tuvo que marcar la vida de David (el verdadero nombre del autor), como también tuvo que hacerlo una madre que desapareció cuando él tenía seis años para no volver a aparecer hasta que cumplió los veintiuno.
Un libro muy entretenido, variado e interesante sobre todo para quienes sean seguidores de este gran escritor como es mi caso (es uno de los que tiene una entrada en el blog en la serie de “mis autores favoritos”).




John Le Carré, Volar en círculos. Historias de mi vida

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