viernes, 4 de septiembre de 2020

Otro buen escritor marroquí



A pesar de que suelo estar atento a lo que publica la editorial Cabaret Voltaire, y al hecho de que este es el cuarto libro que edita de Taia, no conocía al autor. Una pena ya que he podido comprobar que es alguien que tiene cosas que decir y tiene una interesante forma de hacerlo.
En este libro habla de lo que seguramente son los temas que trata también en otros porque deben de ser aquellos que más le afectan. Así, el trato que se da a los inmigrantes incluidos sus hijos ya franceses, las dificultades para la integración, la situación política en Marruecos, el amor homosexual, etc.
Dejo un par de fragmentos en los que se puede apreciar muy bien el tratamiento que da a estos temas:

“Antoine me ha matado. Cree que me he convertido en un islamista. Un terrorista en potencia. Un marroquí. Eres marroquí, ¿no?...

Eso, viniendo de su boca quería decirlo todo. Marroquí. Pronunciado de la misma manera que los periodistas de las cadenas informativas cuando hay atentados. Se habla de los presuntos autores precisando su país de origen. Eran franceses. Son franceses. Se convierten en marroquíes. Argelinos. Sirios. Tunecinos.” (p. 107)

“Desconfían. Se sobresaltan. Rechazan, sin sentirse culpables por ello, al otro, a los otros. En el metro es aún peor, te asesinan con la mirada.” (p. 111)

En el libro parte de la anécdota de la relación del protagonista, Munir, un marroquí que vive en un buen apartamento de 45 metros cuadrados, con su vecina del piso de arriba Madame Marty, una señora de 80 años que vive en tan solo 14 metros  y que, según Munir, le molesta permanentemente con sus ruidos. A pesar de ello establecerán una buena relación en la que se hacen confidencias. Él le cuenta sus amores y ella la historia de su hermana que fue represaliada tras la guerra por haber tenido relación con soldados alemanes. Aparecen también Antoine, un policía, y una prima de Munir que se comunica con él desde Bruselas por Skype.
Con todo, lo importante, lo que más me ha gustado del libro, es la manera de construir la historia y de  narrarla que tiene Taia. Cada capítulo está dedicado a un personaje o a una situación y narrado a través de diálogos y monólogos muy bien elaborados.
Sobre el autor y el libro dice un buen conocedor de su obra como es Luis Antonio de Villena:

“El drama de sus últimos libros -también de Una vida lenta- es la de un árabe marroquí que vive en París (porque Marruecos sigue sin aceptar la homosexualidad, pese a que allí se practique tanto) y que no logra ni puede sentirse francés, aunque escribe en esa lengua, y siente cada vez con más fuerza el llamado de una cultura islámica. Taia no es francés y acaso ya no del todo marroquí, aunque esa sea su raíz, y se debate por tanto entre dos mundos.
(…)
Abdelá Taia, un escritor refinado y de muy buen tono, aunque menor, sigue esa saga de fondo autobiográfico, que incide en el problema de la mala colonización francesa, que al rehuir el mestizaje (que se da en España y en Portugal) desdeña a unos nativos que pretende asimilar y al par infravalorar.”

Un libro que merece le pena leer porque plantea temas muy interesantes y actuales haciéndolo además con un buen estilo.

Adelá Taia, La vida lenta. Traducción Lydia Vázquez Jiménez.



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