martes, 8 de enero de 2019

Un autor siempre original





Tras este nombre de resonancias orientales se encuentra el escritor y periodista nacido en Kiev Lev Nussimbaum, judío como indica su nombre, del que ya he comentado en el blog los dos libros que se han publicado hasta ahora  en castellano: Alí y Nino, en este caso con el nombre de Kurban Said, y Petróleo y sangre en oriente, publicado por la misma editorial que este que comento aunque anteponiendo una M. al nombre. Todo esto resulta un tanto chocante, tanto que incluso hay un extenso libro de Tom Reiis, El orientalista, que también he leído aunque antes de crear el blog, dedicado a investigar la historia de este peculiar personaje.
Si los dos citados tenían la forma de una obra narrativa, en este caso parece que se trata, aunque en la edición no se comente nada al respecto, de una serie de reportajes, treinta en concreto, sobre el exilio de los rusos tras el triunfo de la revolución bolchevique, acontecimiento del que Bey no era demasiado partidario no sé si influido por la buena posición económica de su familia en Bakú.
Los reportajes abarcan multitud de temas y visiones de ese exilio desde sus orígenes, relatando  episodios de la guerra civil que se produjo después de octubre del 17, hasta lo que sucedía el año 1932 en que se publicó en forma de libro. Hay capítulos más informativos dedicados a temas como: los trabajos que hacían los exiliados, los diferentes grupos políticos que fueron constituyéndose o el papel que jugaron las mujeres. Otros, sin embargo, se dedican a contar algunas historias personales como la de un barón que quiere ser emperador de Crimea o un príncipe que pretende el trono de Croacia o la aventura de un espía soviético que termina perseguido por la GPU.
En esta editorial se publicó también un libro de Chaves Nogales de 1931, Lo que ha quedado del imperio de los zares, que toca alguno de estos temas pero lo hace de forma más sistemática. Bey, por el contrario, huye de cualquier sistematización y va picoteando y alternando sus historias con una gran agilidad y buscando no solo informar sino también entretener al posible lector. Y desde luego lo consigue.
Sobre este tema del exilio ruso se debió de publicar bastante hace muchos años, pero lo cierto es que no sucede así ahora por lo que textos como el de Bey resultan especialmente interesantes y atractivos.
A pesar de que murió relativamente joven, a los 38 años, dejó una obra muy extensa por lo que no sería de extrañar que se publicase alguna cosa más en castellano. Si es así, habrá que leerla.
En esta edición falta algo que siempre es interesante conocer: el idioma desde el que se ha hecho la traducción.

Essad Bey, La Rusia blanca. Traducción Javier Bueno.

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