viernes, 12 de julio de 2019

Un buen descubrimiento



A pesar de que ya lleva varias novelas publicadas, desconocía totalmente a este escritor. No tiene nada de extraño porque no suelo prestar demasiada atención a los escritores españoles, algo parecido a lo que me sucede con los anglosajones. No obstante, de vez en cuando leo libros de ambas procedencias y, además, es bastante habitual que me gusten, sobre todo, si se salen de los tópicos con los que tengo marcadas ambas literaturas. (Sí, es cierto, hay un componente maniático e irracional, pero también de cansancio de muchas lecturas en otra épocas.)
De este libro me llamó la atención el título y los comentarios que la editorial recoge en la faja que acompaña al libro como, por ejemplo, este de Manuel Vilas:

“Esta novela rabia por los cuatro costados, es sátira de la buena, e inventa una clase social llamada “Mochufa”, una palabra que una vez leída no olvidas jamás, porque vivimos rodeados de mochufas.”

Este comentario me recordó, por lo de la rabia y la sátira, la novela Lectura fácil de Cristina Morales que es uno de los textos que más me gustó e impactó el año pasado. Esto me animó y no me arrepiento.
Lorenzo ha escrito un libro con un interesante contenido, pero sobre todo con una gran libertad gramatical y de lenguaje. En este aspecto crea multitud de palabras que vienen a cuento y reflejan muy bien lo que quieren significar. Algunos ejemplos serían: Desnecesidad, desruido, despresencia, desdesvalimiento… Otras, no siendo de su propia cosecha, sí es cierto que no son de uso frecuente. Además, altera a veces los signos de puntuación y la sintaxis, pero haciéndolo en general con sentido. Con todo ello construye un mundo y una escritura que resulta enormemente personal y fácilmente identificable. (Aquí surge otra vez la referencia a Cristina Morales).
La historia que cuenta en forma muy resumida sería: Manuel, tras atacar a un policía con un destornillador, huye de la ciudad a una casa de un pueblo perdido y sin habitantes. Su tío, el narrador, le remite los alimentos y útiles que necesita. Manuel encuentra allí la felicidad hasta que, en un momento determinado aparecen unos urbanitas en la casa de al lado y… (aunque no se trate de un thriller es mejor no contar más)
Lorenzo aprovecha el personaje de Manuel para hacer una defensa acérrima de conceptos como: soledad, silencio o austeridad; y una crítica de los urbanitas que van al campo para convertirlo en una prolongación de la ciudad, de algunas actuaciones policiales o del fraude de algunas empresas (en este caso de teleoperadores). Eso sí, todo con un amplio sentido del humor y cariño hacia algunos de los personajes.
Dejo a continuación tres fragmentos que son un magnífico ejemplo tanto de la vida de Manuel y sus deseos, como de la forma de contarlo de Lorenzo:


“Que no quería comiditas complejas si para poder adquirirlas debía acortar sus paseos, o interrumpir la lectura de los Austral, o descuidar sus calabazas, o dejar de tirar con sus gomas, o levantarse de un sitial en el que estaba mirando una nube con forma de Rusia. Porque esto era lo que de verdad le interesaba.
(…)
Porque pasaba ratos mucho mejores en el mercado de horas que en el de frutas y verduras. (p. 85)

“Estas banales eran las labores mejores, porque le sumergían hasta las trancas en su actividad favorita: ensimismarse, como quehacer central. Empapuzarse en su aquietamiento como un des-normal, un ante-normal o un pre-normal, que era desde siempre su pasatiempo favorito.” (. 99-100)

“Su capital no crecía por adición, sino por sustracción. Su riqueza señera era que no necesitaba pelas, ni gente, ni afecto, ni reconocimientos ni ánimos ni amores.” (p. 109)

Un libro bastante recomendable. Hace pasar un buen rato, tiene una escritura original y trata un tema cada vez más actual.
Hay una breve y buena reseña de Nadal Suau en elcutural.com.

Santiago Lorenzo, Los asquerosos.


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