jueves, 11 de julio de 2019

Otra vez cierta decepción


Este escritor escribió en su día una gran novela como fue El lector y no sé hasta qué punto eso ha marcado su carrera y las opiniones de algunos críticos. Digo esto porque Mujer bajando la escalera, que es la otra que ha leído de Schlink, me supuso una decepción sobre todo tras leer los extractos de  algunas críticas que la editorial había puesto en la contraportada. Ahora, con esta Olga, si no llego a la misma decepción, sí que vuelvo a sorprenderme de algunos comentarios hechos por ciertos críticos.
Así: “un libro maravilloso…una obra maestra” (Ute Krebs, Freie Press) que, cuanto menos, resulta un tanto exagerado.
El libro tiene su interés y sus buenos momentos. Está dividido en tres partes muy diferentes en su enfoque y su tratamiento narrativo. En la primera, desde una tercera persona, se narran los primeros años de la vida de Olga: la muerte de sus padres, la vida con su abuela, sus amores con Herbert, un joven de una buena familia que no acepta esa relación. Herbert se dedicará a viajar y Olga le escribe cartas a una lista de correo. En la segunda parte, un joven en cuya casa trabaja ahora Olga de costurera, cuenta el resto de su vida a partir de la relación de amistad que se establece entre ambos. Finalmente, Schlink utiliza las cartas que mencionaba antes para en la tercera parte completar la visión del personaje y de la historia.
Dicho así parece muy interesante y lo es en muchos momentos porque, además, le sirve también para dar unas pinceladas de la evolución de Alemania a lo largo del siglo XX (Olga nació en la última década del XIX).
El problema que en mi opinión tiene el libro es que todo está contado como si el autor tuviera prisa porque pasara el tiempo y sucedieran los diferentes acontecimientos. No puedo hablar de algunos porque sería hacer spoiler y, aunque no estemos ante un thriller, sí merece la pena ir enterándose de las cosas  poco a poco. Esta velocidad hace que no se llegue a conocer bien a algunos personajes ni a entender algunos comportamientos.
La sensación con la que he acabado la novela es la de que el autor ha querido escribirla rápido para poder publicarla; que la tenía bien pensada, pero que a la hora de ponerla negro sobre blanco se le ha acelerado el pulso.
Evidentemente  es un libro que se puede leer, que resulta entretenido, que está narrado con agilidad, pero que cuando se acaba deja una cierta sensación de que a una historia así se le podía haber sacado mucho más partido.

Bernhard Schlink, Olga. Traducción Carles Andreu.


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