viernes, 25 de agosto de 2017

Sobre el oficio de periodista



Soy muy aficionado a los libros sobre periodismo, información y comunicación porque creo, además, que en este tema nos estamos jugando mucho el cómo será el mundo en el futuro. En la sección del blog de Mis temas recurrentes ha aparecido ya hace tiempo un recorrido por los libros que he leído sobre el particular. Aparece ahora este completo recorrido para el que Enric González ha reunido a un nutrido grupo de buenos profesionales con el objetivo de que expliquen los fundamentos de su especialidad.
Así, a lo largo de algo más de una veintena de artículos nos comentan desde el periodismo deportivo al de divulgación científica, desde el económico al digital o desde el reportaje a la cultura. Prácticamente están presentes todas las secciones de la prensa escrita porque, eso sí, de ese periodismo habla el libro. Solo hay una pequeña concesión: el dedicado a la política se le ha encargado a Pepa Bueno y lo hace desde su experiencia en la radio y la televisión. 
Los responsables de los textos son muy variados pues van desde Manuel Jabois a Rosa Montero, desde Martín Caparrós a José Sámano o desde Herman Tertsch a Claudi Pérez. Quizá ha pecado el editor de una sobrerepresentación de periodistas de El País pues en ese medio trabajan, o han trabajado, la gran  mayoría de los que participan en el libro (los que no, lo hacen casi todos en El Mundo ). Teniendo en cuenta que en España hay bastantes cabeceras y que se trata de hablar de cómo se puede y/o debe hacer cada tipo de periodismo, el abanico podría haber sido algo más amplio.
Lógicamente, en un libro de estas características hay textos que llaman más la atención por el propio texto o por los intereses del lector. En mi caso han sido: el de Leila Guerriero (creo que además es el único que no está escrito específicamente para el libro sino que se trata de una conferencia que le encargaron) porque pone una serie de ejemplos magníficos de cómo debe ser un tipo de periodismo; el de Claudi Pérez sobre el periodismo económico que me parece muy claro y sincero; el de Echevarría sobre la crítica me ha resultado útil incluso para plantearme mis comentarios en el blog; divertido el de Jabois; entrañable el del propio González con alusiones a corresponsales de “toda la vida”; y, finalmente, muy bueno, muy reflexivo y comprometido, el de Martín Caparrós, un escritor al que sigo mucho en los últimos tiempos porque además de tocar temas cruciales, escribe magníficamente. De él recojo dos fragmentos que me parecen tremendamente iluminadores de cómo debería ser la información y que,  desgraciadamente, muestran lo lejos que estamos de algo así:

“(…) habría que hacer periodismo contra la demanda más primaria del público: contra el público. Que periodismo no es solo contar las cosas que algunos no quieren que se sepan. Que periodismo es, cada vez más, contar las cosas que muchos no quieren saber.”

“La información –tal como existe- consiste en decirle a muchísima gente qué  le pasa a muy poca: la que tiene el poder. Decirle, entonces, a muchísima gente que lo que debe importarle es lo que les pasa a esos. La información postula –impone- una idea del mundo: un modelo del mundo en el que importan esos pocos. Una política del mundo." (p. 57)

 Por otra parte, hay un par de artículos que me han parecido otra cosa. 
El de Pepa Bueno, que ya advierte curándose en salud al cerrarlo con el siguiente fragmento:“(…) que de la línea editorial no es responsable el periodista sino sus jefes y uno tiene que llegar a la redacción a pelear su información; y que un capítulo de periodismo político como este encontrará quien lo discuta en menos tiempo del que empleo en poner punto final.” (p. 360), no me ha gustado. Hace tiempo que la escucho cada mañana y también hace tiempo que la veo o muy desnortada o, en el peor de los casos, demasiado orientada. No hay más que leer el artículo para darse cuenta de lo que comento.
Capítulo aparte merece el de Herman Tersch. Le han encargado el de la información internacional para lo que tiene conocimiento y galones suficientes. Cuando se centra en el tema lo hace bien, cuenta cosas interesantes y lleva el texto bien hilvanado (por cierto, si lo normal son entre 15 y 20 páginas por artículo, el de Tersch tiene 40). El problema es que da la impresión de que quiere aprovechar la ocasión para meter el dedo en algunos ojos. Así, hablando de los problemas con el conocimiento de otros idiomas de los periodistas españoles, y de los españoles en general, hace las siguientes afirmaciones:

“Hay por tanto algo más que el retraso general en la educación pública española en la enseñanza de idiomas. (…) En gran parte, nadie lo dude, hay que atribuirlo a la desgracia de las guerras lingüísticas desatadas en varias regiones españolas ya en la Transición y nunca resueltas.”
Y más adelante en la misma página
“Lo que no quiere decir que no esté por supuesto presente el español, cuya pujanza en toda América contrasta con las ridículas trabas y la persecución que sufre en algunas regiones españolas.” (p. 312)

Dos breves comentarios. Es curioso que los únicos presidentes a los que he oído expresarse correctamente en inglés sean Artur Mas y Carles Puigdemont. Buscar en esas “guerras” el origen de nuestro pobre bagaje lingüístico me parece disparar a un blanco equivocado. Y qué decir de la “persecución en algunas regiones”. Vivo en una región de habla catalana y desde luego la situación está muy lejos de lo que afirma.
También aprovecha Tersch para darse un poco de autobombo -quizá porque tenga la autoestima un poco baja-: “Igual que me han querido matar en alguna otra ocasión y me han maltratado en varias, también he sido agasajado como periodista extranjero hasta el aburrimiento.” (p. 314)
En fin, en las casi 400 páginas del libro  tenía que haber de todo y casi todo es muy interesante, clarificador, sugerente y escrito desde la profesionalidad más estricta. Estas salidas de pata de banco lo que hacen es manifestar la grandeza del resto de colaboradores.
Un libro muy recomendable para todo el mundo e imprescindible para los interesados en estos temas.

Enric González editor, Cada mesa, un Vietnam. Sobre el oficio del periodismo.

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