miércoles, 13 de mayo de 2020

Una clásica moderna


Este es uno de esos libros que compro y leo por lo que he escuchado en la radio. Un día hablaban de la autora y, sobre todo, de este libro como uno de los mejores de la literatura británica del siglo XX. Esto me animó aunque como ya he dicho muchas veces en el blog, dejé de atender a esta literatura hace tiempo y solo de vez en cuando me acerco a ella. Este es, pues, uno de esos casos y tengo que decir que termino con una sensación ambivalente.

Creo que he leído una buena novela, seguramente una gran novela, pero también una novela a la que me acerqué con tantas expectativas que no todas se han visto satisfechas.

La novela cuenta con un magnífico protagonista, Charles, director y creador teatral, que es quien narra en primera persona la historia  centrada principalmente en sus distintas relaciones con mujeres y, sobre todo, lo que para él es su verdadero amor, Hartley, que fue su compañera de estudios pero que se casó con otro por miedo a que Charles la abandonara por otra mujer. Ahora, a los sesenta años, al trasladarse a vivir a un pueblo de la costa inglesa, la encuentra de nuevo y se revitaliza ese amor de juventud o, lo que sería más exacto, su obsesión.

El libro está concebido como un diario de Charles y en él va relatando todo lo que le sucede en el pueblo al que acuden en diferentes momentos dos de sus antiguas amantes, sus maridos y, el otro personaje clave del libro, James, el único primo del protagonista por el que este sintió gran envidia cuando eran jóvenes y ahora se ha convertido en celos.

Esta es a muy grandes rasgos la base de una novela que tiene 732 páginas que es en mi opinión uno de sus principales hándicaps ya que hay momentos en que decae bastante la historia, se alargan en exceso las conversaciones entre Charles y sus examantes y se repiten las mismas ideas.

La novela empieza con un capítulo titulado Prehistoria en el que el narrador va alternando lo que le sucede en la actualidad con su llegada al pueblo con algunos aspectos de su autobiografía. Es un buen inicio narrado con un ritmo muy pausado, con buenas descripciones y ambientación, centrada esta sobre todo en la presencia permanente del mar. Prácticamente no hay ningún diálogo hasta la página 150. A partir de ahí, con el mismo título de Historia, desarrolla la trama en seis capítulos y un Post scriptum final.

Murdoch nos presenta a un protagonista no demasiado positivo: egoísta y egocéntrico, con muchas relaciones amorosas pero poco compromiso en ellas, que rechaza el matrimonio, obsesivo en su deseo de relación con Hartley que hace que su amor aparezca como algo bastante infantil, pero, al mismo tiempo, también es alguien que ha tenido éxito profesional y que es reconocido en el ambiente del teatro.

En la novela hay dos temas que son recurrentes, los celos y los aspectos más negativos del matrimonio. Celos tiene una de sus amantes de otra, el marido de Hartley de Charles y este de su primo. Sobre el matrimonio puede ser ilustrativo el siguiente fragmento:

 "No puedo preferir la espantosa presencia del matrimonio a la magia de los encuentros y despedidas. Ni siquiera me interesa compartir un lecho, y es raro que quiera pasar la noche entera con una mujer con quien he hecho el amor. Por la mañana la veo como una puta. El matrimonio es una especie de lavado de cerebro que obliga a la aceptación de muchísimos horrores.” (p. 93)

 Este texto sirve también, junto a los dos que reproduzco a continuación, para caracterizar al personaje de Charles:

 “Destrozaste mi matrimonio, me impediste tener hijos y por ti renuncié a todos mis amigos. Y después de haberme suplicado de rodillas que abandonase a mi marido, cuando lo hago te vas y me dejas por esa tonta con cara de niña. ¿No recuerdas lo que fue nuestro amor? ¿Has olvidado por qué me dijiste aquellas palabras?

- Gracias a Dios, uno se olvida de sus amores como se olvida de sus sueños.” (p. 169)

(Diálogo con su amante   Rosina) 

“-Tu problema esencial, Charles, es que desprecias a las mujeres (…)

 -No desprecio a las mujeres. Antes de los doce años ya estaba enamorado de todas las heroínas de Shakespeare.” (p. 247)

(Conversación con Perry, el marido de Rosina)

 Con los personajes que he ido enumerando va construyendo Murdoch la trama en la que destacan las características psicológicas de los diferentes protagonistas sin que se pueda hablar de una novela psicológica como se habla, por ejemplo, de las de Stefan Zweig. Además, la mayor parte de la historia se desarrolla en el pueblo y ahí el mar, al que Murdoch sabe sacar un gran partido,  adquiere protagonismo incluso en escenas claves de la novela.

Como resumen diría que es una magnífica novela, pero también que habría sido mucho mejor si le hubiese suprimido algunos de los diálogos de la parte central y esos movimientos vodevilescos que en ella se producen y que, no aportando nada interesante, alteran bastante el ritmo de la narración.

Habrá que leer alguna obra más de la autora para tener una mejor visión. No obstante, sí tengo que reconocer que a mí me llega más alguien como Annie Ernaux o incluso Edna O’Brien por citar a dos autoras de las que he leído bastante últimamente.

 

Iris Murdoch, El mar, el mar. Traducción Marta Guastavino.

 


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