jueves, 9 de febrero de 2017

El nazismo en el poder




Han pasado diez años desde que se publicó este segundo volumen de los tres que Evans ha dedicado a la Alemania nazi. El primero se tradujo  en 2003 y lo leí no mucho después, sin embargo, ahora ha pasado mucho más tiempo. La razón fundamental es lo poco de historia que he leído en los últimos años. Si no llega a ser por la “aparición” de Toni Judt, del que sí que he leído todo lo publicado, aún sería menos. Lo peculiar del caso es que, además de que me he dedicado durante veinticinco años a dar clases de esa materia, siempre he dicho que los libros de historia tenían la ventaja para su lectura de que en cada página pasaba algo y era difícil aburrirse con ellos.
Pero vamos a lo que estamos. La obra de Evans es un trabajo realmente monumental en su concepción y composición, y tremendamente interesante en su resultado.
Este volumen abarca el período que va de 1933 a 1939. Dedica a ello: 692 páginas de texto,  104 de notas y 70 de bibliografía. Estas cifras ya dan una primera aproximación al nivel de detalle  y de información que maneja el historiador británico.
El libro está organizado temáticamente lo que creo que facilita más la comprensión del fenómeno que si lo hubiera hecho de forma cronológica. Así, a lo largo de seis capítulos va desgranando los principales aspectos del régimen como: la construcción de un Estado policial, la movilización social y el fomento de una determinada mentalidad, la economía, o el establecimiento de una utopía racial. Concluye el libro con un capítulo muy interesante sobre el camino hacia la guerra.
El libro es fundamentalmente descriptivo y narrativo aunque también de vez en cuando hay análisis e interpretaciones, como por ejemplo en el siguiente fragmento:

“En 1939, no todos los alemanes eran nazis fanáticos, pero la gran mayoría deseaba orden, seguridad, trabajo, la posibilidad de contar con un mejor nivel de vida y de prosperar, cosas que parecían imposibles durante la República de Weimar. Ahora lo tenían a la mano, y eso suficiente para obtener su aquiescencia. Puede que la propaganda no tuviera tanto efecto si se considera la circunstancia real y evidente de la estabilidad social, económica y política.” (p. 489-490)

Creo que es suficiente con esa labor de narración porque el lector ya puede ir sacando sus propias conclusiones. Además, la inmensa mayoría de lo contado tiene un apoyo documental exhaustivo como pone de manifiesto el inmenso volumen de notas antes mencionado. En este sentido, me ha llamado poderosamente la atención las muchas veces que aparece en el texto la expresión: “un agente socialdemócrata informa”, lo que indica la existencia de gente dedicada a esa observación y a dejar constancia escrita.
En fin, un libro del que se pueden decir muchas cosas buenas y que es de lectura muy recomendable aunque, evidentemente, hay que dedicarle una buena cantidad de horas porque además del elevado número de páginas, el formato del libro y la composición tipográfica lo hacen aún más largo. Eso sí, al final el esfuerzo habrá merecido la pena.
Un ejemplo más de la calidad de la historiografía  británica.



Richard J. Evans, El III Reich en el poder. Traducción de Isabel Obiols Penelas

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